"El modelo económico no sirve"
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LA CRISIS Y LA FE. "No se puede salir de la misa y marcharse para la casa tranquilo y feliz, sin preocuparse de quién está en la calle, de que hay gente que no tiene trabajo" |
ALVARO J. AMORETTI
El arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, advirtió que el
mundo "está imponiendo" a Uruguay un modelo económico del que los
uruguayos "no podemos liberarnos", consideró que la respuesta a los
problemas sociales no puede hallarse ni en el "neoliberalismo
capitalista" ni en el "marxismo materialista" y dijo sentir
"dolor y pena" por quienes, cuando habla de estos temas, le acusan de
hacer política.
Durante una extensa conversación de casi tres horas que
mantuvo con El País en su acogedor despacho del primer piso del Arzobispado,
Cotugno se mostró partidario de iniciar la búsqueda de "un camino
alternativo" desde el punto de vista económico, aunque reconoció que
"algunos neoliberales y algunos marxistas" están demasiado convencidos
de las bondades del modelo que defienden y "no parecen dispuestos" a
explorar otro.
Lo que sigue es una síntesis de la primera parte de la
entrevista que Cotugno concedió a El País.
--El país vive una coyuntura delicada. La desocupación ha
alcanzado niveles récord, el número de personas que vive en asentamientos crece
al igual que el de quienes carecen de un techo, la población que carece de una
alimentación adecuada es cada vez mayor, los embarazos adolescentes se
multiplican y la mendicidad infantil se ha incrementado en forma explosiva.
¿Cómo observa la Iglesia esta coyuntura?
--Con gran preocupación. Lo que está pasando es en verdad
preocupante, aunque en medio del dolor siempre hay cosas que rescatar.
--¿Cómo cuáles?
--Como la solidaridad. Los uruguayos advierten lo que está
pasando, lo perciben como algo negativo. No estamos indiferentes. Todos
queremos revertir este estado de cosas.
--¿Y hacemos algo por revertirlo o nos conformamos con
manifestar nuestra solidaridad sin llegar a traducirla en hechos concretos?
--Hay mucha gente que pasa a la acción. Hay un plan
"Frío Polar" porque hay conciencia de que hay gente que no tiene
techo, que pasa frío. Y esa es una iniciativa que ha tenido una gran difusión.
Pero hay gente a la que nadie conoce, que desde su humilde posición hace lo que
está a su alcance para ayudar a sus hermanos. El otro día vinieron a verme dos
personas, gente muy pobre, que han buscado ayuda y que salen cada noche a
repartir una taza de caldo caliente a quienes pasan frío. Y eso no se ve. Como
muchas veces no se ve lo que hace la Iglesia en muchas zonas carenciadas.
--En medio de la crisis, ¿qué es lo que más preocupa a la
Iglesia Católica?
--La familia. Nos preocupa que haya madres que están solas,
que tienen cinco o siete hijos a su cargo, y que están tratando de sobrevivir
con quinientos pesos por mes. Quinientos pesos. Por eso estamos impulsando la
construcción del liceo en el barrio Borro. Porque creemos que la Iglesia no
sólo tiene que pregonar la solidaridad, sino que tiene que trabajar para que
esa solidaridad se traduzca en obras concretas.
--Alguien puede decir que la construcción de un liceo no es
tarea de la Iglesia Católica, sino de las autoridades.
--Lo que pasa es que ese liceo, como otras obras, no se
necesita para mañana. Se necesita para ayer. Y entonces hay que dejar de lado
si lo tiene que hacer el Estado, porque no podemos esperar que los trámites y
la burocracia lleguen a definir que allí hay que hacer un liceo o un local de
UTU. Hay que hacer algo, y ya. Y los católicos tenemos el deber de poner todo
lo que somos y tenemos al servicio de esta empresa, porque no tendría sentido
otra actitud. No se puede salir de la misa y marcharse para la casa tranquilo y
feliz, sin preocuparse de quién está en la calle, de que hay gente que no tiene
trabajo, de que hay quienes no pueden llevar adelante a su propia familia.
--Pero hay mucha gente que lo hace...
--Hacerlo es un acto de irresponsabilidad. Es un ritualismo
escandaloso. Esto lo tenemos que revertir entre todos. Cada uno desde su fe,
desde su ideología, pero entre todos tenemos que estrechar las manos y marchar
todos en la misma dirección.
--Usted apela a la solidaridad, pero en los anexos del Plan
Pastoral se pone el acento en que la sociedad uruguaya ha sido ganada por el
"individualismo" y se afirma incluso que "las políticas
económicas vigentes en las últimas décadas han priorizado las orientaciones
neoliberales" y favorecido los mecanismos "perversos" de
generación de riquezas. ¿Usted comparte esa afirmación?
--Sí. Es una constatación que uno puede hacer a nivel
mundial. El Papa ha dicho que el neoliberalismo capitalista no cuadra con la
situación de la humanidad. Lo que pasa es que esta concepción de la economía
nos ha llevado a este mecanismo perverso por el que los países más ricos son
cada vez más ricos y los países más pobres son cada vez más pobres, y la
fractura entre unos y otros es cada vez más notoria. Y eso es producto de una
concepción económica...
--... que para usted no tiene las respuestas que la hora
demanda.
--Es que es evidente que la cosa así no marcha. Que este
modelo no sirve. El mundo pide otra cosa.
--¿Y el Uruguay?
--Bueno, yo no digo que en el Uruguay exista un
neoliberalismo capitalista que sea el responsable de todos los males. Lo que
pasa es que ese es el aire que respiramos. Y lo respiramos todos. Si yo estoy
en un ambiente y usted está fumando, yo estoy fumando pasivamente. Yo no
quisiera fumar, pero usted me obliga.
--¿A Uruguay lo obligan a seguir políticas de
"neoliberalismo capitalista"?
--Los uruguayos vivimos en un contexto mundial y no podemos
sustraernos de las principales líneas económicas con las que se maneja el
mundo. Pero no tenemos dudas de que hay que cambiar, como no tuvimos duda que
había que dejar de lado el marxismo materialista y lo dejamos, porque
entendimos que no nos llevaba a la solución de los problemas de la humanidad.
--¿O sea que las opciones no son ni el capitalismo ni el
marxismo?
--Ni una ni otra. Por un camino o por el otro llegamos al
hombre que está en la calle. ¿Ahora creerán que uno no está ni de un lado ni de
otro?
--Pero cuando usted habla de estas cosas desde otras veredas
le acusan de hacer política. Y lo mismo pasa cada vez que, desde un documento o
desde un sermón, la Iglesia o alguno de sus miembros incursiona en estos temas.
¿Qué siente cuando le enfrentan con esos argumentos?
--(piensa algunos segundos) Siento dolor y pena. ¿Yo
haciendo política partidaria? No. Yo soy coherente con este Dios que se ha
hecho hombre, que es el Creador de todo y la meta de todo. Y no existe el credo
abstracto, la fe abstracta. Existimos hombres y mujeres que creemos. Eso es la
fe. Y esos hombres y mujeres no sólo rezamos, sino que somos personas que
trabajamos, que vivimos, que sufrimos, que nos alegramos, que nos enfermamos y
que nos entristecemos, por ejemplo, cuando perdemos jugando al fútbol contra
Venezuela (risas). Pero si yo digo que estoy triste porque perdimos un partido
fundamental, nadie puede decir que Cotugno hace deporte. Lo digo porque el
fútbol es una parte de mi vida y porque sufro, y cómo, cuando perdemos. Pero
para entender eso basta con comprender que la persona humana es toda una
integralidad.
--¿La Iglesia no hace política?
--No. La política para los políticos.
--¿Qué concepto tiene de la dirigencia política uruguaya?
--Yo confío en estos políticos. ¿Cómo no voy a confiar en
ellos si tengo la oportunidad de elegirlos?
--¿Puede decirse que usted confía en ellos pero no comparte
la política económica imperante?
--Es que el mundo está imponiendo esa política económica y
nosotros no podemos liberarnos. Y no sólo nosotros no podemos. ¿O nos olvidamos
lo que está pasando en Argentina? ¿Y lo que pasa en Brasil? ¿Y en el resto de
nuestros países?
--Argentina está tratando de salir a flote a través de una
trabajosa negociación con el Fondo Monetario Internacional. ¿Qué opinión tiene
de esos organismos multilaterales?
--El Fondo Monetario Internacional y todos estos grandes
complejos económicos mundiales, el G-7 y el G-8, son los que mueven los hilos
de la economía. ¿Quién puede decir que no?
--Pero si desde fuera se establece la política económica que
deben seguir nuestros gobiernos, ¿somos realmente libres?
--Mire, lo que uno ve es que hay un determinismo que
condiciona nuestra libertad. Los que se reunieron en Génova, nos guste o no,
estaban determinando nuestra forma de obrar. Y si Argentina no recibe el
respaldo del Fondo Monetario Internacional y no obtiene por esa vía los 9 o 10
mil millones de dólares que le faltan, ¿qué pasa con Argentina? Y hoy todos
estamos pendientes de si el Fondo Monetario Internacional le da ese dinero o
no. ¿Y eso qué es?
--Usted afirma que el "neoliberalismo capitalista"
no es el camino y que el "marxismo materialista" ya quedó atrás. ¿Hay
una tercera vía?
--Ahh, yo creo que hay.
--¿Y cuál es?
--El Papa dice que hay que buscar una alternativa.
--Pero no dice cuál es.
--Es que decir que hay que buscar un camino alternativo ya
es mucho decir. Porque si este enfoque económico mundial no sirve, no seremos
los uruguayos los que vamos a poder cambiar las estructuras. Somos muy
poquitos.
--Sigue sin quedar claro cuál es ese camino alternativo.
--El Papa habla de reemplazar el "neoliberalismo
capitalista" y el "marxismo materialista" por la
"globalización de la solidaridad". Lo primero es tener claro que los
dos caminos primeros no nos llevarán a buen puerto. Después tendrá que llegar
el tiempo de globalizar la búsqueda de las soluciones a los problemas que ya
tenemos.
--¿Advierte que en Uruguay existe disposición de transitar
ese camino alternativo?
--Yo creo que la hay.
--¿En todos los actores políticos y económicos?
--Bueno, evidentemente hay algunos que están tan convencidos
de que no se puede salir de esta ideología o de esta visión de la economía, que
no parecen dispuestos a explorar un camino alternativo.
--¿A quiénes se refiere?
--A algunos neoliberales y a algunos marxistas. Hay gente
que está tan convencida que con ellos el diálogo se hace difícil. Pero lo
importante es que se están haciendo esfuerzos. Hay disposición a dialogar.
--¿Le generan esperanzas los encuentros entre líderes
políticos que, en la teoría, están en las antípodas?
--Uno observa esos encuentros con mucha alegría. Es muy
importante no proscribir a nadie, no excluir a nadie del diálogo. Tiene que
haber un diálogo entre todos.
--¿Ha pensado en algún momento en que la Iglesia pueda
oficiar de eje para propiciar ese encuentro entre todos los líderes políticos
del país?
--No sé si nos corresponde. Prefiero pensar que el eje será
el pueblo.
--Hay quienes dicen que la situación social no se revierte,
el país corre riesgo de un estallido. ¿Tiene ese temor?
--No. Creo que decir eso es ser un poco alarmista. No niego
que estamos en un momento en el que se siente la severidad de la situación
social. Y por eso mismo, más que insistir sobre posibles o eventuales
estallidos, hay que insistir en la necesidad de que cada uno y todos juntos
demos lo mejor de nosotros mismos para poder afrontar esta situación y
superarla positivamente, con el menor costo posible. Y para que no sean los que
más están sufriendo los que tengan que seguir sufriendo.
--¿Tiene esperanzas de que haya una salida a esta crisis?
--Tengo. Y la Iglesia tiene que transmitir esa esperanza.
--Hay quienes dicen que para revertir esa situación social
habría que sacarle a los más tienen para subsidiar a los que menos pueden.
¿Es esa la salida?
--Yo pienso que sí. En la Doctrina Social de la Iglesia, que
es la traducción del Evangelio a la problemática social y que está preparando
la Santa Sede, hay una afirmación que considero clave. Allí se afirma que
"sobre toda propiedad privada y sobre el capital grava una hipoteca
social".
--¿Qué se quiere decir con eso?
--Que la propiedad privada no es un derecho absoluto.
--¿Cómo es eso?
--Uno, desde el punto de vista de la propiedad privada,
puede decir que tiene 100 millones de dólares. Y puede pensar que hace lo que
quiere con su dinero. ¿O no? Pero frente a una situación de alguien que se está
muriendo de hambre, ese derecho se relativiza.
La hipoteca social equivale a decir "tú que tienes 100
millones de dólares, si no te preocupas de ese hombre que tiene hambre, no
puedes decir que ese dinero es tuyo y que nadie te lo toca".
--¿Por qué?
--Porque no hay derecho que uno tenga para tirar manteca al
techo y que otro no tenga ni para comer.
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