La otan ocupa los Balcanes

Primeras Conclusiones Sobre la Victoria del Bandidaje Imperialista

1. Diga lo que diga Milosevich, se ha impuesto en toda la línea el ultimátum de la OTAN, por más que aparezcan ahora tropas rusas.El mismo acuerdo de Rambouillet que Milosevich no firmó, lo firmó dos meses y medio después, con el país destruido por los bombardeos.En realidad no hubo guerra sino algo parecido al genocidio militar en la Argentina: fue un “tiro al blanco” practicado por la OTAN, que destruyó un país y lo hizo retroceder por siglos, al liquidar toda su infraestructura, dejándolo sin luz, agua, combustibles, puentes, carreteras, bases sanitarias y un largo etcétera. El invento humanitario con que se realizó la agresión quedó al desnudo para todo aquel que no sea un agente imperialista o un tonto sojuzgado por su propaganda. Los 5.000 refugiados que la OTAN denunció cuando inició el ataque, se convirtieron en 800.000 emigrados de Kosovo. La región de 10.000 kilómetros cuadrados (una trigésima parte de Buenos Aires), donde hubo miles de incursiones aéreas de la OTAN, también fue escenario de la lucha entre los paramilitares de Milosevich –y las tropas oficiales– y el ELK, aliado y apoyado por la OTAN.
El ELK surgió hace dos años como un pequeño grupo guerrillero que fue ampliándose al compás de tres elementos: a) la mayor represión serbia; b) el achicamiento del espacio para la “resistencia pasiva” predicada durante una década por Rugova; c) el apoyo de la mafia albanesa dedicada al contrabando de armas; la que vivió durante años del tráfico a Bosnia, y cuya finalización provocó el colapso de Albania. A estos elementos se sumó en los últimos meses, el abierto apoyo de la OTAN. Yugoslavia íntegra quedó destruida. A la cifra de miles de muertos y heridos –sobre la cual mienten tanto la OTAN como Milosevich–, habrá que agregarle en el próximo período las bajas que provoquen todas las epidemias que amenazan a un país al que no sólo le bombardearon hospitales sino todas las obras de infraestructura sanitaria que hacen a una civilización moderna.

2. El imperialismo mundial hizo saltar por los aires su propio ordenamiento jurídico internacional y sus instituciones, en particular la ONU. La primera guerra de la OTAN en su medio siglo de existencia fue al mejor estilo de los ataques de los piratas y traficantes de esclavos: sin ultimátum ni declaración de guerra, sigilosamente y obviando toda la legislación internacional al respecto. La ridícula manta de la supuesta defensa de los “derechos humanos” con que se intentó cubrir la bárbara agresión aniquiladora de un país, sirvió sólo a medias. En Estados Unidos la popularidad de Clinton decrecía a medida que la guerra se prolongaba. En la Argentina, por ejemplo, un 63% de los encuestados rechazaba la agresión de la OTAN. La victoria puede cambiar algo en estos días. Pero la historia está lejos de cerrarse. El futuro de Yugoslavia deparará muchas sorpresas. La suerte de la patética Gran Albania, que también cobrará fuerza ahora, está en el aire. Igualmente, el punto nodal que los imperialistas quisieron demostrar fue categórico: armaron un gendarme mundial contra cualquier pueblo o gobierno que no acepte el cien por ciento de sus órdenes.

3. En Yugoslavia no perdió sólo Milosevich y el heroico pueblo que habita el país: perdieron los pueblos del mundo que, en lo fundamental, permanecieron pasivos frente a la barbarie de la tecnología de aniquilamiento desplegada por la OTAN. Hoy son más fuertes las cadenas de sojuzgamiento imperialista sobre el mundo. El imperio no sólo muestra las garras: asesina y destruye con ellas.

4. Milosevich confirmó en estos 79 días algo que ya sabíamos: que es un bandido capitalista amigo del imperialismo mundial. Por eso no presentó batalla ni intentó hacerlo reclamando armas y tecnología bélica a China y a Rusia, o atacando la retaguardia del imperialismo en las zonas limítrofes. Y eso a pesar de que el frente interno resistió estoicamente los bombardeos diarios de la OTAN. Desde la LSR dijimos al comienzo de la guerra de agresión que para que la resistencia fuera exitosa había que barrer al nacionalista reaccionario de Milosevich. Y reemplazarlo por un poder revolucionario, obrero e internacionalista que tuviera la mano tendida hacia los albaneses y todas las etnias y naciones de la región, en vez de oprimirlas. Esto no se dio: prevaleció el nacionalismo y la unidad nacional serbia y entonces ni siquiera se presentó seriamente batalla, por más que se sufrieran las consecuencias de los bombardeos. El fervor nacionalista pasará o no, pero lo que sí se complicará es el futuro de Milosevich, el hombre que no quiso rendirse y aceptar la “paz” de Rambouillet, con sus 50.000 soldados de la OTAN en Kosovo, para terminar aceptando_ 50.000 soldados de la OTAN en Kosovo (además de ver destruido a Kosovo mismo y a toda Yugoslavia, con miles de muertos de por medio). El arma más poderosa con que cuenta el imperialismo europeo contra Yugoslavia, es el chantaje económico. Milosevich puede ser un fusible que, de la forma que sea, salte por los aires para procurársela. Las afiladas uñas de la burguesía y la burocracia estatal serbia, están ansiosas de saquear fondos para la reconstrucción y de aliviar las trabas hacia un eventual acceso a ellos.

5. Kosovo es hoy un protectorado de la OTAN. No es ni autónomo ni independiente. Es un territorio ocupado por el imperialismo mundial que hará allí lo que más le convenga, al margen de los sufrimientos del pobre pueblo, sometido primero por Milosevich y después por los bombardeos y la ocupación de la OTAN. De hecho la región se ha convertido en un gran protectorado, al estilo de los que realizaba hace dos mil años el imperio romano. Bosnia, Macedonia y Albania ya están ocupados militarmente y algunos pequeños territorios están en el mismo camino. Otros países son nominalmente independientes, pero por su territorio están entrando los marines yanquis como en el caso de Grecia. Bulgaria y Hungría “cedieron” su espacio aéreo a la OTAN. Pero la ocupación militar no resuelve los problemas nacionales: sólo agrava los viejos y crea otros nuevos derivados de la ocupación militar imperialista de la región. Ellos sólo podrán resolverse mediante una lucha y/o guerra revolucionaria inter-étnica e internacional contra el imperialismo, posiblemente aprovechando las contradicciones del bloque ocupante euro-yanqui.

6. Mientras duró la guerra, Rusia fue el mandadero diplomático de la OTAN, para lograr la rendición de Milosevich. Ahora que la guerra terminó, envió 200 hombres en un operativo relámpago, para ocupar el aeropuerto de Pristina antes de que llegaran las tropas de la OTAN. Yeltsin y/o el alto mando militar, no están enfrentando seriamente a la OTAN tampoco ahora, cuando ya pasaron los bombardeos. Están chantajeando para tratar de salvar su deteriorado frente interno y, secundariamente, presionan en nombre de Milosevich la partición de Kosovo, para intentar que el norte de la región quede en manos de Serbia. En la actual relación de fuerzas –y por más problemas que tiene el imperialismo–, es improbable que la actual movida rusa sea algo más que un golpe de efecto pasajero.

7. La OTAN ha ocupado una gigantesca “cabecera de puente” para conquistar y colonizar a Rusia, Ucrania y la ex URSS europea. El bandidaje capitalista gobernante en estos países, colaboró activamente a cerrar el lazo sobre Yugoslavia. La presa es fabulosa para un capitalismo sumido en una crisis endémica desde hace un cuarto de siglo. Y la lucha por el reparto del botín será directamente proporcional a la magnitud del botín en disputa. Estados Unidos pateó la puerta. Alemania levantó el medio siglo de veda a su tradicional militarismo de la primera mitad del siglo. Las fuerzas armadas europeas, con base en Alemania y Francia, están echando a andar. El futuro es de militarismo y guerra. Y los pueblos serán quienes alimenten las maquinarias bélicas de los imperialistas y los que pagarán con sus sangre la lucha de esos gigantescos bandidos por el reparto del mundo y de la riqueza. La alternativa “socialismo o barbarie” tiene hoy más vigencia que en todo el transcurso del siglo xx.

8. Las guerras obligan a sacarse las caretas, y las palabras son tapadas por el ruido de las bombas.Los llamados partidos socialistas y comunistas que gobiernan en Europa, demostraron que no tienen un ápice de “socialistas”, “comunistas” ni “obreros”. No son más que otro partido del gran capital, aunque los voten obreros, como aquí sucedió y sucede con el archicapitalista peronismo.Hoy pueden alzarse cantos de victoria en una región que hace más de un siglo que vive guerreando. Quizá también, pronto, tendrán un tono de réquiem.

9. La barbarie imperialista contra Yugoslavia puso muy al desnudo la orfandad de una dirección obrera revolucionaria en el mundo. Sólo en países donde la burguesía “dio manija” –y próximos o vecinos de Yugoslavia, como Grecia o Italia–, hubo movilizaciones de cierta importancia. En el resto fueron testimoniales o inexistentes. La Argentina estuvo en el medio de esos dos calificativos. Siguiendo a Spinoza, no corresponde llorar (de reír ni que hablar) sino comprender, y actuar en consecuencia. La humanidad marcha a paso firme hacia horrores de miseria y guerra. Estamos asistiendo a los estertores de una sociedad, la capitalista, que sólo puede ofrecer muerte, violencia, miseria, ochocientos millones de desocupados, guerras raciales y religiosas y también, guerras de dimensiones aún más trágicas, sea directamente entre Europa y Estados Unidos, o realizadas por “procuración” de distintos peones de ambos bloques.

10. Ese futuro es claro. Pero no inevitable. Una revolución socialista que derrote al imperialismo puede evitar el pasaje a la más completa barbarie y abrir las puertas hacia una sociedad sin capitalistas, donde los inmensos adelantos tecnológicos estén colocados al servicio del bienestar y el progreso de la humanidad y no al de la voraz acumulación capitalista a costa de lo que sea: la vida humana o la existencia misma del planeta. Las dos claves para avanzar en ese camino son retomar la senda del internacionalismo entre los trabajadores del mundo, y su organización política en un partido revolucionario internacional.

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