Mi nombre es David y han pasado ya más de quince años. Cuando dejé la iglesia no lo hice por que pensara que me estaba causando algún daño. La exigencias y estándares eran muy altos hasta que ya no pude mas. En realidad esas exigencias no eran de Dios sino de hombres. Hoy quiero expresar algo que quizás se quedó dentro de mí sin darme cuenta y que hace unos dias afloró. Mi vida dentro de la Iglesia de Cristo Mi primer contacto con la iglesia fué un día que visité C.U. Aún era estudiante de C.C.H. Un chavo se me acercó y me invitó a una charla. Fué muy persuasivo para invitarme y fuí. Ésta se llevó a cabo al costado de un auditorio que se encuentra al lado de la torre de Humanidades. La charla la dió un hombre cuyo nombre ya se me escapa de la memoria pero que si recuerdo claramente, una seña particular es su mano postiza (éste tipo, un par de años después me pediría dinero prestado, justo antes de que él desapareciera al abandonar la iglesia). Este primer contacto lo olvidaría mucho tiempo, hasta que Salvador Añorve (él me había invitado) me lo recordara ya cuando yo me iniciaba en la Iglesia. Una vez que inicié mis estudios de Arquitectura en la UNAM no pasaría mucho tiempo antes que fuése abordado de nuevo, ésta vez por Mario García. Fuí a la charla. Siendo él estudiante de la misma Facultad me empezó a buscar contínuamente. Yo estaba intrigado por este asunto de cambiar tu vida, de hacerle como de revolucionarios, de vivir el Cristianismo del primer siglo. Iniciamos los estudios. Asistí a actividades diversas, y también a reuniones en un local localizado en la esquina de las calles de Baja California y Monterrey en la colonia Roma. Recuerdo cuanto entusiasmo se veía ahí y cuán amigables e interesados en mí los demás se comportaban conmigo. Mario me dió retos a cumplir, recuerdo un día en “las islas” como me hizo quitarme la verguenza de ir y parar a alguien e invitarle a las charlas. Me hizo que me fajara la playera dentro del pantalón, que porque no era “ejemplar” de un cristiano. Y no se si fué él, o inducido por estos “cambios”, fué que me rasuré la barba de candado que entonces yo usaba. Llegó el estudio de la oscuridad y se dió en un apartamento de hermanos. Juan Enrique Moguel lo dirigió y fué implacable, terminé deshecho, llorando, “quebrantado”. Así, mi bautizo se dió sin contratiempos un par de días después. Al día siguiente de mi inmersión yo me sentía como superman. Así se inició mi vida en el Sector Universitario, conocí a otros muchachos y chavas de otras escuelas tanto de la UNAM como del Poli y la UAM. Las citas de los sábados eran (para un tipo tímido como lo fuí yo) algo maravilloso. Como al final tenías que acompañar a la hermana hasta la puerta de su casa, a veces el regreso era una odisea. De las ocasiones que recuerdo: una vez tuve que ir al final de la Calzada Zaragoza, en otra ocasión hasta Tláhuac y otra a Ciudad Azteca. Aún tengo buenos recuerdos de las citas y de otras actividades que disfruté: un campamento que hicimos al pie de una presa, la visita que hicimos a Puebla, o cuando llenamos un cine para ver “Tiempos de Gloria”. Felipe y Donna Lamb dirigían la Iglesia. Y hubo una ocasión en que algo muy grave pasó por lo que tuvo que venir Kip McKean. Solo recuerdo que nos reunieron a todos. A los hombres nos pusieron en un espacio y a las mujeres en otro aparte y tuvimos que confesar unos a otros todo, y lloramos. Y como ”cristiano” tenia que tener invitados, contactos, estudios, bautizos, tiempos de discipulado, tiempos de oración, memorizar donde estan los versículos de la Biblia que se usan en los estudios, etc. Además tenía que tener “sueños” de ser líder, de dirigir y de ser misionero. Ahora ya estaba en un grupo de futuros líderes y me discipulaba Pepe Garza. Y dirigí una charla junto con Verónica (Arriaga?) por un periódo corto pues entonces me mandaron de “misionero” a la Enep Zaragoza, que después cambiaría a FES (Facultad de Estudios Superiores). Salvador Añorve dirigía este equipo. Yo ya no iba a mi escuela, había tenido malos resultados, incluso reprobado una materia. Salía de mi casa y me iba directo a la Enep, aunque yo vivía al otro extremo de la ciudad, en Padierna. Hacía un traslado de una hora y media de ida y lo mismo de vuelta. Entonces nos cambiaron al sector oriente, pues esta escuela se encuentra en esa area de la ciudad y porque al Sector Universitario lo desintegraron para colocar a los estudiantes en las areas geográficas de acuerdo a la ubicación de su escuela. En ese entonces el Sector Oriente era dirigido por Josué Ortega y Verónica. Ahí también estuve en los ojos de ellos para algún liderazgo. Dirigí las canciones en algún par de reuniones de sector. A mi papa le iba mejor en su negocio y me propuso porque no hacer el exámen de admisión a alguna universidad privada. Con esto en mente lo hice a la primera oportunidad que tuve y me aceptaron. Inicié la carrera de Arquitectura de nuevo, pero ahora en la Universidad Iberoamericana. Había ya tenido una caída de la Iglesia y a mi regreso me ubicaron en el Sector Sur que dirigía Pedro García. Estuve en la charla de Eduardo, un cuate que trabajaba como financiero en Paseo de la Reforma. Yo buscaba ayuda, no sabía que me pasaba, genuinamente quería cambiar mi vida pero seguía teniendo “pensamientos impuros”, “inmoralidad” y no se que otras cosas. Una vez fuí a ver a Jaime de Anda quien venía de Miami con su familia. Fuí a una casa en Fuentes del Pedregal, creo que era ahí donde vivía Pedro García y su familia. Jaime fué muy amable y me aconsejó de muy buena manera. Ya estaba yo acostumbrado a las reprensiones fuertísimas. A mi me sorprendió que me tratara tan diferente a los demás quienes tenían las mismas cantaletas de siempre. Pero quizás porque no tenía la relación directa de charla o discipulado. Pero ya era muy tarde. Terminé un par de semestres con regulares y malas calificaciones. Ahí en la Ibero había una “hermana” estudiando con beca y cuando la veía siempre estaba muy apresurada. Algún par de veces hablamos de empezar una charla ahí. Pero no hicimos nada, al menos no yo. También me encontraba a un Americano también discípulo de nombre Foster quien tomaba algún curso ahí en esta universidad. Y dejé la Iglesia. Mi tercer semestre fué aún peor y en la escuela no me dejaron continuar por el bajo desempeño académico. Al cabo de cerca de tres años había convertido a un par de personas y había discipulado a otros cuantos mas. Estaba destrozado, sin carrera, sin trabajo, sin amigos y alejado de mi familia. Mi vida después de la secta (Iglesia de Cristo). Al cabo de unos meses mi padre me jaló a trabajar en su empresa de construcción. Yo no estaba haciendo nada antes, nada. Ahí con el, fuí ayudante de residente de obra y tiempo después trabajé en las oficinas incluso proyectando un prototipo de vivienda y una unidad habitacional, que después se harían realidad, se construyeron. Un día fuimos a comer juntos mi papá y yo. No había pasado tanto desde mi salida del grupo religioso. Y ahí me preguntó que como estaba, que como me sentía y no pude decir mucho, no aguanté más y lloré, me deshagué. Se dió mi primera catarsis. Y lloré, no como cuando estaba dentro del grupo bajo las agresiones verbales de que era objeto. Sino por el dolor que traía dentro. Chambeaba con mi papá y además toma cursos. Dibujo de figura humana, serigrafía, diseño de cartel. Y un pequeño curso de contranálisis con Leonardo Stemberg. Estas cosas me dieron un empujón para empezar de nuevo mis estudios. Regresé a la Universidad Iberoamericana, esta vez solicité reingreso con cambio de carrera a Diseño Gráfico. De otra manera no me hubieran aceptado. Pero esta vez estaba convencido que mis aptitudes eran mas adecuadas para diseño. Esta vez disfruté mucho mi paso por la Ibero. Mi experiencia anterior fué un choque cultural. Pero esta vez me identifiqué mas con la gente, con un un grupo mas ecléctico. Y no me desvelaba, hacia mis trabajos con gusto y me fué bien. Volví a jugar ajedrez. Este juego que fué una pasión de mi adolescencia y había dejado. Una vez estando dentro de la secta, en una de las actividades para recaudar dinero para la “ofrenda especial” traje mi ajedrez de madera y lo vendimos en el tianguis. Ese era el modo de hacer ver que uno hacia “sacrificios”. Fuí seleccionado por mi universidad y tuve la oportunidad de viajar a Torreón, Guadalajara y Puebla. En tres torneos siendo parte del representativo de la escuela gané todos mis juegos con exepción del último juego. Fuí parte de sociedades de alumnos y grupos estudiantiles. Hice muchas amistades, de diversas carreras y distintos estratos. Y hoy mantengo contacto con muchos de ellos y se que en cualquier día puedo ir y verlos y ellos a mi. Terminando la carrera aún sin titularme ingresé al mercado laboral. Trabajé en una agencia de publicidad como Director de Arte (nombre sangrón para el diseñador). Hice anuncios para clientes muy fuertes. Ahí estuve cerca de dos años. Esta vez no le iba muy bien a mi papá, así que yo me pagaba el crédito educativo que había obtenido en la escuela. Y además le daba a mi padre lo que me pidiera para apoyar a mi familia. Después me salí de esta chamba para hacer mi tesis. Mientras, trabajaba en un despacho que no me exigía mucho. Fuí uno de los últimos en recibirse por tesis de esta universidad pues en ese entonces cambiaron el sitema de titulación. Aún cuando tuve la opción de hacerlo de la otra manera decidí terminar mi tesis. Fué muy satisfactorio ver a mi familia y amigos en el aula mientras hacía la presentación a los sinodales. En un momento al final pude ver a mi papá que se limpiaba las lágrimas de los ojos. Daba clases en otra Universidad, y tuve que dejarla. Pues de tres solicitudes para hacer una Maestría en el extranjero, fuí aceptado en una. Una de las cinco o seis Maestrías de Diseño Gráfico mas prestigiadas del mundo. Así, me largué de México. No sin antes sufrir un secuestro express. He tenido que adaptarme a otra cultura, otra lengua, a otro clima, a vivir solo primero y a vivir en pareja después. Y ha sido maravilloso. Aún cuando tuve un tropezón académico, finalmente estoy cerca de concluir mi proyecto y de acuerdo a mi tutor podría obtener distinción, la cual solo se le da a los más destacados. Hace poco tuve una discusión con mi novia, en cierto momento me preguntó que ¿cuándo fué la última vez que había yo confiado en alguien? Y sin esperármelo, lo primero que me vino a la mente fué el grupo religioso. Tuve otra catarsis ese día. Me dí cuenta que hoy me cuesta trabajo expresar sentimientos y pensamientos muy personales. Porque cuando lo hice tanto tiempo atrás, fuí dañado, fuí manipulado. Es por esto que hoy comparto con ustedes esto. Me hacía falta terminar esto. Hoy dejo ir el resentimiento que tuve. Gracias. David Hernandez. 1