Boletín de Informaciones Obreras Internacionales
Publicación del COMITE ORGANIZADOR DEL TROTSKISMO PRINCIPISTA (Cuarta Internacional)
COTP (CI)
COMITE ORGANIZADOR DEL TROTSKISMO PRINCIPISTA
(Cuarta Internacional)
Una alternatriva de hierro: REFORMA O REVOLUCIÓN
Cuadernos de Democracia Obrera
Nro 1 - 27/07/2001
Altamira y el PO: Defensores de la “vía pacífica
al socialismo”
La posición
oficial del PO - expuesta ante las más amplias masas- no deja dudas:
es la presentada por Altamira, su principal dirigente y legislador,
que en una conferencia de prensa de repercusión nacional e internacional
exigió “elecciones inmediatas”
en Mosconi –no junto a los piqueteros, en momentos en que arreciaba
la represión contra ellos, sino desde el “Salón de los Pasos Perdidos”
del parlamento, sentado junto a los burócratas sindicales como
Degennaro, junto a Santillán y
los diputados “disidentes” de la Alianza.
El PO utilizó toda ocasión que tuvo de aparecer por la televisión
y de exponer su política en amplia escala para decirle a la burguesía
cómo salvar las papas “constitucionalmente”, para advertirle
que con la Gendarmería se pudre todo y para decirle que llame a elecciones. ¡Qué manifestación de “fe democrática”
tan rotunda y clara!
Pero no se limitan a Mosconi, ya que en sus dos últimos periódicos
llaman a “reemplazar” a De la
Rúa-Cavallo “por una Asamblea Constituyente”,
y –en palabras del propio Altamira- a la “convocatoria de una Asamblea Constituyente que asuma el gobierno
del país”, para lo cual llama a un “un
frente político de las organizaciones y partidos del movimiento
piquetero”.
Tal “Asamblea Constituyente”
por la que lucha el PO sería la respuesta que debería dar la clase
obrera ante “un régimen sin salida”.
¡Quédense tranquilos la patronal y el los monopolios, que si la gendarmería
no alcanza, si el engaño del “frente democrático” no es suficiente,
y la situación amenaza con írseles más de las manos, el Partido Obrero
les da la solución: apelar a otro gobierno burgués bajo la forma de
gran engaño “constitucional”!
El año pasado, Altamira realizó desde su banca un encendido
homenaje a Salvador Allende. Es natural proviniendo de un defensor
de la “vía pacífica al socialismo” como aquél, o sea de que los trabajadores
pueden triunfar y tomar el poder sin destruir el estado burgués, sin
soviets, sin milicias obreras, en fin, lo pueden hacer pacíficamente
con elecciones. Para Altamira bastaría para tal objetivo con una
Asamblea Constituyente y para colmo en los marcos del reaccionario
régimen del Pacto de Olivos. Su “constituyente”
es una elegida – porque no se aclara ninguna otra manera- por los
mismos mecanismos de la archirreaccionaria constitución del 1853-1994
surgida de ese pacto reaccionario y sus criterios de “representatividad”.
El PO lucha por un nuevo gobierno burgués subordinado
a una “constituyente” llamada en el marco del
reaccionario Pacto de Olivos, y no por un gobierno obrero y popular
apoyado en los organismos de democracia directa de las masas
En palabras de Altamira, “Un
gobierno responsable ante una Asamblea Constituyente se caracteriza
(???) por no aceptar ningún límite a su capacidad para tocar
los grandes intereses, atacar los privilegios y derechos de los
explotadores, y proceder a una transformación social”.
Está tan postrado Altamira ante las instituciones del régimen
patronal y de su archirreaccionaria constitución, que por el solo
hecho de existir una Asamblea Constituyente cualquiera, un gobierno
“responsable” ante ella – o sea que
se subordine a ella – por esa
sola condición se “caracteriza -o sea
que es su naturaleza- por no aceptar
ningún límite”. Quisiéramos que Altamira nos explique donde
hay un ejemplo a lo largo de la historia del último siglo de esta
barbaridad que afirma. ¡Nunca habíamos escuchado un elogio de las
instituciones burguesas tan encendido! ¡Qué “democratizante”,
legislador!
Altamira sostiene que para que un gobierno sea capaz de no detenerse
ante “los privilegios y derechos
de los explotadores, y proceder a una transformación social”
no se trata de un problema, en primer lugar, de clase –es decir que sea, por empezar, un gobierno obrero- sino que
basta un gobierno burgués que se subordine a una “Constituyente” llamada en el marco del Pacto de Olivos. Pero
la burguesía y los monopolios sigue teniendo el monopolio de las
armas, por lo que la “constituyente”
de Altamira y el PO, sería desde su nacimiento una institución
sometida, “limitada”, y absolutamente incapaz de “atacar los privilegios y derechos de los explotadores”.
Lo que “caracteriza” a
un gobierno que tenga esa capacidad es, por el contrario, no que se
apoye y se subordine a una institución burguesa como es una Asamblea
Constituyente –aún la más democrática que pueda convocarse- sino
que sea un gobierno obrero y popular basado en los organismos de
democracia directa de los explotados, en las milicias obreras y
en la movilización revolucionaria del proletariado y de sus aliados.
La consigna de Asamblea Constituyente es, para los revolucionarios,
una consigna táctica y episódica. Jamás es una estrategia y una
consigna de gobierno como sí lo es para un partido “democratizante”
como el PO. Los revolucionarios, no renunciamos a la lucha por las
consignas democráticas, cuando éstas mantienen aún su “fuerza vital” (Programa de Transición), pero siempre que estén
indisolublemente ligadas y articuladas a las consignas transicionales
(escala móvil de salarios y de horas de trabajo, control obrero,
nacionalización de la banca, milicias obreras, etc.) y a la toma
del poder por la clase obrera, es decir a la dictadura del proletariado.
Los revolucionarios la podemos agitar ampliamente ante las grandes
masas que aún confían en la democracia burguesa, pero
siempre como una consigna, secundaria, subordinada al programa
de extender y generalizar los consejos obreros -los organismos
de democracia directa de las masas- para que tomen el poder.
Como dice el Programa de Transición, “Tarde
o temprano, los soviets deben derribar la democracia burguesa.
Solo ellos pueden llevar a su consumación la revolución democrática
y abrir la era de la revolución socialista”.
De aquí que, para los trotskistas, la consigna de Asamblea Nacional
Constituyente, ligada a la ruptura con el imperialismo, a las
consignas democrático-revolucionarias de lucha por la tierra,
jueguen todo su rol en la medida que es necesario que las masas las
sobrepasen en la lucha. Conservan su fuerza y vigor, no como salidas
democráticas burguesas a la crisis nacional -y mucho menos como
consigna de poder, como lo plantea el PO-, sino por el contrario,
para que las masas agoten su experiencia e ilusiones con la democracia
burguesa, para que el proletariado se gane a sus aliados, el campesinado
y la clase media empobrecida -que siempre quieren hacer valer su
peso numérico- para establecer al alianza obrera y popular, e
inclusive para demostrarle a las masas que sólo armándose se podrá
defender la democracia hasta el final.
Por ello, lo que articulaba el programa de los bolcheviques
al inicio de la revolución en Rusia, era “Todo el poder a los Soviets”,
y no la Asamblea Constituyente, consigna que sí levantaban subordinadamente
para acelerar la experiencia de las amplias masas, sobre todo campesinas,
con la democracia burguesa, y por esa vía fortalecer la lucha por
“Todo el poder a los soviets”.
Si lo que se quiere es enfrentar al cada vez más dictatorial y
bonapartista régimen del pacto de Olivos y contraponerle Asamblea
Constituyente como una consigna democrático burguesa extrema,
hay que plantearla así, comenzando por decir “¡Abajo el régimen proimperialista
y dictatorial del Pacto de Olivos y su Constitución reaccionaria!”
Sólo así esta consigna democrática puede conservar su vigor y
ser una palanca para extender los organismos de democracia directa
y autoorganización de las masas.
Por ello, plantear que la consigna central de poder es una Asamblea
Constituyente para imponer un gobierno de los trabajadores, lejos
de acelerar la experiencia de los trabajadores y los explotados
con la democracia burguesa, fortalece sus ilusiones en ella y en
sus instituciones. Es decir, es retomar, no la vía del bolchevismo,
sino la del menchevismo y la del socialdemócrata Allende y el stalinismo
que en Chile pregonaban la “vía pacífica al socialismo”. Porque
Altamira y la dirección del PO les están diciendo a los trabajadores
que la vía para que éstos impongan su gobierno, o se, para que tomen
el poder, es votando una Asamblea Constituyente democrática. Ya
vimos como esta falacia terminó en Chile con los trabajadores
aplastados en un baño de sangre por la dictadura pinochetista,
que en primer término se dirigió a liquidar a los verdaderos organismos
de poder obrero que eran los Cordones industriales, que la socialdemocracia
y el stalinismo habían intentado a cada paso desmontar.
Altamira y el PO son como todo el centrismo
que se subordina a las instituciones más reaccionarias de los regímenes
de la democracia burguesa,
imperialista y semicolonial
Aunque luchamos por una república obrera -que sería mil veces
más democrática que la más democrática de las repúblicas burguesas-
los trotskistas estamos dispuestos a luchar codo a codo con cualquiera
que –aunque confiando en la democracia burguesa- quiera enfrentar
a este régimen político archirreaccionario y antidemocrático,
siempre que esté dispuesto a hacerlo hasta el final, es decir, a
derribarlo revolucionariamente. No rechazamos el programa democrático
sino que levantamos el de reemplazar al actual régimen por una cámara
única legislativa y ejecutiva a la vez eliminando la institución
presidencial que es un verdadero rey sin corona, donde cada funcionario
sea revocable en cualquier momento y gane el salario de un obrero,
donde se destruya la casta de jueves videlista-radical-peronista
y se los reemplace por jurados obreros y populares, donde se disuelva
a la policía y a todos los organismos de seguridad y se castigue
a los genocidas y asesinos de obreros de ayer y de hoy, entre otras
medidas. Es decir, ¡que no quede piedra sobre piedra de este régimen
oprobioso al cual Altamira le quiere dar una “salida”!
La Constituyente altamirista, tal como es planteada por el
PO, sin mencionar siquiera una línea de un verdadero programa democrático
-y como veremos tampoco antiimperialista- es la renuncia a luchar
por reducir a ruinas y escombros este régimen infame del Pacto
de Olivos. Como todos los centristas el PO se subordina a las instituciones
más reaccionarias de los regímenes democrático burgueses. Forman
fila junto a las corrientes europeas–como LCR y Lutte Ouvriére
en Francia-, junto a la “izquierda plural” de Krivine, que se rehúsan
a enfrentar a la V República imperialista francesa, con IU y el PSOE que sostienen a la monarquía
española, junto a las corrientes que se reclaman “trotskistas” y
que en Chile se prosternan ante el régimen pinochetista-concertacionista
de la Constitución del ‘80.
Altamira y el PO son enemigos de un “gobierno
piquetero” en Mosconi
El Partido Obrero realiza una estafa política, consistente
en poner en su periódico de escasa tirada el título de “El único gobierno
representativo en Mosconi es el de los piqueteros”, pero para
pedir por televisión, ante las masas, elecciones y gobierno burgués,
patronal, de la Constituyente. Su devoción a las “Constituyentes”
basadas en el Pacto de Olivos es tan grande que plantean convocar
una... ¡en Mosconi¡
En boca del PO “gobierno de
los piqueteros” quiere decir, en realidad, que los piqueteros
entren a las listas del PO para las elecciones, que es lo que significa
que “se organicen alrededor de la banca de
Altamira”, como dicen desde Prensa Obrera.
Estamos ante una verdadera estafa política: porque si se
lucha -como el PO- a nivel nacional por otro gobierno burgués –el
de una Asamblea Constituyente- mal puede lucharse en Mosconi por
un “gobierno de los piqueteros”.
Si tal gobierno se diera -y no fuera un gobierno obrero-burgués
que se dedicara a administrar la crisis de los capitalistas sino
que atacara sus intereses y se planteara servir como chispa y de
ejemplo para que toda la clase obrera siguiera por ese camino a nivel
nacional- entraría en contradicción flagrante con todas las instituciones
del régimen y el estado patronal, no solo con la Gendarmería sino
incluso con la “asamblea constituyente”
que es la panacea para el PO. Por eso se oponen a un verdadero “gobierno de los piqueteros”.
Por lo tanto, cuando habla de “gobierno de los piqueteros” su
política no es que las organizaciones de los explotados de Mosconi,
como son la Plaza del Aguante y la UTD, tomen el poder e instaure una
comuna obrera, sino que esos organismos se disuelvan en la democracia
burguesa.
Esto no es nuevo. Un teórico socialdemócrata, Hilferding,
imaginó en la Alemania de los años ‘20, una política contrarrevolucionaria
consistente en que los soviets o consejos obreros se incorporaran
como una institución más a la democracia burguesa, junto al Parlamento,
para quitarle todo contenido revolucionario. Altamira va más
allá, está más a la derecha que Hilferding, porque directamente
propone disolver los organismos de democracia directa y autoorganización
de las masas trabajadoras de Mosconi.
Por eso el PO, aunque se intenta cubrir con una demagogia “piquetera”, como una de las patas
“izquierda” del “frente democrático” pide “elecciones” y “constituyente”
en Mosconi. ¿Acaso Altamira nos quiere hacer creer que habla de una
“constituyente” para Mosconi porque los trabajadores y el pueblo
de esa ciudad no han agotado aún su experencia con la democracia
burguesa, y que todavía tendrían ilusiones en ella? Señor Altamira,
no sólo la han agotado, sino que demolieron las instituciones de
este régimen burgués que ellos en su heroico levantamiento de noviembre!!
Lo que les está diciendo Altamira -ubicándose como consejero
de la burguesía- a los piqueteros y al pueblo trabajador insurrectos
de Mosconi es que vuelvan a poner en pie la municipalidad burguesa
-cuyas ruinas incendiadas, dicho sea al pasar y como símbolo, se
han convertido en el baño público del pueblo-, el concejo deliberante
burgués, los partidos patronales y sus punteros, etc., los juzgados
que ellos destruyeron, y todas las instituciones y los mecanismos de engaño de esta “democracia”
para ricos. Y les dice todo esto justamente a los piqueteros y
el pueblo trabajador de Mosconi que cuentan con un embrión de organización
de democracia directa, una institución reconocida por todos los
explotados como la Plaza del Aguante- y podrían tomar el poder sin
ningún trámite “electoral”.
En lugar de decirles a los explotados que avancen por ese camino,
les piden que disuelvan todo y participen de las elecciones. Para
eso están... las listas del PO.
Siguiendo la tradición de los “socialistas”
del puerto de Buenos Aires,
como Juan B. Justo, Altamira y el PO llaman a
una “constituyente”
sin tareas antiimperialistas
Separadas de la lucha por la preparación del derrocamiento
del estado burgués y de la toma del poder por el proletariado –como
las usa el PO- las consignas del programa democrático se convierten
no en un motor de la movilización revolucionaria sino “en un dogal en el cuello del proletariado”.
La “constituyente” según
el PO, serviría para resolver el problema de un “régimen sin salida”. Tras la declaración de que un gobierno
subordinado a ella tendría la “capacidad”
de “tocar los grandes intereses,
atacar los privilegios y derechos de los explotadores, y proceder
a una transformación social”, no se plantea ninguna tarea concreta
–ni estructural ni superestructural- para resolver ninguno de
los problemas de las masas. Altamira -¡que no menciona la palabra
“imperialismo” a lo largo de todo su editorial!- no hace más que
seguir la tradición de toda la izquierda del puerto de Buenos Aires
–Juan B. Justo, Palacios, etc.- que nunca dejaba de hacer –desde sus
bancas- llamados a la “transformación social” y contra los
“privilegios” pero que era enemiga
de formular una sola tarea antiimperialista concreta.
Altamira y el PO renuncian así a la lucha antiimperialista
y contra el régimen –es decir a cualquier verdadera lucha democrática-
como todo izquierdista del puerto de Buenos Aires. Lo central de esta “constituyente”
altamirista es darle una “salida”
al régimen político: reemplazar el bonapartismo inherente al
Pacto de Olivos –“sin salida”-
por una variante más “democrática”. En otras palabras: una simple reforma institucional como tarea central.
En cambio, para el Programa de Transición trotskysta:
“La tarea central de los países coloniales y semicoloniales
es la revolución agraria, es
decir, la liquidación de las herencias feudales y la independencia nacional, es decir, el derribo del yugo
imperialista. Ambas tareas están estrechamente vinculadas entre
sí.
Es imposible rechazar si más el programa democrático; es preciso que lo sobrepasen
en la lucha. La consigna de Asamblea Nacional (o Constituyente)
conserva toda su fuerza para países como China o India. Esta consigna debe ligarse indisolublemente con el problema
de la liberación nacional y el de la reforma agraria” (negritas nuestras).
Podrían decirnos que todo esto está incluido en las formulaciones
generales que citamos y que más explicación se sale de los marcos
de un pequeño artículo como el de Altamira. Pero este pequeño
artículo, es una nota editorial
de Prensa Obrera en momentos en que el país es recorrido por una
crisis inmensa de los de arriba. Con este argumento lo único que
se hace es reconocer que se renuncia a agitar entre las masas, a
colocar como uno de los ejes del programa de acción revolucionario,
las tareas que para el trotskysmo son las “centrales”
en los países semicoloniales, como la lucha contra el Imperialismo,
justamente cuando asistimos a un resurgir del sentimiento antiimperialista
de los trabajadores y el pueblo en las calles ligado a la lucha de
Aerolíneas, cuando por las calles de Buenos Aires se grita ¡Fuera
Iberia!, cuando desde las calles de Mosconi se lucha contra la Repsol.
Francamente, ¡hay que ser muy reaccionario para sofocar y ocultar
esa lucha como hace Altamira desde sus editoriales!
Así, liquidando el contenido revolucionario de las consignas
democráticas en los países semicoloniales, Altamira y el PO las
contraponen a la lucha por impulsar y extender los organismos de
democracia directa y autoorganización de las masas, o bien subordina
estos últimos a las mismas. Estamos, ni más ni menos, frente a una
adaptación del centrismo a la seudoteoría de la revolución por etapas
del stalinismo: primero, luchamos por la democracia hasta el final,
imponemos una Asamblea Constituyente democrática para que los
trabajadores decidan libremente. Y después, en una segunda etapa,
no se sabe cuando, expropiaremos a los monopolios y a la burguesía,
romperemos con el imperialismo, y armaremos al proletariado.
¡Vaya programa “revolucionario” el de esta gente que pomposamente
afirma haber “refundado la IV Internacional” desde la banca de
Altamira en la legislatura porteña!
Hoy el PO, que siempre se ufanó de ser “antimorenista”, termina
adoptando alegremente la teoría etapista –y morenista si las hay-
de la revolución democrática, la tradición de cretinismo parlamentario
del morenismo en la Argentina, y ubicado como consejero de la
burocracia sindical “opositora” del CTA y el moyanismo, como quedó
claro en el Congreso de La matanza el 24 de julio.
Ahora sí está completada la acción parlamentaria del diputado
Altamira y del PO; ahora sí se comprende lo que querían decir cuando
hablaban de “organizar a la clase obrera alrededor de la banca”
de Altamira. Estamos frente a un cretinismo parlamentario manifiesto,
que lejos de desarrollar e impulsar la lucha extraparlamentaria
de las masas, recrea en los explotados ilusiones en las instituciones
de la burguesía. Ahora comprendemos por qué la banca de Altamira
y de la dirección del PO, que ya recorrió los “cien barrios porteños”,
no se ha dignado a instalarse a sesionar en Mosconi -que es el ejemplo
más avanzado de la lucha extraparlamentaria de masas-, hasta que
se retire la gendarmería que tiene rodeados a los heroicos piqueteros
y el pueblo trabajador, hasta que se libere a los presos, y se cumplan
las demandas de la Plaza del Aguante. Altamira no cumple las 21 condiciones
impuestas por la III Internacional revolucionaria a los oportunistas
y socialdemócratas que habían entrado en sus filas. ¡Qué lejos están
de ese gran revolucionario Karl Liebknecht que pasó más años preso
por oponerse a la guerra imperialista, que en su banca parlamentaria!
Centenares de obreros de vanguardia buscaron en el PO, que les
hablaba de la IV Internacional, de la revolución, del socialismo,
un camino a la revolución proletaria; hoy se encuentran con que
están frente a la izquierda del “Salón de las causas perdidas” del
parlamento burgués que jura fidelidad a la “democracia”, que no
es otra cosa que la mejor envoltura de la dictadura del capital.
La política de Altamira y la dirección del
PO:
la Internacional dos y media en acción
Para cubrir su escandalosa adaptación, el PO intenta utilizar las limpias banderas
de la IV Internacional. Para ello, ha puesto en pie un remedo de Internacional
dos y media, al que llama pomposamente la “IV Internacional refundada”. Es un acuerdo internacional sin principios,
oportunista, completamente diplomático, donde se ocultan las
diferencias existentes entre los distintos grupos que la integran,
y que no resisten la menor prueba de los grandes acontecimientos
de la lucha de clases internacional. Es un acuerdo para juntarse
una vez por año en Conferencias, lavarse la cara hablando de “internacionalismo”,
no tomar ninguna resolución revolucionaria, y que cada grupo
pueda después volver a su país a seguir capitulando hasta la próxima
Conferencia internacional.
Así vimos al PO, en una Conferencia realizada en Argentina
el año pasado, proclamar que la IV Internacional había sido “refundada” cuando los asistentes
no habían podido sostener una sola posición común frente a los acontecimientos
más álgidos de la lucha de clases internacional, como eran en ese
momento los Balcanes –y hoy, la revolución palestina-, ni podían
ponerse de acuerdo sobre el carácter de los antiguos estados obreros
degenerados y deformados, sobre si eran “estados obreros en descomposición”,
si eran países capitalistas, e incluso llegando algunos de sus
grupos, como el grupo “En Defensa del marxismo” de España, a afirmar
que China y Rusia serían... ¡países imperialistas!
En aquella oportunidad, Altamira había sido recientemente
electo legislador. Todos los grupos que integran este remedo de
Internacional dos y media se deshicieron en saludos y felicitaciones
por esa “gran conquista”. Y hoy, como corresponde a ese engendro centrista
diplomático, todos ellos guardan absoluto silencio frente a las
capitulaciones de Altamira y la dirección del PO. ¡Tarea cumplida:
para eso sirven estos remedos de Internacionales dos y media!
¡Fuera la manos de los centristas y oportunistas de las limpias
banderas de la IV Internacional!