Los DESÁFIOS para un nuevo país
   
La "crisis de representanvidad" existente hoy en nuestra sociedad pone de manifiesto por sobre todo
el quiebre de las identidades políticas de los partidos mayoritarios.
Luego de la recuperación de la democracia, la diferencia entre los partidos defensores del modelo
fueron desapareciendo al ritmo en que estos se transformaban en administradores de las políticas neoliberales. Así, pudo verificarse que los procesos electorales permiten cambiar los gobiernos pero no los programas económicos, lo cual abrió paso al crecimiento del abstensionismo y el "voto bronca" en un marco donde las consecuencias del modelo se hacían cada vez más visibles y crecía la resistencia a las mismas.
    Vivimos un momento donde aparece con fuerza la búsqueda de alternativas para salir de la crisis como así también de distintas formas de participación popular ante el agotamiento de algunas fórmulas y herramientas: El surgimiento de las asambleas populares, las organizaciones de desocupados y piqueteros, el fortalecimiento de los comedores populares y otras instancias solidarias, las coordinadoras zonales en defensa de la salud o la educación o las redes de trueque son manifestaciones de esa búsqueda. En medio de ella, crece la desconfianza en unas instituciones políticas que aparecen en la experiencia concreta como co-responsables por la bancarrota de nuestro país.
    Esta situación nos lleva a interrogarnos sobre si es posible transformar nuestra actual realidad sin introducir modificaciones en todo el andamiaje institucional que sostiene el modelo.
    En ese sentido la primer dificultad que aparece es la ausencia de una herramienta politico-social que permita englobar las distintas expresiones del campo popular para sumar la suficiente fuerza que haga posibles los cambios necesarios. La maduración de dicha herramienta debe ir de la mano de cualquier proceso de transformación social.
    Esa transformación de la Argentina en un país con Soberanía y justicia social es una tarea muy compleja y profunda, que sólo podrá ser resuelta con el consenso, la participación y la organización de las mayorías populares. El escenario de esa participación será la lucha política y social que debe necesariamente concluir con una acumulación de fuerzas que posibilite dirigir los destinos del país.
    Aquí aparece otra de las cuestiones fundamentales que tiene que ver con el hecho, ya visible para los sectores populares, de que no es lo mismo llegar al gobierno que ejercer el poder. El
afianzamiento del poder popular está intimamente ligado a la cristalización en las instituciones que rigen la vida social de sus pautas y objetivos esenciales ¿Podemos sentar las bases de un modelo económico y político opuesto al neoliberalismo en los marcos de la Constitución reformada a través del Pacto de Olivos por Menem y Alfonsín en 1994?. Seguramente ningún cambio profundo podrá verificarse sin modificarla. Necesitamos incorporar a la Constitución las orientaciones que, surgidas de la voluntad de las mayorías, reaseguren el rumbo de un modelo de país distinto y opuesto al actual. Allí está el ejemplo del hermano pueblo de Venezuela donde los cambios propuestos por el gobierno de Hugo Chávez fueron acompañados por el llamamiento a una Asamblea Constituyente soberana que se convirtió en el puntapié inicial de las transformaciones a través de una nueva Constitución que incorpo-
ró las aspiraciones populares.

    Aportamos para el debate los que creemos ejes imprescindibles
(que por supuesto no son los únicos) para ir al centro de los cambios que necesitamos para salir de
la crisis producida por el modelo neoliberal:

    1- Democrada Participativa y Soberanía Popular: Necesitamos reformar el sistema politico reemplazando esta democracia formal por una democracia participativa con protagonismo ciudadano. La soberanía debe residir en el pueblo y no en sus representantes como manera de ejercer el control y la revocabilidad de los mandatos en el caso de desconocimiento de la voluntad popular. A ello debe sumarse lo modesto de sus sueldos y la dureza de las condenas a los cormptos.

    2- Justicia con participación ciudadana: La Constitución debe establecer la elección de los jueces por los ciudadanos, su control y la revocación de sus mandatos.

    3- Una econonda al servicio de la nación y el pueblo: La Constitución debe asegurar la defensa del patrimonio y los recursos naturales como fundamento para tener un sistema económico que priorice el desarrollo nacional basado en la industrialización del país.

    4- Un Estado fuerte y eficiente: dotándolo constitucionalmente de las herramientas necesarias para defender al débil, controlar al poderoso y promover el crecimiento con justicia social.

    5- Una Nación independiente: La soberanía en nuestras decisiones como país y la búsqueda permanente de la unidad de Nuestra América como camino de desarrollo debe establecerse sin ningún margen de dudas o maniobras ante gobiernos entreguistas.
Para refundar la Nación necesitamos otro gobierno, popular y patriótico, que lleve adelante las transformaciones revolucionarias que la Argentina necesita para salir adelante. Estos cambios requieren en primer lugar decisión política y consenso popular y en segundo lugar una nueva Constitución que de el marco legal a ese nuevo país.

En Marcha, Revista de la Corriente Patria Libre, Junio 2002

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