CON EL MITCH DESEMBARCARON LOS MARINES
El huracán Mitch no sólo llevó muerte y destrucción a los pueblos centroamericanos, sino también cientos de marines norteamericanos que desembarcaron en el marco de un plan de ayuda humanitara bajo la consigna enarbolada por Tiper Gore, esposa del vicepresidente de los Estados Unidos: Hemos llegado para quedarnos por mucho tiempo. En los aeropuertos de Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador, los aviones Hércules de la Fuerza Aérea estadounidense aterrizan y despegan de manera incesante como si se tratara de una invasión aunque, por ahora, descargan alimentos, frazadas y medicinas. En tanto, los diarios de Managua destacan la hermandad de las Fuerzas Armadas norteamericanas y nicaragüenses después de tantos años de desencuentro. Más de 20 mil muertos; ciudades arrasadas; infraestructura vial destruida; producciones agrícolas totalmente perdidas y un millón de personas sin vivienda sólo en Honduras (sobre una población de seis millones), hicieron decir a varios dirigentes políticos: necesitamos 30 años para volver al estado en el que estábamos antes del Mitch, es decir, para que la mayoría de los centroamericanos que no viven en Miami regresen al mismo grado de miseria que soportaban. A pesar del despliegue de las fuerzas estadounidenses la ayuda llega en cuentagotas a las víctimas del huracán. Muchas ciudades hondureñas carecen de agua potable y los especuladores venden los bidones a precio de oro a pobladores que se han quedado sin trabajo. Aunque los camiones de Coca Cola llegan con increíble facilidad a las zonas cubiertas por el barro transportando ¡heladeras nuevas! para reponer las que se quemaron por efecto del agua en quioscos y supermercados. Primero nos destruyó el marxismo-leninismo y ahora el huracán Mitch, pregona el vicepresidente nicaragüense, Enrique Bolaños. El discurso apunta a culpar al sandinismo por el atraso y el hambre en Nicaragua, sin mencionar que algunas pocas familias que residen en Miami concentran el 80 por ciento de la riqueza y que, con la ayuda de los sandinistas principal partido de la oposición, recuperaron las propiedades que les habían sido confiscadas. También recuperaron el control militar con la transición del Ejército Popular Sandinista a un cuerpo profesional. El arquitecto del cambio fue el ex jefe de esa fuerza, el comandante sandinista Humberto Ortega. La limpieza de todo vestigio revolucionario llega a las escuelas, donde los alumnos aprenden en manuales que cuando gobernaba el marxismo se vivía en guerra permanente. Ahora los gringos no nos llaman tres olores, olor a sobaco, a pata y mal aliento, porque nos dan jabón y dentífrico. Con los sandinistas no los teníamos, dice mi papá, cuenta Julián, un chico de 8 años que se gana la vida pidiendo monedas a los extranjeros, en Managua. Julián recita el manual escolar antisandinista y dice que la culpa de todo la tuvo el comunismo. Por su parte, Europa y los Estados Unidos anuncian planes de inversión para reconstruir los países centroamericanos que podrían llegar a los 45 mil millones de dólares en diez o quince años. Se habla de centros turísticos, hoteles, caminos y bancos. Todos estos proyectos no se habían desarrollado por los largos años de guerras civiles que vivió la región y que llegaron a su fin mediante los acuerdos de paz y la integración a la vida política de los grupos guerrilleros. Hemos llegado para quedarnos, la frase de Tiper Gore, respaldada por la presencia de los marines, parece anunciar una nueva etapa en Centroamérica después del huracán Mitch. Al mismo tiempo, en Cartagena de Indias, Colombia, ministros americanos analizan cómo combatir el narcoterrorismo y el titular de Defensa de los Estados Unidos promete incrementar la ayuda militar al gobierno colombiano para luchar contra flagelo de la droga, sin mencionar a la guerrilla. Ayuda humanitaria y combate contra la droga. El nuevo rostro del desembarco militar norteamericano en América latina.
CORRRESPONSAL