Pimienta negra, 13 de junio de 2002

 

 

Una red militar global

Desde el fatídico 11 de septiembre, Estados Unidos incrementó su presencia
militar en el mundo en el 20 por ciento, con lo que ya despliega casi
300.000 soldados en más de 140 países.
Aunque el argumento explícito es la lucha contra el terrorismo, un análisis
de la distribución de las tropas no deja lugar a dudas. La Casa Blanca ha
aprovechado la fachada de la operación "Libertad duradera" para asegurarse
una influencia decisiva en zonas estratégicas y controlar las reservas
naturales más ricas del mundo. Y aún va por más.


Juan Carlos Galindo
La Otra Aldea [laotraaldea@hotmail.com]

La presencia militar de los Estados Unidos en el mundo ha aumentado un 20
por ciento desde los atentados del 11 de septiembre. Cerca de 300.000
soldados presentes en más de 140 países velan por los intereses de la única
potencia mundial.

Podrían existir, y de hecho se argumentan, otras razones. Sin embargo, un
análisis de la distribución de las bases militares norteamericanas no deja
lugar a dudas. Estados Unidos ha aprovechado la cobertura de la operación
militar conocida como "Libertad Duradera" para instalar bases en Uzbekistán
(1.000 soldados), Tadjikistán y Kirguizistán (más de 3.000).
Presencia que se ve fortalecida por los 5.000 soldados estacionados en las
bases de Afganistán. De esta manera Estados Unidos se asegura una influencia
decisiva y cierta capacidad de control en la zona del Mar Caspio: la región
con las reservas de recursos naturales sin explotar más rica del mundo.
¿Casualidad? ¿Altruismo de los Estados Unidos? ¿Defensa mundial de la
democracia?

En el Golfo Pérsico, Estados Unidos, en connivencia con las despóticas
monarquías que gobiernan la zona, mantiene más de 20.000 soldados. Más de
1.000 entre Oman, Emiratos Árabes Unidos y Qatar; otros 1.000 en Bahrein,
que además alberga al Estado Mayor de la Quinta Flota de la Marina, y 4.800
en Kuwait. Pero sin duda, el caso más significativo es el de Arabia Saudita,
emirato en el que Estados Unidos tiene tres bases militares y más de 5.000
soldados, cazas F-15 y F-16, aviones "invisibles" F-117 y aviones de
espionaje U-2 y Awacs. Si exceptuamos la base "Príncipe Sultán", que se
encuentra cerca de Ryad, la capital, las dos restantes se sitúan en el
inicio o la desembocadura de los dos gasoductos que cruzan el país. Es más,
una de ellas, la base militar de Al Khobar, se encuentra junto al puerto
petrolífero de Ras Tanûra. Parece evidente, pues, el principal valor que
guía la estrategia militar de los Estados Unidos en el Golfo Pérsico.
El control militar de la zona se completa con la base Diego García. Estas
instalaciones militares, situadas en la pequeña isla del Océano Índico que
les da nombre, albergan la presencia de 4.000 soldados norteamericanos,
cazas y superbombarderos B-52. Los habitantes originarios de la isla, de
propiedad británica y explotada conjuntamente por los Estados Unidos y Gran
Bretaña desde los acuerdos confidenciales firmados por las dos potencias en
1964, fueron "trasladados" en 1971 a las islas Mauricio, a 1.500 kilómetros
de la isla Diego García.

Sin embargo, hay ocasiones en las que las instalaciones militares de los
Estados Unidos en el extranjero no se establecen para controlar los recursos
de una zona o asegurarse su acceso a ellos. Existen otros muchos intereses.
Así, por ejemplo, las bases militares de Morón y Rota (España) y Aviano
(Italia) realizan una labor logística indispensable para las operaciones de
Estados Unidos en Medio Oriente y Europa. Lo mismo ocurre con los 2.000
soldados que la armada norteamericana mantiene en Turquía, lugar del que
despegan los cazas que bombardean el norte de Irak.

En América latina y el Caribe, se encuentran las bases militares de
Aruba-Curaçao (Antillas Holandesas), Comalapsa (El Salvador) y Manta
(Ecuador). Esta última, situada al noroeste de Ecuador, permite a la armada
norteamericana controlar toda la región andina y realizar labores de
vigilancia en colaboración con el ejército colombiano, al tiempo que sirve
de apoyo para el despliegue norteamericano en Colombia.

Peor aún es el caso de la Isla de Vieques, al sudeste de Puerto Rico,
utilizada desde hace sesenta años como polígono de tiro de la fuerza aérea
norteamericana y como zona de ensayo para las operaciones anfibias de las
fuerzas especiales de la Marina. A causa de estas acciones, la salud y la
calidad de vida de sus habitantes se ha visto enormemente deteriorada.
El control indirecto del Canal de Panamá es el objetivo de las instalaciones
militares de Estados Unidos en este país.

Además, la armada norteamericana cuenta con bases en suelo cubano
(Guantánamo), Honduras y Barbados.

Por otro lado, a las ya mencionadas bases de Italia y España, hay que unir
otros emplazamientos de fuerzas militares norteamericanas en Europa:
Alemania, por razones estratégicas -que han quedado obsoletas desde el fin
de la bipolaridad-, tiene una importante presencia militar norteamericana,
a la que se suma la presencia de tropas en Grecia, Hungría, Islandia,
Dinamarca, Noruega, Holanda, Luxemburgo, Portugal..., etc. Asimismo es
significativa la presencia militar norteamericana en Albania desde la guerra
de Kosovo.

En definitiva, más de 100.000 soldados repartidos por todo el continente.

En África, Estados Unidos mantiene tropas en Egipto, socio tradicional de la
superpotencia, que además es, después de Israel, el segundo beneficiario de
las ayudas financieras norteamericanas.

El mapa de la presencia de tropas de los Estados Unidos en el mundo se
completa con las desplazadas al sudeste asiático. El dominio de las aguas
del Pacífico es un objetivo estratégico tradicional de los Estados Unidos,
acentuado en la actualidad por el aumento de la importancia de China. El
ejército norteamericano mantiene 37.000 hombres y 100 aviones de combate de
última generación en Corea del Sur; 50.000 soldados en Japón (sobre todo en
la base de Okinawa) y 600 soldados, entre ellos 130 de los cuerpos de élite,
desplazados recientemente a Filipinas. Operaciones como la realizada al sur
de Filipinas, se han repetido en Yemen y Georgia, donde más de 200 soldados
norteamericanos instruyen al ejército en la lucha contra los "extremistas
islámicos".

Este espectacular y global despliegue militar se ve fortalecido y potenciado
por dos aspectos esenciales: la capacidad de ubicuidad de las tropas
norteamericanas y el apoyo logístico. Este último se realiza a través de los
grandes portaaviones (como el USS Theodor Roosevelt o el USS Enterprise), sin
olvidar la capacidad de vigilancia global de la red de satélites de los
Estados Unidos. Es decir, presencia física y tecnológica, con tropas, bases
militares y portaaviones, grandes destructores y satélites; pero sobre todo,
con capacidad de acción en cualquier parte del globo.

La presencia militar norteamericana en el mundo aumentará aún más si
finalmente Estados Unidos decide intensificar sus ataques a Irak y realizar
una operación a gran escala para derrocar al régimen de Saddam Hussein.
George W. Bush, republicano aislacionista, que llegó a la presidencia de la
única potencia planetaria con serias dificultades para situar en el mapa
cualquier país que no fuese el suyo, prepara ahora, guiado por quienes
fueron los directos colaboradores de su padre, la intensificación del
despliegue internacional norteamericano. El objetivo es difuso, no así los
intereses que se encuentran detrás de esta operación global.

Centro de Colaboraciones Solidarias

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