Pequeño Diccionario Ilustrado de Portentos del Siglo XXI (1)
Paraíso (El)
26/10/02
Antiguo barrio periférico de la ciudad, hoy desaparecido.
Historia: A mediados del siglo XX, P. era una zona suburbana poco poblada, compuesta por granjas, casas bajas ajardinadas, alguna que otra tienda, una escuela, una farmacia, una pequeña casa de socorros y una iglesia, todo ello rodeado de una vasta zona de abundante vegetación y un bosque con diversas variedades de árboles. Por sus calles empedradas circulaban una línea de tranvías, un autobús y no más de una docena de autos, siendo no obstante el principal medio de transporte el caballo y el carro.
Esto, hasta principios de los ‘60, cuando el proceso industrializador aportó un contingente cada vez mayor de trabajadores del campo y campesinos empobrecidos, atraídos por las fábricas que empezaban a instalarse en los alrededores del barrio. Fue entonces cuando se construyeron el mercado, el cine, la comisaría y el hospital.
La gran demanda de viviendas determinó el encarecimiento del precio del suelo, que desde los comienzos de P. se había mantenido a niveles estables, y las nacientes constructoras hicieron su agosto al alcanzar el metro cuadrado de superficie habitable unos valores medios que superaban varias veces el inicial. Hacia finales de los ‘80 la fiebre edificadora acabó con el bosque, la vegetación circundante, las granjas y las casas ajardinadas. En su lugar, y sin que prácticamente entrara ya un alfiler, se habían levantado edificios de diez, doce o dieciocho pisos, todos ellos adosados y compuestos por unidades cada vez más pequeñas debido al incesante aumento del precio de la propiedad y del alquiler. Por unidad media de 70 metros cuadrados vivían como media familias de cuatro o cinco personas.
Cuando, por esa misma época, las fábricas del entorno empezaron a cerrar, sus naves fueron ocupadas por macrocentros comerciales y núcleos de oficinas en general. Pero si bien la extinción de los centros fabriles acabó con una fuente importante de contaminación, ésta, entrados ya los ‘90, empezó a registrar índices aún más elevados en razón de las decenas de miles de autos circulantes que, por lo demás, habían acabado ya hacía tiempo con la línea de tranvías, el autobús y el resto.
Por entonces el Progreso había devorado también el mercado –en cuyo terreno se instaló el hiper más grande de P.– y el cine, que fue reemplazado por un aparcamiento subterráneo de cinco plantas. Las tiendas, a su vez, fueron obligadas al cierre por la competencia del hiper, y todas ellas, sistemáticamente, se convirtieron al negocio entonces floreciente del vídeo.
Los dos únicos edificios que se mantuvieron en pie, e incluso crecieron en extensión, fueron los de la comisaría y el hospital. La primera, por el aumento imparable de la violencia urbana, y la segunda, por el creciente número de los llamados accidentes de tráfico, que no dejaban de constituir otra forma en que dicha violencia se manifestaba.
Fue precisamente a consecuencia de la saturación de vehículos y del caos circulatorio como desapareció del mapa P.
Un buen día de finales de los ‘90, sus habitantes, inmovilizados en sus respectivos coches durante 17 horas, sin poder ir para adelante ni para atrás ni para los costados, al final se hartaron, los dejaron abandonados en plena vía pública y se fueron a dormir. Esa madrugada estalló un incendio en una vivienda. Lógicamente los bomberos no pudieron llegar, ni tampoco la gente huir por las calles atascadas. Así fue como se acabó el barrio. Todos murieron achicharrados o aplastados, sin excepción, incluso los bomberos.
En el páramo dejado por la catástrofe, un año después se levantó Disneyworld VI.