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Lyndon H. LaRouche, Jr

 

¡A matar el gato del vecino!

 

 

 

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El siguiente artículo fue publicada el 15 de septiembre por Lyndon H. LaRouche, Jr. -precandidato electoral a la presidencia de los Estados Unidos en 2004 por el Partido Demócrata- en su página web EIR (Executive Intelligence Review): http://www.larouchepub.com/pr_lar/2001/010915_shoot_cat.html

Francamente la CNN, la telecadena de lavado cerebral 24 horas al día, se pasó. El bombardeo terrorista y la masacre han llevado a la CNN y a muchos otros a la condición mental del individuo que, habiendo encontrado al volver a casa que le han robado todo, coge una escopeta y elimina al gato del vecino. Es más, si su esposa le hubiera dicho: "Pero Henry, si es tan sólo el gato del vecino", este sujeto enloquecido la hubiera amenazado: "No te entrometas, o tendré que matarte a ti también".

Estados Unidos se ha visto sorprendido por un ataque asesino en gran escala, de fuerzas criminales desplegadas desde los propios Estados Unidos. Puesto que ninguna potencia extranjera posee la capacidad para hacernos lo que hicieron el martes pasado, el único autor principal de lo que acaba de ocurrir tiene que ser algún elemento renegado en nuestras propias instituciones militares y de seguridad. Este elemento criminal es el canalla que aún sigue suelto en los Estados Unidos, preparando su siguiente ataque, que seguramente se propone lanzar pronto.

Debemos defender a la nación de ese elemento renegado; todo lo que hagamos por echarle la culpa a fuerzas extranjeras que no tenían la capacidad de organizar un ataque como el del martes, simplemente hace más vulnerable a nuestra nación ante el renegado interno que ha hecho esto y que acecha listo para hacer otras cosas.

Lunáticos cobardes como la organización CNN prefieren matar al gato "por venganza" en vez de movilizarse para defender a la nación del enemigo interno. Es así como la CNN expresa la cobardía abyecta que en vocabulario militar se llama "fuga hacia adelante": el hombre acobardado en su trinchera, con los calzoncillos llenos de miedo, se lanza contra el fuego de la ametralladora "para acabar de una vez".

Es hora de cerciorarse de que los asesores del presidente Bush no sean del tipo de los cobardes abyectos que prefieren eliminar a la gente inerme, inocente, de piel oscura, de distantes lugares del mundo, antes que hacer frente a la horrible realidad de que el asesino nos amenaza desde dentro, donde aguarda sigiloso la oportunidad de atacar de nuevo.

¿Tanto temen a este enemigo, que prefieren fingir que no existe, desquitándose más bien con el chico de al lado con su pistola de palo? ¿De veras se consideran cuerdos en este momento? Que los generales de verdad, en la tradición de Douglas MacArthur, se encarguen de asesorar al presidente.

Que los estrategas neófitos, del tipo Naranja Mecánica, regresen a su caja de juguetes y dejen que los profesionales serios elaboren una estrategia victoriosa y un programa de defensa nacional.

EL RIESGO DE VENGARSE

En la historia, las guerras y operaciones afines realizadas con propósito de "venganza" o "represalia" han sido siempre las acciones más estúpidas que haya emprendido gobierno o pueblo alguno. Los efectos ulteriores de tales acciones, especialmente cuando se realizan so pretexto de guerra religiosa, una y otra vez han destruido justamente a las naciones que las emprenden.

Dejemos de una vez esta estupidez. Consideremos las consecuencias de emplear contra las naciones armas nucleares, de la magnitud que fuere, que acaba de proponer el veterano asesino de masas Henry Kissinger, "el destripador de Londres" de la diplomacia moderna. Según fuentes confiables que lo vieron en la televisión alemana, esta semana Kissinger celebró una rueda de prensa en el aeropuerto de Francfort y enumeró Afganistán, Irak, Siria y Libia (y posiblemente otros países) entre las naciones atacables.

¡Piénselo por un momento! Pregúntese: ¿cuál sería el efecto de atacar una o varias de estas naciones, con o sin minibombas nucleares ? Examínelo en dos pasos sucesivos: primero, la aplicación de una fuerza destructiva masiva contra las naciones de la lista negra de Kissinger, con o sin bombardeo nuclear; segundo, el efecto de incluir el uso de armas nucleares.

El mundo entero anhela ansiosamente que los Estados Unidos perpetren una terrible y perpetua "represalia" contra las naciones arbitrariamente seleccionadas como víctimas de la lista sanguinaria que tiene en mente la CNN. El resto del mundo asentirá tácitamente a tales atrocidades cometidas por los Estados Unidos, tan sólo porque temen hacer algo más que sugerir cortesmente templanza. Supongamos que Estados Unidos obre como Kissinger propone. Supongamos que logre infligir una terrible destrucción a las poblaciones de piel oscura de aquellas naciones pobres. Cuando eso haya ocurrido, ¿qué vendrá después?

Entretanto, el actual sistema monetario y financiero del mundo se desintegrará como resultado de la orientación actual de Estados Unidos y otras naciones influyentes. El problema que surge es que algunos idiotas ilusos en Estados Unidos se aferran a la alucinación histérica de que pueden salvar el sistema imponiendo medidas dictatoriales. El solo hecho de creerlo no va a convertir la Luna en un delicioso queso verde. ¿Qué otra cosa se te ocurre, hombrecillo?

Veamos la segunda posibilidad: recurrir al bombardeo con miniarmas nucleares, como parte de esta acción. Aquí podría decirse: "¡Nunca hables de psicología en casa del loco!"

Desde Hiroshima y Nagasaki en 1945, y especialmente a partir del momento en que el presunto pacifista y demente bombardeador atómico Bertrand Russell publicó su llamado a un ataque nuclear "preventivo" contra la Unión Soviética en septiembre de 1946, siguiendo hasta la crisis de los cohetes en 1962, el mundo ha sido presa de un creciente terror incluso por el mero uso del término "nuclear". El pavor por este vocablo ha formado y deformado la política y la ideología del mundo entero.

Algunos podrían estar tan locos quizá como para proponer que se quite de todos los átomos ese núcleo siniestro. Hasta la última fibra de la política y gran parte de la ideología popular han estado impregnadas en todas partes y siempre del impulso por reprimir los efectos de la fisión y la fusión nucleares.

Es de suponer que gente incapaz de examinar sus propios procesos mentales, como la cuadrilla de la CNN, tenderá a desconocer ciertas cosas que rondan en la botella en que residen esos procesos. El uso de armas nucleares de cualquier tipo, en son de guerra, en estos momentos, especialmente para asestar golpes demoledores a naciones enteras, soltará de la botella al genio latente. Ay de aquel a quien el mundo culpe por haber liberado ese genio. El problema es que hay demasiadas pocas personas en este planeta, y especialmente en mi propio país, que cuenten con el conocimiento y el coraje para decir la verdad sobre estos asuntos. Por eso me he convertido en líder entre las personalidades destacadas de mi nación y no así otros que fingen o que incluso fueron elegidos para ser líderes.

En cuanto a la actual crisis monetaria y financiera del mundo, que define el contexto de lo que sucedió el martes, ya les he advertido. Muchos, inclusive los principales candidatos a las elecciones presidenciales del 2000, han rechazado mis advertencias. Se equivocaron; están terriblemente equivocados. Ahora ya llegó el "coco" del que les hablaba. Sé cómo ponernos a salvo de esta crisis monetaria y financiera. No sé quiénes son los renegados traidores causantes de lo sucedido el martes, pero sé que podemos derrotarlos si recobramos a tiempo nuestro sano juicio. Dejemos de estar buscando venganza contra aquellos de quienes no se ha demostrado que sean culpables de ningún crimen. Hagan frente a lo que no han tenido el valor de enfrentar hasta ahora. Entonces podremos todos juntos ir sacando a la nación de esta horrible pesadilla.

Yo sólo propongo; dispongan ustedes de lo que yo propongo, ustedes verán. Podrán rechazar mis advertencias, pero no escaparán a las consecuencias de su propia necedad. Para empezar, ¡apaguen la CNN!

 

 

La versión castellana de este texto ha sido tomada de Redacción Avispar <http://www.avispar.com>, que nos lo hizo llegar. Hemos introducido algunas modificaciones, siguiendo el original inglés.

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