"Uno no puede participar del Mal y pretender escapar sano y salvo." (William Faulkner, 1944)

En pocas horas, el dolor se transformó en odio por la manipulación que José María Aznar hacía de los 200 muertos del 11 de marzo. Y el domingo 14, el Partido Popular fue barrido electoralmente en contra de lo que las encuestas indicaban cuatro días antes.
Uno de los principales aliados europeos de Bush en la ocupación colonial de Irak era derrotado por un candidato que se opuso a la guerra y anunció que, en caso de triunfar, iba a retirar a las jaqueadas tropas españolas.
Varios plumíferos de la burguesía, incluido en sus declaraciones Joan Manuel Serrat desde Buenos Aires, intentaron realizar una estafa para salvar a Aznar. En palabras de Serrat: "No sería legítimo hacer una relación entre la guerra y el atentado del 11 de marzo". Algunos analistas dicen que reconocer la causalidad entre los dos hechos y el resultado electoral, sería premiar a los terroristas.
Estamos frente a un engaño consciente que intenta esconder el primer y mayor acto terrorista de esta secuencia trágica cuya secuela se dio en Atocha: la guerra de agresión colonial y el genocidio perpetrados contra Irak por Bush y su aliado Aznar, con pretextos mentirosos (las inexistentes armas de destrucción masiva) e incluso por fuera de la ONU y de su propia legalidad burguesa.
En el caso de España -y como buena demostración práctica acerca de qué significa la "democracia" capitalista-, Aznar se sumó al pillaje a pesar de las multitudinarias manifestaciones en contra de la guerra y de que todas las estadísticas arrojaran un resultado de más de un 90% de la población en contra. ¡Cuán demócrata es el que perdió el domingo!

Los muertos de la masacre:
rehenes y botín de Aznar

Almodóvar ha denunciado el martes 16 -en el momento en que se derrumbaba la patraña de culpar a la ETA, con efecto boomerang para Aznar y su pandilla- que los amigos de Bush buscaron suspender las elecciones y dar un virtual golpe de Estado.
Es imposible saber lo que sucedió exactamente, pero las hipótesis más extremas cobran sentido a la luz de todo lo que hizo la pandilla de Aznar a partir del atentado: apenas transcurridos pocos minutos afirmó la supuesta autoría de la ETA; poco más tarde, Aznar llamó personalmente a los directores de los principales diarios asegurándoles que el dato estaba confirmado, por lo que la mayor parte de la prensa publicó una edición extra con la "primicia". Además, consiguió que el Consejo de Seguridad de la ONU votara en forma unánime una declaración de condena de los atentados, que responsabilizaba a ETA.
No sabemos qué planearon los descendientes de Franco cuando la farsa empezó a derrumbarse. Quizá la denuncia de Almodóvar sea verosímil; y si no la llevaron adelante fue por temor a que los miles que salieron a repudiarlos el sábado se podían transformar en millones si suspendían las elecciones en un virtual golpe de Estado.

La repercusión mundial de la derrota

Que el lunes 15 los medios masivos de la Argentina hayan ocupado sus primeras planas con el caso de Alejandra Pradón, demuestra el nivel de abyección de la prensa capitalista. Pero no puede ocultar la importancia que la derrota de los herederos de Franco tiene para Europa, para Bush y para el mundo. La cruzada de Bush -al asalto del mundo junto a aliados como Aznar, Blair y Berlusconi- sufrió una inocultable derrota social, política e ideológica.
Los distintos imperialismos europeos están tomando medidas para transformar sus países en estados crecientemente policíacos, siguiendo el "modelo" estadounidense. Pero también empezaron a poner sus barbas en remojo. Por dos motivos. El primero es que continúa la heroica resistencia de los pueblos de Irak contra los bárbaros genocidas ocupantes, y nada indica que ello vaya a cesar pese al año transcurrido desde el inicio de la guerra de agresión colonial. El segundo es que los sucesos de España pueden volver a encender un peligroso fuego -o fogón- de manifestaciones y acciones masivas contra la guerra en toda Europa. Y esto también puede tener expresión en las urnas de las elecciones en Francia, Italia y la Unión Europea.
La conclusión central para los pueblos trabajadores de Europa, es que hay que impedir que la pasividad, la indiferencia o la aceptación de "la historia oficial", los transforme en cómplices -y víctimas- involuntarios de las guerras desatadas por sus clases dirigentes. Por el contrario, es de supervivencia luchar con firmeza en contra de la guerra imperialista si no quieren ser víctimas de ella.
Este método, servirá para enfrentar los avances represivos de cada uno de los imperialismos a la par que constituirá una solidaridad activa con la resistencia de los pueblos de Irak y el mayor obstáculo para que se repitan atentados como los de Atocha.

Perdió la derecha, no ganó la izquierda

El Partido Socialista Obrero Español lo único que tiene de obrero es su nombre. Es un partido burgués que busca canalizar electoralmente -con sus promesas- la radicalización de los trabajadores, para después estafarlos. Así lo hizo Felipe González, el maestro de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando prometió en 1982 no ingresar a la Otan, para después hacer lo opuesto.
Su actual discípulo tampoco es confiable. Prometió retirar las tropas españolas de Irak, pero no el mismo día de asumir sino "antes del 30/6", dándole tiempo a Bush para que trate de salir del pantano mediante un acuerdo tramposo vía la ONU, alternativa hacia la que parecen inclinarse también Francia y Alemania.
Es muy importante tener conciencia de la magnitud de la derrota de la derecha en España y sus repercusiones. Pero es imprescindible no depositar ni un gramo de confianza en el nuevo gobierno de Zapatero, cuyas trampas hay que desenmascarar desde hoy mismo ante los trabajadores. Lo mismo vale frente a los reclamos de vascos, catalanes y otros pueblos que, hegemonizados por sus ricas burguesías, plantean cambiar algunas reglas de juego del estado español.
Zapatero ya ha rechazado los reclamos del Lehendakari (jefe del gobierno autónomo vasco) y propone: "Conversemos, que así se arreglan las cosas". Los socialistas revolucionarios combatimos el hegemonismo del estado centralista español, de su burocracia y de su monarquía, al mismo tiempo que nos negamos a ser furgón de cola de las poderosas burguesías catalana y vasca, que reafirmaron su importancia electoral.
La derrota de la derecha española nos obliga a sacar dos conclusiones centrales: el imperialismo hoy sólo puede poner al mundo en marcha hacia más miseria, más represión, más militarismo y más guerra. Ese es el único capitalismo posible.
Bienvenido sea el oxígeno que aportan logros como el de España, sabiendo que hay que utilizarlo para redoblar esfuerzos por la revolución socialista internacional, la única muralla que se puede oponer firmemente ante el avance de la barbarie capitalista-imperialista.

Declaración ante la repudiable masacre en España

La LSR expresa su solidaridad con los trabajadores de España y con los familiares y amigos de las víctimas de un atentado tan indiscriminado como horroroso.
El gobierno de Aznar trató de capitalizar a su favor este horrendo crimen para las elecciones del próximo domingo, sin la más mínima prueba de que la autoría del mismo fuera de ETA. En el correr del día crecieron las versiones que adjudicaban los atentados a Al Qaeda o a alguna organización fundamentalista islámica, debido al rol cumplido por el gobierno español en la ocupación y saqueo en Irak.
Por más que los medios de comunicación no lo digan, tampoco es posible excluir como posible responsable del crimen al viejo aparato franquista que ha tenido continuidad en el tiempo. En cualquiera de las tres hipótesis la conclusión es la misma: los responsables son Aznar y el Rey Juan Carlos. (…)
• Solidaridad con los trabajadores y los pueblos oprimidos de España.
• Repudiamos a la monarquía, a su rey y al ultraderechista Aznar.
• Llamamos a los pueblos de España y a todos los trabajadores y pueblos del mundo a luchar contra la horrenda carrera guerrerista emprendida por el imperialismo norteamericano y todos sus satélites en el planeta.

LIGA SOCIALISTA REVOLUCIONARIA - 11 de marzo de 2004

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