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Luis Mattini

Argentina

La hora de las comunas

1/2/02

 

 

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Es evidente que los acontecimientos actuales no registran antecedentes comparables y desafían las categorías de análisis que estamos acostumbrados a usar, el hegelianismo que se agota con el agotamiento del estado nacional y un marxismo rígidamente clasista que se correspondió a la era industrial.

En efecto:

No es "la clase obrera y los desocupados al frente de un gran espectro" la que está en la calle Tampoco es sólo ni principalmente la tan vilipendiada "clase media que se quedó sin plata para viajar a Miami". Hasta ahora ha sido vano el intento de enfrentar los organizados desocupados y piqueteros contra los caceroleros "desorganizados".

Si no es así, ¿cómo es? Al menos no lo es en este orden y forma.

Veamos:

No siempre se analizan los hechos en su dinámica a partir del 18 de diciembre. Señalemos sólo los siguientes momentos elocuentes:

• El 18 empezaron saqueos en el Gran Buenos Aires y otros lugares. A la madrugada y durante gran parte del día 19 el país (en el sentido de estado de ánimo y opinión) se dividió entre saqueadores y saqueados. Se vio el insólito espectáculo de trabajadores que se alinearon con palos junto a sus patrones y policías privadas para proteger los mercados con el argumento de defender la fuentes de trabajo.

• Por la tarde el gobierno comete el primer gran error: declaró el estado de sitio. Ese fue el detonante. Salió la población de la ciudad de Buenos Aires, la heterogénea masa de los que nunca salen, con las cacerolas y una de las consignas mas escuchadas fue textualmente: "El estado de sitio se lo meten en el culo". Hay que detenerse en este no pequeño detalle. El detonante tuvo que ver con un sentimiento de libertad, por más que su fondo se encuentre en las penurias económicas. A partir de allí saqueadores y saqueados se unieron y las movilizaciones llevaban una misma direccionalidad.

• Por la noche, en la Plaza de Mayo colmada cantando el himno nacional, el gobierno comete el segundo y peor de los errores: lanza una represión imposible de justificar contra miles de personas que demostraban pacíficamente, con niños, ancianos, inválidos y hasta sus perritos.

• Pese a todo la gente no se amilanó, parte de la multitud se reagrupó varias veces negándose a abandonar la Plaza. La violencia se generalizó y tomaron la iniciativa los jóvenes. Otro no pequeño detalle que no he visto suficientemente valorado: la gran vilipendiada juventud salió a la calle. Pero claro, no eran los ordenados jóvenes universitarios, más o menos militantes de siempre, ni la organizada joven clase obrera, ni los disciplinados militantes de izquierda con banderas más grandes que sus columnas. Eran motoqueros, cientos de jóvenes, laburantes de oficios varios, estudiantes con dificultades, desocupados, cuyo enemigo principal es la policía. Eran los seguidores de los Redonditos de Ricota y también fulboleros que lanzaron batallas campales a las que se sumaron además insospechados ciudadanos de las más diversas ideologías que se sacaron el gusto de romper el vidrio de algún banco.

Y este es otro pequeño detalle que suele escaparse a los analistas:

Los objetivos atacados fueron sintomáticamente los símbolos del poder actual: Bancos, nacionales o extranjeros, AFJP [Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones, privadas], algunos Mac Donald y solo faltó una mayor identificación de las empresas privatizadas. Los daños a particulares fueron solo esporádicos, diríamos "colaterales".

• Dos años de gobierno Radical-Frepaso costo más muertos por la represión que diez años de menemismo. A pesar de la represión la gente no se amilanó y siguieron y siguen las movilizaciones. Cuatro presidentes.

Desde luego, en medio del río revuelto hubo provocaciones, manejo de internas, un intento de diversionismo que por momentos pareció enloquecer a la población del Gran Buenos Aires y muchas cosas más, pero no lograron alterar el curso general del comportamiento popular. Un ejemplo típico fue la pelea, como para para la televisión, de la Izquierda Unida con los duhaldistas el día de la asunción de Duhalde. Ni siquiera se fajaron como correspondería a sus mejores tiempos, se tiraron cascotitos.

Las movilizaciones, particularmente los cacerolazos masivos, contienen los sectores sociales que mencionamos arriba, pero no en ese orden ni en esa forma, hecho que las hace cualitativamente distintas a la mayor parte de los antecedentes que registra nuestra historia reciente.

No hay convocantes sino autoconvocatoria.

No hay "vanguardia" predeterminada ni permanente pero existen elementos que van a la vanguardia. El rasgo significativo es que no se los puede predecir y una vez detectados en un acto pueden cambiar en otro.

No se conoce la palabra "estrategia", porque no hay estrategia.

No se admite otra bandera que no sea la Nacional.

No están presentes las corporaciones (un cartelito de ATE [Asociación de Trabajadores del Estado] no era mirado con demasiada simpatía). Este es quizá el dato más novedoso y que preanuncia probablemente la crisis terminal de todo un sistema de asociaciones para alumbrar otro todavía desconocido.

Miles de personas en las calles que no pueden ser definidas con las categorías clásicas. La palabra "multitud" sería la más apropiada para diferenciarla de "masa" (despolitizada) o incluso de "pueblo" (politizado en una dirección de proyecto común, bloque histórico). Multitud expresaría lo multifacético, la unidad de lo diverso, politizado en el sentido de devolver la política a sus fuentes naturales, la que había sido expropiada por la profesionalización de la política, atrapada por el estado economicista.

En medio del drama nacional, las represiones y angustias de todo tipo, es notable el ambiente de júbilo en las demostraciones, la tendencia a hermanarse, a una solidaridad en el exacto significado latino de la palabra y que, además, insisto, supera el espíritu corporativo que nos ha carcomido históricamente, a abandonar la seguridad de las casas enrejadas (de pobres y ricos) y sentir la calle como propia. Estos cambios en la subjetividad colectiva es el dato mas relevante del momento. Son los cambios que suelen producirse en la historia en las llamadas "situaciones prerrevolucionarias". Recordemos los tres momentos que acuña el marxismo : "Situación prerrevolucionaria" cuando los de abajo no quieren ser gobernados como hasta ese momento y los de arriba no pueden gobernar como antes. (rebelión popular). "Situación revolucionaria" cuando los de abajo logran mantener la iniciativa y contruír una direccionalidad común, es decir una definición en proyecto y se lanzan al enfrentamiento directo de las fuerzas contrarias, que puede durar meses o años (la rebelión se transforma en revolución), y finalmente "crisis revolucionaria" cuando la situación se define por el triunfo o la derrota de la revolución.

El problema es que estas categorías fueron elaboradas en base a las experiencias de las revoluciones burguesas en la constitución de los estados nacionales, por lo tanto la fase de "pre" a situación revolucionaria adquiría o afirmaba una ideología bien definida: sea esta democrático liberal; sea nacional y popular o revolucionario socialista o, como en el caso de la República Española, la convivencia de todas. La forma era el estado nacional, expresión racional del capitalismo y por tanto las formas políticas se correspondían a esa racionalidad. El momento culminante de la dialéctica hegeliana y su "cierre" en el estado prusiano.

Hoy vivimos la llamada globalización, expresión de un capitalismo ahora irracional. La sociedad ha perdido la racionalidad y en términos políticos esto se expresa en la crisis de la representatividad.

Dos grandes conjuntos de interrogantes se abren entonces:

1. Si la globalizacion puso en crisis los estados nacionales, ¿es posible seguir pensando la emancipación por la vía y la forma del estado nacional? La constitución de los estados nacionales en los dos últimos siglos costó a la humanidad más muertos y sacrificios que dos milenios de civilización para arribar, no al comunismo, sino a la globalización. Entonces, ¿"retrocedemos" a los estados nacionales o nos lanzamos hacia adelante, hacia la hipótesis de la "comuna?"

2. Si la representación está en crisis, ¿habrá que pensar en una nueva forma de representación o en un sistema sin representación? No se trata de la democracia directa en abstracto, imposible de implementar en el estado nacional, sino de repensar el propio criterio de delegación en la propia praxis de búsqueda de nuevas formas de relaciones sociales.

Es evidente que no tenemos respuesta teórica, pero al mismo tiempo es llamativo que nos encontremos en el mismo punto al que habían llegado Marx y Engels cuando analizaban el derrumbe del sistema de Hegel y la crisis de la filosofía clásica alemana. Empezaron a pergeñar el período de transición de dictadura del proletariado para desarrollar la imaginación hacia la gemenweiser , la comuna, como hipótesis de las formas sociales poscapitalistas.

Deberíamos recordar que nunca se pensó el socialismo dentro del estado nacional y, por el contrario, la paulatina extinción del estado.

Sea como fuere, los fundadores del marxismo analizaron exactamente hasta allí donde daban los hechos del movimiento social. El futuro era imaginación. Ahora vivimos esos pasos del movimiento real que "valen por cien programas". El que se está sucediendo en las calles y sobre todo en las mente de la gente. En el único lugar que se pueden lograr las respuestas que estamos buscando es en la práctica del propio movimiento. Es decir, el pensar junto con este movimiento. Pensar en situación. Por ello es menester mantener la iniciativa de las multitudes aunque los ritmos o intensidades varíen. Si la iniciativa se detiene la burguesía encontrará salida a la crisis y la famosa situación prerevolucionaria se diluirá.

No se trata entonces ni del momento del asalto al poder ni siquiera de una estrategia de toma de poder total de estado, sino de cómo mantener la iniciativa de modo tal que quienes están al frente del gobierno gerencien condicionados por la gente en las calles. La política, o sea la potencia, está en las calles, en los barrios, en la iniciativa popular. El poder, el gobierno, es el lugar de la impotencia, de la acción condicionada, sea quien fuere que gobierne, incluso nosotros. En esa dinámica las asambleas populares podrán ir haciéndose cargo de administraciones locales, por comunas desarrollando formas de contrapoder que condicionen el propio poder central. El problema político-organizativo práctico del momento no es el desorden y la falta de organización de esas multitudes. El problema práctico consiste en que quienes tenemos experiencia política en su sentido más amplio (social, corporativa, sindical, partidaria, organizativa, etc.) tendemos a aplicar lo que sabemos a cualquier situación y no nos detenemos a pensar que toda situación implica un nuevo saber que niega, en el sentido dialéctico, el anterior.

Uno de los mayores peligros consiste en que la política diversionista del poder logre enfrentar cacerolas a piquetes, por así simbolizarlo. El argumento formal más fuerte es "pacíficos versus violentos" . Pero por suerte la marcha piquetera del dia 28 de enero fue un excelente ejemplo de cómo se puede contrarrestar esa política. La violencia es inevitable porque es esencial al sistema. Pero el grado de violencia no es para nada indicativo de grado de radicalidad. La radicalidad se expresa en la subjetividad, o si se quiere en la conciencia, y se materializa en las consignas dispuestas a llevarse a la práctica. De lo que se trata es de que sea el propio sistema el que deje a las claras su propia impotencia que le hace reaccionar con violencia. Así pues, sumémonos a las asambleas barriales con nuestras propuestas de desarrollo de poderes locales. Pero en primer lugar escuchemos con los oídos bien dispuestos porque las herejías nos pueden horrorizar.

El movimiento real, esto es la subjetividad popular, ha identificado el poder y su representatividad, los "políticos" aunque algunos aspectos, como las empresas privatizadas y las AFJP siguen un tanto diluidos. Este es un punto importante para la intervención en las asambleas y todo tipo de foros en que se manifiestan la nuevas formas de la política.

Se pueden poner a discusión medidas políticas como ser :

Control estatal de la banca y el comercio exterior.

Estatización de Aguas Argentinas y en general todo el servicio de agua potable y cloacas. (En el caso de AA sería facilitado por el alto incumplimiento contractual de la empresa.)

Estatización de las AFJP.

Intervención de los Entes reguladores y nuevo control sobre las empresas privatizadas, particularmente el problema tarifario.

Acentuación de las autonomías comunales y participación de éstas en el presupuesto (presupuesto participativo). Esto es particularmente aplicable en los inmediato en la ciudad autónoma de Buenos Aires, en donde existe la posibilidad real de llevar adelante prácticas sociales de nuevo tipo.

 

Fuente: La Fogata digital

Segunda asamblea de comités barriales en el Parque Centenario de Buenos Aires. Foto: argentina.indymedia
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