Epílogo
"Anacóndico (adj.). Dícese de todo objeto escarpado, con muchas curvas, enredado sobre sí mismo a modo de laberinto, y que tiende hacia el infinito."
Tomé la vertiginosa senda presa de fatídicos presagios. Mas, nada es lo que ser parece. Desde el primer momento, recibiéronme, tomados de la mano con estrepitosos gritos de guerra y desafío, himnos de gloriosa esperanza.
Todo veneno es su propio antídoto; la alquimia milenaria se realizó una vez más. El bisturí certero del Tiempo abrió mi caja torácica, y de ella no brotó una maligna Bestia apocalíptica, si no un corazón indómito. La carretera se fundió a mí.
Ahora, mis dedos conocen una fuente inagotable de nueva energía, y la tarea no es más motivo de angustia. Resido a la orilla de la misma playa recóndita, acompañada por mis almas gemelas, que son tantas como las estrellas de todo cielo, las gotas de agua de todo océano, y los granos de arena de todo desierto.
Cual testimonio de mis aventuras, quedan grabadas las voces que se escuchan, en el silencio o el barullo, de cada segundo en la carretera. La historia nunca concluye, como nunca concluye la carretera...
"See me, hear me, travel through me
I start and end in infinity
my end is my beginning,
my beginning never ends..."
Epílogo a los "Poemas de la carretera" de Cindy Aixmar Salgado
|