Tabaré Fernández, además de sociólogo, es animador del Movimiento Scout del Uruguay. En esta oración que nos envía desde México, descubrimos todo lo que aportó Perico a los movimientos juveniles.
Conocí a Perico primero a través de los libros.
Con cada página del Carné de Ruta me lo fui imaginando: su mochila, salir
de la ciudad, campamento, su cansancio, pero sobre todo compañeros.
Años más tarde se me apareció con la Iglesia Increible.
Aquel silencioso del saber de andar a pie, ahora se levantaba provocativo,
duro, demoledor. Toda una nueva faceta para mí. Pero ese Perico también me
cuestionó tanto como aquel otro: sus palabras no tenían la autoridad del
argumento sino de la encarnación.
Pero los recuerdos más profundos los tengo de verlo en La Huella, jugando
con sus canas y sus ñios, rodeado y sonriente. Era una nueva imagen para
mi: una de felicidad por un pasado que estaba allí vivo, agradeciendo y
reclamando el futuro. Muchas veces fuimos allí con los scouts del grupo .
La vida nos fue dando la oportunidad de saludarlo, acercarnos, conocer de
reojo su casa junto a la de los Castores, hablar con él. Me acuerdo una
vez verlo conversando atentamente con Marquitos. El no era alto ni
Marquitos muy bajo, pero parecía querer estirarse todo para verlo mejor.
El se sentía frente a un gigante. Al despedirlo con el saludo scout, nos
comentó "Guau!".
Si Guau!.
Ahora Perico que tenés la oportunidad de charlar mano a mano con el Señor
Jesús, acordate de interceder por nosotros. Porque este legado que nos
dejás es enorme y nos va exigir mucha fuerza pa´seguir construyendo, esa
fuerza que viene del Espíritu.
Gracias Perico,