Pimienta negra, 29 de junio de 2002
Argentina
Así asesinó la policía al piquetero Darío Santillán
El texto y las fotos siguientes han sido sido tomados del periódico argentino Página 12. El sujeto que aparece en ellas con uniforme y gorra de la Policía Federal argentina es el comisario a cargo del operativo de represión en Puente Pueyrredón, el mismo de las declaraciones que se recogen en El discurso del loro, publicado ayer en esta misma página. Entre otras cosas, decía: "Actuamos porque esa gente iba dispuesta a combatir. Nos dimos cuenta por sus cánticos". En el hospital donde hizo estas declaraciones (en el que fueron ingresadas las víctimas), un piquetero le propinó una certera trompada.
[...] Santillán, miembro de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, una de las más radicalizadas de los piqueteros, llegó al lugar de la protesta poco después de las once de la mañana [ver abajo foto 1]. Este diario lo cruzó cuando iba caminando con dos compañeros suyos frente al Puente Pueyrredón, un poco más adelante de la vereda del bingö de Avellaneda. Santillán tomó después Pavón para reunirse con los piqueteros de la Verón, que ya formaban una columna frente a la estación Avellaneda, el mismo lugar donde lo asesinarían dos horas más tarde.
La columna empezó a marchar unos minutos antes del mediodía. Página/12 presenció cómo los piqueteros empezaban a avanzar por la avenida, todavía varias cuadras antes del Puente Pueyrredón, mientras la policía hacía un primer cordón cien metros adelante de ellos, cortándoles el paso, a la altura de Carrefour. Mientras en la columna la gente resolvía cómo seguir, el grupo de los más jóvenes, una treintena de adolescentes, juntó en la esquina las primeras piedras y cascotes. Cuando los manifestantes se acercaron a ese primer cordón, los policías se corrieron y los dejaron pasar. Los manifestantes pasaron sin que volara una piedra. Los efectivos repetirían la misma maniobra una vez que los piqueteros estuvieron debajo del puente, sólo que esta vez no se corrieron y empezaron las trompadas y palazos. Y tras ellas, los gases lacrimógenos.
Santillán participó de ese enfrentamiento, en la primera línea de la columna piquetera. Las imágenes lo muestran chocando con la policía [fotos 2 y 3], con un caño de metal en las manos, y otra en el piso, en posición fetal, después de recibir un golpe. Después, se recompuso y llegó hasta la estación de trenes de Avellaneda, huyendo de la policía que perseguía a los manifestantes disparándoles de atrás mediante el uso de balas de plomo y no de goma. En su caso, el seguimiento era personalizado. Hasta la estación.
Sergio Kowalewski, el fotógrafo que entregó su valiosísimo testimonio en la edición de ayer de Página/12, dijo que Santillán se detuvo dentro de la estación para auxiliar a Maximiliano Costeki, que había llegado hasta allí huyendo por la avenida y desangrándose a medida que escapaba de la policía. Kowalewski contó que unos segundos después él mismo salió a pedir una ambulancia y que cuando regresó vio cómo "un policía tiraba hacia adentro de la estación, apuntando a la puerta del medio". En ese momento se desbandaron los que atendían a los heridos. Kowalewski salió otra vez al patio cuando escuchó más disparos. "Me di vuelta y vi a este chico Santillán como tratando de incorporarse", dijo. "La siguiente imagen que tengo grabada en la memoria es el perfil del oficial, la gorra y la Itaka alineadas apuntando hacia la espalda de Santillán, y en un segundo plano hacia atrás, el otro oficial. Fue casi a quemarropa." El fotógrafo pensó que le habían dado en las piernas a Santillán. El tiro fue en el cóccix. También vio cuando los policías, tras balearlo, lo sacaron de la estación [fotos 4 y 5].
Antes de que Santillán socorriera a Costeki, otro testigo que pidió reserva de su nombre contó que él había sentado al piquetero herido. "Llegamos al hall y lo senté", dijo. "No con los pies hacia arriba como apareció después. Estábamos ahí los dos y lo vi llegar a Darío (Santillán), que se acercó y trató de reanimarlo. Después nos dijo que nos fuéramos, que rajemos, que él se quedaba. Salí y crucé al otro lado de la avenida, donde había una mujer que no sabía para dónde salir. La policía ya estaba cerca. Calle abajo venía creciendo la nube de gas lacrimógeno. Empecé a correr, hice unos metros y escuché disparos."
Mariano Espinosa, fotógrafo de la agencia Infosic, dijo que "el pibe de la gorra blanca (por Santillán) estaba auxiliando al otro. Yo entré al hall de la estación detrás de la policía, por una entrada de la izquierda. Cuando la policía entró, el de la gorra levantó las manos pidiendo que no disparen. En ese momento tomé la fotografía". [...]