PEDRO DORIA (Brasil)
EN NOMBRE DEL DÓLAR
14 de febrero, 2003
Hace unos tres años que las piezas comenzaron a encajar en el tablero de esta guerra que se aproxima. Enredos diplomáticos, errores estratégicos, unas dosis de suerte y otras de azar acabaron atropellando al dólar, moneda franca del mundo y sobre la que reposa la economía, empujando a los EE.UU. a una guerra peligrosa. Esta guerra vale mucho. Vale la supervivencia de aquello más apreciado para la sustentación de los Estados Unidos: su propia moneda. Más que misiles o gases, el euro es la mayor arma de Irak.
En esta historia, tres son los personajes principales: Hugo Chávez, militar de origen indígena, católico, elegido presidente de Venezuela en 1999. Saddam Hussein, musulmán sunita, sanguinario dictador de Irak desde 1979. Y George W. Bush, cristiano renacido entre los brazos del pastor Billy Graham, electo presidente de los EE.UU en 2000 porque la Corte Suprema decidió que, aun considerando la necesidad de recontar los votos en Florida, más importante era respetar los plazos electorales.
El 6 de noviembre de 2000, víspera de las elecciones presidenciales en los EE.UU., Irak cambió la moneda con la cual hacía sus ventas de petróleo: salió el dólar, entró el euro. El país sufría pesadas sanciones impuestas por la ONU desde 1991, cuando salió derrotado de una guerra que Saddam había atizado al invadir Kuwait. La economía de Irak depende, vive, sobrevive de la venta de petróleo. Posee la segunda mayor reserva mundial. De acuerdo con la sanción, se permitía la venta del combustible bruto siempre que el dinero fuese invertido en causas sociales. Más específicamente, en comida.
En aquel noviembre de hace poco más de dos años, Irak tenía bloqueados bajo el ojo vigilante de la ONU, en una cuenta en Nueva York, 10 mil millones de dólares, o sea el 15% de su PIB –o el 0,1% del PIB norteamericano. La conversión de las ventas futuras al euro fue vista como un capricho sin sentido. Si tenía el objetivo de seducir a los países europeos para que compraran más petróleo, lo consiguió sólo en parte. Desde el punto de vista financiero, era una insensatez: la moneda europea valía 82 centavos de dólar. El precio de la conversión fue alto e Irak perdió dinero. Para Saddam, importaba poco. A mediados de 2001, vendió los 10 mil millones de dólares en reservas y los cambió también por euros. Sólo que entonces llegó el 11 de Septiembre y una de sus consecuencias fue el creciente fortalecimiento de la moneda europea. La operación de cambio de moneda terminó siendo inmensamente lucrativa.
Dinero, mucho dinero
Petróleo: el mayor negocio del mundo. Cada día se gastan 2 mil millones de dólares en combustible. Según las previsiones más optimistas, hay petróleo para más de un siglo. Después se acaba. Una cuarta parte es consumida solamente por los Estados Unidos. En el país que consume más energía del mundo, el 40% corresponde al petróleo. Inviernos fríos y veranos calurosos, la costumbre de comprar coches cada vez más grandes por parte de la clase media, todos son ingredientes de una cuenta que lo único que hace es aumentar el consumo –pequeñas comodidades que la población no quiere perder. Son 20 millones de barriles por día al precio, en enero, de 28 dólares la unidad.
Pero no es el petróleo el que hace posible la fiesta, es el dólar. La balanza comercial de los EE.UU. es deficitaria –sólo ahora, en febrero, resultó negativa en la bicoca de treinta y un mil quinientos millones de dólares. A partir de 1995, la inversión del norteamericano medio en inmuebles, en la casa propia, ha sido superada por lo que ese mismo norteamericano medio ha jugado en la Bolsa de Valores. En última instancia, es una inversión en el dólar. Sólo que acaba siendo una inversión segura, a pesar de que el país es deficitario, porque el dólar es la moneda corriente del mundo. La Reserva Federal, el Banco Central de los EE.UU., dicta las reglas que rigen la economía global. El dólar es lo que todos los países usan porque así se da en el comercio internacional. De todos estos negocios, el petróleo es el mayor – y los EE.UU. no controlan a quien lo vende.
El 12 de agosto de 2000, un garboso Saddam Hussein ofreció al presidente venezolano Hugo Chávez un tour guiado por las calles de Bagdad. Exactamente cuatro meses antes de que la Corte Suprema decidiera la elección de la pareja Bush-Cheney. Chávez era el primer jefe de Estado que visitaba Irak desde el comienzo de las sanciones de la ONU, y las imágenes de Saddam al volante con el militar venezolano en el asiento delantero hicieron la fiesta de los canales de televisión. Para quienes asumían el poder en los EE.UU., dos ex ejecutivos de multinacionales petroleras y notablemente conservadores, Chávez aparecía como una figura preocupante. Simpatizante del castrismo cubano y atrevido en exceso en la cuestión del petróleo.
En abril de 2002, un golpe contra la presidencia venezolana fue derrotado en dos días. En la mejor de las hipótesis, los golpistas encontraron en el gobierno norteamericano un aliado desde el primer momento. La diplomacia de los EE.UU supo antes del golpe frustrado y no hizo nada para evitarlo. No se cree que la CIA estuviese implicada, como en los viejos tiempos. Afiliada a la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Venezuela es responsable de una factura que subió, en los últimos años, del 13% al 15% del petróleo importado por los EE.UU. –1.6 millones de barriles por día.
El resultado del embrollo diplomático que siguió al regreso de Chávez al poder fue una crisis sin precedentes que culminó en una huelga general. Cuando la compañía estatal de petróleo PDVSA quedó paralizada, los EE.UU. se vieron sin tener a quién comprar. O lo tenían: opción nada agradable, Irak. Bush había cortado las importaciones del combustible iraquí desde su toma de posesión del gobierno, poco después de que Saddam hubiera hecho el cambio de moneda. Sin embargo, existía esa opción. En un mercado petrolero en alza y con el dólar a la baja, los EE.UU. se volvieron en los últimos meses hacia Irak. En diciembre, compraron 925.999 barriles por día; ahora, en enero, 1.15 millones.
Pagaron con euros.
Moneda franca
Representaría todo un inconveniente financiero para el país de George W. Bush y algo escalofriante para el resto del mundo que, como Brasil, depende de la salud del dólar, que Irak estuviese marcando una tendencia. El año pasado, Irán se deshizo de gran parte de los dólares que constituyen las reservas de su Banco Central. En parte, fue una respuesta política a la inclusión del país en el Eje del Mal de Bush. Fue también una operación coherente desde el punto de vista económico. Se trata del mayor productor de gas natural del mundo, además de exportador de petróleo. En este terreno, se está discutiendo seriamente la posibilidad de convertir también sus ventas, al menos para Europa, a euros.
Durante 2002, los ejecutivos de la OPEP empezaron a discutir seriamente la transferencia de sus negocios a la moneda europea. Chávez habla de esto todo el tiempo. Cuando nuevos países adhieran a la Zona del Euro, en los próximos cinco años, el PIB de la región sumará casi 10 billones de dólares, equivalente al de los EE.UU. Cuando Inglaterra abandone la libra, algo que los analistas consideran cuestión de tiempo, el Banco Central Europeo va a superar a la Reserva Federal norteamericana en volumen de riqueza en una única moneda.
Y, en todas estas transacciones, es el petróleo el que se encuentra en el centro de la mesa. Si los petrodólares fuesen sustituidos por petroeuros, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial la moneda franca internacional cambiará. Será el caos, pero el planeta se acomoda. Los que pierden, al fin, son los EE.UU.
Cuando Gerard Schroeder, de Alemania, y Jacques Chirac, de Francia, se oponen a la guerra contra Irak, su menor preocupación son los electorados internos. De la misma forma, Bush y Tony Blair, del Reino Unido, tienen otras preocupaciones. Es el control económico mundial el que está en juego. Imponer un gobierno leal a los EE.UU. en Irak y ampliar el control sobre el Oriente Medio debilita, en último análisis, a la OPEP. En defensa del dólar.
Es un juego peligroso el que ahora empieza, un juego que amenaza con tener consecuencias mundiales mucho más serias que las derivadas de la guerra justa contra el Talibán afgano. King Jong II, dictador norcoreano, ya aportó lo suyo. Las reservas de su Banco Central están en euros.
Traducción: Round Desk
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