Sobre el atentado terrorista en  EUA.



q       Transcribimos a continuación el comunicado del  Servicio Paz y Justicia (Serpaj) de Uruguay:

 

"Ni guerras ni venganzas: Paz entre los pueblos y criminales a la justicia. Los crímenes contra la Humanidad son crímenes injustificables, así los cometan Gobiernos, grupos o individuos. Ninguna invocación puede servir de justificativo. Ante ellos, toda indignación es justa y toda exigencia de justicia es necesaria.

 

La tragedia que ha ido envolviendo poco a poco también al pueblo norteamericano, es la expresión de una práctica sistemática de terrorismo que han venido aplicando, promoviendo o tolerando grupos y Estados, incluido algunos gobiernos de EEUU, desde hace muchos años, contra la mayor parte de los pueblos del mundo.

 

El asesinato masivo de seres humanos, se pudo ver casi en directo por la televisión, como para decirnos a todos, que ya no podemos hacernos los ciegos y sordos, ante lo que sabíamos que estaba pasando en otras partes del mundo.

 

Otros actos también de asesinatos masivos, cometidos en estos años de la comunicación satelital, no se vieron ni se informaron y pasaron casi  como cosa que le sucedían exclusivamente, a seres oscuros del mundo subdesarrollado. Sordos, ciegos y mudos ante los criminales, buena parte de las naciones actuaron con el criterio de que lo que no es contra nosotros, nos es casi ajeno. Pero el problema es de la sociedad mundial que, en buena parte consciente de ello y a pesar de la resistencia de algunos gobiernos, ha venido elaborando leyes e impulsando iniciativas de tribunales internacionales independientes, con capacidad para que efectivamente identifiquen a los responsables, los detengan y juzguen.

 

Por otra parte la Organización de las Naciones Unidas es quien debe tomar un rol activo en la solución de este problema, que para ello tiene recursos y respaldo necesario. Los pueblos del mundo estamos expuestos a ser arrastrados hacia cualquier barbarie asesina, en el nombre de causas políticas, ideológicas, religiosas, etc. y en beneficio en definitiva, de grupos a quienes no les importa otra cosa que sus propios intereses o sus espacios de poder. Pero ninguna sociedad puede dejarse arrastrar por tales promotores de la violencia. Es necesario apelar a las únicas medidas capaces de preservar la convivencia armónica de los pueblos: mantener la paz y aplicar la justicia.


Dos conceptos fundamentales e indivisibles, donde ninguno es real sin la realidad del otro. Por difícil que sea, esta es la medida capaz de ir apagando los fuegos asesinos de hoy y de mañana. Solo con la cooperación de todos quienes defienden los derechos humanos cualquiera sea su filosofía, religión u opinión política, es que podemos terminar con las diferentes formas de terrorismo.

 

La práctica de la impunidad es la que en definitiva permite que la violencia siga siendo un método redituable. Nuestro deber, nuestro principio, nuestra necesidad esencial es conocer, controlar y aislar a los gestores de la violencia, cualquiera sea su origen, así como estar atentos a los posibles orígenes menos evidentes.

 

 Así como no debemos dejarnos arrastrar hacia la violencia, tampoco  debemos ignorar que de estos enormes sufrimientos, alguien siempre obtiene  grandes beneficios. ¿Qué le sucede a este mundo que en pocas horas, se embarca en un estado de guerra mundial, para detener a sospechosos cuya participación 15 días después, se está diciendo que se va a probar? ¿Cómo se entiende que la economía más fuerte del mundo aparece de pronto  estremecida por una crisis que se prevé de imprevisibles consecuencias? Más bien dicho, ya se sabe de algunas graves consecuencias: centenares de miles de desocupados en el mundo desarrollado, que se sumarán a los millones existentes ya en el mundo pobre, empresas que quiebran en aquel primer mundo y empresas que ganarán fortunas incalculables, con las consiguientes repercusiones en nuestras vapuleadas economías. Todo un reacomodo de la economía globalizada, que se presentaba como todopoderosa solución para la sociedad mundial.

 

Pero si bien los pueblos no tienen todavía la fuerza para organizar la economía sobre bases solidarias y de cooperación, sí pueden tenerla para defender la paz. Otra vez es hora de hacer sentir a nuestros gobernantes, que hay formas de resolver los problemas a través de acciones no violentas. Aquí debemos reconocer los méritos de la posición del gobierno uruguayo, que ha sido de acuerdo a criterios políticos responsables y de apego al derecho internacional, aún en un contexto de tantas estridencias y mezquindades como nos ha mostrado el mundo. En distintas partes del mundo se está construyendo una sutil malla de humanidad, capaz de encauzar las relaciones entre los pueblos y su protección frente a las violencias anunciadas”.

 

 

q       A continuación extraemos lo medular del comunicado emitido por Caritas Internationalis:

 

“Nosotros en Cáritas, alzamos nuestras voces junto a personas de todo el mundo para condenar enérgicamente las acciones terroristas cometidas en Estados Unidos...

 

En la búsqueda de los responsables de la reciente tragedia, no hemos de tomarnos la justicia por nuestras manos ni echar la culpa a determinados grupos étnicos o entidades religiosas. No hemos de consentir el sacrificio de más inocentes en el altar de la venganza. Los directamente interesados deben responder de manera estratégica, a sorpresa, con el fin de romper el ciclo de violencia y asegurarnos que no sean arrastrados más reclutas hacia la red del terror.

 

Esperamos que Estados Unidos, sus aliados y toda la comunidad internacional, paralizados por los sucesos del 11 de Setiembre, hagan lo siguiente para evitar derramar más sangre: primero, recomendamos que intenten conseguir con mayor firmeza una paz justa entre palestinos e israelíes; segundo, los países más ricos deben invertir más en el desarrollo, la educación, y la sanidad de los países más pobres, incluidos los islámicos, asi mismo, deben trabajar para la aplicación de la agenda humanitaria redactada en las cumbres de la ONU celebradas durante la última década; tercero, hemos de empeñarnos todavía más por conseguir un diálogo interreligioso, sobre todo con el Islam, así como un diálogo con estados laicos...”

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