Tesis sobre espontaneidad y dirección*

 

 

         1. La contradicción a nivel del movimiento proletario entre vanguardia y masas -a nivel de la iniciativa y dirección respectivas- es una manifestación de la contradicción que existe a nivel de l@s propi@s proletari@s individuales. En cada proletari@ se da la contradicción entre sus impulsos y mentalidad y las necesidades de acción y orientación de la clase como tal. Esta contradicción está sujeta al desarrollo histórico, como una interacción entre la teoría y la práctica, el pensamiento y la acción, y solamente encuentra su resolución en este desarrollo a la vez individual y colectivo que tiene lugar a través de la autoactividad proletaria.

 

 

         2. Toda acción espontánea posee su propia conciencia práctica inmanente. Acción y conciencia son dos aspectos inseparables. Sin embargo, la conciencia teórica o racional acerca de la acción puede ser contradictoria con la propia acción, así como la conciencia práctica o experiencial determina la orientación concreta de la acción pero excluye el nivel del cálculo de las consecuencias de esa acción y de esa orientación. El problema, luego, del desarrollo de la autoactividad consciente del proletariado, ha de abordarse considerando todo el asunto a partir de la experiencia de la clase.

 

  La idea de que las luchas proletarias se limitan a objetivos inmediatos porque carecen de conciencia revolucionaria olvida el hecho práctico de que, antes de poder cambiar la conciencia teórica, es preciso que cambie la conciencia práctica, inmediata, que l@s proletari@s tienen acerca de sus necesidades y de cómo luchar para realizarlas. No puede haber transformación de las ideas sin que se produzca una autotransformación de ese nivel, mucho más inmediato, intuitivo, de la conciencia proletaria. Sin identificar experiencialmente lo que se quiere y cómo actuar prácticamente para realizarlo, no puede haber un cambio efectivo en las ideas abstractas -solamente transformaciones aparentes, que mistificarán aún más los contenidos de la conciencia práctica-.

 

  La clase obrera dejará de participar de la conciencia dominante y de identificarse con las ideologías reformistas solamente cuando comprenda prácticamente no sólo su futilidad para mejorar sus condiciones de existencia, sino principalmente lo que sería necesario hacer para mejorarlas realmente. La conciencia revolucionaria abstracta, sin una comprensión práctica también revolucionaria, no sirve de nada y funciona como mera ideología que encubre una práctica reformista y una conciencia práctica (deseos, aspiraciones, formas de conducta espontáneas) imbuida todavía en la conciencia dominante. Cuando realmente la clase esté convencida de que su camino pasa por la ruptura con las prácticas dominantes, entonces ella misma se orientará hacia la teoría revolucionaria (por eso, nuestro papel, visto a largo plazo, es desarrollarla lo más y mejor posible, preparando la herramienta teórica para cuando llegue el momento de que se constituya, objetivamente para las propias masas, en una necesidad).

 

 

         3. La acción espontánea tiene que dar un salto cualitativo, forzada por la agudización creciente del antagonismo de clases, para liberar las energías necesarias y desarrollar la experiencia práctica que permitan, junto con la paralela activación del pensar, a la clase en conjunto afrontar efectivamente esa contradicción entre los dos niveles de su conciencia, que desde un punto de vista histórico pueden definirse como la conciencia inmediata y la conciencia anticipatoria. Toda acción implica una conciencia inmediata que la dirige, sea o no un producto de la reflexión propia y consciente, o sea, por contra, un producto de la acumulación irreflexiva de experiencias y de su interrelación espontánea subconsciente combinada con una situación que fuerza tomar la acción.

 

  Este salto cualitativo de la conciencia tiene que ser, a la vez, un salto cualitativo de la práctica histórica efectiva de la clase, de modo que se cree espontáneamente una nueva conciencia práctica, capaz de permitir un ulterior desarrollo autónomo de la conciencia teórica (liberar las capacidades mentales de la clase). Considerando que la decadencia abierta del capitalismo progresará en dirección al hundimiento de la sociedad en una degradación cada vez más aguda y total, y que procederá alternando períodos graduales con otros breves, abruptos y acelerados (saltos cualitativos negativos), entonces lo que podemos esperar es que esa serie de saltos en las condiciones de existencia de la clase se traduzcan en otra serie correspondiente de arranques y saltos en la práctica proletaria y así en la conciencia práctica. Esta es la dinámica histórica de la resolución de la contradicción vanguardia-masas.

 

 

         4. Dada esa dinámica de desarrollo e interacción entre las condiciones objetivas y las subjetivas, entre práctica y conciencia, el principal problema es la conciencia teórica pasada y fosilizada en l@s propi@s proletari@s, que se opone a la consideración verdaderamente consciente, coherente con el ser social del proletariado, de la situación histórica. Estas formas de conciencia atrasadas dan lugar a ideologías procapitalistas o altercapitalistas, reformistas en cualquier caso.

 

 

         5. Del mismo modo que la decadencia terminal del capitalismo evoluciona hacia una situación social regresiva y persistente que fuerza a la radicalización subjetiva, ésta última se traduce por su lado en una radicalización persistente de la lucha de clases que resuelve el problema de la adecuación entre necesidad práctica/condiciones sociales, conciencia práctica y conciencia teórica: al crear una situación que sitúa como imperativo, sin otra salida, la reflexión racional, radical y total, que permite integrar esos tres planos. Entonces el movimiento de clase, a través de este proceso va emergiendo a la conciencia y resolviendo sus contradicciones, lo cual se presenta como producción de su propia vanguardia efectiva.

 

 

         6. La vanguardia recién formada "parece" tener un desarrollo intelectual propio, independiente del movimiento de la clase, pero en su contenido está determinado por la experiencia y tendencias históricas contemporáneas y pasadas de la clase. No obstante, en el papel determinante de la capacidad teórica para elaborar la experiencia histórica acumulada, reside también la posibilidad de un desarrollo que vaya más allá de las tendencias contemporáneas visibles en la lucha de clases y en la evolución de la sociedad. Esta posibilidad significa la escisión (temporal) de la vanguardia respecto del movimiento del cual es producto.

 

 

         7. La vanguardia revolucionaria no se define por "conocer la teoría" y difundirla mediante la propaganda radical, sino por llevar la teoría a la práctica en las luchas de clases concretas -en la medida de sus posibilidades, determinadas a su vez por el nivel de maduración revolucionaria de la clase (hablamos aquí de la vanguardia revolucionaria más que de la vanguardia como categoría general)-. Pero no levar la teoría a la práctica en el sentido de aplicar, en la lucha, una serie de directrices o recetas abstractas, independientes del curso de la acción y de sus actores; sino en el sentido de transformar cada lucha en un momento revolucionario, desde un punto de vista a la vez subjetivo y objetivo. Esto implica tener en consideración todas las variables particulares y singulares que intervienen en cada proceso de lucha -al menos, intentarlo seriamente-; para esta tarea el "conocimiento y difusión" de directrices abstractas es completamente insuficiente, haciendo imposible mantener una posición de vanguardia emancipadora en el combate y en la discusión dentro del movimiento de lucha.

 

 

         8. Un grupo con esas características insuficientes, se verá forzado por las circunstancias a actuar como un partido o como un mero grupo de propaganda ideológica -bordeando en este caso, también, en la práctica, el papel de un partido-. Entonces, precisamente porque no actúa como vanguardia desde un punto de vista práctico y concreto, cae en un tipo de acción sustitucionista, persiguiendo una autoridad política o moral y, en la práctica, logrando la inhibición del verdadero proceso profundo de autodespliegue del potencial creativo, práctico y espiritual, de la clase. La vanguardia mera o principalmente "directiva" es, en el mejor de los casos, una vanguardia revolucionaria alienada, que actúa inconscientemente como una fuerza reformista que impulsa, por efecto o por defecto, la adhesión del proletariado al capitalismo.

 

 

         9. La vanguardia puede separarse, y aislarse temporalmente, del movimiento de masas: 1) porque el movimiento de masas ascendente que la produjo pasó a descender abrupta y aceleradamente, después de un auge revolucionario, dejando de este modo solo a su sector más avanzado; 2) por sobrepasar al movimiento contemporáneo gracias a la maduración teórica, sin ser directamente un producto del movimiento como tal, sino más bien el comienzo de un nuevo movimiento, por estar en un contexto prolongado de predominio del reflujo y de la inercia en la lucha de clases.

 

 

         10. En ese último caso, la teoría revolucionaria adquiere un carácter anticipatorio y experimental (como el comunismo del siglo XIX, de los utópicos hasta el Manifiesto comunista), mientras que, en el caso 1, su carácter es más histórico-crítico y tiende a mirar más hacia el pasado. El caso 2 extrae su fuerza del futuro, el caso 1 del pasado. El caso 2 es la vanguardia naciente en su estadio inicial; el caso 1 es la vanguardia en ocaso. En el caso 1 existe una teoría y una práctica fundadas en las luchas anteriores, pasadas, en el caso 2 no puede haberla (pues su experiencia constitutiva está en el presente en devenir) y la teoría-programa tiene que desarrollarse progresivamente estudiando el presente y anticipándose al futuro. El caso 1 tiende a adoptar una perspectiva autorreferencial y a cerrar-se sobre sí misma ante el aislamiento. El caso 2 tiende a abrirse continuamente a los cambios históricos que transcurren y a adoptar una perspectiva creativa y flexible, reconociendo que la teoría anterior no basta para comprender la práctica presente y en continuo devenir. En este caso la conciencia teórica está necesariamente separada de la práctica del pasado, dado que no es un producto de ésta, sino de la práctica incipiente del presente. Su apropiación del conocimiento teórico precedente y de los datos históricos tiene que basarse en la práctica del presente; este criterio es para la vanguardia naciente una necesidad vital espontánea, una forma de conciencia práctica. Por el contrario, la vanguardia en ocaso tiende a medir el presente y el futuro a la luz del pasado.

 

 

         11. La comparación entre el devenir presente y las experiencias pasadas es, por supuesto, necesaria también, pero solamente como procedimiento de contraste previo y a título orientativo, antes de proceder al análisis pormenorizado de cada caso concreto actual. Un pensamiento revolucionario fundado en el establecimiento de leyes y pautas teóricas a partir de la experiencia acumulada, en lugar de subordinar esto al continuo aprendizaje sobre la base del curso histórico contemporáneo, considerando esas generalizaciones y deducciones meramente como hipótesis de trabajo, mientras no sean verificadas hasta la saciedad punto por punto (lo cual, en realidad, no ocurre nunca: lo más que podemos tener es un incremento en la certeza teórica y hay que permanecer siempre atent@s y abiert@s a la historia). La generalización y la deducción lógica son métodos de elaboración mental de los conceptos, no métodos de investigación científicos del proceso histórico ni métodos para inferir (progresivamente) a partir de los resultados de esas investigaciones una teoría omnicomprensiva.

 

 

         12. Pero si la vanguardia revolucionaria puede autoaislarse o alienarse, también puede ocurrir que grupos avanzados dentro del movimiento reformista caigan en la ilusión de haber superado teóricamente el capitalismo y de ser capaces de impulsar su superación práctica. Esto se desmentirá con el desarrollo del movimiento revolucionario real, en el futuro, pero mientras su papel objetivo es desviar a los elementos progresivos de la clase a ese mismo pozo seco. Son lo que llamamos en general pseudorrevolucionari@s, el tipo más peligroso de recuperadores, el último ladrillo en el muro que se alza contra la revolución comunista, contra el proceso de autoliberación efectiva, material y espiritual, de tod@s l@s proletari@s.

 

 

         13. Con el desmentir de estas formas de conciencia y pensamiento pseudorrevolucionarias se producirá una separación entre el movimiento y la pseudovanguardia (sean estas formas asimiladas o no de manera consciente por la clase, pues se trata de un hecho histórico con consecuencias prácticas inevitables y objetivas para este tipo de grupos). Entonces, como ocurrió con los grupos bolcheviques, tienden a interpretar la situación en términos de que todo el problema del movimiento proletario es la falta crónica de conciencia de la clase, y que esto sólo puede resolverse con la construcción de un partido revolucionario, cuanto más centralizado y jerárquico mejor, precisamente para evitar que la mayoría "inconsciente" pueda prevalecer sobre la voluntad de la minoría "consciente". Sin embargo, ocurre que la mayoría no es tan inconsciente ni falta de propósito unitario, y que la minoría no es tan consciente ni con una voluntad unificada. La conclusión es siempre la misma: el movimiento de clase acaba situándose siempre por delante de estas pseudovanguardias, colocándolas en una situación en que solamente pueden sobrevivir como necrófagas, viviendo de los restos anquilosados del movimiento en lugar de agrupar a los elementos más avanzados, o carroñeras, aprovechando las debilidades de los movimientos espontáneos para apresarlos en sus garras. Ésta es la eterna historia del leninismo, incluso en su forma original en Rusia entre 1905-1917 antes de lograr hacerse con el poder en los Soviets.

 

 

         14. El verdadero peligro consiste en que la praxis pseudorrevolucionaria desvía al movimiento de sus aspiraciones espontáneas, que brotan de lo profundo de sus necesidades, con lo que, en lugar de ayudarle a madurar, estimulando la comprensión de estas aspiraciones y necesidades y de cómo efectivizarlas mediante una praxis adecuada, esa praxis le conduce a graves derrotas, destruyendo además los medios y la iniciativa teórica que permitirían superarlas en un tiempo relativamente breve. Por eso, su papel siempre da por resultado el hundimiento de la clase en un círculo de derrotas que destruye la esperanza revolucionaria y da lugar a un clima de derrotismo y resignación.

 

 

         15. En la práctica, toda vanguardia alienada tiene que acabar dejada atrás por la historia y retroceder hacia el reformismo, o volverse capaz de progresar en la comprensión concreta de las luchas presentes y ver la necesidad de actuar en consecuencia.

 

 

         16. Lo que existe en la actualidad, en la forma de grupos e individuos sin prácticamente ninguna repercusión, inmersos en las viejas teorías y, simultáneamente, en las nuevas condiciones prácticas, desgarrados por las dificultades enormes y por el aislamiento político, es el complejo y contradictorio proceso de formación del embrión de la nueva vanguardia revolucionaria del futuro. Quienes participamos activamente en este proceso no somos propiamente esa vanguardia, somos elementos de transición. Lo que seremos en el futuro dependerá de la acción histórica del conjunto de la clase obrera internacional tanto como de nuestros esfuerzos. Nuestro aislamiento y grupusculización es la expresión de que todavía no existe, a nivel de la vida práctica inmediata de la clase, la necesidad histórica de nuestra acción. Con esto en mente, debemos orientar nuestros esfuerzos inmediatos a preparar y propagar los elementos necesarios para que la clase se autoclarifique una vez comprenda, por propia experiencia, la necesidad; mientras tanto, debemos mantener firmemente, sin concesiones, que el programa de la clase en la época actual debe ser la destrucción revolucionaria del capitalismo y el establecimiento de una auténtica sociedad comunista.

 

 

         17. El aislamiento o desligación de la vanguardia naciente respecto de la clase proletaria en conjunto radica en el desfase entre la necesidad histórica efectiva a nivel de la clase y el desarrollo autónomo del pensamiento de la minoría avanzada. Pero, por tanto, esta contradicción solamente representa un problema real para la vanguardia, no para la masa. Ésta última sigue su propio curso de desarrollo, necesario debido a los enormes obstáculos objetivos y subjetivos que tiene que superar para poder elevarse a la conciencia y a la acción revolucionarias. Entonces, la vanguardia comunista tiene que orientarse, en la táctica inmediata, principalmente hacia estos obstáculos y no hacia la clarificación y el desarrollo de los objetivos últimos, tarea que la masa no está en condiciones de asumir -mientras que, por su lado, y mirando para el futuro, este proceso de clarificación y desarrollo teórico-programático constituye la verdadera tarea fundamental, la verdadera tarea de la vanguardia como instrumento de autoliberación y autodirección para la clase en conjunto-.

 

 

         18. Por tanto, la tarea esencial de las minorías revolucionarias actuales no es la intervención en las luchas aún reformistas, a pesar de que esta intervención sea indispensable para el mantenimiento y maduración de los propios grupos revolucionarios. Su tarea esencial es el desarrollo teórico-programático necesario para guiar el proceso revolucionario desde la fase de ascenso en el capitalismo hasta la fase desarrollada del comunismo. Naturalmente, en la práctica la combinación de ambas tareas resulta difícil, pues implica un esfuerzo bidireccional en el que la actividad interna de los grupos revolucionarios y su actividad externa asumen cierta desconexión a nivel inmediato. Pero esta separación entre la teoría (abiertamente revolucionaria) y la práctica (transitoria) no es una elección, es el producto de la situación histórica, en la que la propia clase obrera está siendo empujada, a lo largo de toda una época histórica, cada vez con más fuerza a la acción revolucionaria, mientras que su subjetividad alienada se resiste a cambiar y sólo lo hará con retraso, a través de su propia acción social compelida por las circunstancias cuando estas asuman un carácter inmediato y definido de antagonismo de clase radical y total, de modo que la única salida sea el enfrentamiento y la liquidación de todo el orden social actual.

 

 

         19. La táctica revolucionaria para el período en el que nos situamos, en el que las tendencias revolucionarias de la lucha de clases solamente asumen un carácter incipiente, esporádico y aislado -o sea, muy débil-, se resume en realizar una propaganda práctica señalando la naturaleza de los obstáculos que impiden el autodesarrollo de la clase y los principios esenciales y orientaciones prácticas que se requieren para avanzar en la lucha, en la organización y en la conciencia. Pero, al mismo tiempo, es preciso reafirmar constante y abiertamente nuestros verdaderos objetivos y visión de conjunto. A diferencia de otros grupos o corrientes, nosotr@s no entendemos la propaganda de modo abstracto, sino que procuramos la máxima concretización de nuestras propuestas según el caso. No hacemos propaganda ideológica de principios abstractos, sino que los presentamos en una forma y en su aplicabilidad prácticas. Sin embargo, no rendimos culto a nuestras propias propuestas y programa, sino que nos centramos en señalar las debilidades y el modo concreto de afrontarlas y asumimos la voluntad de la clase como decisoria.

 

  Naturalmente, puede parecer -ante el modo de ver "tradicional"- que esto conlleva la automarginación como referente político, un utopismo práctico, etc. Pero sucede que nosotr@s no pretendemos ser un referente "político" en el sentido habitual del término, ni pretendemos que nuestras propuestas sean vulgarmente "realistas", o sea, reformistas, porque la verdadera fuerza de efectivación de las ideas revolucionarias no está en nosotr@s, está en la clase como un todo: es la clase la que debe tomar la iniciativa práctica y autocapacitarse para decidir por sí misma. Sintetizando el asunto de un modo un tanto abstracto: la praxis revolucionaria -para el caso, en su forma específica de la función de vanguardia- tiene que ser completamente diferente de la praxis reformista en cada punto, o no será lo que dice ser. Sin ruptura abierta con todo el modo imperante de comprender la lucha de clases, no puede haber praxis revolucionaria.

 

 

         20. El objetivo de la vanguardia revolucionaria aislada no puede ser intentar suprimir por sí misma su aislamiento, gracias a la aproximación teórico-práctica al movimiento obrero existente -ideológicamente en descomposición-, con el objetivo de ganar adherentes. Tiene que saber esperar a que el autodinamismo revolucionario del proletariado despierte dentro de las luchas inmediatas, y mientras tanto lo único que puede hacer es dedicarse a la propaganda y a agitación por un lado, y a la elaboración teórica por el otro. El problema del movimiento obrero actual no es un problema de "falta" de "dirección", sino simplemente de que el proceso de maduración subjetiva del proletariado es enormemente difícil y complejo, y está determinado por la evolución de las condiciones históricas de la vida social. Ninguna "dirección" puede reemplazar este proceso de masas ni tampoco el proceso de formación de la vanguardia que es una parte del anterior. La minoría que pretenda, conscientemente o no, en estas condiciones constituirse en "dirección" -incluso si lo hace en el sentido de que la clase misma asuma democráticamente sus propuestas, identificando "dirección" con "autodirección"-, cae indefectiblemente en el sustitucionismo, sea su ideología autoritaria o no.

 

 

 



* Ígneo nº 7, verano de 2006, titulado «¿Un capitalismo mejor es posible? Anarquía del capital o anarquía revolucionaria».

1