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Ciudadano José

A propósito del Estado de Derecho

dos

15/1/02

 

 

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En la práctica ya rige otro "Contrato Social"muy diferente al de Rousseau. Cuando el Imperio lo legalice, esta nueva realidad social ya regirá nuestras vidas. Una muestra de ello es, por ejemplo, el derrumbe como un castillo de naipes, de toda la reglamentación laboral, del estado del bienestar, los contratos de trabajo, la privatización de los servicios públicos, etc... Si hoy la fuerza de trabajo del hombre es prescindible y puede ser sustituida por ingenios robóticos, su proceso de desvalorización es irreversible.

La sociedad de la mercancía es implacable: cuando no hace falta preocuparse del mantenimiento de los esclavos porque éstos ya no se necesitan, el viejo contrato social entre los que necesitaban comprar fuerza de trabajo y los que estaban obligados a vender su fuerza de trabajo deviene caducado.

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Esta nueva realidad social, este nuevo terrorismo social impuesto por el poder va dejando los Parlamentos, las elecciones democráticas, las flamantes Constituciones nacionales, la Declaración de los derechos Humanos, las Resoluciones sobre el derecho internacional, etc., en simple papel mojado.

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Silvio Berlusconi lo dice con claridad: "Los italianos me han votado sabiendo quién soy". Entonces, dejémonos de monsergas y de teatros: yo no soy ningún abanderado de la libertad, de la igualdad ni de la fraternidad (esta es la bandera de los viejos partidos políticos corruptos e ineficaces), yo soy el dinero, yo soy el poder. En realidad "Il Cavaliere" es solamente un simple procónsul, mafioso y sin escrúpulos, de un antiguo estado-nación convertido en satrapía o PROVINCIA de un gran Imperio y como tal -e igual que otros- es llamado a Washington para rendir vasallaje. Esta es también una nueva realidad en el orden internacional que deja obsoletos los conceptos de "soberanía nacional" o "Estado-nación" o hasta de "imperialismo" o "guerra imperialista" (entre Estados nacionales).

Cuando se erige un Imperio hemos de empezar a hablar de Provincias, de sometimiento de las Provincias y del sofocamiento de las sublevaciones de las Provincias. Las intrigas domésticas entre los pretendientes al cargo de procónsul son insignificantes para el Imperio siempre y cuando no pongan en peligro el vasallaje.

Cuando se erige un Imperio, significa que se ha culminado un proceso de concentración del poder extraordinario. Este poder, entonces, se traslada a los centros de fuerza para asegurar la dominación y subordinación de todas las actividades humanas.

Los centros de fuerza han sido, en todas las sociedades humanas, los grupos monopolizadores de los conocimientos para la guerra y la destrucción, los mercenarios, las élites militares y la soldadesca, separados de la sociedad y fuera de cualquier proceso democrático. El cambio producido en los ejércitos de las sociedades occidentales (el paso del ejército "nacional" de levas al ejercito profesional y "privado", en el aspecto de depender cada día más de los grandes centros "privados" de investigación y de producción de armamentos) es muy significativo.

Está muy claro que el Imperio Bush, erigido por los lobbies del dinero, ha trasladado el poder a los centros de fuerza. Hitler, erigido en principio tímidamente por los grandes capitales industriales y financieros alemanes, también trasladó el poder a los centros militares y represivos cuando emprendió la conquista de Europa.

Mientras en la sociedad democrática la acumulación de las riquezas conduce al poder (es el medio para alcanzar el poder), en el Imperio el poder asegura la posesión de las riquezas.

Por eso, el Imperio es el final de un proceso de acumulación y concentración de riquezas en donde es el poder político-militar fundamentalmente el que gestiona todo el saqueo. Es el principio de la fuerza el único criterio que prevalece. Los Imperios no han sido nunca democráticos: han sido dictaduras cesaristas.

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Las dictaduras cesaristas han creado también su propio Estado de Derecho. Y este nuevo Estado de Derecho, igual que el anterior, impuesto por la fuerza, llega a impregnar la vida, el pensamiento y el comportamiento de los seres humanos. Corresponde a la realidad social existente.

Trescientos juristas y profesores de Derecho estadounidenses solo han calificado de "deficientes, innecesarios e imprudentes" los tribunales militares creados por Bush, y "dejan a la administración de justicia en manos del Ejecutivo, vulneran los criterios constitucionales sobre las garantías procesales y rompen con tratados de derecho internacional..."

Los juristas y jueces alemanes también aceptaron sin apenas rechistar la "ley de plenos poderes" del 24 de marzo de 1933 en donde todos los actos administrativos, legislativos, judiciales o militares fueran decisiones del dictador. No faltaría el beneplácido del Vaticano (julio, 1933). Beneplácito que comprendemos perfectamente: el Vaticano, el más viejo Imperio sobre la Tierra siempre se ha regido por "la ley de los plenos poderes"...

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Por cierto, los tribunales de Bush no son tribunales militares. En EE.UU. (y en la mayoría de los países occidentales) el código de Justicia Militar exige un juicio público, la demostración de culpabilidad mas allá de toda duda razonable, que el acusado tenga voz en la elección de los miembros del jurado y el derecho a elegir abogado, la unanimidad en la condena de muerte y, sobre todo, la posibilidad de recurso de apelación ante civiles confirmados por el Senado. "No podemos encontrar ni uno de esos derechos fundamentales en la resolución militar de Bush por la que se establecen tribunales no autorizados para las personas que él califica de terroristas antes del juicio" (William Safire, columnista del New York Times).

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Entiendo pues perfectamente lo que Eduardo Haro nos dice... "el camino poco seguro pero infinitamente mejor".

Pero este camino poco seguro ya no existe ni puede volver a existir. La Historia nunca ha dado marcha atrás. La sociedad de las Naciones soberanas, de los Parlamentos que votaban los créditos de guerra para que sus burguesías emprendieran conquistas coloniales o imperialistas, de los partidos que representaban los intereses y los anhelos de las distintas clases sociales, de las leyes defensoras de la propiedad, de las leyes defensoras de los derechos al trabajo, a la educación, a la sanidad, a la jubilación de los trabajadores... todo esto ha terminado. Para que este Estado de Derecho representase la realidad social tendríamos que retroceder a principios del siglo XX. En 1750 era el sueño de los enciclopedistas. Era el sueño de Voltaire, Diderot, D’Alembert, del baron d’Holbach, Montesquieu, Rousseau, etc. Una generación arrolladora de pensamientos distintos y a veces contradictorios que barrerían el mundo del Antiguo Régimen. Eran sin duda la expresión de una realidad social que venía empujada por la fuerza arrolladora de la metalurgia del carbón, de la lanzadora volante, del acero fundido, de la Spining Jenny, de la máquina de vapor de Watt, de la geometría analítica de Monge, etc. Es la Historia pasada.

El Imperio policial

Los ciudadanos del mundo no podemos seguir tolerando que la fuerza de la destrucción siga determinando el destino de nuestras sociedades, que el conocimiento humano sea usurpado y monopolizado por el poder para imponernos nuevas condiciones de sumisión y vasallaje. Hemos de terminar con este círculo interminable de la Historia de muertes y destrucciones, de continuos éxodos, de continuas reconstrucciones una y otra vez, guerra tras guerra. Apenas enterramos a nuestros muertos, que ya vuelven a sonar los tambores de una nueva barbarie.

La deshumanización y pasividad de nuestras sociedades parece aumentar en la medida que la barbarie se repite con más frecuencia y aumenta su grado de monstruosidad. Los bombardeos sobre la población civil de Barcelona de la Legión Cóndor en 1938 levantaron los gritos de repulsa de todos los ciudadanos de las sociedades occidentales. Luego, los de Londres, los de Dresde, los de Hiroshima. Luego Corea, Vietnam, Yugoslavia, Irak, Chechenia, Afganistán... cada vez ha aumentado más el terror y la destrucción sobre las poblaciones civiles. Las élites militares ya no tienen apenas objetivos militares a destruir. Son puentes, escuelas, centrales eléctricas, industrias, almacenes de alimentos, arrozales, bosques... y seres humanos indefensos. Los "asesinatos selectivos" del gobierno de Sharon no tienen parangón alguno en la Historia. No porque no hayan existido, sino porque nunca han alcanzado el rango de "legalidad".

La gran inmoralidad, la mayor inmoralidad de la sociedad de la mercancía y del dinero está en nuestra deshumanización.

Los ciudadanos del mundo no podemos aceptar que nuestra vida siga dependiendo de unos hombres insensatos y enfermos que pueden hacer cualquier barbaridad para mantenerse en el poder. No podemos tampoco seguir dependiendo de otros hombres insensatos y enfermos, enloquecidos, sin esperanza, supervivientes de alguna que otra barbarie que pueden hacer las mismas barbaridades para ahogar su desesperación. Porque la sociedad del conocimiento (para la construcción y para la destrucción) no se puede detener. Ni las antenas parabólicas, ni la televisión, ni los teléfonos móviles, ni internet, ni las redes informáticas abiertas, ni los intercambios libres, ni la robótica, ni los descubrimientos en medicina, en biología, en bioquímica... se van a poder detener. Nuevamente existe una nueva realidad social empujada por la ciencia, que está exigiendo un nuevo modelo de organización social. ¿Cómo se puede evitar que estos conocimientos humanos sean usados por una mente enfermiza para la destrucción? Un simple estudiante de biología, un técnico en manipulación genética, un investigador de bioquímica, un sofisticado ingenio electrónico incorporado en los juguetes de cualquier infante ... pueden causar terror y destrucción.

El Imperio policial solamente acrecentará el terror.

El Imperio policial representa un inmenso retroceso para la Humanidad. Convertir nuestro mundo en un lugar de control y manipulación mental, falto de libertad, en donde los ciudadanos se vean sometidos, perseguidos y su vida dependa de un "programa inteligente de detección de terroristas" de la National Security Agency, es detener el camino del conocimiento humano.

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Los ciudadanos del mundo defenderemos que el gran Patrimonio de conocimientos humanos deje de estar al servicio del poder y se ponga libremente al servicio de los seres humanos para construir a favor de la vida y en contra de la ignorancia, la superstición y de todas las majaderías religiosas, culturales, políticas o ideológicas que hasta ahora nos han separado y deshumanizado. Otra sociedad es inviable. Einstein nos lo advirtió. "No puedo saber cómo será la tercera guerra mundial, pero sé perfectamente cómo será la cuarta: será a pedradas".

Josep-diciembre 2001

(otros escritos en http://www.enxarxa.com/G3)

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