Boletín de Informaciones Obreras Internacionales
Publicación del COMITE ORGANIZADOR DEL TROTSKISMO PRINCIPISTA (Cuarta Internacional)

 

 

COTP (CI)
COMITE ORGANIZADOR DEL TROTSKISMO PRINCIPISTA
(Cuarta Internacional
)

 


Número 2
Parte I
Octubre 2001
Número 2
Parte I
Octubre 2001

 

Boletin de Informaciones Obreras Internacionales

Llamamiento de emergencia
a las fuerzas sanas de la IV Internacional

 

 


Al calor de la crisis económica y financiera mundial y sus sucesivas
rondas, se sobrevive un sistema capitalista agónico
que engendra cracs, guerras y revoluciones


El telón de fondo de esta guerra de saqueo y colonización lanzada por los imperialistas angloyanquis es el de la crisis económica y financiera mundial que estallara en 1997. Se trata de una crisis en espiral que, en sus sucesivas rondas, golpeó primero a Japón (hundiéndolo en un estancamiento ya crónico, y terminando de dislocarlo de su papel de imperialismo exportador a los Estados Unidos que tenía desde la posguerra) y a su zona de influencia del sudeste asiático, luego a Rusia y a Brasil, y que hoy ha pegado al interior mismo de los Estados Unidos con una brutal recesión que ya ha comenzado a impactar sobre Europa, transformándose en recesión mundial.
La recesión en los Estados Unidos no es más que la expresión de la caída de la tasa de ganancia en las ramas de las llamadas "nuevas tecnologías" (Internet, computación, telefonía celular) -y que se venía manifestando en los "minicracs" sucesivos de la Bolsa de Wall Street-, ramas de producción para el consumo que fueron las que alimentaron el ciclo de crecimiento y el jolgorio consumista de los últimos nueve años. Es la expresión de que en ese ciclo, el imperialismo yanqui liquidó de un plumazo la que fuera históricamente su principal ventaja comparativa, el ahorro interno.
Mientras se hunden las ramas de producción de las "nuevas tecnologías", así como también la aviación, la siderurgia, la automotriz, dejando un tendal de quiebras, despidos, provocando una desvalorización generalizada de todos los bienes, enormes capitales fluyen a las ramas de producción donde se concentran altas tasas de ganancias, como son hoy la del petróleo y el gas, y la farmacéutica, exacerbando en extremo las disputas interimperialistas por el control de las fuentes de materias primas, de los mercados y las zonas de influencia sobre todo de esas ramas en ascenso.
Mientras tanto, ante la caída de la tasa de ganancia, una gran masa de capitales de miles y miles de millones de dólares no encuentra en dónde valorizarse. Para poder hacerlo, las potencias imperialistas -el imperialismo yanqui, en primer lugar- hunde países enteros como Argentina y Turquía, los hace entrar en cesación de pagos y renegocia sus deudas externas a tasas de interés jugosísimas. Todo esto y no otra cosa significa que el capitalismo, en su época imperialista, avanza destruyendo enormes fuerzas productivas.
Si el imperialismo yanqui necesitaba, durante el ciclo de crecimiento de su economía, extraer de la superexpltoación y el saqueo de las colonias y semicolonias 1.000 millones de dólares diarios para sostenerlo, hoy, cuando empezó la recesión, necesita mucho más para salir de ella: necesita quedarse con las materias primas, la mano de obra baratísima y los mercados de China, Rusia, las ex repúblicas soviéticas del Cáucaso y Asia central, y los estados del este de Europa, para poder terminar de capitalizar el triunfo contrarrevolucionario que significó la imposición de la restauración capitalista en esos estados, reincorporándolos a la división mundial del trabajo. Es decir, las potencias imperialistas necesitan terminar de transformar a esos estados -que la burocracia stalinista entregó a la restauración capitalista derrotando los procesos que, a partir de 1989, marcaban el inicio de la revolución política, y reciclándose a sí misma en burguesía- en colonias, semicolonias o protectorados, como ya lo hicieron con el Kosovo.
Es que la guerra actual no es más que la expresión de que el imperialismo es reacción en toda la línea, de que no puede permitir el surgimiento ni el mantenimiento de naciones independientes. En su lucha voraz por los mercados y las zonas de influencia, hoy exacerbada frente a la crisis y la recesión mundial, las potencias imperialistas avasallan todas las aspiraciones nacionales de los pueblos oprimidos y de las semicolonias, refuerzan las cadenas de saqueo y los mecanismos de expoliación. Y esto no sólo hacia los ex - estados obreros en liquidación que quieren colonizar, sino que, al calor de las disputas por el control de las ramas de producción emergentes, donde se concentran las más altas tasas de ganancia -como el petróleo o la rama farmacéutica-, necesitan no sólo propinarles nuevos golpes y derrotas feroces a la clase obrera y los explotados de las semicolonias para que sus monopolios puedan aumentar sus superganancias, sino incluso reconfigurar las fronteras de las naciones oprimidas, hacerlas retroceder del status de semicolonias nuevamente a colonias y protectorados, como intentan hacerlo con Afganistán y con el propio Pakistán.
La guerra actual no es más que la avanzada del imperialismo yanqui -que sigue siendo el imperialismo dominante-, junto con sus socios británicos, de esa ofensiva por terminar de colonizar a los ex -estados obreros en liquidación y por fortalecer y ampliar su zona de influencia, para lo cual necesita derrotar a su propia clase obrera, para hacerle pagar también parte de la crisis y la recesión y para disciplinarla para ir a enfrentamientos superiores.
Estas condiciones son las que vuelven cada vez más agudas las disputas y la competencia interimperialista, no sólo ya en el terreno económico, sino también en el terreno político, como se muestra hoy en la posición de los carniceros imperialistas franceses y alemanes de que se actúe bajo el paraguas de la ONU, de negarse a apoyar la política angloyanqui de derribar al régimen talibán -como explicamos en la Declaración-, disputas que, de no ser impedido por triunfos cruciales de la revolución proletaria en el próximo período, terminarán expresándose en el terreno militar, es decir, en nuevas guerras interimperialistas, nuevas carnicerías mundiales.
Pero eso aún está por verse: frente a la guerra de conquista y coloniaje de los carniceros imperialistas, los combates heroicos de las masas, como la grandiosa revolución palestina, o la argelina, como el levantamiento de los obreros y campesinos pakistaníes contra la dictadura de Musharraf sirviente de los imperialistas angloyanquis, como las masivas movilizaciones antiimperialistas en todo el mundo árabe y musulmán, hacen que el enfrentamiento más directo entre revolución y contrarrevolución se coloque en el centro de la escena mundial.
Lo que estamos presenciando en esta guerra no es sino la confirmación de que el estallido de la crisis económica y financiera mundial a partir de 1997 puso a correr el reloj de la definición del período abierto en 1989. Porque, aunque las potencias imperialistas lograron imponer la restauración capitalista en China, en Rusia, en los estados del este de Europa, etc., luego de derrotar y abortar los procesos que marcaban el inicio de la revolución política, no han logrado aún -por los límites que le ha impuesto la heroica resistencia de las masas en todo el mundo en la última década- terminar de reincorporar a esos estados a la división mundial del trabajo como colonias y semicolonias, dejando irresuelto el enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución a nivel mundial.

Bajo estas condiciones objetivamente revolucionarias
a nivel mundial, se agudiza la crisis de dirección
revolucionaria del proletariado

Bajo estas condiciones objetivamente revolucionarias que no dejan de agudizarse, de bruscos cambios y convulsiones -es decir, de vigencia inmediata de las condiciones de la época de crisis, cracs, guerras y revoluciones- que actualizan la alternativa histórica, socialismo o barbarie, comunismo o fascismo, que ha signado toda la época imperialista, se pone al rojo vivo que el principal problema del proletariado y los explotados para avanzar en el camino de la revolución socialista y para triunfar, es el carácter contrarrevolucionario de las direcciones que tienen a su frente.
Lo que impide hoy la unidad del proletariado mundial y de los pueblos oprimidos de todo el planeta en la lucha por la derrota de los carniceros imperialistas y por el triunfo militar de Afganistán en esta guerra no es que el enemigo imperialista sea fuerte o invencible, no es que los Bush, los Blair, los Chirac, sean muy sagaces o muy valientes, no son sus barcos, sus aviones, sus bombas o su tecnología de última generación: son las direcciones contrarrevolucionarias de todo pelaje, compradas y pagadas por los carniceros imperialistas.
Ese es el rol de la archirreaccionaria aristocracia obrera blanca norteamericana y la burocracia sindical de la AFL-CIO, feroces defensoras de los intereses de su propia burguesía imperialista, y las principales garantes hoy de la "unidad nacional" reaccionaria y bonapartista. Es que ahora que ha comenzado la recesión, quieren mantener sus privilegios y su altísimo nivel de vida, quieren seguir en el jolgorio de consumo del ciclo de crecimiento de los últimos nueve años. Por eso apoyan fervorosamente a su burguesía imperialista en esta guerra de saqueo y coloniaje para que masacre en Afganistán, aplaste a la revolución palestina, colonice los ex-estados obreros en liquidación, y derrote a la amplia mayoría del proletariado norteamericano, para poder mantener sus privilegios pagados con algunas migajas de las superganancias que los monopolios yanquis extraen de la superexplotación de millones de esclavos coloniales y semicoloniales. El mismo rol juega la burocracia sindical laborista de la TUC de Gran Bretaña y la aristocracia obrera de ese país, sostenedores del gobierno de Tony Blair y del régimen imperial putrefacto de los parásitos de la monarquía británica cuya policía -junto con las bandas fascistas- ataca y apalea a los obreros textiles paquistaníes como en Oldham.
No le van a la zaga la aristocracia obrera y la burocracia sindical socialdemócrata y stalinistas de los potencias europeas de la OTAN que hoy se disfrazan de "democráticas" y "pacifistas", como Francia y Alemania, y que con sus pactos sociales sostienen a los gobiernos socialimperialistas como el de Jospin y Schroeder, y a los regímenes imperialistas masacradores como el de la V república Francesa, como el régimen alemán, italiano, como la monarquía española, etc. Son las que maniatan al proletariado francés, alemán, italiano, etc., y lo subordinan a sus propias burguesías imperialistas, impidiendo que éste paralice la maquinaria de guerra de la OTAN y se una a sus hermanos de Medio Oriente en la lucha por la derrota de los carniceros imperialistas.
Es el rol, en Medio Oriente, en Asia Central, y en todo el mundo árabe y musulmán, de las burguesías nacionales cipayas que utilizan la lucha de las masas, e inclusive los atentados terroristas, como chantaje para regatear con el imperialismo -como sus socias menores-, su tajada de la renta petrolera, pero que siempre terminan alinéandose con éste para aplastar a las masas cuando éstas, con su movilización y lucha revolucionaria, amenazan su propiedad y su dominio. Son las direcciones nacionalistas burguesas o pequeñoburguesas, como Hamas, Hizbollah, los Talibán, los mullahs, que cínicamente llaman a las masas a la "guerra santa contra los infieles" llevándolas a rezar a las mezquitas y llamándolas a "confiar en Alá", pero que se cuidan como de la peste de armar a las masas, de que cada obrero y campesino de los pueblos árabes y musulmanes tenga un fusil para enfrentar al imperialismo.
En América Latina, donde viene resurgiendo la lucha y el sentimiento antiimperialista de los trabajadores y los explotados, ese rol lo juegan las burocracias sindicales de las centrales del continente, y el stalinismo, que se han arrodillado ante el imperialismo en la guerra. Fidel Castro y la burocracia restauracionista cubana se han ganado indudablemente un lugar en el Cuadro de Honor de los sirvientes de imperialismo, junto al canalla John Sweeney, presidente de la AFL-CIO norteamericana que el 10 de Octubre publicó una solicitada de una página en los 15 principales diarios yanquis donde le expresa todo el apoyo al carnicero Bush en la guerra, lo felicita por su acción militar enérgica contra Afganistán y le agradece que sea tan "compasivo" y "sólo ataque blancos militares y no civiles en ese país", mientras hasta la CNN muestra la aldea de Kadam y los barrios de Kabul reducidos a escombros.
Fidel Castro salió a solidarizarse con el imperialismo yanqui y con el gobierno de Bush ante los atentados, le ofreció los recursos del estado obrero cubano para la "lucha contra el terrorismo", y en medio de los bombardeos genocidas contra el pueblo afgano, organizó en La Habana una marcha de 1.000.000 de obreros y campesinos cubanos con banderas yanquis, "contra el terrorismo y la barbarie", "por la paz" y en apoyo a la ONU. Tal como planteamos en la Declaración en estas mismas páginas, la burocracia restauracionista cubana -al igual que ayer Gorbachov- le presta así sus últimos servicios contrarrevolucionarios al imperialismo para ganar su derecho a transformarse en burguesía y consumar la restauración capitalista en Cuba.
Esa misma "paz" con los carniceros imperialistas es la que pregonan Lula y el PT en Brasil, mostrando que son todos agentes -como ya había quedado claro en el Foro de Porto Alegre- del imperialismo francés que hoy se viste de "democrático" y "humanitario" en su disputa por los mercados y las zonas de influencia con el imperialismo yanqui. También el PC chileno -sostenedor del régimen cívico-militar pinochetista-concertacionista cipayo de la Constitución del '80 y del gobierno del "socialista" Lagos-, pregona la "paz" con el pirata Bush y sus monopolios, los mismos que, con la ITT a la cabeza, prepararan y organizaran el sangriento golpe militar del chacal Pinochet que ahogó en sangre a la gloriosa revolución de los Cordones industriales en 1973, traicionada por el stalinismo y por Fidel Castro que pregonaban la "vía pacífica al socialismo".
Al calor de la guerra, de los cracs y del enfrentamiento más directo entre revolución y contrarrevolución -es decir, de las condiciones objetivamente revolucionarias que se desarrollan a nivel mundial-, se muestra con total crudeza la vigencia y actualidad de la ley de causalidad histórica fundamental de la época imperialista de crisis, guerras y revoluciones, formulada en el Programa de Transición: que la crisis de la humanidad se reduce a la crisis de dirección revolucionaria del proletariado. Cuando más se confirma esta ley, los revisionistas, oportunistas y centristas que han usurpado las banderas de la IV Internacional no hacen más que dar nuevos saltos en su adaptación a los regímenes burgueses y a las direcciones traidoras de todo pelaje.

El centrismo burocrático usurpador de la IV Internacional
frente a la guerra: de rodillas ante los regímenes burgueses
y ante las direcciones contrarrevolucionarias


El inicio de la guerra no ha hecho más que demostrar su total y completa bancarrota. Al igual que sucediera frente al inicio de la revolución de la clase obrera y el pueblo palestino, las corrientes centristas burocráticas que en todo el mundo usurpan las banderas de la IV Internacional se han arrodillado, en esta guerra, ante los regímenes burgueses y las direcciones contrarrevolucionarias.

Las corrientes liquidacionistas
continuadoras del pablismo,
sirvientes de sus propias burguesías imperialistas y de rodillas
ante el stalinismo

Para la dirección de la LCR francesa -sección del autoproclamado "Secretariado Unificado de la IV Internacional"- la guerra ha marcado un verdadero "4 de agosto"1 es decir, su pase abierto al socialpatriorismo, su conversión definitiva en sirvientes de los intereses de su propia burguesía imperialista, la francesa, que hoy se disfraza de "democrática", "antineoliberal" y "pacifista".
Hace pocos meses atrás, ya su principal dirigente Alain Krivine -diputado en esa cueva de bandidos imperialistas que es el Parlamento europeo- realizaba una gira, junto a otros "eurodiputados" stalinistas, Verdes, etc., por Medio Oriente, para tratar de convencer a la clase obrera y al pueblo palestinos de que acepten la resolución de la ONU de "dos estados", es decir, para que acepten los acuerdos contrarrevolucionarios de Oslo que ya hicieron volar por los aires con su grandiosa revolución. Poco tiempo después, Krivine partía nuevamente en su calidad de diputado del Parlamento europeo y como parte de una Comisión, a los Estados Unidos, a entrevistarse con los jefes de la CIA y de los principales servicios de inteligencia del imperialismo norteamericano, para presentar la protesta de la burguesía imperialista francesa y alemana porque los yanquis, con su sistema de espía de correo electrónico llamado Echelon, les hacen espionaje industrial y bancario a sus competidores europeos.
La guerra actual no ha hecho sino confirmar la ubicación de Alain Krivine como funcionario, como un verdadero "ministro sin cartera" de su propia burguesía imperialista, y el pase de la dirección de la LCR a la trinchera del socialpatriotismo. Así, no sólo no responsabilizaron al propio estado y gobierno imperialistas yanquis -los mayores organizadores de acciones terroristas en todo el planeta, como lo están demostrando ahora mismo por enésima vez con la masacre brutal del pueblo afgano- por los atentados terroristas del 11 de septiembre, sino que además se sumaron gustosos al coro cínico de los representantes imperialistas y sus periodistas a sueldo, mostrándose "horrorizados" por los atentados a los que "ninguna causa justificará jamás", y que son totalmente "condenables desde el punto de vista ético", y se dedicaron a pontificar sobre "el valor de la vida humana" en general, mientras cruzando el Mediterráneo, en Argelia, la dictadura genocida de Bouteflika, títere de la burguesía imperialista francesa y de sus monopolios petroleros como Totalfina, reprime a sangre y fuego la revolución que han iniciado los trabajadores y el pueblo de ese país, y ya se ha cobrado más de cien vidas.
Pero aún más: el 11 de octubre impulsaron, junto con el PC francés y los Verdes -que forman parte del gobierno socialimperialista de Jospin- una movilización por la "paz" y contra el terrorismo", firmando en común una convocatoria denominada "Llamado a la opinión" en la que, entre otras cosas se pide que "se arbitren todos los medios para identificar, arrestar y juzgar a los autores del atentado (...) en el marco del derecho internacional y de la Carta de la ONU", es decir, exactamente la misma política que sostienen Chirac y Jospin.
Mientras tanto, el gobierno de Jospin ya ha arbitrado "todos los medios para identificar, juzgar y arrestar a los autores del atentado", tal como se lo pide su sirviente Alain Krivine, poniendo en marcha nuevamente un operativo llamado "Vigipirate" por el cual detiene por simple "portación de rostro" a todo trabajador o joven árabe o musulmán, y redoblando su campaña de persecución, hostigamiento y deportación de los trabajadores inmigrantes de los pueblos árabes y musulmanes, que son más de cinco millones en Francia.
De esa manifestación -aunque sin firmar la convocatoria- participó también Lutte Ouvriére y su dirigente Arlette Laguiller, también diputada al Parlamento Europeo, después de haber llamado a participar el 29 de septiembre en una marcha por los derechos de las mujeres de Afganistán con un comunicado en el que denuncia y pone en el mismo plano "la opresión del régimen de los talibanes al mismo tiempo que las represalias que los dirigentes de los Estados Unidos lanzan contra la población que no tiene ninguna responsabilidad por los atentados de Nueva York". Es decir, agita la "teoría de los dos demonios", borra de un plumazo la distinción entre países opresores y países oprimidos, y rompe con la posición de principios del trotskismo que se ubica incondicionalmente en el campo militar de la nación oprimida aunque tenga un régimen tiránico, contra el imperialismo "democrático y civilizado".
Las direcciones de corrientes como Militant no se quedan atrás, levantando posiciones totalmente pro-imperialistas diciendo que hay que ser "derrotistas de ambos bandos", es decir, tanto del imperialismo como de Afganistán, porque éste último está gobernado por los talibanes que serían "señores feudales, bárbaros y atrasados, que oprimen a la mujer, que castigan a los ladrones cortándole las manos". No hacen sino seguir su tradición traidora de apoyo a su propia burguesía imperialista y a la Royal Navy de la Inglaterra "democrática" contra la Argentina "dictatorial de Galtieri" en la guerra de Malvinas.
En última instancia, con distintos matices, todos ellos son todos enemigos de retomar la experiencia y el programa revolucionario del trotskismo norteamericano que durante la guerra de Vietnam, cuando el SWP llamaba a luchar por la derrota militar del imperialismo yanqui, enfrentándose al stalinismo que, como parte de la "coexistencia pacífica", levantaba la política de "paz" mientras el napalm desollaba vivos a los obreros y campesinos vietnamitas. Todos estos renegados y liquidadores de la IV Internacional no son sino continuidad del pablismo -al que el SWP combatiera en aquellos años por su política pacifista de capitulación al stalinismo. Están todos arrodillados ante Fidel Castro y la burocracia restauracionista cubana -agentes de la burguesía imperialista francesa y de los multimedios imperialistas como Le Monde y su Foro de traidores de Porto Alegre- que llevó a movilizarse a un millón de obreros y campesinos cubanos "contra el terrorismo" y por la "paz", clamando porque todo se haga bajo el paraguas de la ONU, casi al mismo tiempo que el socialpatriota Krivine llamaba a marchar por las calles de París exactamente con el mismo programa, mientras los bombazos de los carniceros imperialistas masacraban al pueblo afgano.

El ala prosocialdemócrata de los oportunistas y revisionistas,
no menos renegada
que los liquidacionistas

A este coro de liquidadores y renegados del trotskismo vienen a sumarse las corrientes del ala prosocialdemócrata que usurpan las banderas de la IV Internacional. Así, el PTS argentino, que comenzó hablando del "brutal atentado", de su "carácter retrógrado" y deshaciéndose en lloriqueos, y terminó con sus socios de la LRCI inglesa", como defensores de los intereses de la archirreaccionaria aristocracia obrera norteamericana y británica, y levantado la política de la ONU de "autodeterminación del pueblo palestino" y "paz entre árabes y judíos" y renegando abiertamente de la lucha por la IV Internacional, llamando a construir una "internacional obrera" cualquiera con el "movimiento anticapitalista". Es decir, les dejan las limpias banderas de la IV Internacional a los renegados y socialpatriotas como Krivine, permitiendo que éstos hablen en su nombre y lo ensucien con sus traiciones ante la vanguardia obrera mundia.
La guerra ha desnudado a todos los agrupamientos internacionales sin principios, y en primer lugar, al remedo de Internacional dos y media encabezado por el Partido Obrero de Argentina -y que se autoproclama la "IV Internacional refundada". Ante acontecimientos de semejante magnitud no ha sido capaz de levantar una posición unificada ni de emitir una sola declaración común, demostrando una vez más que es un agrupamiento sin principios y diplomático cuyo único objetivo es servir de cobertura "internacionalista" a las capitulaciones de cada uno de sus componentes en sus propios países. Le hace de cobertura al PO que en medio de la guerra hizo campaña electoral en Argentina sin levantar una sola consigna antiimperialista; le hace de cobertura a Proposta de Italia que está dentro del partido Refundación Comunista que, como todo el stalinismo, ha salido a hablar de "lucha contra el terrorismo", por la "paz" y a pedir que se masacre "legalmente" bajo la cobertura de la ONU.
Todos los Caínes renegados del trotskismo -tanto los más adaptados a la socialdemocracia, como las más adaptados al stalinismo en sus distintas variantes-, frente a la ofensiva guerrerista del imperialismo angloyanqui y frente al giro bonapartista reaccionario de la "unidad nacional" al interior de los Estados Unidos con el que esa burguesía ha lanzado un feroz ataque a su propia clase obrera, salieron a decir que la alternativa es "democracia o fascismo". Así, no hicieron más que arrodillarse ante los carniceros imperialistas franceses y alemanes que -como explicamos en la Declaración- se pintan la cara de "democráticos", de "pacifistas" para tratar de coptar a sus propias clases obreras para que las apoyen en su sostenimiento de los regímenes y gobiernos de las burguesías cipayas masacradoras y explotadoras de sus propios pueblos, o para masacrar bajo la "legalidad" de la ONU como lo hicieran en la guerra del Golfo y en los Balcanes. Se arrodillan así frente al stalinismo en todas sus variantes, y ante Fidel Castro que habla "contra el terrorismo" y por la "paz", mientras prepara la restauración capitalista en Cuba y le presta así sus últimos servicios contrarrevolucionarios al imperialismo como burocracia restauracionista para comprar su derecho a transformarse en burguesía.
"Democracia o fascismo", "guerra de regímenes", "paz", "derrotismo de ambos bandos", todos los usurpadores de la IV Internacional no hacen más que seguir tras los pasos de los "amigos de la paz", de los poumistas y de la Internacional dos y media de la década del '30, que siguiendo a la burocracia stalinista, se arrodillaban ante los carniceros imperialistas "democráticos" como Inglaterra y Francia contra el "fascismo" de los carniceros imperialistas alemanes e italianos; o ante la burguesía española republicana "democrática" contra el fascista Franco, y terminaron traicionando la grandiosa revolución proletaria española llevada al estrangulamiento por el stalinismo y su Frente Popular.

Para reconocer y reagrupar a las fuerzas principistas
del trotskismo, es necesario levantar un programa
revolucionario ante la guerra
¡Por un Kienthal y un Zimmerwald de las fuerzas principistas de la IV Internacional, para regenerarla y refundarla y ponerla a la altura del enfrentamiento entre revolución
y contrarrevolución!

Los grandes acontecimientos de la lucha de clases mundial, como los cracs, las guerras y los enfrentamientos directos entre revolución y contrarrevolución, ponen a prueba, en la vida misma, la teoría, los programas y la acción de todos aquellos que se reivindican trotskistas y de la IV Internacional, y separan nítidamente, blanco sobre negro, reformismo y centrismo de revolución. Como ya lo había hecho la grandiosa revolución palestina, hoy la guerra de saqueo y coloniaje lanzada por el imperialismo angloyanqui marca una clara divisoria de aguas entre los revolucionarios, por un lado, y los reformistas, centristas y oportunistas por el otro: o se está clara y abiertamente por el triunfo militar del Afganistán oprimido, aunque esté gobernado por el régimen burgués de los talibanes, y por la derrota militar de los carniceros imperialistas angloyanquis y europeos, y se levanta un programa para generalizar y extender la revolución palestina y transformar la lucha antiimperialista de las masas árabes y musulmanas en el comienzo de la revolución socialista tanto en Medio Oriente, en los ex - estados obreros en liquidación de Asia Central y el Cáucaso, como también al interior de los Estados Unidos, de Gran Bretaña y de las potencias europeas como Francia o Alemania -como desarrollarmos en la Declaración-; o se está, de una u otra manera, en la trinchera opuesta, hablando sobre la "paz", sobre la alternativa de "democracia o fascismo", sobre "derrotismo de ambos bandos", etc.
Desde el Comité Organizador del Trotskismo Principista (Cuarta Internacional), reiteramos nuestro llamamiento urgente a todos aquellos grupos o militantes que a nivel internacional se reclaman del trotskismo y que rechazan el arrodillamiento de los Caínes renegados del trotskismo ante las potencias imperialistas que se disfrazan de "democráticas" y ante las direcciones traidoras, a regruparnos inmediatamente alrededor del programa revolucionario frente a la guerra de saqueo y colonización lanzada por el imperialismo angloyanqui con el visto bueno de las potencias europeas de la OTAN -para lo cual aportamos la Declaración que aquí publicamos-, para desde allí impulsar acciones antiimperialistas en común con organizaciones obreras, estudiantiles y populares, y un combate sin cuartel contra los revisionistas, centristas y oportunistas usurpadores de la IV Internacional. Es decir, los llamamos a luchar por poner en pie un verdadero Kienthal y Zimmerwald del trotskismo principista que permita que las fuerzas sanas de la IV Internacional se reconozcan y se reagrupen a nivel internacional, de la misma manera que ayer, en 1915 durante la primera guerra mundial, se reagruparon un puñado de internacionalistas como Lenin, Trotsky, Luxemburgo, Liebknecht, para tratar de unir -al decir de Trotsky- los hilos de la historia, o sea, de la teoría, la estrategia y el programa del marxismo que habían sido cortados por el pasaje de la II Internacional al campo de la contrarrevolución con su apoyo a la guerra imperialista.
Los trotskistas del COTP (CI) luchamos por un Kienthal y Zimmerwald, no para provocar cualquier tipo de reagrupamiento para luchar por cualquier "internacional" en general, sino para unir los hilos de la teoría, la estrategia y el programa de la IV Internacional que están rotos por la acción de los Caínes renegados del trotskismo. Durante el período de Yalta en la segunda posguerra, esa continuidad se había mantenido, al menos parcialmente, en la lucha de tendencias y fracciones al interior de la IV Internacional transformada en movimiento luego de su estallido por la acción del pablismo en 1953. Pero después de la derrota del ascenso generalizado de 1968-74, las corrientes centristas, lejos de sacar lecciones revolucionarias de la revolución chilena, portuguesa, del Mayo francés, de la revolución política en Checoslovaquia -la llamada Primavera de Praga-, etc., sacaron lecciones oportunistas, y así, en vez de preparar futuros saltos hacia adelante de la IV Internacional, dieron un salto hacia el oportunismo en los '80 cuando acompañaron el giro a la derecha de la burocracia stalinista que se hacía restauracionista, es decir, ya no agente indirecto sino directo de la restauración capitalista. Ese pablismo generalizado fue el que terminó por romper todo hilo continuidad con la estrategia, la teoría y el programa de la IV Internacional, y puso al trotskismo en la resistencia y en retirada, mientras con partidos nacionales electoralistas y sindicalistas como el MAS en Argentina, la LCR en Francia, el PST-U en Brasil, etc., cada corriente se adaptaba, país por país, a su propio régimen burgués, al stalinismo y a las direcciones traidoras.
Estas corrientes fueron las que no pasaron la prueba de los acontecimientos de 1989 -y no así la teoría y el programa del trotskismo que se mostraron totalmente correctos y vigentes- y estallaron, y las que luego, durante todos los '90, y para justificar sus escandalosas capitulaciones, encabezaron un revisionismo escandaloso, una verdadera reacción contra el marxismo, surgido no de la socialdemocracia ni del stalinismo, sino del interior mismo de la IV Internacional.
Por eso es este pablismo generalizado el responsable de que hoy, a principios del siglo XXI, las fuerzas principistas del trotskismo se encuentren a la defensiva, en la resistencia.
A partir de 1925-26, con el triunfo del stalinismo en la URSS luego de la derrota de la revolución alemana y del consiguiente aislamiento de la revolución de octubre, el bolchevismo se expresó en la resistencia, primero como Oposición de Izquierda de la III Internacional y luego como IV Internacional. La lucha del trotskismo en los '30 fue una lucha defensiva en condiciones objetivas adversas por el triunfo de la contrarrevolución stalinista en la URSS, así como también en Alemania e Italia con el triunfo del fascismo, en España con la derrota de la revolución proletaria bajo la bota de Franco por la traición del stalinismo, y en Francia también por la acción del stalinismo y el Frente Popular. Pero, bajo una dirección internacional centralizada y probada en la revolución -como el camarada Trotsky- las fuerzas del trotskismo, es decir, del bolchevismo en la resistencia, se preparaban para pasar a la ofensiva y transformarse en una Internacional de masas frente a la inminencia de la segunda guerra mundial que, al igual que la primera, sería partera de nuevas revoluciones.
Hoy, por el contrario, a pesar de que las condiciones objetivas donde no está aún definido el enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución a nivel mundial, son favorables para que las fuerzas principistas del trotskismo toquen el clarín de la ofensiva, estas se encuentran dispersas, fragmentadas, sin una dirección internacional centralizada, y por ello, en la resistencia y a la defensiva, por la acción de los Caínes renegados del trotskismo que impusieron la ruptura de la continuidad con la teoría, la estrategia y el programa de la IV Internacional y la llevaron a la degeneración.
El destino de la IV Internacional depende en gran medida del resultado de la guerra, y de la acción consciente de quienes nos reivindicamos del trotskismo principista
El trotskismo -aunque usurpado por los revisionistas y oportunistas- es una corriente viva y real de la vanguardia obrera en todo el mundo. En Francia, la LCR, LO y otros partidos y grupos que se reclaman del trotskismo sacan centenares de miles de votos, tienen diputados y concejales, influencian y dirigen sindicatos, organizaciones obreras, estudiantiles, etc. En Argelia, el PST -hermano de la LCR francesa-, tiene un gran peso en la región de Bejaia en Kabylia, el epicentro de la revolución que iniciaron hace unos meses los obreros y campesinos argelinos. En Inglaterra, como en Estados Unidos, son miles de militantes, en distintos grupos y corrientes, activos en los sindicatos, en las universidades, en los colegios. En Argentina, las fuerzas que se reclaman del trotskismo acaban de obtener medio millón de votos en las elecciones, y están a la cabeza de centenares de comisiones internas, cuerpos de delegados, seccionales de sindicatos; en Brasil, dirigen el 30% de la CUT; mientras que en Bolivia el POR de Guillermo Lora dirige a los maestros y fabriles de La Paz e influencia a un 20% de la COB. Hoy, frente a la guerra y los agudos acontecimientos mundiales -como ayer para Trotsky y los revolucionarios que luchaban por la IV Internacional frente a la revolución española en 1936- son los centristas, oportunistas y revisionistas que han usurpado la IV Internacional los que impiden que esas enormes fuerzas golpeen como un solo puño, al mismo tiempo, en todo el planeta con un programa y una política revolucionaria. Son ellos los que impiden que la IV Internacional hoy esté encabezando en Francia, en Inglaterra, en Argelia, en EE. UU, en América Latina, el llamamiento a poner en pie brigadas obreras internacionalistas de voluntarios para ir a pelear a Afganistán y a Palestina, levantando así una alternativa de dirección revolucionaria para la clase obrera y los campesinos de los pueblos árabes y musulmanes contra sus direcciones nacionalistas burguesas y pequeñoburguesas, contra los mullahs, los imanes y los ayatollahs, que son los que impiden su unidad y su armamento para enfrentar y derrotar al imperialismo. Son los renegados del trotskismo los que impiden que toda esa fuerza militante y esos recursos materiales se pongan al servicio del triunfo militar de Afganistán, de la derrota del imperialismo y de la lucha por transformar ese combate en el inicio de la revolución proletaria tanto en la nación oprimida como en las metrópolis imperialistas.
Decía León Trotsky: " Se necesitan épocas excepcionales en la historia para que los revolucionarios salgan de su aislamiento y para que los reformistas hagan el papel de peces sacados del agua" (La revolución traicionada). Hoy, el destino y el futuro de la IV Internacional está ligado en gran medida al resultado de la guerra, donde se concentra el enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución. Es decir, si al proletariado y a los explotados les va mal, si es aplastado y ocupado Afganistán, si es derrotada y ahogada en sangre y fuego la revolución palestina, si las potencias imperialistas derrotan o coptan a sus clases obreras y las arrastran en esta guerra de coloniaje y saqueo, veremos probablemente a muchas de las corrientes centristas burocráticas de conjunto -y no sólo a sus dirigentes y estados mayores, como es hoy el caso de Alain Krivine- pasarse definitivamente al campo del orden burgués, lo que significaría un aislamiento, retroceso y dispersión aún mayor para los trotskistas principistas, y recrudecería el peligro de que terminemos también degenerando.
Por el contrario, si las potencias imperialistas no logran triunfar en esta guerra, si la heroica revolución palestina se extiende y se generaliza en una sola lucha antiimperialista revolucionaria de la clase obrera y los explotados de todo el mundo árabe y musulmán, si comienza a colarse al interior de Francia, de Alemania y de las potencias europeas a través de la lucha de los millones de trabajadores inmigrantes árabes y musulmanes que son tratados como parias y esclavos, si las fuerzas imperialistas comienzan a tener bajas y eso resquebraja el frente interno en los Estados Unidos y la clase obrera empieza a romper la unidad nacional con su propia burguesía, esto golpeará e impactará sobre miles de militantes de las corrientes centristas burocráticas. Provocará crisis y fraccionamientos en su interior, y les será un millón de veces más difícil a los estados mayores al estilo del de Alain Krivine convencer al conjunto de la base y los cuadros de esas organizaciones de transformarse en sirvientes de sus propias burguesías, abriendo las condiciones para que las fuerzas sanas de la IV Internacional pasen a la ofensiva por expulsar de sus filas a los traidores, a los revisionistas y centristas de todo pelaje, y avanzar en su regeneración y refundación sobre bases principistas.
Por ello, porque del resultado de la guerra y de los acontecimientos cruciales que estamos viviendo depende en gran medida el futuro y el destino de la IV Internacional, es que se vuelve urgente e impostergable un reagrupamiento internacional de las fuerzas principistas del trotskismo. Los trotskistas principistas del COTP (CI) luchamos por reconocernos y reagruparnos a nivel internacional con las fuerzas sanas del trotskismo, en el camino de conquistar un Kienthal y Zimmerwald alrededor del programa revolucionario frente a los agudos acontecimientos de guerras, cracs y revoluciones, para poner en pie un centro, una dirección internacional centralizada que saque al trotskismo principista de la defensiva y de la resistencia, y lo ponga a la ofensiva a nivel internacional. Un dirección internacional centralizada que luche por retomar la continuidad con la teoría, la estrategia y el programa revolucionarios del trotskismo, que presente una batalla sin cuartel contra los revisionistas, oportunistas y centristas por expulsarlos de la IV Internacional, por regenerarla y refundarla recuperando a miles de honestos militantes que en todo el mundo hoy son llevados a la impotencia y a la capitulación por sus estados mayores renegados del trotskismo.

NOTAS:

1 El 4 de agosto de 1914, el Partido Socialdemócrata Alemán votó a favor de los créditos de guerra en el Parlamento. Así, la II Internacional se pasaba definitivamente al campo de la contrarrevolución al apoyar a sus propias burguesías imperialistas en la Primera Guerra Mundial, llevando a los obreros de Francia, de Alemania, de Inglaterra, de Rusia, etc., a matarse unos a otros en esa carnicería humana, en provecho de la propiedad y la ganancia de sus propias burguesías imperialistas.

 

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