Señor
Presidente:
Después de un año de trabajo intenso de la Comisión de Salud, la Cámara va a decidir sobre la despenalización del aborto voluntario realizado en determinadas condiciones. Cada uno de nosotros ya tiene asumida su posición , conforme al mandato de su conciencia, por lo que las palabras que se emiten en este recinto no tienen por objeto convencer a ningún colega. En mi caso quiero dejar sentada una posición clara; respetuosa , firme y constructiva.
Votaré en contra de la iniciativa en general
, porque considero que su eje fundamental radica en despenalizar la muerte
segura del hijo , en procura de evitar
riesgos a la madre que estima necesario abortar.
Aseguro mi respeto a quienes lo voten a
favor, y a quienes sin ser partícipes de esta Cámara , acompañan el proyecto.
El mismo respeto que hay para quienes
sostenemos la posición contraria.
Las
angustias, las urgencias y las necesidades del país no se agotan con resolver
nuestra actitud frente al aborto. La miseria, el hambre, la deficiente atención
de la salud, la escasa asistencia a las personas ancianas y a las
discapacitadas, la carencia de techo y de empleo, seguirán después de que aquí
votemos en un sentido o en otro. Los miles y miles de familias en situación de
pobreza o indigencia seguirán necesitando de legisladores unidos en el trabajo
por soluciones.
Comparto solidariamente el drama por las
muertes maternas por abortos. No es justo que muera nadie : ni la madre ni el
hijo.
Estoy
convencido que el desafío no es:
penalizar o despenalizar. El gran reto es
evitar el aborto. Afirmo que el Estado debe asumir una conducta
responsable y realista en procura de impedir ese flagelo, cosa que los
gobiernos hasta ahora han ignorado. No se logrará con la estigmatización de la
mujer que aborta, ni con su discriminación social. Tampoco con eliminar la
humana vida de un hijo en concepción.
Salvar a las madres que rechazan su embarazo,
en situaciones económicas, sociales o psicológicas extremas, no debe pasar por condenar al hijo, sino por estructurar,
respaldar y conducir políticas comprometidas, renovadoras, y eficientes de
defensa de la salud, la educación, la dignificación total de la vida y la
planificación social y familiar.
Convengo que el primer capítulo del proyecto
pretende plantear en general una línea en ese sentido. Debo destacar que la
mayoría de sus enunciados procuran un cambio imprescindible de estructuras. Se
llega a hacer preceptiva -aunque para
el futuro - la presupuestación de recursos de Salud pública para planificar y
ejecutar políticas de prevención y preparar a los agentes.
Coherente con mi pensamiento apoyaré casi
todo el contenido del capítulo primero.
Votaré en contra del resto del proyecto,
porque sostiene en general una filosofía diferente a la expresada en la primera
parte , y pauta acciones de carácter inmediato y no diferidas en el tiempo como
lo hace con presupuestación de recursos para los fines programáticos del primer
capítulo. Respetuosamente, considero que no apunta específicamente a la defensa
de la salud reproductiva; busca no poner en peligro la vida de las madres que
quieren abortar, a través de darles determinadas condiciones para la eliminación del hijo. Ataca la consecuencia, pero no las
causas; hay un cambio conceptual con la primera parte, y se trata de un cambio
muy importante. Se desvaloriza una de las vidas existentes, la que no tiene
posibilidades de opción.
Mi
voto será negativo en los capítulos restantes fundamentalmente por razones
bioéticas, ideológicas y programáticas.
No tengo formación científica, por lo que no
corresponde que haga una fundamentación de mi posición basada en términos académicos. Solo diré que
comparto el indiscutido concepto de que la vida humana se inicia con la
concepción; y que por tanto, más allá de palabras y fundamentos técnicos, en el
interior de cada mujer embarazada hay otro individuo de la especie. Así,
sencillamente, digo que un ser humano habita en el vientre materno desde el
primer momento.
La
opción ideológico-política que realicé desde mi juventud, se ha fundamentado en conceptos de humanismo cristiano. No los detallaré, porque no
tengo derecho a exhibir como propios, algunos principios que quizás muchos
compartimos; pero que considero que no se contemplan integralmente en el
proyecto.
Programáticamente estoy convencido de que el
camino debe ser otro.
La liberalización del aborto en determinadas
condiciones de solicitud, plazo y legalidad, puede atentar contra la
imprescindible reorganización de la sociedad en torno a valores humanos
elementales. La permisibilidad que se consagra en el proyecto, puede promover
la desvalorización nada menos que de la vida humana por parte de uno de los
engendrantes. Puede indirectamente
fomentar la búsqueda de los fines sin la debida valorización de los medios. El
costo social y moral puede ser largamente superior a los supuestos beneficios..
La miseria no desaparecerá por impedir un
embarazo; el temor por una gestación, social o familiarmente indeseada no se
extinguirá ante la seguridad de su eliminación; la libertad femenina plena, no
quedará garantizada por la posibilidad
de poder abortar.
La
bonanza, la tranquilidad social y familiar, el goce pleno de la libertad
individual, sólo llegarán con estructuras sociales y políticas diferentes a las
actuales, que redimensionen y dignifiquen al ser humano, verdaderamente sin
hipocresías. El proyecto propuesto no
asegura cambios estructurales, pero puede prolongar la situación presente.
Suprimir algunas manifestaciones sin eliminar las causas, es un riesgo cierto
de continuidad.
Con todo respeto: no comparto que se pretenda
disimular la falta de educación, planificación, la discriminación social ,
la miseria económica y cultural, con un atenuador de consecuencias.
Finalmente :un país despoblado, con bajísima
natalidad, con emigración creciente, con centenares de familias esperando
adoptar hijos que no pueden tener, no da un buen signo si permite abortar antes
que generar políticas de desarrollo de la vida.
En la parte que corresponde a mi Partido
Demócrata Cristiano y a mi personalmente , asumo la responsabilidad de posibles
omisiones en la producción de esas políticas, con la salvedad de que hemos
entregado parte de nuestra vida a buscar y reclamar soluciones generales que
los gobiernos fueron remisos a asumir.
A la vez comprometo ,responsablemente, lo
mejor del esfuerzo de mis compañeras y compañeros y el mío propio, para hacer de esta actitud una realidad. Para
contribuir a elaborar serios y responsables planes de educación sexual, de
planificación familiar, de apoyo médico y psicológico, de sostén social y
familiar, de difusión de información. Sobre bases realistas, con redistribución
responsable de recursos, con correcta utilización de servicios existentes, con
jerarquización de sectores postergados; todo lo cual es posible. En definitiva,
debe encararse una acción transformadora, y porqué no revolucionaria, que tenga
como objetivo el disfrute de la vida en
toda la plenitud de su concepto .
Muchas gracias, señor Presidente.