28.2.03

 

 

 

 

ANDALUCÍA LIBRE

EL “EJE DEL MAL” IMPERIALISTA PRESENTA SU ULTIMÁTUM DE GUERRA

 

EE.UU., España y Gran Bretaña han presentado en el Consejo de Seguridad de la ONU una Propuesta de Resolución cuyo único objeto es avalar la agresión militar masiva contra Irak, como nítidamente implica su texto al hacer referencia y situarse bajo el amparo del Capítulo VII de la Carta de la ONU, Acción en caso de Amenazas a la Paz, Quebrantamientos de la Paz o Actos de Agresión.

El acuerdo político para la iniciativa se formalizó finalmente este fin de semana en el rancho tejano de Bush, con la presencia y apoyo del presidente español Aznar. Blair y Berlusconi, se informó que participaron en la decisión mediante video conferencia en simultáneo. EE.UU. reitera, además, que se siente autorizado a iniciar la invasión, incluso de darse el caso de que este proyecto no contara con los nueve votos favorables necesarios del Consejo o fuera vetado (es decir, votado en contra) por alguna de las otras potencias que cuentan con este privilegio (Francia, Rusia o China), lo que, según la Carta de la ONU, lo dejaría invalidado y nulo.

Aznar llegó a EE.UU. tras una escala previa en México en la que recibió toda clase de críticas y denuncias por su intervencionismo y su papel de socio menor del imperialismo yanqui.

Francia, Alemania y Rusia han elaborado y registrado por su parte un memorándum que implica mantener durante cuatro meses más las inspecciones en Irak, partiendo de la premisa de que hoy no se dan las condiciones para justificar la guerra. Militar y políticamente —con el verano por delante— la propuesta, de ser asumida, supondría un aplazamiento difícilmente superable y costeable de la invasión.

El 28 de febrero, los inspectores presentan su informe en Nueva York. Diversas informaciones —que pueden modificarse al compás de los acontecimientos— apuntan al 7 de marzo como la fecha prevista para la presentación a voto de la Resolución de Guerra o al menos el inicio de su debate.

El copatrocinio de la Resolución de Guerra por parte del Estado español en el Consejo de Seguridad —junto a británicos y yanquis— lo sitúa en primera línea de responsabilidad mundial por la guerra que se anuncia.

En este periodo el Consejo está compuesto —amén de por los cinco estados permanentes con derecho a veto— por Bulgaria (proyanqui); Alemania (en alianza con Francia); España (escudero yanqui); Camerún (neocolonia francesa muy trabada con Paris); Guinea (ídem aunque con presiones de EE.UU.); Angola (cliente de EE.UU.); Chile (chantajeado por EE.UU.); México (entre la espada de EE.UU. y la pared de la presión de su opinión publica); Pakistán (musulmán, pero aliado de EE.UU.) y Siria (árabe, contrario a la agresión).

De entre los permanentes, China da señales de abstenerse. Rusia ha convergido con Francia pero Putin —que además seguro que negocia bajo cuerda con EE.UU. y tiene en su retaguardia su carniceria particular en Chechenia— es probable que no quiera cargar con el gasto de un veto. Gran Bretaña es un clon yanqui. Los EE.UU. pueden contar en principio con entre 4 y 7 votos favorables que pueden ampliarse o reducirse de entre los abstencionistas (es decir, los que, en principio, sin implicarse no apoyan explicita y públicamente la agresión, pero no se oponen). Siria es muy probable que vote en contra. Francia está condenada a vetar votando «no», arrastrando al máximo de países de la abstención al voto «no», para estar mejor acompañada.

Una abstención francesa implicaría una capitulación de Chirac ante Washington que no habría forma de ocultar y que tendría tremendos costes para el imperialismo francés y en Alemania para el Gobierno Schröder (la dirigente de la CDU alemana Merkel acaba de alinearse claramente con EE.UU.).


ANDALUCÍA LIBRE

PAREMOS LA GUERRA

Propuestas sobre qué hacer y cuándo

 

Desde el comentario que publicamos en el Andalucía Libre nº 161 («¿Y ahora qué?») tras las manifestaciones del día 15, donde nos interrogábamos sobre las acciones a emprender, han sucedido muchos episodios. No vamos a realizar aquí y ahora un repaso exhaustivo de todos ellos. Pero la cuestión esencial sigue vigente: ¿qué hacer y cuándo hacerlo para parar la guerra, o para hacerla al menos lo más costosa posible para sus criminales impulsores?.

Respondamos primero a la segunda cuestión. ¿Cuándo?

Con todo lo ocurrido, parece claro que hay que superar los primeros planes que circulaban en el movimiento antiguerra y trabajaban con la idea de reaccionar esencialmente una vez que se iniciara la agresión masiva. Recordemos lo importante que ha sido hasta ahora, desde todos los puntos de vista, que las manifestaciones del 15 se produjeran antes de la agresión. Sin renunciar en absoluto a respuestas posteriores, habría que concluir que esta circunstancia no se ha debilitado sino que por el contrario el desarrollo de la escalada imperialista la ha potenciado hasta el extremo. Para seguir jugando como un actor independiente, se ha de actuar cuando todavía no han empezado a caer en masa las bombas y mísiles sobre Bagdad. Para presionar eficazmente al imperialismo francés y crearle mayores problemas al imperialismo yanqui y a sus aliados —los bandidos Aznar, Blair y Berlusconi— el momento de la acción ha de planificarse para que coincida con el acto que centrará la atención mundial en los próximos días: cuando se discuta y vote en Nueva York la resolución que propugna la masacre del pueblo iraquí. La fecha está clara: sobre el 7 de marzo, o lo que es lo mismo, el día en que el Consejo de Seguridad de la ONU inicie el debate de la resolución de guerra.

En estos últimos días el protagonismo belicista del gobierno español se ha incrementado exponencialmente. A ojos del mundo, Aznar forma parte ya del trío criminal junto a Bush y Blair. Además, portavoces del gobierno español ya anuncian su intención de participar en lo que llaman coalición mundial contra Irak. Diversas informaciones de prensa (El País, 24 y 25 de Febrero) han anticipado que el gobierno español estudia como opción más probable enviar al Golfo Pérsico un grupo aeronaval de combate encabezado por el portaaviones español Príncipe de Asturias para cubrir la retaguardia de la agresión angloyanqui, con realce y a la vez sin riesgos directos. Con todo lo ya acaecido y con la pérdida de credibilidad del Gobierno esta noticia tiene un efecto político determinante. Ambos elementos no pueden dejar de afectar tanto a la reacción de la opinión púublica interna como a la repercusión y entidad de lo que aquí se haga a nivel mundial.

Estos nuevos datos alteran lo que comentábamos hace unos días sobre qué hacer. Ya no hay que esperar necesariamente a convocatorias o coincidencias mundiales o continentales. Hay razones propias y especificas desde el Estado español para dar un paso adelante con la confianza cierta de contar con la simpatía de la ciudadanía, doblemente motivada por el temor y la indignación. La coyuntura está dada para reclamar que sea convocada el 7 de marzo una Huelga General contra la guerra y contra la participación española en la agresión. Allí donde lo permite la correlación política y sindical —Euskadi o Galicia, por ejemplo— los sindicatos nacionalistas deberían ya tomar la iniciativa de la convocatoria (o al menos de la expresión pública de su voluntad y decisión de emprenderla unitariamente) . En Andalucía ya contamos, en un sector clave como la enseñanza, con el pronunciamiento favorable de USTEA.

Los foros sociales y el conjunto de organizaciones y movimientos populares antiguerra deberían dirigirse públicamente cuanto antes a las direcciones estatales de CCOO y UGT —como acaban de acordar en el Encuentro de Burjassot colectivos sociales de diferentes naciones del Estado—, manifestándoles la necesidad de una convocatoria de Huelga General de un día para esa fecha o inmediata. Las instancias, estructuras y militantes sindicales comprometidos con la acción antiguerra estarían llamados a iniciar todas las acciones políticas, organizativas y agitativas internas y externas coadyuvantes para conseguir y amarrar esa convocatoria. Las secciones sindicales de las grandes empresas han de aprobar pronunciamientos y abrir camino; los sindicatos de rama provinciales y las Uniones Locales han de remitir a la prensa comunicados en ese sentido... El ruido por la Huelga General ha de escucharse atronador ya, alto y claro.

Esta convocatoria podría converger y servir de espoleta tanto a los movimientos que al respecto se están produciendo en Italia —con declaraciones favorables de dirigentes de la CGIL y otros sindicatos— como a otras gestiones en curso a escala internacional. Otras acciones, como las manifestaciones de estudiantes y profesores del 5 de marzo o una posible acción de protesta en Rota a escala nacional podrían servir tambien de excelente preparación.

La convocatoria de una Huelga General ciudadana coincidiendo con la reunión del Consejo de Seguridad, con la posibilidad de expandirse al menos a nivel continental, significaría un claro aldabonazo. Además, la decisión de asumirla como objetivo dificultaría que el movimiento popular pudiera quedar absorbido si, por ejemplo, el PSOE decidiera aprovechar la coyuntura de extremo aislamiento político y social de Aznar para presentarle en el Parlamento español una moción de censura, o bien se articularan otras posibles operaciones parlamentarias.

El tiempo es escaso, pero las condiciones políticas están bien dadas. Aprovechémoslas para combatir con eficacia la amenaza de guerra y desgastar al gobierno terrorista español.

 

 

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