CONTRA LA SECESION DE TAIWAN
Hace menos de un mes Taiwán hizo sonar la campana del ring mediante una provocación directa hacia China. El presidente taiwanés Lee Teng-hui caracterizó la relación entre China y Taiwán de estado a estado, negando así la fórmula un país, dos sistemas. En realidad, se trata de un país y de un protectorado yanqui. Este problema se remonta a 50 años atrás, cuando el ejército de Chiang Khai Shek perdió la guerra civil contra el ejército popular de Mao Tse Tung, en 1949. Entonces, el imperialismo norteamericano refugió al derrotado ejército en la antes llamada isla Formosa (actual Taiwán), conformando así un protectorado norteamericano. Para medir las dimensiones de este grotesco invento yanqui, recordemos que Taiwán pasó a ocupar un lugar, como representante de China, entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, únicos países con derecho a veto. Con el tiempo, y principalmente cuando la visita de Nixon en 1971 dio un puntapié inicial para entablar el diálogo entre Estados Unidos y China, este invento imperialista se fue desvaneciendo. De esta manera, China ocupó su lugar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ante la actual provocación de Taiwán, China hizo público que está en condiciones de fabricar la bomba neutrónica, que destruye todo tipo de vida en un perímetro determinado sin destruir ni los bienes ni el medio ambiente. La semana pasada, Pekín reafirmó su respuesta a la provocación: Estamos a favor de responder militarmente contra el separatismo taiwanés (Página/12, 12/8/99). Por su lado, Taiwán realizó ejercicios militares a sólo 2 km de la costa china. Desde la LSR defendemos el derecho de la República Popular China de ocupar Taiwán, que es un enclave colonial del imperialismo norteamericano. Pero al mismo tiempo consideramos irreal la posibilidad de que tanto el gobierno como el Partido Comunista Chino (PCCh) lleven adelante una política antimperialista respecto de Taiwán: desde hace ya 20 años, vienen abriendo sus puertas al imperialismo. Es claro que se trata de una maniobra distraccionista para mantener al pueblo chino bajo un manto nacionalista reaccionario; para tratar de esconder las enormes catástrofes que significa la restauración capitalista en curso que impulsan el gobierno y el Partido Comunista Chino.