IZQUIERDA Hay que terminar con el cero coma
La izquierda que se reclama claramente anticapitalista y a la que llamó a votar la LSR dividiendo el voto obtuvo 1,70% de los votos y hubo un 1,30% aproximadamente que se contabilizó, de una forma u otra, como antisistema (PH, PSA, FR, al margen de nuestra opinión sobre esas fuerzas). Esta disquisición no tiene incluso mucha importancia a los efectos de la política nacional: la izquierda, la centroizquierda y el revival patético del peronismo setentista, no pesaron en absoluto en la escena nacional, no fueron ningún punto de referencia política. La arquitectura montada en torno al 501 y al votoblanquismo por sectores de organizaciones y figuras de izquierda de variopinto marco ideológico, marcó un récord: el voto blanco y la abstención descendieron a sus índices más bajos. Los análisis posteriores a las elecciones exceden ampliamente la más febril imaginación. Izquierda Unida, por ejemplo, tituló: IU realizó una muy buena elección olvidando simplemente que sacó el 0,85% y obtuvo poco más de 150 mil votos de los 24 millones de votantes. Altamira, por su parte, dedicó numerosas páginas a explicar las razones del desacierto de la caracterización de la situación política del Partido Obrero (y no de él mismo, por supuesto) ante el 0,61% de los votos. El MAS llamó al voto en blanco y el PTS repitió la vieja fórmula utilizada durante años por el PT brasileño, el PO y otros trabajador vote trabajadores, como si el origen de clase actuara como vacuna revolucionaria, contra todo lo que atestigua un siglo y medio de historia del movimiento obrero, incluyendo el reciente ejemplo de Lula para demostrar lo contrario. Partiendo del respeto que nos merecen todos los compañeros y los partidos que presentaron candidaturas anticapitalistas, creemos que las organizaciones de la izquierda deben reconocer que están en franco retroceso, en los bordes de la marginalidad y que la responsabilidad es, en lo fundamental, propia. No pretendemos actuar como el que se considera enhiesto mientras mira la realidad desde el piso. Pero sí creemos que hay que analizar y buscar las razones de una nueva derrota de la izquierda que se reclama anticapitalista, esta vez en condiciones de grave crisis capitalista, lo que acotó al máximo las posibilidades de demagogia burguesa. En la era republicana, se hizo realidad una nulidad coronada, sin que la izquierda socialista terciara un mínimo en la lucha por capitalizar el hartazgo ante la orgía menemista. Esos son los hechos, y el 0,85 o el 0,61% son sólo patéticas realidades a superar. ¿Cómo? En primer lugar terminar con una soberbia hegemonista, además infundada, más cercana a la nada que al ser. En segundo lugar, reconociendo la realidad y la de los socialistas dentro de ella, como prerrequisito imprescindible para intentar transformarla. Tercero, ubicando con claridad la frontera de clase que nos permite visualizar dónde y cómo está el enemigo: que no es precisamente el resto de la izquierda, sino el capitalismo, el imperialismo y sus agentes políticos y/o burocráticos. Cuarto, sobre la base de los puntos anteriores es fácilmente apreciable que hay un espacio social y político para ocupar, que excede ampliamente los patéticos índices de votación. Pero la precondición para lograrlo es ser mínimamente creíbles, serios y confiables ante los ojos de millones de explotados. Si la izquierda persiste en su obstinada división, y utilizando espacios televisivos para pasar facturas a sus camaradas de otras listas, en lugar de intensificar la crítica y desnudar las lacras del capitalismo y sus personeros, no hará más que sembrar el desánimo y el escepticismo en la conciencia de miles y miles de luchadores. Por el contrario, si aun presentando listas por separado, hubiese sido capaz de articular un discurso mínimamente clasista, hubiera ganado en credibilidad ante los ojos de una franja de los explotados y en seriedad ante el conjunto de la población. La chicana con que la monopolizada prensa de los medios masivos, se dio el lujo de descalificar a la izquierda (¿por qué están todos divididos?) encontró una izquierda que se prestaba más que gustosa a su juego, en un lamentable espectáculo que profundizó la desmoralización y el rechazo de muchos honestos compañeros. ¡Cuánto más sencillo sería decir, con todo orgullo, vote por nuestras listas pero, por sobre todo, vote contra los capitalistas, así vote a otras variantes de la izquierda con quienes mantenemos diferencias! La izquierda optó por el camino más difícil: el de intentar demostrar que las diferencias en tal o cual punto de un programa irrealizable de no contar con el manejo del poder, estaban por encima de la profunda básica, fundacional coincidencia acerca de la necesidad de luchar contra el orden capitalista. Desde la LSR insistimos en la necesidad de avanzar en un vital paso práctico que al decir de Marx vale más que una docena de programas hacia la unidad/bloque/movimiento o la forma que sea, de los anticapitalistas socialistas, dando muestras de capacidad de convivir con diferencias recogiendo la mejor tradición del bolchevismo, que nada impide debatirlas sin autoritarismos ni dramatismos, a la par que se actúa en común en aquello que nos une. Hay que desterrar de nuestras cabezas, y de nuestra práctica cotidiana, el verbo imponer y reemplazarlo por el de comprender y convivir para actuar con más fuerza contra el enemigo común. Este fue el norte con el que pusimos la contratapa del número anterior de Bandera Roja, al servicio de propagandizar las propuestas de los candidatos de la izquiera. El El mismo sentido que orientó el acto que realizamos el 16 de octubre (ver suplemento) levantando una tribuna abierta para el debate fraterno y respetuoso. La única exigencia fue: desde el voto a la izquierda, el voto en blanco, el no voto, el voto protesta, defendamos un camino de independencia de clase, necesariamente anticapitalista, antimperialista y antiburocrático para actuar, sobre todo, después del 24 de octubre. Consideramos importantes muchas de las propuestas planteadas en Prensa Obrera nº 647 (28/10/99) en relación con las elecciones de Capital son una muy buena oportunidad, y nosotros las suscribimos. Pero haciendo una grave salvedad: si no somos capaces de salir del círculo vicioso de lo electoral, estamos perdidos por nuestros propios errores, no por culpa de la burguesía. Hace dos años la LSR realizó algunas propuestas similares a las que hoy hace el PO para el 2.000. El punto es que hay que echar a andar un movimiento socialista, pluralista, de bases, participativo y democrático para la lucha de clases cotidiana, y no sólo para la conformación de eventuales acuerdos electorales. El mero marco electoral no ofrece salida, ni siquiera reformista, mucho menos revolucionaria. Se trata de construir con métodos opuestos a los que impusieron el stalinismo y el nacionalismo burgués: con métodos de democracia y respeto proletarios. Aun cuando Ortega y Gasset no haya sido un exponente del pensamiento proletario, sí podemos hacer nuestras sus palabras: Argentinos, ¡a las cosas!. La LSR propone sentarse a conversar sobre esta perspectiva, comenzando por evaluar la posibilidad de conformar en lo inmediato una sólida columna común de los socialistas anticapitalistas para participar en la convocatoria de Madres ante el comienzo del nuevo siglo y discutir puntos comunes para luchar contra la arremetida que se viene. J. GUIDOBONO - L. RUBIALES