ESTUDIANTES MEXICANOS
Hasta la victoria siempre Ni un paso atrás
Los estudiantes mexicanos, junto con docentes y no docentes, llevan más de cuatro meses de paro en contra del arancelamiento de la UNAM. Han soportado la feroz represión, la pérdida de dos compañeros asesinados en enfrentamientos con la policía, la persecución constante y un sinfín de atropellos que han recopilado en un escrito llamado bitácora negra... Y sin embargo van por más. El país entero está conmocionado por esta huelga que ha logrado atraer a distintos sectores de la sociedad, y ha logrado la solidaridad y el apoyo de los trabajadores del sector telefónico y de la electricidad. Comenzaron con la defensa de la educación gratuita, y llegaron hasta quienes la están atacando: la política de ajuste que el Banco Mundial sugiere al gobierno federal del PRI. Con su reivindicación del pliego-petitorio de seis puntos llegarán hasta las últimas consecuencias (ver BR Nº 41). Todo comenzó con la aprobación autoritaria de un Reglamento General de Pagos, en una sesión del Consejo Universitario, mediante el cual la cuota para estudiar en la UNAM aumenta de dos centavos de dólar a cincuenta dólares. La radicalización del movimiento lo condujo a la exigencia de un congreso universitario resolutivo que estableciera las reformas curriculares, administrativas y de gobierno universitario. Los días fueron sumando el apoyo de la sociedad y la desesperación de las autoridades, que no sólo no pudieron controlar la huelga sino que los crecientes cuestionamientos de un movimiento decidido a todo plantea a la burguesía un problema mayor que la implementación del arancelamiento y la reforma. Las formas de disuadir un movimiento de miles de personas (de la mayor universidad de Latinoamérica) continuamente en la calle, revistió los más diversos colores: desde el engaño de una mediación parlamentaria a manos de la comisión de Ciencia y Técnica; las amenazas del presidente Zedillo de declarar el conflicto problema de seguridad pública; presentaciones judiciales por usurpación de edificios públicos para condenar a 11 años de prisión a miembros del Comité General de Huelga (CGH); hasta la formación de brigadas de choque llamadas estudiantes en mangas de camisa que pacíficamente recuperarían las instalaciones. Pero el movimiento supo mantenerse de pie y sigue dando pelea. Organizado democráticamente no sólo resistió sino que pasó a la ofensiva. Esta huelga que amenaza con extenderse a sectores de trabajadores de vanguardia como los electricistas, socava las bases del poder mismo en un país donde el régimen del PRI decae tras setenta años de dominar la política nacional dictatorialmente, y la UNAM con curiosos organismos que controlan la institución con el 38 en el bolsillo. Hoy en México se habla de una transición democrática a manos de una alianza encabezada por el PRD y el PAN. Transición que se da en medio de una feroz crisis económica producto de la caída del mercado asiático para el petróleo mexicano. El Banco Mundial desembolsará 5.000 millones siempre y cuando los ajustes y privatizaciones previstos en el documento secreto llamado Estrategia de asistencia de país se cumplan a rajatabla, a pesar de que ello presente serias dificultades en materia de conflicto social. La posibilidad de que el lapso de cambio en la administración presidencial pudiera desacelerar el ritmo de las reformas existentes y programadas es el riesgo multisectorial más importante que enfrenta la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) (La Jornada, México, 25/6/99). Esta transición debe ser custodiada, así sea a balazos, porque no es más que el producto de una necesaria descompresión social a la que el conflicto de la UNAM contribuyó en gran parte. Y es en este marco donde el conflicto cobra real dimensión La lucha de los estudiantes mexicanos logró su máxima expresión con la creación del Frente Universitario en defensa de la educación pública, gratuita, democrática y científica, en el que confluyen trabajadores del STUNAM, la Asamblea Universitaria Académica, los trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, los telefónicos, los padres y el Frente Gay y Lésbico. Unidos bajo la consigna Ni un paso atrás. Hasta la victoria siempre, el Frente sentencia: No se han cumplido las demandas, el movimiento no ha terminado_ rechazamos las políticas neoliberales del gobierno federal, que pretenden convertir a la UNAM en una universidad-mercado, una universidad-empresa (La Jornada 10/7/99). En medio de semejante torbellino, y luego de más de tres meses de no encontrar solución, las autoridades amenazaron, a mediados de julio, con cerrar la UNAM para buscar una salida satisfactoria. El CGH emitió un comunicado de prensa donde ratificaba la continuidad de la huelga dado que no sólo no se había eliminado el Reglamento General de Pagos, sino que en otra sesión del Consejo Universitario se estableció el cobro, a todos los estudiantes, de cuatro nuevos rubros: materiales, uso de equipos, servicios educativos extracurriculares y trámites escolares no especificados. Los montos serían fijados por el Patronato Universitario, en el que los estudiantes no tienen injerencia. Los estudiantes mexicanos mantienen heroicamente la lucha que ya supera los cuatro meses y marca no sólo la crisis en las alturas mexicanas, sino que anticipa el carácter radicalizado que adquieren las luchas, defensivas inicialmente, que más temprano que tarde deberán dar los estudiantes de toda América latina, buscando contagiar o dejándose contagiar a los trabajadores, cuando ellos también se levanten contra el régimen que los ahoga en el pantano más mísero, despojándolos no sólo del derecho a la educación, sino también del derecho a la vida.