16ª
SEMANA SOCIAL DEL URUGUAY
"MONS. CARLOS PAARTELI"
¿Solidaridad o exclusión?
Las semanas sociales en el Uruguay. Haciendo historia.
Conclusiones de la 16ª Semana Social del Uruguay.
LAS SEMANAS
SOCIALES EN EL URUGUAY
HACIENDO HISTORIA
"Las Semanas Sociales en el Uruguay tienen una historia muy rica que se remonta a principios de siglo, cuando los precursores del social cristianismo vieron en éstas otro gran espacio para explorar, analizar en conjunto y proponer soluciones, sobre aquellos grandes temas sociales que interrogaban el pensamiento y la acción de cada cristiano" así comienza Pablo Guerra su trabajo sobre los antecedentes de las Semanas Sociales en el Uruguay.
Las Semanas Sociales comenzaron a principios de Siglo, en 1912 y esta XVI Semana Social será la última de este siglo que las vio nacer.
Primera Semana Social, 10 y 11 de noviembre de 1912
Temas: La Cuestión Social, Deberes Sociales de la Mujer, La Familia, Sindicatos Agrícolas, condiciones morales y religiosas de nuestra agricultura. Funcionamiento de los Sindicatos. Defensa del Hogar Cristiano, La Educación, Las Cajas Rurales, El Trabajo, Las obras postescolares, El trabajo a domicilio, El Salario y los Círculos de Estudio.
Segunda Semana Social del 5 de Mayo de 1921
Temas: Las Obras Sociales, Historia y Acción del Sindicalismo, Los católicos italianos, El salario vital, El paro forzoso, La participación en los beneficios de las empresas, Los católicos sociales alemanes, Aspectos de la legislación obrera, Los católicos sociales franceses, El sindicalismo.
Tercera Semana Social del Uruguay, 14 al 20 de octubre de 1923
Temas: Formación e Instrucción de la niñez en el progreso de la Patria, El derecho de enseñar, Bancarrota de la enseñanza oficial, Monopolio y libertad de enseñanza, La instrucción religiosa de la niñez, Acción histórica de la Iglesia en el proceso intelectual, La formación del carácter y la voluntad, Repartición proporcional escolar, Instrucción sexual de la niñez, La protección social de la infancia, La enseñanza cristiana de la niñez y su contenido moral, La situación de la escuela pública en Uruguay y Nuestros postulados y aspiraciones.
Cuarta Semana Social, 18 de octubre de 1925
Temas: El divorcio absoluto en el mundo actual, La familia, Evolución de la familia, La escuela, El bien de familia, El divorcio en el país, El hogar propio
Quinta Semana Social, 17 al 23 de octubre de 1932
Temas: El capital y el trabajo, Tribunales de conciliación en los conflictos de trabajo, Deberes de los patronos y obreros, Sindicatos patronales y obreros y mixtos en el Uruguay, Vigilancia del Estado para armonía de capital y trabajo, Legislación social y obrera, Legislación social y obrera, Acción social de la Iglesia, El cooperativismo como doctrina social económica
Sexta Semana Social, 11 al 18 de mayo de 1941
Temas: Rerum Novarum, Catolicismo social, La Iglesia y el trabajador actual, Las luchas sociales del Siglo XIX, El bien común, Los sindicatos nacionales, El justo salario, Las asignaciones familiares, El corporativismo de asociación, El proletariado rural, El derecho de propiedad, El trabajo femenino, El servicio social y Federación de Sindicatos Agrarios.
Séptima Semana Social, 7 al 14 de setiembre de 1952
Temas: Los factores de la producción, La paz social, Teología social de las relaciones entre capital y trabajo, Problemas de derecho, El totalitarismo y su error respecto a las relaciones entre capital y trabajo y La eucaristía y la oración.
Octava Semana Social, del 22 al 29 de julio de 1958
Temas: Vivienda, El salario, Las asignaciones familiares, Asistencia de salud, Lucha por la superación humana del trabajo, La educación,
Durante el proceso de la dictadura se produce una interrupción de las Semanas Sociales que recién se retoman los primeros años de la democracia, en 1989.
Novena Semana Social , setiembre 1989
Tema: La civilización del trabajo
Décima Semana Social, octubre 1990
Tema: Familias unidas Sociedad Solidaria
Décima primera Semana Social, octubre 1991
Tema: Solidarios en los Nuevos Tiempos
Décima segunda Semana Social, octubre 1992
Temas: Una pastoral social liberadora y solidaria
Décima tercera Semana Social, mayo 1993
Temas: Vivir dignamente, derecho y deber de nuestra gente
Décima cuarta Semana Social, junio 1994
Temas: Derechos humanos: desafíos y esperanzas de nuestras familias
Décima quinta Semana Social, mayo 1995
Temas: "Tuve hambre y me diste de comer...Estuve desocupado y me ayudaste a trabajar..."
Décima sexta Semana Social, 4 de agosto de 1999
Temas: ¿Solidaridad o Exclusión". En homenaje a Monseñor Carlos Parteli.
Como se puede apreciar desde 1912 hasta el presente las comunidades cristianas generaron estas instancias de reflexión y lo hicieron a partir de las realidades que se vivía en cada época, de acuerdo a las interrogantes y a las diferentes percepciones que la realidad le planteaba a nuestro pueblo y por lo tanto a la propia Iglesia y sus diversas lecturas.
Hoy fin de Siglo, en un mundo globalizado, donde los modelos económicos-sociales que le asignan un papel fundamental al mercado parecen predominar como una realidad irreversible, es bueno que una vez mas vivamos aquello que lo único absoluto es el Señor de la Historia con su mensaje de conversión y solidaridad con todos los hombres u mujeres de nuestro pueblo.
Los modelos de exclusión son posibles de revertir porque la solidaridad está presente en los vericuetos de la historia de todos los días.
Por eso participamos una vez en la XVI Semana Social, ésta vez en homenaje a Don Carlos Parteli, un pastor que nos enseñó ese camino.
(Fuente sobre Semanas Sociales: Brena, Tomás "El pensamiento y la acción social de los católicos en el Uruguay, Montevideo, Talleres Barreiro, 1960)
CONCLUSIONES FINALES DE LA XVI SEMANA SOCIAL 1999 "MONSEÑOR CARLOS PARTELI" ¿SOLIDARIDAD 0 EXCLUSIÓN?
DEPARTAMENTO DE PASTORAL SOCIAL - CÁRITAS URUGUAYA
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL URUGUAYA (CEU)
Agosto 1999
Presentamos las conclusiones de esta XVI Semana Social ""Monseñor Carlos Parteli" ¿Solidaridad o Exclusión? fruto de todo el proceso de preparación, lanzamiento, formación, reflexión en pequeños grupos y talleres en las distintas Diócesis de nuestro país.
No pretende ser un documento exhaustivo, académico o científico sino anotaciones de las reflexiones, preparación y elaboración con todos aquellos que ahora y antes han participado en estos desafíos de la dimensión social de la Fe.
No es una propuesta económica - social frente a los desafíos de la realidad, porque no nos corresponde tener una receta como creyentes pero sí un compromiso como cristianos y ciudadanos, integrantes de este pueblo, para que juntos a otros hombres y mujeres, insertos en la sociedad, podamos construir una cultura solidaria que supere las diferentes formas de exclusión.
Participaron en la Redacción, recopilación y sistematización de este trabajo:
Ángel Rocha
Guillermo Kerber
Pablo Guerra
Ruben Márquez
Departamento de Pastoral Social - Cáritas Uruguaya de la Conferencia Episcopal Uruguaya (CEU)
Presidente: Monseñor Rodolfo Wirz
Secretario Ejecutivo: Pbro. David Hernández
Equipo de Animación de Cáritas Uruguaya:
Angel Rocha
As. Soc. Carmen Mondelli
Cra. lvonne Campos
Graciela Mazzara
Juan Ramilo
Mirian Hernández
Hermanas y Hermanos:
1. Antecedentes
En este año que hemos dedicado a la realización de una nueva Semana Social, cerramos el siglo que las viera nacer. Todo surgió allá por el año 1911, cuando los cristianos comprometidos, iluminados por la "Rerum Novarum" de León XIII (1891) y la "Pastoral sobre la Iglesia y las cuestiones sociales" de Mons. Mariano Soler (1896), decididos a promover la defensa de los fundamentos del orden social", se lanzan con enorme audacia a considerar críticamente los principales problemas sociales que afligían a nuestro pueblo, e inauguran las Semanas Sociales que analizan lo que en la época era denominado "cuestión social" . A lo largo de todo el siglo, las semanas sociales van a ir construyendo una reflexión sobre la cuestión social que acompaña el magisterio de los Papas en lo que se ha denominado Doctrina Social de la Iglesia. En las Semanas Sociales del Uruguay, temas como los sindicatos agrícolas, el proletariado rural, el trabajo a domicilio, el derecho a las huelgas, el salario, la distribución de utilidades, el derecho a la educación, la propiedad, y el cooperativismo, entre otros, fueron entonces, y parecen ser aún hoy, temas de indudable preocupación y actualidad para la Iglesia Católica.
2. Una mirada pastoral sobre la realidad uruguaya: globalización, solidaridad y exclusión.
De hecho, casi un siglo después de estas primeras reflexiones de las comunidades cristianas, viejos y nuevos desafíos en el campo social han sido también objeto de análisis entre los cristianos. Entre los nuevos desafíos, quizá deberíamos detenernos en el denominado proceso de globalización en el que estamos inmersos. Al hacerlo, ofrecemos una visión pastoral sobre la realidad. Esta, brota del contacto que los agentes pastorales tenemos con miles de laicos que viven, sufren, gozan y luchan, junto a otros hombres y mujeres en organizaciones sociales, servicios, que aportan a la construcción de una sociedad más fraterna. El análisis se alimenta también de la experiencia de cientos de obras sociales en las que cristianos conviven con los más excluidos de la sociedad: niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad social, mujeres víctimas de violencia doméstica, enfermos terminales, personas con capacidades diferentes, ancianos, personas sin hogar, entre otros. Por último, nuestro análisis de la realidad se nutre también del aporte de diversas disciplinas, en especial de las Ciencias sociales, la filosofía y la teología moral, que ayudan constantemente a sistematizar los datos provenientes de una realidad tan compleja. La mirada sobre la realidad que ofrecemos no tiene una intencionalidad político - partidaria, Ofrece elementos de juicio porque es una mirada ética, que es consecuencia del encuentro con los pobres y excluidos. En el encuentro con éstos, los cristianos reconocemos a Jesús que nos invita a seguido. Este encuentro, realizado a nivel personal y comunitario transforma nuestro pensamiento, nuestros sentimientos, nuestras prácticas. Este encuentro, expresado en la opción preferencial por los pobres, a lo largo de la milenaria historia de la Iglesia ha dado origen a una tradición que en el último siglo ha sido recogida en la ya mencionada Doctrina Social de la Iglesia y que tiene como referente fundamental la Encíclica Rerum Novarum.
El proceso de globalización tiene, indudablemente aristas positivas y negativas. Entre las primeras, es necesario subrayar las posibilidades que la ciencia y tecnología ofrecen en variados campos, por ejemplo en la medicina, las comunicaciones, el transporte, el trabajo y en la recreación. Signos positivos de esta globalización, son también una mayor conciencia universal sobre el alcance de los derechos humanos, que va unido a nuevos reclamos por mayor justicia, equidad, democracia, vida digna, y respeto por las identidades culturales.
Sin embargo, como señalábamos, no todas son luces en la situación de la Humanidad en general y de los uruguayos en particular. La expansión de una economía de libre mercado no ha implicado un mayor acceso a los bienes y servicios, por el simple hecho que éstos son distribuidos por meras pautas del Mercado, que dejan sin lo necesario a quien no tiene bienes y mercancías con qué pagar. Los cambios en el mundo del trabajo, por su lado, muestran en este fin de siglo la misma preocupación de cien años atrás, por la expansión de la precarización y el subempleo, además de tasas altamente preocupantes en materia de desempleo. Por otro lado, la mera proclamación de los variados derechos humanos, (civiles y políticos, económicos, sociales y culturales, de solidaridad) no significa necesariamente que todos disfrutemos del gozo de ellos. Por el contrario, la figura del excluido, en sus diversas modalidades que van desde la económica a la cultural, vuelve a amenazar la justa convivencia humana, a la vez que debiera motivarnos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a pensar en los cambios necesarios para hacer posible una sociedad más justa, solidaria y fraterna.
Lo anteriormente expuesto explica el lema de esta XVI Semana Social ¿Solidaridad o Exclusión?. Tal parece ser la alternativa con la que comenzaremos el nuevo siglo y el nuevo milenio. De cuál de ellas escojamos, dependerá además, el escenario que dejaremos a las futuras generaciones.
La disyuntiva "Solidaridad o Exclusión" se da en variadas áreas de nuestra vida cotidiana. A lo largo de estos meses, las comunidades cristianas hemos estado reflexionando sobre las consecuencias de esta antinomia en el trabajo, las deudas sociales, la deuda externa, la política y la reconciliación.
En los siguientes párrafos, resumiremos las principales preocupaciones surgidas desde nuestro pueblo.
VER
1 - Trabajo
3. El Uruguay social dónde vivimos
Nos queda la sensación que los avances obtenidos en el plano social, no se relacionan con las potencialidades que ofrece nuestro país y su gente. Las condiciones de vida en lo material son hoy mejores que hace algunas décadas atrás. Sin embargo, la persona tiene múltiples necesidades que van más allá de lo material, y que se encuentran fuertemente resentidas en los tiempos que vivimos. Por lo demás, la inequitativa distribución de lo material, adquiere hoy dimensiones nunca antes observadas, lo que invita a un análisis crítico, desde el punto de vista ético, que no podemos dejar de hacer, so pena de caer en la tentación del pragmatismo tan en boga por estos tiempos.
Teniendo en cuenta estos comentarios generales, queremos compartir con ustedes, algunos de los temas más recurrentemente analizados en ésta Semana Social.
No pretende ser un documento exhaustivo, que toque todos los temas pendientes, sino tan solo, algunos, que han surgido en nuestras reflexiones; sin duda que hay otros tan importantes como éstos que lo conocen todos nuestros hermanos y hermanas.
3.1. Ese flagelo llamado desempleo
Estos son los nuevos excluidos del sistema de libre mercado. En cada rincón de la República, los animadores sociales de la Iglesia no tenemos palabras de consuelo para tantos jóvenes y adultos, mujeres y hombres, que cansados de vagar en busca de empleo, nos preguntan qué sistema es éste, que se da el lujo de producir la mayor cantidad de mercancías nunca imaginadas, a la par que desprecia el vital e insustituible trabajo humano.
Son muchos hermanos y hermanas que sufren el flagelo del desempleo, del empleo precario, y de las malas condiciones de trabajo. Entre los jóvenes, por ejemplo, se ha desarrollado una nueva moda, consistente en aceptar, sin más remedio, trabajos de poca duración, para luego volver a la bolsa de buscadores de trabajo. Entre las autoridades, mientras tanto, se ha difundido la conservadora idea que el problema de los jóvenes es obtener un primer empleo, cuando lo que muestra la realidad que vivimos en el día a día, es que luego de ese primer empleo y la vuelta al mercado de trabajo, la búsqueda de un segundo empleo es cada vez más difícil y agotadora. Por otro lado no se puede creer que la única solución esté en la capacitación, cuando las colas por empleo en los días Lunes, está cubierta de jóvenes con espléndidos currículos que no encuentran lugar donde desarrollar sus habilidades. No obstante, en un mundo cada vez más competitivo, la capacitación en general y de los trabajadores en particular es una herramienta necesaria para conseguir un mejor empleo. Pero todos sabemos que capacitación no es igual a empleo. De esta manera entre los jóvenes de nuestro país, se produce una especial sensación de inestabilidad e inseguridad, de donde resulta que el sueño más esperado, es oír de parte de alguno de sus patrones, que finalmente ingresarán a la plantilla formal de trabajadores; sueño cada vez más difícil de cumplir, y que finalmente termina en obsesión. Se parodia en ese sentido, que mientras en el pasado la lucha fue por un trabajo que no explotara, ¡hoy la lucha es por encontrar un trabajo, aunque el mismo implique explotación!.
Esta precarización tan amplia, no deja de repercutir en las posibilidades de planificar en las familias el futuro y formalizar las relaciones de afecto. Cada día escuchamos con más frecuencia a parejas de jóvenes decirnos que en esta situación, casarse es un riesgo muy grande, pues el dinero no alcanza para sostener un nuevo hogar. Muchos, por su parte, luego de casarse piensan que traer un niño a este mundo es una inconsciencia si falta trabajo o si se obtienen pocos ingresos por éste. Deberíamos preguntarnos, no obstante, si acaso los inconscientes no somos todos, al sostener un sistema con tantos efectos perversos.
Entre los adultos, por su lado, la noticia de un despido puede ser cruenta y pavorosa. En las condiciones actuales, perder un empleo con 50 años, es quedar destinado a deambular de aquí para allá a los efectos de encontrar alguna changa que permita "parar la olla" - como decimos los uruguayos -, al tiempo que el resto de la familia recorta sus gastos, reduce sus niveles de vida y los más chicos dejan de estudiar para completar los ingresos. Los programas de seguridad social, insuficientes para los tiempos que vivimos, dejan al desamparo al trabajador que dio buena parte de su vida a una empresa, para finalmente quedar en la calle soñando esta vez con una jubilación anticipada que nunca llega. Mientras tanto, la depresión sigue haciendo mella en esos trabajadores; el alcoholismo se apodera de otros; y los divorcios no dejan de ser una de las nuevas reacciones que en cadena, va produciendo una sociedad muy despareja a la hora de distribuir éxitos y fracasos.
En este marco, adquiere particular importancia la irrupción de vitales signos de solidaridad. Como lo señalara el Papa Juan Pablo II en su encíclica Sollicitudo Rei Socialis, las organizaciones solidarias provenientes del campo popular, generando diversas experiencias de economías solidarias y de alternativas, son uno de esos signos. También lo son, la lucha denodada de los actores laborales, trabajadores y empresarios, por constituir empresas que expresen la primacía del trabajo sobre el capital, donde las utilidades son repartidas, y la gestión se hace participativa, sin que sea en desmedro de la producción eficiente. El reparto del trabajo, las reducciones pactadas de la jornada de trabajo, y la puesta en práctica de los convenios internacionales, constituyen otros ejemplos. En estas y otras experiencias, basamos nuestro optimismo para encaminar la penosa situación que se vive hoy en día.
II - Algunas Deudas Sociales
3.2. Los pobres, aquellos excluidos de toda la vida
Parece mentira que un país con tantas posibilidades en lo material y espiritual, no haya podido terminar con la pobreza extrema. En todos nuestros departamentos, en los cinturones de las ciudades, germinan cantegriles y el nuevo fenómeno de los asentamientos. La propia ciudad los expulsa de sus centros, de manera que lentamente se van perfilando zonas para excluidos y zonas para los incluidos del sistema.
En el Interior, esos barrios de excluidos, son obviamente los que reciben el azote de las condiciones climáticas, generándose en cada inundación y desborde de ríos, enormes consecuencias sociales que todos los uruguayos observamos con preocupación, algunos desde el lugar de los hechos, y otros desde sus hogares. Algunos mostrando compasión y reaccionando solidariamente, y otros despreocupándose del tema, comentando con especial falta de sensibilidad, en lo que parece un chiste de mal gusto, que si hay pobres en este país es porque quieren serio.
En Montevideo y la zona metropolitana, por su lado, ya hay verdaderos barrios de ricos y barrios de pobres.
Un nuevo fenómeno es el de los asentamientos se suman a los viejos cantegriles. Pero en estos asentamientos parecerían no haber roto las normas de convivencia, de confianza mutua y las redes de reciprocidad. Se tratan, eso sí, de puertas de entrada para numerosas familias que por motivos estrictamente económicos, no han podido permanecer en sus hogares de origen. Por lo general son hogares en condiciones de segregación con respecto a determinados servicios públicos como esparcimiento, salud, educación, agua potable, caminería, etc.
A los cristianos nos golpea en el corazón tener que soportar condiciones de vida inhumanas en nuestros hermanos, cuando en realidad entre todos los uruguayos tenemos lo necesario para que nadie pase hambre ni frío. La vida de los primeros cristianos, de nuevo, debería conducirnos a pensar en la importancia que hoy adquiere el valor de la solidaridad para dar a cada uno según sus necesidades.
Cuando hacemos mención de la pobreza, y apostamos a la solidaridad, no podemos dejar de mencionar el problema social de la distribución de los ingresos, probablemente uno de los temas más acuciantes del siglo. En ese sentido, es cierto que Uruguay ha hecho esfuerzos para mejorar la distribución de los ingresos, y también es cierto que en la región somos el país menos injusto en la materia. Sin embargo, todavía hoy formamos parte de la peor mitad del mundo en desigualdad social: las diferencias entre quiénes más tienen y menos tienen, siguen siendo de enorme impacto para una sociedad que se quiere ver a sí misma como integrada.
No obstante todo lo anterior, también en esta área podemos mencionar diversos aspectos valiosos en los que depositamos nuestras esperanzas. Signos positivos son, en este marco, la expansión de la participación social en clubes deportivos, comisiones de fomento, organizaciones barriales, comisiones de padres de escuelas, que expresan un espíritu solidario que no se ha perdido en nuestro pueblo, la creación de políticas sociales con fondos públicos e intervención de la sociedad civil; el fortalecimiento de un tercer sector sin fines de lucro dedicado a ejecutar programas sociales en amplios espectros; etc.
3.3. Nuestro interior, nuestra riqueza principal: su gente
La mayor parte de los hermanos y hermanas que hemos participado en estas reflexiones de la Semana social provenimos del interior del país. A veces se nos piensa como un gran bloque: interior y capital. En cambio no es lo mismo vivir en la frontera que en los pueblos y ciudades del centro del país. incluso tenemos nuestros interiores y una cosa es vivir en la capital departamental y otra vivir en los pueblos del interior del departamento. Algunas de nuestras poblaciones se han formado por el tipo de producción extensiva, distantes cientos de kilómetros unas de otras, otras en cambio, por formas de producción intensiva generaron concentraciones más cercanas. Si bien la desocupación golpea en todos lados, cuando un pueblo o ciudad depende casi exclusivamente de una agroindustria o de una fuente de trabajo local, cuando esta se cierra prácticamente significa la muerte o la agonía de esa población. Es difícil la reconversión y generalmente no suple los puestos de trabajo que se perdieron. Por las condiciones de nuestros pueblos y departamentos dependemos de las políticas municipales y de la función social y económica que desempeñan las Intendencias que pasan a ser un dinamizador o una traba para mejores condiciones de vida.
3.4. Las estrategias de desarrollo local, regional y nacional
En los últimos años muchas de nuestras comunidades han expresado sus demandas articulando a todos sus actores sociales locales en la búsqueda de salidas en conjunto. Sabemos que los problemas no pasan por los falsos dilemas de capital versus interior. Buscamos propuestas nacionales que privilegien la asignación de recursos pensando en aquellos que cuentan con menores servicios y en cambio también producen gran parte de la riqueza del país y fundamentalmente porque son personas. la descentralización no debe ser un tema electoral sino una permanente apuesta a políticas que articulen todas las zonas y regiones. No queremos algunos polos de desarrollo a costa de que otras zonas se depriman o simplemente desaparezcan como ha sucedido con algunas políticas llevadas adelante. Queremos un desarrollo local integrado al resto del país, no modelos de desarrollo que continúen excluyendo a otros hermanos y hermanas también productores y trabajadores como nosotros.
3.5. El campo también existe
Parodiando un tema musical muy conocido, podemos decir que el campo también existe. La mera expresión de lo anterior puede ser inexplicable para el no entendido, si se tiene en cuenta que el nuestro es un país de enormes riquezas agropecuarias. La problemática del campo no es solo económica, sino que es fundamentalmente social, como ya expusiera magistralmente Mons. Parteli en 1961, actuando como Obispo de Tacuarembó. Siendo problema social, las soluciones de fondo pasan por poner en práctica la justicia social.
Ponerse en contacto con esta realidad, significa notar la existencia de demasiado campo sin gente, y demasiada gente sin campo.
Los pequeños productores familiares
Significa además, compartir la preocupación y el dolor de multitudes de familias que han abandonado el sector para engrosar los cordones de miseria de las ciudades. Significa compartir la preocupación y el dolor con los cada vez menos pequeños productores, especialmente los productores familiares, que luego de un trabajo esforzado y vital para la vida humana, encuentran que su producción no se puede colocar en los mercados, o tiene un valor mínimo por el cuál no vale la pena siquiera intentar la cosecha.
¡Vil paradoja del sistema neoliberal, donde el mercado es el que asigna los recursos! Miles de bocas piden alimento a diario, mientras los productores ven desesperados como se dejan pudrir los frutos en sus árboles pues "la mano invisible» del mercado así lo dispone. ¡Vil paradoja del sistema que propone al mercado como criterio último!, que mientras algunos mueren de hambre, otros tiran su producción para generar un aumento de precios vía el mecanismo de oferta y demanda.
Los asalariados rurales
Sentir en carne propia el problema, implica además, solidarizarse con el asalariado rural, que luego de una zafra, o en el trabajo continuo a lo largo del año, recibe migajas como pago, se le persigue gremialmente, y no goza de muchos derechos laborales, como por ejemplo el seguro por desempleo, la jornada de ocho horas, instancias de negociación colectiva, ya conquistados en el ambiente urbano. Implica solidarizarse también, con el accidentado y el fallecido en el sector con mayor tasa de accidentes de trabajo del país; y con el envenenado por productos tóxicos que todavía se emplean sin mirar las consecuencias que representan para quienes primero se exponen a ellos.
Los signos positivos en los que basamos nuestras esperanzas en este punto, consisten en rescatar las experiencias comunitarias en el campo; la constitución de cooperativas agrarias; la agremiación dé los pequeños productores; la organización de grupos de mujeres rurales, la mayor toma de conciencia y sindicalización de los asalariados; la movilización conjunta de los grandes actores laborales del agro; la existencia de empresarios movidos por loables intereses humanistas; la modernización productiva en diversas áreas; el desarrollo de un importante segmento de productores dedicados a la producción orgánica y ecológica, etc.
3.6. El sistema educativo: ¿solidario o excluyente?
En materia educativa, sabemos que el sistema discrimina a los más desfavorecidos: los rendimientos escolares son substancialmente más bajos en las escuelas de zonas marginales, siempre con problemas de saturación; la cobertura de los preescolares es mínima entre los más humildes. La cobertura en secundaria, por su lado, es casi completa entre los más ricos, mientras que más de la mitad de los jóvenes pobres no pueden ir al liceo o la UTU. Eso sucede con mayor fuerza en la Universidad.
Partimos del diagnóstico que el propio sistema en su conjunto se ha vuelto inequitativo: de aquel sistema que logró incorporar a grandes masas de inmigrantes en la vida cívica, al nuevo contexto de cambios donde el sistema homogeneizador no ha logrado mayor integración, ya han pasado varias décadas.
En el nuevo contexto, la calidad del aprendizaje suele ser muy superior en los colegios privados en detrimento de los públicos; pero entre éstos, hay una gran diferencia de acuerdo al área geográfica donde se encuentren. Evidentemente no es el contexto urbano lo que incide en la calidad de la enseñanza, sino el contexto social: las escuelas más problemáticas son aquellas que incorporan niños y niñas de los sectores de más bajos ingresos.
La caída de la tasa bruta de escolarización, de la tasa neta de escolarización, un aumento en las tasas de rezago, y aumentos en las tasas de deserción para la enseñanza secundaria, son otros problemas que afligen fundamentalmente a los grupos más desfavorecidos. El sistema educativo debería compensar los puntos de partida desiguales, equiparando de esta manera las oportunidades y reforzando las capacidades educativas allí donde se constaten los mayores problemas de aprendizaje.
En este sentido hay que reconocer el proyecto de universalización de la Educación Inicial, habida cuenta que hoy en día, la cobertura discrimina fuertemente por nivel socioeconómico. La incorporación de 32.000 niños de 4 y 5 años de edad al sistema en los últimos tres años, es un aspecto positivo a subrayar, si bien aún existen aspectos no resueltos de la problemática.
En todas estas áreas, la labor de la educación privada sin fines de lucro, ha sido de mucho provecho y eficiencia, de donde surge la necesidad de encontrar mecanismos para que aquellos Colegios insertos en medios socioeconómicos desfavorables, reciban del Estado el subsidio suficiente para continuar sus tareas de promoción social, en un marco de educación integral donde lo religioso no debiera quedar de lado.
Signos positivos en la materia son la formación humanista de nuestros maestros y profesores; la existencia de numerosas y exitosas experiencias educativas no estatales en las zonas más desfavorecidas; la preocupación gubernamental por mejorar la equidad del sistema; los programas de numerosos colegios privados por favorecer los procesos de integración de niños y niñas con oportunidades y capacidades diferentes, etc.
Sigue siendo materia pendiente la real libertad de enseñanza, artículo 68 de la Constitución de la República, según la cual los Padres y Madres pueden elegir el sistema gratuito más coherente con sus convicciones.
III - La deuda externa
3,7. Nuestras comunidades expresaron su sentir sobre la deuda externa
A fines de 1998 las comunidades cristianas recorrieron pueblos y barrios recogiendo firmas para solicitar a las grandes potencias la condonación de la deuda externa, especialmente, de los países mas pobres.
Uruguay se hacía eco de lo expresado por Juan Pablo II
« La existencia de una deuda externa que asfixia a muchos pueblos del Continente americano es un problema complejo. Aun sin entrar en sus numerosos aspectos, la Iglesia, en su solicitud pastoral no puede Ignorar este problema, ya que afecta a la vida de tantas personas(..) Yo he expresado también varias veces mi preocupación por esta situación, que en algunos casos se ha hecho insostenible.
En la perspectiva del ya próximo Gran Jubileo del año 2000 y recordando el sentido social que los Jubileos tenían en el Antiguo Testamento escribí. "Así, en el espíritu del Libro del Levítico (25, 8-12), los cristianos deberán hacerse voz de todos los pobres del mundo, proponiendo el Jubileo como un tiempo oportuno para pensar entre otras cosas en una notable reducción, si no en una total condonación, de la deuda internacional que grava sobre el destino de muchas naciones."
IV - La política
3.8. La nueva convivencia democrática
Como cristianos valoramos que el siglo que termina es testigo del régimen democrático vigente en el país, que recoge una tradición democrática y civilista del Uruguay, que se vio oscurecida en las últimas décadas por una dictadura que conmovió a nuestro pueblo. El retorno a la democracia, ocurrido hace ya casi quince años, ha implicado un proceso lento de aprendizaje para las jóvenes generaciones que vivieron once años de su vida bajo un régimen dictatorial. Las consecuencias de la dictadura todavía pueden ser percibidas por ejemplo en el cambio de la visión que la sociedad tiene sobre algunas de sus instituciones e instrumentos de poder, en la crisis de un sistema educativo que busca recuperarse a nivel primario, secundario y universitario, entre otros.
El retorno a la democracia no fue consecuencia sólo de una causa sino que múltiples factores contribuyeron al mismo. Entre ellos hay que destacar el desgaste del régimen militar, la movilización popular que se expresó por ejemplo en el rechazo al plebiscito constitucional de 1980, en las concentraciones del 10 de mayo y el acto del Obelisco, la presión internacional, la reorganización de los partidos políticos. Por otro lado la transición a la democracia no se logró de un momento a otro sino que fue un proceso de años que permitió el avance en diversos ámbitos de la convivencia democrática.
V - La reconciliación
En este proceso, la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, confirmada por la ciudadanía, ocupó también un papel importante. Sus defensores plantean que a nivel político zanjó un problema clave en la sociedad. Sin embargo, aún en el marco de la aplicación de la ley, el no esclarecimiento de la situación de los desaparecidos continúa como una cuestión pendiente.
Los Obispos y Representantes de otras confesiones religiosas del país se han manifestado en pro de una solución que por un lado contemple el derecho de los familiares de los desaparecidos de saber que sucedió con ellos y darles una digna sepultura y por otro contribuya a una reconciliación verdadera entre los uruguayos.
Reconciliación que pasa por un reencuentro entre el hombre y la mujer y sus hermanos y hermanas, reconciliación en las estructuras que permitan el pleno desarrollo; finalmente la reconciliación entre los hombres y mujeres y Dios.
JUZGAR
4. Semana Social y Jubileo: criterios para una responsabilidad solidaria
La mirada pastoral sobre la realidad social que vivimos debe ser iluminada por una perspectiva teológico que hace que esta Semana Social sea distinta a cualquier otra. Este nuevo siglo y milenio, que conmemora los dos mil años del nacimiento de Jesucristo, es proclamado por la Iglesia como año jubilar, retornando la tradición que desde el Antiguo Testamento (Lev 25, 10-13) recorre toda la Biblia y luego predica Jesús, en su lectura en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4, 16-19). Para el evangelista Lucas el Reino de Dios, que Jesús vino a anunciar, es justamente el Jubileo. A diferencia de Mateo y Marcos que señalan que el comienzo de la predicación de Jesús está marcado por el mensaje "Conviértanse y crean porque el Reino de Dios está cerca" (Mc 1, 14), Lucas propone, en el discurso de Jesús en la sinagoga, el contenido del Reino, "los ciegos ven, los presos son liberados, a los pobres se les anuncia la Buena Noticia, se inaugura el año de la gracia del Señor". El año de la gracia del Señor, es el tiempo del Jubileo. El jubileo es un nuevo tipo de relación de los seres humanos entre sí, con la tierra, y con Dios. Es un proceso de liberación de las ataduras a los pobres, a los afligidos, a los presos, a los oprimidos (Lc 4, 18-19 citando a Isaías 61,1-2) para vivir la libertad de los hijos de Dios. Esta libertad, además, es vivida como solidaridad en la iglesia primitiva (Hechos 2,44-47). La fuerza del Espíritu que reciben los discípulos en Pentecostés, cincuenta días después de la Resurrección, es un signo del año jubilar, celebrado cada cincuenta años. Por eso, con razón, el Jubileo ha sido llamado la Fiesta del Espíritu. Es este Espíritu el que anima a los cristianos junto a otros hombres y mujeres de buena voluntad, a construir la solidaridad de los primeros cristianos en medio del mundo contemporáneo, en medio del Uruguay en que vivimos.
4.1. Cómo construir la solidaridad
Retomando la pregunta lema de esta Semana Social "¿Solidaridad o Exclusión? es necesario que nos preguntemos: ¿Cómo construir la solidaridad? ¿Cómo tejer redes, tramas, que recojan las múltiples manifestaciones de solidaridad existentes en nuestro pueblo? Los medios masivos de comunicación nos bombardean constantemente con "malas noticias": guerras, hambrunas, desastres naturales, crisis económicas a nivel global; inundaciones, robos, asesinatos, violencia a nivel local. ¿Es ilusorio pensar que el cristiano es mensajero de la paz, el que anuncia la "buena noticia'? Creemos que no. Creemos que, a pesar de todo lo negativo que hemos podido señalar en el Uruguay en que vivimos, también existen, como señalábamos, experiencias positivas, humanizadoras, jubilares que en la vida cotidiana, en lo micro, son un aliciente para la Vida.
Como cristianos uruguayos somos solidariamente responsables del Uruguay en que vivimos. De las cosas buenas y de las cosas malas. Somos conscientes del riesgo de actitudes simplistas que demonizan al sistema, al que piensa diferente, al que profesa otra fe, al que actúa según otros patrones de comportamiento. Como uruguayos somos responsables por acción u omisión, en mayor o menor grado de la realidad que analizamos. Pero el reconocimiento de nuestro pecado no es obstáculo para que expresemos nuestra fe en un Dios siempre mayor, Padre Misericordioso. Esta fe es la que nos ayuda a ser solidarios no sólo en el pecado sino también y fundamentalmente en la Vida que Jesús vino a anunciarnos.
ACTUAR
Animados por esta Fe, queremos comprometernos a:
Reconocer las experiencias de solidaridad en sus variadas manifestaciones en la escuela, en el barrio, en las organizaciones populares, en el pueblo, en el trabajo, y articularlas promoviendo la participación y participando como ciudadanos responsables en la sociedad uruguaya que nos toca vivir;
Luchar contra todo tipo de exclusión, la económica, la social, la cultura¡, la étnica, construyendo y celebrando nuestras comunidades de fe como comunidades inclusivas y testimoniando un Reino y una sociedad donde todos tienen derechos, compartiendo y difundiendo las demandas y reclamos de los excluidos.
No dejarnos vencer por el desánimo y animados por el Espíritu desarrollar la creatividad para hacer posible la Vida;
Ser testigos de Jesús, de su triunfo sobre la muerte a través de su Resurrección y de esa forma testimoniar que es posible vencer las diferentes formas de muerte;
Buscar junto a toda la sociedad uruguaya soluciones para el problema del empleo en nuestro país, conscientes de que es una condición indispensable para vivir una vida digna;
Involucrarnos cada vez más en la defensa y promoción de los derechos humanos, reconociendo la dignidad de la persona humana como valor central de una democracia participativa;
Asumir responsablemente nuestra tarea desde lo más pequeño en nuestro hogar, nuestra familia, nuestros amigos, nuestro trabajo hasta los cargos públicos que podamos desempeñar, exigiendo a todos nuestros representantes un ejercicio de¡ poder político transparente y al servicio de la comunidad;
Trabajar junto a cristianos de otras denominaciones, creyentes de otras religiones, hombres y mujeres de buena voluntad, a favor de todo aquello que defienda y lleve a plenitud la Vida.
Que María, Virgen de los Treinta y Tres, patrona de nuestra patria, nos ayude en este compromiso, para que nuestro pueblo tenga una vida más digna y plena.
Uruguay, agosto de 1999
Bibliografía Consultada
¿Solidaridad o Exclusión?. Las Deudas Sociales a fines de este Siglo". Pablo Guerra, Seminario Pastoral Social, Florida, marzo 1999
"Pastoral sobre la Iglesia y las cuestiones sociales". Monseñor Mariano Soler, Montevideo 1896.
Documentos de las Semanas Sociales anteriores
Encíclicas Sociales, Magisterio de la Iglesia
Orientaciones Pastorales de la CEU 1995
"Reflexiones sobre la responsabilidad de las comunidades cristianas frente al desafío ético de la pobreza". Arquidiócesis de Montevideo, marzo de 1998.
Aportes de las reflexiones de las Diócesis sobre la Semana Social julio 1999
Cartillas para trabajos en los grupos de Pastoral Social: Trabajo, Deuda Sociales, Deuda Externa, Política y Reconciliación. Marzo 1999