crítica radical de la cultura
enlaces
libros
pimientanegra@mundofree.com
enlaces
libros
archivo
archivo
PÁGINA PRINCIPAL

Terror, mentiras y cintas de vídeo

 

dos

 

 

 

PÁGINA PRINCIPAL

Digámoslo ya: habiendo dejado hacer los amos a sus súbditos extranjeros lo que se proponían con las Malvinas o Kuwait, ¿por qué no sospechar un procedimiento parecido en cuanto al World Trade Center y el Pentágono? Lo que implica la siguiente siniestra hipótesis: enterados los servicios secretos del Imperio de lo que se trama (Bin Laden u otros, incluidos grupos fascistas del interior), permiten –consultándolo o no con el Mandamás– que la empresa siga adelante, puesto que de su éxito dependen el oportuno renacimiento del patriotismo "americano", la solidaridad natural y automática de las Patrias de más allá (sobre todo, las "civilizadas") y la unión de todas ellas en una Gran Cruzada Patriótica (la de la "Civilización") contra el Terror, fachada ideológica de la nueva guerra imperialista contra los pueblos en su versión siglo XXI (véase al respecto el ensayo de James Petras, La contraofensiva imperial, publicado el 16 de diciembre en Rebelión). De lo contrario, sería una extraña casualidad –en una historia que no funciona precisamente a golpes de azar– que las torres se desmoronaran en el momento oportuno.

La hipótesis –lo admitimos– suena a ciencia-ficción: una cosa es que la patria "americana" permita la muerte en masa de argentinos, iraquíes y kuwaitíes, y otra muy distinta que acepte de buen grado la de miles de sus propios ciudadanos y, más aún (en su perspectiva invertida), la destrucción o semidestrucción de dos realizaciones materiales que simbolizan, o simbolizaban, su majestuoso poder. El autor del artículo que publicamos como parte de esta actualización (Northwoods: un plan de terror para justificar la guerra) es también consciente del exceso, en la misma línea, que propone: "¿Pudieron haber sido capaces los líderes de EE.UU de instigar los horrores del 11 de septiembre?" ¿Cómo es posible creer que hayan tenido "semejante cinismo, crueldad asesina, falta de compasión y deshonestidad?"

Para que como mínimo, si no nos lo llegamos a creer, lo tengamos en consideración, se analiza en dicho artículo un documento oficial del gobierno de los EE.UU., de esos que curiosamente se conocen como "desclasificados" (esto es, publicados cuando ya no ofenden a nadie, ni se inmiscuyen en nada). Su nombre: Northwoods. Su objetivo inmediato: provocar a Cuba, en 1962, para que atacase a los EE.UU, o simular un ataque de su parte (con daños personales y materiales por el lado estadounidense), si los cubanos no se prestaban al juego. Su objetivo mediato: declarar la guerra a ese país. Su finalidad última: extirpar de raíz el Mal (antes llamado comunismo, ahora terrorismo) con una dosis letal de "justicia infinita" y otra de "duradera libertad".

Casi cuarenta años después, ¿Northwood 2? (o vaya a saber qué número, si pensamos en sucesos como la voladura del acorazado Maine a finales del siglo XIX, o el asesinato de Kennedy en 1963, seguido del asesinato de su asesino, del asesinato del asesino del asesino, y del asesinato sucesivo de algunas decenas de inoportunos testigos directos o indirectos del caso... –todo eso naturalmente, como dijo la Comisión Warren, sin que se descubriese la más mínima huella de "conspiración" ). Evidentemente, lo que la razón política no puede afirmar tajantemente, sí puede sugerirlo la experiencia política (trágica tantas veces, ella sí, casi hasta la ciencia-ficción), si se la acompaña de una pequeña porción de imaginación política. Al contrario que los hunos, que esgrimen "pruebas" y sueltan bombas, aquí no se hace gala de nada que se pueda demostrar, pero tampoco se ponen más bombas que las de las meras palabras, inocuas en apariencia aunque llegado el caso "mortíferas" a su manera.

Tampoco existen pruebas –"no tenemos los medios para ello" (véase el artículo de Astrid Dakli, Tele objetivo, que reproducimos del periódico italiano Il Manifesto)– que demuestren que el vídeo difundido a todo el mundo por el gobierno imperial el 13 de diciembre, y que muestra a un Bin Laden menos heroico que ridículo, haya sido urdido por los propios servicios secretos imperiales, como tantos detalles sospechosos lo hacen suponer (la escasa inteligibilidad de lo que se dice; la superposición siempre posible de voces a imágenes, como si de un doblaje se tratara; la falta de secuencia lógica de los discursos; la falta de contención en los agradecimientos a Alá, cuando Alá se está mostrando más bien comedido en la distribución de sus favores a sus hijos; las circunstancias increíbles en que el vídeo aparece, igual que los manuales de aviación en árabe, dentro de los EE.UU., al día siguiente de los atentados, o el pasaporte intacto de uno de los presuntos pilotos suicidas, entre los restos retorcidos y humeantes de las torres gemelas desplomadas...). Sin embargo, una vez más, es útil formularse la pregunta: ¿a quién beneficia la aparición de la cinta?

Al revés de lo propuesto por un artículo publicado en el periódico La Jornada de México (Adolfo Gilly: El delirio y los sueños. Bin Laden utilizó a Bush como mensajero) , y que reproduce Rebelión también el 16 de diciembre, en Tele objetivo se señala que el beneficiario, lejos de ser el terrorista árabe, será –lo está siendo ya– el Imperio que nos aterroriza. En principio, el vídeo ha servido para "dejar las manos más libres aún" al Rey (Huno-dos) en su doble propósito de expandir geográficamente la cruzada y de acrecentar moralmente su grado de perversión; para engrasar los mecanismos de la obsecuencia de los Estados "antiterroristas" y "aliados" e incorporar otros nuevos; para armar "jurídicamente" (a partir de un documento que, obviamente, no se someterá a ninguna jurisdicción) la culpabilidad del ex compinche de correrías del Imperio; y, ya que estamos, para hacer pasar ese mismo día, bajo cuerda, cosas tan históricas y tan poco edificantes como la denuncia, por parte del Imperio, del Tratado ABM sobre misiles de largo alcance, que dará origen a una nueva locura armamentista (China a corto plazo, Rusia a medio), acto monstruoso, uno más, que en los periódicos se relegó a una modesta página, bien lejana, por suerte, de la portada.

¿Mentira? ¿Verdad? Qué es mentira, qué es verdad cuando el Capital y los Estados que lo sirven corren desesperadamente en busca de su autoperpetuación? Quizá la verdad sea revelada algún remoto día, cuando se "desclasifique" esta guerra de los grandes terroristas "contra el terrorismo"(he aquí la gran mentira número uno de los hunos). Si es que para entonces queda algún "desclasificador" y alguien que pueda revisar el fruto amargo –casi o enteramente de ciencia-ficción– de su obra.

 

PÁGINA ANTERIOR

1