25 de Julio de 2002 - Democracia Obrera |
Editorial
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¡Abajo la trampa electoral! Ni maquillaje del régimen asesino de trabajadores y sirviente del FMI, ni Asamblea Constituyente para salvarlo
¡Que se vayan todos!
¡Boicot activo!
con la Huelga General
con cortes de ruta, tomas de fábrica, piquetes y lucha
en las calles
Por un Congreso Nacional Obrero
y Popular
para organizar el boicot y preparar un nuevo 20 de diciembre
Se cumple un
mes desde que la saña de los perros de presa de la patronal asesinara
en Avellaneda a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. El gobierno
de Duhalde, todas las alas de la patronal y el Imperialismo, esperaban
que este primer golpe contrarrevolucionario contra los trabajadores
desde el 20 de diciembre, fuera el primer paso para otros golpes
del mismo carácter. Pero los organizadores de la masacre de Avellaneda
se encontraron con una respuesta inmediata y generalizada de
los trabajadores y el pueblo, con el inmenso odio y bronca que produjeron
los asesinatos. El ataque a los piqueteros en el Puente Pueyrredón,
premeditado y preparado por todas las fuerzas de la patronal
unidas, si bien provocó una primera derrota parcial en las calles
a los trabajadores, produjo un resultado político opuesto al
que se quería obtener. El movimiento de masas, en respuesta al
ataque contrarrevolucionario mostró una predisposición enorme
a la lucha y a unir sus filas, como se demostró en que en menos de
dos semanas se produjeran tres enormes movilizaciones a la Plaza
de Mayo. El 9 de julio, decenas de miles de trabajadores ocupados
y desocupados junto a las asambleas populares marcharon por las
calles de Buenos Aires y coparon la Plaza de Mayo. Más masiva que
las dos anteriores, esta marcha del 9 de julio se hizo aún sin el
apoyo ni de la CTA ni de la CCC.
En Avellaneda se le empezó a ver la cara a la contrarrevolución,
pero la primera respuesta de las masas fue enorme. Las condiciones
y las expectativas de millones estaban dadas para pasar a dar
una lucha decisiva, para llamar desde la misma plaza a organizar
y preparar la huelga general al grito de ¡Fuera Duhalde, y el régimen infame y todos los organizadores
de la masacre de Avellaneda! Esa gran concentración del 9 de
julio era una gran oportunidad para convocar desde allí mismo a
un gran congreso nacional unitario y democrático de todas las
organizaciones piqueteras, a los trabajadores y a las fábricas
en lucha, a las asambleas populares y a los ahorristas estafados,
para organizar y preparar esa gran lucha, para organizar la huelga
general indefinida, para terminar de barrer al régimen odiado
y descalabrar al estado patronal. Si esa convocatoria era lanzada
en la misma Plaza de Mayo por las organizaciones piqueteras,
como la Aníbal Verón, preparar esta gran lucha estaba al alcance
de la mano.
Gracias a que los dirigentes cumplieron este papel
de impedir que se abriera el camino a una lucha generalizada
y decisiva, la patronal -basándose en el hecho de haber impuesto
en Avellaneda una derrota física, militar, sobre los trabajadores,
que impone un límite a los cortes de ruta y acciones en las calles-
ve alejar por ahora, en lo inmediato, el peligro de la huelga general
y de un nuevo embate de masas. Con este tiempo ganado, los distintos
sectores de la patronal, mientras están todos de acuerdo en el llamado
a elecciones adelantadas, pueden discutir entre sí cuál es la mejor
manera para legitimar las instituciones con las que pasar a la
ofensiva mayor que necesitan sobre los trabajadores y el pueblo
y liquidar la revolución que se inició en diciembre, porque con
este gobierno y estas instituciones maltrechas y odiadas, aunque
puedan dar golpes parciales como el de Avellaneda, no pueden genralizarlo
como quisieran a todo el movimiento obrero. Es que la ciudadela
del poder está sitiada. El odio obrero y popular se acrecienta
día a día y si no ha estallado no es por la sagacidad del gobierno
ni de los políticos patronales, ni por el apoyo de masas que tengan,
sino por el sostén que le dan los dirigentes que se niegan a organizar
una lucha decisiva para completar la tarea iniciada el 20 de diciembre.
Gracias a este handicap y el tiempo ganado pueden
discutir públicamente las diferencias en el seno de la patronal
acerca de cómo desviar, abortar y aplastar la revolución que se
inició. El primer plan, encabezado por Duhalde, pretende salvar
lo esencial del hoy maltrecho régimen del Pacto de Olivos, que sostuvo
a Menem y a De la Rúa. Este plan quiere ir rápido, con ”internas
abiertas” y con elecciones, a volver a legitimar la forma “peronista”
de este régimen, con fuerte base en la burocracia sindical de
los sindicatos estatizados, sacando las masas de la escena con
palos y más jornadas contrarrevolucionarias como la de Avellaneda
y comprando a los dirigentes. Así, terminar imponiendo un sexto
gobierno peronista ya sea tras la cara de De la Sota, Menem o Reuteman,
un gobierno bonapartista fuerte como bajo el menemato. La renuncia
de Reuteman a la candidatura del PJ debilitó profundamente
a este plan.
Otro sector de la patronal, en cambio, sostiene
que con este plan de mantener lo esencial del viejo régimen se corre
el peligro de que –por la monumental crisis económica, por el odio
de las masas y la enorme crisis del peronismo- se les cuele la revolución,
que sigue viva como se demostró en la respuesta de masas a los asesinatos
de Avellaneda. Para políticos patronales como la Carrió, Ibarra,
Solá y Kirchner, el plan de maquillar el viejo régimen no basta
para engañar a los trabajadores y el pueblo, para descomprimir
el odio obrero y popular. Para este ala de la patronal, detrás de
la demagogia de la “renovación” de todos los cargos, detrás de
un operativo de “manos limpias” y de “gente honesta” -que no es
más que la continuación del plan del Chacho Alvarez-, que busca expropiarle
a las masas la consigna de “que se vayan todos”, se quiere mandar
al basurero de la historia el viejo ”Pacto de Olivos” que no inspira
confianza a nadie por el odio que le tiene los trabajadores y el
pueblo, y hacerlo antes de que estos lo tiren con su movilización
revolucionaria completando la tarea iniciada en diciembre.
Pretenden ir, mediante un nuevo pacto a espaldas de los trabajadores
y pueblo –como el que le proponía Carrió a Reuteman- a una renovación
total de las instituciones del régimen patronal, incluyendo
una asamblea constituyente que legitime esta estafa.
Pero, a pesar de las diferencias, tanto uno como
el otro plan patronal, quieren seguir manteniendo intacto, detrás
ya sea de las mismas instituciones de este régimen odiado o de
otras nuevas, el poder de las camarillas capitalistas que ejercen
día a día su dictadura, someter aún más y más a la nación al imperialismo.
Detrás de estos dos planes electorales y de constituyente, una vez conquistadas las instituciones de un régimen que permitan legitimar al estado patronal para derrotar la revolución que empezó en diciembre, está la necesidad del imperialismo yanqui de convertirnos en una verdadera colonia. Como adelanto llega al país la “comisión de notables” del FMI encargada de “monitorear” la marcha de los asuntos, o sea un verdadero gobierno detrás de bambalinas, como en un protectorado. Antes pasó en visita de inspección Otto Reich, el encargado de asuntos latinoamericanos del gobierno de Bush, el organizador directo de la intentona golpista en Venezuela, y tras él vendrá el propio secretario del Tesoro yanqui, O´Neill.
La crisis mundial, en su tercera ronda desde 1997,
golpeó no solo a Argentina, sino fundamentalmente al interior
mismo de los EEUU ya ahora bajo la forma de un crac -que no es más que
un “strip tease” en el cabaret de las pandillas de piratas saqueadores
de todo el mundo con el escándalo de los balances truchos- abriendo
condiciones objetivamente revolucionarias a nivel mundial,
donde nada va a ser igual que como hasta ahora. Así, vamos hacia
un mundo más convulsionado por los cracs y los golpes de la revolución
y la contrarrevolución. Para superarla, el imperialismo yanqui
está obligado a redoblar la ofensiva sin pausa sobre los explotados
de todo el mundo, contra sus competidores imperialistas, y contra
su propio proletariado. Necesita cobrarse los
8 billones de dólares que se esfumaron por la crisis en los
dos últimos años, crisis que se consume todas las semanas capitales
inventados en los balances fraudulentos equivalentes a toda
la deuda externa latinoamericana (750 milmillones de dólares).
Si para el secretario del tesoro yanqui, O’Neill, “los carpinteros
norteamericanos no iban a pagar la crisis argentina”, los trabajadores
y el pueblo norteamericanos, ahora deberán pagar la crisis de
los monopolios yanquis.
Apela a ofensivas guerreristas como contra Afganistán y a intentos de golpes como el de Venezuela, para asegurarse las rutas del petróleo, y apoya con todo al ejército genocida del estado fascista de Israel contra los trabajadores y el pueblo palestino. En particular, necesita subordinar aún más a Latinoamérica, su patio trasero. Lo que necesita el Imperialismo es terminar imponiendo en nuestro país el “modelo chileno”. No es casual que uno de los ideólogos de la “comisión de notables” del FMI, el economista norteamericano Rudiger Dornsbusch, acaba de escribir en un documento “reservado” que “las instituciones argentinas seguirán cayendo, sin que pueda hablarse de ayuda externa hasta el retorno de algún dictador militar”. Los trabajadores y el pueblo nos enfrentamos, como quedó demostrado en el Puente Pueyrredón, a la misma saña asesina que vemos contra los explotados en Palestina, o en Afganistán.
Para que el plan imperialista pase en nuestro
país, tienen que, primero, derrotar la revolución que se inició
en diciembre. Mientras las FFAA están alistadas esperando la ocasión
para intervenir, la Gendarmería, la Prefectura y las policías
federales y provinciales ya son un verdadero ejército de ocupación
a las órdenes de Bush y el FMI. La primera medida que tomó “Juampi”
Caffiero, el nuevo secretario de seguridad de la provincia de
Buenos Aires, alcahuete de los servicios de inteligencia que
fue a Mosconi en julio del 2001 a chantajear a los piqueteros con
que si no se rendían la Gendarmería iba a atacar, que hace de “policía
bueno”, fue presentar un plan para que las policías privadas y agencias
de seguridad –repletos de ex-genocidas de la dictadura y ex-policías
de “gatillo fácil”- colaboren con la policía bonaerense. Santillán
y Kosteki fueron asesinados en una emboscada premeditadamente
preparada por todas las fuerzas del régimen patronal. Los barrios
de la zona sur del gran Buenos Aires ya se están militarizando
y se persigue a los luchadores. De la Sota saca a los barrios obreros
al Tercer Cuerpo de Ejército en Córdoba tras la fachada de repartir
comida. En el gran Buenos Aires, los punteros peronistas organizan
hasta a los delincuentes liberados por la policía para apretar
a las asambleas populares. Los asambleístas son constantemente
amenazados, así como los secundarios que luchan por el boleto
estudiantil, a uno de los cuales una patota le grabó con un cuchillo
la sigla de las “Tres A” en el cuerpo. Es así que la verdadera cara
de la trampa electoral para salvar a este régimen de chorros, asesinos
y entregadores de la nación, es la represión a los trabajadores
y el pueblo que están preparando.
Pero a pesar de los primeros golpes de la contrarrevolución
como el de Avellaneda, la patronal y el imperialismo no pueden
golpear de manera generalizada. Las masas, como se demostró luego de la masacre de Avellaneda están dispuestas
a dar una respuesta contundente. Son los dirigentes los que se lo
impiden. La ofensiva yanqui contra Palestina, Afganistán, Argentina
y toda Latinoamérica se va a empantanar adentro mismo de los
EEUU, porque la crisis obliga a los monopolios yanquis a pasar a
un ataque decidido contra sus propias masas, haciéndoles pagar
la crisis con más desocupación y baja del salario. Las fuerzas,
el odio y la disposición de los trabajadores, liberados del control
de los dirigentes bomberos al servicio de la patronal como ocurrió
el 19 y el 20 de diciembre, la misma espontaneidad que empezó a
verse el 9 de Julio en la Plaza de Mayo, están intactas para no
dejar piedra sobre piedra de este régimen infame ni de sus perros
de presa asesinos. Por eso, la patronal y el imperialismo necesitan
echar más agua al fuego obrero y popular, apelar mucho más al engaño y a la acción de la quinta columna
metida entre las filas del movimiento obrero. No nos debemos dejar
engañar con las cortinas de humo que nos levantan, con los desvíos
electorales que buscan adormecernos, para preparar el escarmiento
que el imperalismo yanqui quiere dar en Argentina cobrandose más
sangre obrera y popular.
¿De dónde han sacado fuerzas el gobierno de Duhalde
y los partidos del régimen para golpear como en el Puente Pueyrredón?
De los que lo apoyan hasta dándole ministros o desde afuera como
Daer y Moyano. De los que como la burocracia sindical de la CTA
le vienen concediendo al gobierno de Duhalde una tregua de meses.
Lo sostienen también D´Elía y Alderete que ante los asesinatos
de Avellaneda repetían la mentira de un “complot contra Duhalde”.
Ante los distintos frentes patronales, las distintas alas de la
burocracia sindical tampoco han tardado en buscar su lugar. Daer
se alinea con Duhalde, y Moyano con Rodríguez Saá. Para esta tarea
de atarle las manos a los trabajadores y engañarlo con frases
dulzonas está el frente popular como el que la burocracia sindical
del CTA, el stalinismo, junto al Frenapo, la patronal esclavista
de las PYMES y los banqueros chorros del Credicoop, quieren poner
en pie detrás de la Carrió.
La izquierda del régimen –como Zamora, el MST,
CS, PO, PTS- no se queda atrás. Mientras la Carrió, Kirchner y Cía y
toda una ala de la patronal quiere meter la estafa de la “renovación
de todos los cargos” y hasta hablan de una asamblea constituyente,
toda la izquierda del régimen, clama también por una constituyente.
Todos se ubican a la cola de este plan patronal.
El PO y el PTS son los que llevan hasta las últimas
consecuencias esta política. El PO, pide elegir asambleas constituyentes
en los municipios, en las provincias, a nivel nacional, para que
“gobiernen”, “con poder en todos los distritos”. Quieren llenar
el país de “constituyentes”, y han empapelado toda la ciudad de
Buenos Aires con afiches que proclaman “Constituyente
con poder”. Esta propuesta no se diferencia en nada de la del
PTS, que llama a una asamblea constituyente para “cambiar
todo”, para lo cual también tendría –aunque no lo digan- que gobernar.
Para el PO, la constituyente sería la garantía de “una transición hacia un nuevo régimen político y social al
servicio de la mayoría trabajadora”. Para el PTS, la asamblea
constituyente permitiría “imponer
(una) salida donde se discuta
todo para cambiar absolutamente todo lo que determine la voluntad
popular”.
Para los trotskystas, el programa democrático
revolucionario, el papel de las consignas de la democracia extrema,
es servir al desarrollo de la organización de los trabajadores
y el pueblo en grandes organismos de autodeterminación y democracia
directa, y a la conquista del armamento, para acelerar la experiencia
de las masas con la democracia burguesa y que comprendan la necesidad
de tomar el poder. Estas consignas son tácticas y episódicas,
no estratégicas, en función de desarrollar la movilización independiente
de las masas. Su validez proviene de que pueden jugar episódicamente,
integradas en un programa revolucionario, el papel transicional
de conducir a las masas a comprender la necesidad de tomar el poder.
Su validez no proviene de que conserven algún significado histórico,
de que acaso con la asamblea constituyente se pudiera “cambiar todo” realmente, como fue en la asamblea nacional
de la revolución francesa burguesa de 1789. Esto sirvió para la
revolución burguesa, pero no para la revolución proletaria
que está en curso.
En está época los revolucionarios utilizamos
las consignas democráticas en tanto conserven todo su vigor para
impulsar a las masas hacia delante. La consigna de la asamblea
constituyente, en cambio -en la situación actual en Argentina-
no tiene nada de ese vigor. Es que la asamblea constituyente es
hoy una salida totalmente funcional a los planes del régimen.
Por eso la levanta la Carrió y hasta habla a la “desobediencia
civil” como forma de presionar a la otra ala burguesa.
Por eso, ante
la trampa electoral, hay un verdadero programa democrático revolucionario
que sí puede impulsar la movilización revolucionaria de las
masas, que es el de llamar a organizar y preparar el boycot activo
a las elecciones truchas del régimen asesino y expoliador del
pueblo, incluida la constituyente, y a imponerlo con la huelga
general, con piquetes, lucha en las calles y quema de urnas incluida.
Esta izquierda sobreviviente del Pacto de Olivos, que está a la
cola del proyecto burgués de la Carrió, no quiere ni oír hablar de
este programa democrático.
Al calor de la lucha por el boycot, los trabajadores
deben poner en pie grandes organismos de autodeterminación y
de democracia directa, de doble poder, y avanzar desarrollando
sus comités de autodefensa y las milicias obreras. Un gran movimiento
por el boycot revigorizaría los organismos como las asambleas
populares. La política de la izquierda tiene, en cambio, como consecuencia
disolver los organismos de autodeterminación y democracia
directa, porque, total, con la asamblea constituyente se “cambia
todo”. Estamos ante una izquierda enemiga de desarrollar estos
organismos porque es enemiga de la dictadura del proletariado,
porque, como veremos más adelante, lucha por una revolución democrática
como etapa previa a la revolución socialista.
Lo que propone la izquierda, es una solución pacífica
dentro del régimen, haciendo de consejeros a la burguesía proponiéndoles
una salida más efectiva para salvarlo. En cambio, con el boycot
a las elecciones no se “cambia
todo” –en el sentido en que lo entiende la izquierda del régimen-
pero es el único programa democrático que enfrenta la trampa
electoral, constituyente incluida, porque pone en desbandada
al régimen patronal y a todos sus planes de “transición” y legitimación,
porque no es funcional a ellos. No hay acuerdo posible entre el boycot
impuesto con la huelga general para que no se vote, y los planes
del régimen de legitimarse con el voto. La constituyente, en
cambio, es la vía pacífica al salvataje del régimen.
El boycot responde
al sentimiento de millones que quieren “que se vayan todos”.
En cambio la constituyente llama a las masas a delegar, cuando
el grito con el que surgieron las asambleas populares es “¡No delegamos más!, tomemos los problemas en nuestras propias
manos!”. ¡Desde Democracia Obrera decimos que la clase obrera
y el pueblo que se levantaron el 19 y el 20 de diciembre tomando
el cielo por asalto, no dejaron su
sangre y sus mártires en la calle para delegar de nuevo como
quiere esta izquierda del régimen!
La consigna de constituyente -hoy en las condiciones
actuales de nuestro país- cumple el papel opuesto, el de convertirse,
no en un motor de la movilización revolucionaria de los trabajadores,
sino en un collar alrededor del cuello del proletariado que le
dice “de aquí no se pasa”. Para esta izquierda todo se resuelve,
no haciendo realidad el “que se vayan todos” y tampoco con “un gobierno de trabajadores, piqueteros y las asambleas populares”,
como votaron miles en la Interbarrial de Parque Centenario, sino
votando, delegando, que es lo que quiere el régimen, una constituyente.
La realidad
es que no puede haber ninguna salida mínimamente democrática
para las masas, ni siquiera de una asamblea constituyente como
la que levanta la izquierda, si no se barre con el régimen infame
y se descalabra el estado patronal, si no se completa la tarea
que comenzamos con las jornadas de diciembre pasado, si no se liquida la casta de oficiales genocidas,
se barre con la justicia y con todos los jueces videlista-peronista-radicales,
se acaba con ese parlamento que solo puede funcionar defendido
por la policía asesina, lleno de diputados que son empleados de
las distintas pandillas de capitalistas y banqueros, se meta
en la cárcel no solo a los genocidas que ellos dejaron en libertad
sino también a los Alfonsín, a los Menem, a los Duhalde y a todos
los asesinos y saqueadores del pueblo. La lucha contra el FMI, contra
el saqueo, por trabajo y salarios dignos para todos, solo se va
a resolver si barremos a este régimen odiado y avanzamos a imponer
soluciones obreras a la crisis. Por esa la clave es impulsar el
boycot a las elecciones con piquetes, cortes de ruta, huelgas, acciones
en las calles. Que en ese camino necesiten ser ayudadas a agotar
la experiencia con la democracia burguesa, es otra cosa.
Si muchos trabajadores confiaran aún en que los
grandes problemas del país se pueden arreglar imponiendo la fuerza
del número, por ejemplo votando en una asamblea constituyente,
hay que decir que solo oponiendo hoy el boycot a las elecciones,
barriendo a este régimen, solo un gobierno provisional revolucionario,
obrero y popular, que se imponga sobre las ruinas del régimen actual
y del estado patronal, basado en grandes organismos de democracia
directa y en destacamentos de obreros armados, desarmando a
los explotadores, es el único gobierno que podría garantizar
una asamblea constituyente, porque el poder lo tendrán los trabajadores
y los explotados, los que no tienen nada que perder, y no los explotadores
y el imperialismo. Pero aún así, esta constituyente serviría,
no para “cambiar todo” ni para
“gobernar”, sino para que
los trabajadores y el pueblo hagan hasta el final la experiencia
con la democracia patronal, y comprendan por su propia experiencia
que una república obrera, basada en grandes organismos de democracia
directa y autodeterminación con representación de todos los
trabajadores y explotados en lucha, es un millón de veces más
democrática que la más democrática de las asambleas constituyentes
patronales.
Pero desde el PTS y el PO nos hablan de “transición” a un “nuevo” régimen “social”,
de “cambiar absolutamente todo”
imponiendo el reino de la asamblea constituyente. El PO y el PTS
–aunque usen palabras un poco diferentes- repiten lo mismo que
los traidores de la Segunda Internacional y de la Socialdemocracia:
que votando y ampliando la democracia patronal, los trabajadores
pueden imponer su “mayoría”
y su “voluntad” y así conquistar una sociedad
más justa, el socialismo. La transformación social es para ellos
un acto jurídico. Estamos ante el mismo verso de la “vía pacífica
al socialismo” conque se estranguló a la revolución chilena
y se le abrió el camino al golpe de Pinochet.
Pero volvamos a lo que dijimos al principio, que
el programa democrático debe servir para desarrollar la organización
independiente de las masas, los soviets, y sus milicias obreras.
La izquierda del régimen lejos está de relacionar una cosa con
la otra. El PTS dice que una de las tareas de la asamblea constituyente
será “que disuelva la policía asesina para
reemplazarla por milicias de trabajadores que se hagan cargo
de la seguridad del pueblo y de la
propia autodefensa”. Pero es una engañifa –que esconde
un pacifismo criminal- porque lejos de sostener que para imponer
ahora de manera efectiva cualquier
reivindicación seria de los trabajadores y el pueblo, para que
no nos sigan matando ahora
como en el Puente Pueyrredón, para ahora
defendernos en los barrios, es necesario poner en pie ahora los comités de autodefensa
de los trabajadores y el pueblo, deja esto para el futuro, para
que la asamblea constituyente lo resuelva y lo sancione con una ley, como si la autodefensa de los
trabajadores pudiera esperar a establecerse dentro de meses
y con un acto “jurídico”.
El PTS, que pretende ponerse a cubierto agregando
a su asamblea constituyente el adjetivo de “revolucionaria”, sostiene que “será (¿será?, ¿cuándo?) vital
que en el transcurso de esta pelea surjan organismos de democracia
directa –consejos obreros y del pueblo pobre- capaces de oponer
a la resistencia de la burguesía y los engaños de los conciliadores,
su propio poder, base del futuro estado obrero”. Esta perspectiva,
“vital” para el PTS, es tan,
pero tan para el futuro que se limita a hablar de indefinidos
“consejos obreros y del pueblo pobre”
sin nombrar a uno solo de los organismos de democracia directa
que los trabajadores han puesto en pie hasta ahora, como lo fueron
los piquetes de desocupados, o las coordinadoras y las asambleas
populares. Es que en el presente,
los trabajadores solo podrían aspirar a ampliar y mejorar la
podrida democracia burguesa y nada más. ¡Eso es lo “vital”
para estos conversos al gramscismo!
El PO, por su lado, le agrega a la exigencia de “Constituyente con poder” unas gotitas
de la consigna de “por un congreso
nacional de asambleas, piquetes, ahorristas, empresas ocupadas
y organizaciones obreras y populares”, cuando el Bloque Piquetero
se viene negando hace meses a convocar a tal congreso. Este papel
que le asigna a estos organismos de democracia directa es apenas
subsidiario, subordinado a la constituyente, una institución
patronal, porque ésta es la que tendría el “poder”.
Es el mismo papel que un sector de la patronal pretende asignarles
a las Asambleas Populares, como el plan de Ibarra de que se integren
a los “Consejos de Gestión y Participación” (CGP) de la municipalidad
de Buenos Aires, o al sistema electoral pudiendo presentar candidatos.
Ni la izquierda, ni el “democratizante” Altamira, ni el
régimen patronal han inventado nada nuevo. En los años 20, un teórico
socialdemócrata alemán, Hilferding, desarrolló la política
contrarrevolucionaria consistente en que los soviets o consejos
obreros y soldados armados que poblaban toda Alemania en ese entonces,
para quitarle todo su contenido revolucionario se incorporaran
como una institución más a la democracia burguesa, junto al Parlamento.
¡Qué estafas! ¡Qué confianza en los mecanismos
de la democracia patronal! A los trabajadores y el pueblo que
hicieron el 19 y el 20 de diciembre, a los que nos han matado desde
entonces casi 40 compañeros, y aún mas, luego del primer golpe
de la contrarrevolución en Puente Pueyrredón, les dicen, como
émulos de Juan B. Justo o de Jean Jaurés: “¡Conquistemos la mayoría
con el voto!”. Como veremos estos usurpadores del trotskysmo lo
que quieren hacer es una revolución burguesa cuando este sistema
ya está putrefacto y echa mal olor.
Hoy no podemos esperar otra cosa de quienes como
el PO son parte del Bloque Piquetero, de un frente de “gran homogeneidad política” con
los stalinistas y castristas, socios estos a su vez de la patronal
de las Pymes y del Banco Credicoop en el Frenapo. Como su estrategia
es conseguir todo en la constituyente, incluso cambiar el “régimen
social”, entonces los “planes de lucha” del Bloque Piquetero son
luchitas de presión, porque total, todo lo conseguiremos votando
y esperando la constituyente.
No puede dejarse de recordar que muchos de los
integrantes del Bloque Piquetero, fueron el año pasado los grandes
defensores del “no vote” y de la abstención ante las elecciones de octubre, pero ahora se callan la
boca. ¿No creen que sería hora de convocar a un congreso nacional
obrero y popular donde democráticamente los trabajadores decidamos
qué hacer ante la trampa de las elecciones? ¡Podemos asegurar que la propuesta de organizar el boicot activo
a las elecciones arrasaría frente a la de asamblea constituyente,
porque corresponde con el sentimiento
de millones que quieren pasar a la acción! ¡Por eso la propuesta
de asamblea constituyente del PO ya fue derrotada en la Interbarrial
Nacional realizada en Parque Centenario el 16 de mayo, con más
de tres mil asistentes votando a mano alzada! ¡A eso es a lo
que le tienen miedo, porque aunque el PO diga que DO es un grupo “irrepresentativo”,
saben que la política que ellos levantan es la verdaderamente
irrepresentativa de lo que quieren hacer las masas! Precisamente,
es por esa debilidad de la izquierda del régimen que nos agreden
y calumnian (ver artículo en página 16).
En ultima instancia todos los partidos usurpadores
del trotskysmo son defensores de la revolución por etapas, porque
ven con el triunfo de la constituyente el
imperio de una etapa de democracia plena, y recién después
el socialismo. Es la posición clásica del menchevismo y del stalinismo,
opuesta a la de la Revolución Permanente del trotskismo. Por eso, porque
tienen la misma concepción, no tienen problemas en proponer partidos
únicos con el stalinismo (ver artículo). Unos con “febreros recurrentes”,
otros con “febreros triunfantes”, con una política para presionar
a que se culmine la “revolución democrática” que empezó, todos
son enemigos de avanzar hacia un congreso obrero, de impulsar comités
de autodefensa, de boycotear las elecciones, de conquistar un
régimen de poder dual y preparar la insurrección para tomar el
poder, porque no corresponde a esta supuesta primera etapa democrática
de la revolución.
En esta concepción radica la explicación de por
qué el PO se enfrentó a la gran mayoría de la Interbarrial de Parque Centenario por la consigna
de asamblea constituyente en contra de la de gobierno de trabajadores,
piqueteros y asambleas populares.
Junto al PTS, son la variante más alfonsinista de la izquierda
porque lo que dicen es que en esta primera etapa se logra “cambiar todo” (PTS) y transformar el “régimen social” (PO). ¡O sea que repiten con Alfonsín que
“con la democracia se cura, se educa y se come”! Ni siquiera los
mencheviques se atrevieron a tanto, porque reconocían al menos
que la revolución burguesa significaba nos traspasar los límites
de la propiedad privada.
No han inventado nada nuevo. Han ido a buscar enseñanzas
con el PST-U de Brasil porque el programa de “fuera Duhalde - Asamblea
Constituyente”, no es más que una repetición del programa de “Fuera
Collor, elecciones generales” que este partido levanta permanentemente
para todo: para conseguir salario, elecciones generales, contra
el gobierno, elecciones generales, y así para todo.
Los “partidos únicos” con el stalinismo de la que
hablan los partidos como el MAS, el FOS, el PO, el MST (ver artículo)
tampoco es novedad: no es más que seguir tras los pasos del SWP yanqui,
que en la década de los ‘80 culminó su transformación de partido
trotskista en una agencia castrista de viajes turísticos a la Habana.
Unidad con el stalinismo y revolución por etapas,
este es el programa que los usurpadores del trotskismo, bajo la
batuta del PST-U de Brasil y la LIT(CI), trajeron de la reunión en
Porto Alegre de esa cueva de bandidos contrarrevolucionarios
que es el Foro Social Mundial dirigido por Lula, el stalinismo
y la socialdemocracia.
En muchas asambleas populares y organizaciones
de desocupados se discute ya cómo enfrentar esta trampa. El PO
ya está tratando de transformar a las organizaciones de desocupados
en organismo de presión para la convocatoria de la constituyente.
Los compañeros que en todos lados enferntan esta política no
pueden quedar aislados y ya hay que organizarlos
La alternativa no es oponerle a las elecciones
una asamblea constituyente, como dice la izquierda, porque son
dos alternativas dentro del régimen patronal. El
camino es oponerle a la trampa patronal, incluida la constituyente,
el boicot a las elecciones con la huelga general, con comités de
autodefensa, con cortes de ruta en todo el país, con tomas de fábricas
y empresas, y el llamado a un
gran congreso obrero y popular que lo prepare y organice,
en el camino de imponer un nuevo 20 de diciembre hasta hacer realidad
el “que se vayan todos”, barrer con el régimen odiado y descalabrar
al estado patronal, para derrotar el plan de hambre y miseria,
e imponer una salida obrera y popular a la crisis nacional y castigar
a los asesinos de los mártires obreros.
Hay que llamar a que las asambleas obreras, las organizaciones
de desocupados, las asambleas populares, las organizaciones
estudiantiles combativas, los organismos de derechos humanos,
se pronuncien por el boycot activo y por un gran congreso obrero
y popular que lo organice y tome en sus manos la crisis del país.
Hay que llamar en todos lados a repudiar a los burócratas sindicales
como Moyano y Daer que le dan su apoyo a las distintas variantes
patronales. La lucha por el boycot significaría un inmediato
salto adelante para los trabajadores y el pueblo. En cambio, si
triunfa la trampa electoral, entonces la patronal y el imperialismo
estarán más fuertes para atacar decididamente. De manera inmediata,
todas las organizaciones obreras y populares que están de acuerdo
en enfrentar la trampa electoral, debemos impulsar ya mismo la
formación de un comité nacional
para empezar a propagandizar y organizar el boicot activo.
Las fuerzas de la izquierda, como Autodeterminación y Libertad de Luis Zamora, el PC, el MST, el PO, tienen que romper con su política actual que los pone en el campo de la trampa del régimen patronal, y poner todo el peso de sus puestos parlamentarios al servicio de organizar y preparar el boycot activo a la trampa electoral.
Zamora dice que quiere que surja algo “desde abajo”.
Entonces, que ponga todo su prestigio al servicio de poner en pie
un gran congreso obrero y popular. Altamira, que llama a los desocupados
a exponer la vida cortando
rutas, no puede dejar de pasar un minuto más sin pronunciarse de
la misma manera. ¡Eso sí que soldaría la unida de la izquierda con
los trabajadores y el pueblo! Si no lo hacen –Zamora, Altamira,
Echegaray, Ripoll, Walsh- demostrarán que son nada más que la izquierda
del Pacto de Olivos, y contribuirán a que la trampa electoral triunfe
y que el imperialismo y la patronal estén más fuertes y puedan
aplastar la revolución.
Si no es así, entonces demuéstrenlo: ¡Sus parlamentarios
no pueden permanecer un minuto más
en ese parlamento odiado por los trabajadores y el pueblo!,
¡que renuncien a sus puestos
en esa cueva de bandidos para dar una clara señal a los trabajadores
y el pueblo de que están por el boycot a la trampa electoral, por
echar a Duhalde, de que están por terminar con este régimen podrido,
por la democracia directa! ¡Renuncien a sus bancas y propóngase
como diputados a ese gran congreso de trabajadores ocupados
y desocupados y asambleas populares!
Con la trampa electoral, la paronal y el imperialismo
quieren limpiar la sangre obrera y popular aún fresca en plaza de
mayo y avellaneda. el mensaje que dieron en el puente puyrredón
es que si se vuelven a cortar las rutas, entonces habrá más muertos.
La patronal y el imperialismo nos han declarado
la guerra, cada vez que nos levantamos para exigir trabajo para
todos, cárcel y castigo a los corruptos y entregadores de la nación,
y que la crisis la paguen los banqueros, los monopolios y el FMI.
¡Para ellos no es suficiente dejar a la clase trabajadora en la
miseria y la desocupación, sino que asesinan y reprimen a mansalva
a los que reclaman miserables planes Trabajar de 150 lecops y bolsones
de comida para no morir de hambre! ¡Acusan de violentos a los piqueteros
y a los luchadores obreros y populares, cuando los trabajadores
ya hemos dejado 50 mártires en los últimos años, en Tierra del Fuego,
en Cutral Có, en Corrientes, en Mosconi, en la Plaza de Mayo y en
Avellaneda! ¡Nos dicen violentos cuando permanecen presos luchadores
populares como Castells, mientras que todos sus policías y gendarmes
asesinos, políticos ladrones y burócratas sindicales pagos,
están vivos y en libertad!
Hay una primera respuesta inmediata a dar, votando
comités de autodefensa en todas
las organizaciones obreras y populares para que no nos maten
más en las calles. Cualquier trabajador al que le ocupan y le asaltan
su casa tiene derecho a la defensa, y mucho más contra el que le
roba el pan de la mesa y le mata a sus hijos. Desde los grandes monopolios
de prensa nos acusan a los trabajadores de que somos violentos,
pero los muertos son siempre de
nuestro lado.
Junto con esto, hay que luchar por tribunales obreros y populares para
juzgar y castigar a los asesinos de trabajadores y sus cómplices,
por la libertad a los presos políticos y por luchar, por el desprocesamiento
inmediato de todos los luchadores obreros y populares perseguidos,
por la disolución de la policía, la gendarmería y todos los organismos
de seguridad, llamar a los soldados rasos del ejército a desconocer
y destituir a sus oficiales y a organizarse junto a los trabajadores
y el pueblo.
los piqueteros y las asambleas populares, basado en las organizaciones de democracia directa de las masas en lucha y sus comités de autodefensa
Con masacres como la de Avellaneda y con la trampa
electoral nos quieren hacer retroceder y anestesiar para poder
derrotar la lucha revolucionaria que iniciamos en diciembre.
Pero la catástrofe de hambre y miseria que se descarga día tas
día sobre nuestras espaldas no se detiene. ¡Ya no se soporta más!
Lo que necesitamos es un congreso obrero y popular
para que los trabajadores y el pueblo debatamos y tomemos la crisis en nuestras manos, un verdadero congreso
obrero y popular con miles de delegados de todos los trabajadores
del país.
La lucha por el boycot a las elecciones, por los
comités de autodefensa y por un congreso nacional obrero y popular,
permite que la lucha no se pare y avancemos hacia una lucha decisiva,
en lugar de que terminemos en luchas de presión, impotentes. No
estamos hablando de un acuerdo entre dirigentes por arriba, donde
se cocina todo previamente como fueron las últimas “asambleas
piqueteras”, para terminar con los dirigentes sentados con los
intendentes y funcionarios del gobierno negociando el control
de más planes trabajar y bolsones de comida. ¡Ante este llamado
a unirnos, no habrá fábrica como las centenares que están produciendo
en manos de los obreros, barrio, asamblea popular, sindicato ganado
a la burocracia, coordinadora, que no responda afirmativamente!
Organizaciones piqueteras que se reclaman combativas, como
la FTC, que dicen defender la democracia obrera dentro del Bloque
Piquetero, debe poner todas sus fuerzas para impulsarlo.
Los docentes como los del Suteba, de la Unter de
Río Negro, de Chubut, los trabajadores que mantienen casi cien
fábricas y empresas funcionando gracias a su esfuerzo luego que
la patronal huyera, como Zanón, Brukman, la Baskonia o la Clínica
Junín de Córdoba, los bancarios amenazados por decenas de miles
de despidos, los estatales del interior a los que el FMI ordena
despedir en un número de 400 mil. A todos hay que dirigirles un
llamado a elegir delegados. ¡Todos con voz y voto! ¡Habría que
hacerlo en un estadio de fútbol! Con un llamamiento de este tipo,
miles de trabajadores elegirían delegados en las fábricas, en
el transporte, en las oficinas y en los bancos, saltando el cerco
de los burócratas vendidos, para organizar una gran y decisiva
lucha nacional, al grito de ¡abajo la burocracia sindical, cómplice
y sirviente del gobierno asesino y hambreador del pueblo!
La Coordinadora Aníbal Verón, a la que pertenecían
Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, deben convocar ya mismo
a este Congreso unitario y democrático empezando por dirigirse
a las otras organizaciones piqueteras y los desocupados, y a
la que convoquen a todos los trabajadores ocupados y asambleas
populares.
Los trabajadores desocupados de la CCC sienten
el mismo odio que todos por los compañeros caídos. Los planes que
cobran todos los desocupados son la misma miseria de 150$. ¡Hace
falta una sola y gran organización de desocupados, democrática
y que organice a millones y no a una minoría, en la cual los dirigentes
vivan con 150 $ como cualquier desocupado! Hay sectores del CTA
que denuncian a D’Elía y que se niegan a ser sirvientes del gobierno
de Duhalde. Hay que llamarlos también a que elijan y manden delegados
a este congreso. Al Bloque Piquetero, hay que decirle que no dirige
más que a una minoría del movimiento de desocupados y exigirle
que abandone su política autoproclamativa, y que también se
sume.
El grito debe ser: ¡no delegamos más ni en políticos
ni en burócratas sindicales! En este congreso los trabajadores
y el pueblo podríamos empezar a tomar en nuestras propias manos,
sin delegar en nadie, la resolución de los problemas más acuciantes
que sufrimos, como son el del hambre y la desocupación. Por ejemplo
imponiendo la incautación de todos los depósitos de alimentos
en manos de los monopolios de la alimentación
y de los grandes supermercados, para asegurar la distribución
entre los trabajadores y el pueblo, con comités obreros y populares
que controlen los precios.
Este programa obrero y popular de salida a la
crisis, ya es parte de la conciencia de millones de trabajadores.
Las soluciones obreras y populares que este congreso debe levantar,
ya han sido puestos en la calle por los trabajadores de las empresas
abandonadas por la patronal y puestas a producir por los trabajadores:
la nacionalización sin pago bajo control obrero es el reclamo
de las trabajadoras de Brukman, de los ceramistas de Zanón. Al
grito de “que se vayan todos” la Interbarrial Nacional reunida
en Parque centenario el 17 de marzo pasado le agregó la demanda
de un gobierno de trabajadores, piqueteros y asambleas populares.
En las asambleas piqueteras de la Matanza del año pasado retumbó
el “se va a acabar la burocracia
sindical” mientras se lo echaba a Moyano.
Con este congreso, los trabajadores tendríamos
el poder para marchar a las fábricas con los desocupados y, como
planteaban los 21 puntos de los piqueteros del Norte de Salta, luchar
por trabajo para todos, por imponerle a la patronal la reducción
de la jornada de trabajo para que todas las manos se pongan a producir,
sin bajar el salario sino por el contrario aumentarlo a un mínimo
de $1200 indexado según la inflación. Luchar por la expropiación
sin indemnización y bajo control obrero de toda empresa que cierre
o despida. Podríamos unir a trabajadores bancarios y pequeños
ahorristas estafados para luchar por la estatización sin pago
de todos los bancos y su unidad en un banco estatal único
bajo control de los trabajadores, para dar créditos baratos y
devolver los ahorros. Debe levantar medidas como el no pago de
la deuda externa, la ruptura con el FMI, la expropiación sin pago
y bajo control obrero de todas las empresas de los monopolios empezando
por las empresas privatizadas.
Con este gran organismo de las masas en lucha,
que sería un verdadero parlamento obrero y popular, estaría
a la orden del día preparar y organizar el boycot a las elecciones,
con la huelga general indefinida, cortando todas las rutas del
país, con ocupación de bancos y empresas, con comités de autodefensa
en todas las organizaciones obreras, para terminar de barrer
a este régimen infame y al estado patronal, y abrir el camino
a una insurrección triunfante que imponga un
gobierno provisional revolucionario, obrero y popular,
el único que puede aplicar este programa de soluciones obreras
hasta el final.
Comité Redactor de Democracia Obrera