Lady Nsd's Spanish Poetry

*::To My Old Flame::*

AGONÍA

Despierto está a las tres y treinta,
a las cuatro marchará
¿hacia dónde , con presteza
temprano quiere llegar?

No saluda al sol naciente,
estrellas lo cobijan bien.
Y, de sus rosas ardientes,
ni el perfume quiere oler.

Es que allá, de madrugada,
va a regar jardín prohibido;
mientras el propio, abatido,
agoniza antes del alba.

26 de mayo de 2004

JADE

¿No fue ella quien pensó
que ese nombre describía
de tu mirada el fulgor?

¿No fue ese acaso el motivo
que al atraerla, te dijo
veía un brillante sol?

Dime tú si no fue ella
quien decoró así tu nido,
en el que te dio su amor.

¡Qué lamento, qué vacío!
Ya su corazón herido
lentamente agonizó.

26 de mayo de 2004

HOJAS SECAS

“Este es mi jardin querido”
muy orgulloso admitías,
cuando a tus rosas, por vida,
estabas bien adherido.

Bellas rosas, rojo intenso,
erguidas, limpias, sin manchas;
en jardín, de piedras hecho,
perfumaban tus mañanas.

Dos rosas, que entre sus sueños,
con gran amor esperaban
que el jardinero, su dueño,
saliera al alba a regarlas.

Oh, rosas, hermosas y bellas,
¿qué fue, qué pasó?
El jardinero, en quimeras,
trinitarias prefirió.

Jardinero, en tus prosas,
¿cómo osas compararlas?
Humedad, candor de rosas,
con resecas trinitarias.

Suaves rosas satinadas,
jardinero, hoy desprecias.
Por jugar con trinitarias
entre espinas y hojas secas.

26 de mayo de 2004

En La Mágica Ciudad

En mágica ciudad envuelto
en púrpura, lila o violeta
mi amado al nido no ha vuelto
anda hundido en hojas secas.

Juró amarme en verde nido
rosa, nueva, joven, fiel,
pero al probar lo prohibido
mi amor se le transformó en hiel.

Hoy errante por las calles
se pregunta ¿dónde está
lo excitante y embriagante
de la mágica ciudad?

Ni conmigo, ni con ella.
toda la magia se ha muerto.
Ella se marchó, no hay huella,
él no le representa reto.

18 de junio de 2004

Vivir Sin Ti

Trece de Marzo, dolida
muy triste he de recordar
que un trece, con alegría,
nos juramos por siempre amar.

Agónica melodía
entonaba en nuestro nido,
pues la angustia me invadía
al verlo ya destruido.

Rosas rojas, que sembrado
había yo para ti
agostadas, en quebranto,
luchaban por no morir.

Cielo y tierra, en un momento,
se unieron con fuerte ahínco;
Multiplicaron, cual premio,
las rosas que había perdido.

Extraña fuerza y aliento,
el buen Dios ha obrado en mí.
Ya no sufro, experimento
placer de vivir sin ti.

30 de junio de 2004

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