Antología poética / selecciones de libros
de Carlos López Dzur
Contenido

Homenaje a Martin Heidegger

Obra

Partidas Sediciosas de 1898: Campesinos Armados en Pepino (Parte 1)

Partidas Sediciosas de 1898: Campesinos Armados en Pepino (Parte 2)

Los Tipos Folclóricos Pepinianos

Poetas y Literatos Destacados de San Sebastián del Pepino

La poesía pepiniana y el folclor: Enfoque Heideggeriano

Del Unionismo al Anexionismo

Tijuana: Dolor de Parto / Libro de poemas de Carlos López Dzur

Libro de la Guerra / Presentación

La pintura y las bellas artes en San Sebastián del Pepino

Heideggerianas / Libro Completo / Tercera Parte

Heideggerianas / Libro Completo / Cuarta Parte

El Hombre Extendido / Poemario premiado en el Certamen Literario Chicano de la Universidad de California, Irvine

El Hombre Extendido

Antología del Erotismo

De la Antología

Texto 1

Texto 2

Texto 3

Texto 4

Texto 5

Texto 6

Texto #49./ (Mama Quilla / De El Hombre Extendido (EHE)

Homenaje a Pan

Privacidad (1)

Privacidad (2)

Texto 111 /sobre el oír

A unos ojos (112 al 115)

A las madres (Texto 116
de El Hombre Extendido

Fluidez del canto...

Enlaces

Logía, sacar al ente de lo oculto

Mi ser-ahí casa tiene

Rompiéndonos el corazón en los peldaños

El preguntante

Intemerata

Arma del delito

La habitualidad agresora

En la cura de lo mío me suplantan

Las simplificaciones

Cuaternidad

Lenguaje y palabra La palabra más sutil

La pubertad de la palabra El zorro intuitivo

Clínica epidemia de ciegas medidas

Desvío

El extravío de un eterno memorioso

Transpropiación del Acontecer / Ereignis

Percepción óntica A Britney Spears

La echada y el primer amor

Lourdes

Schickung / Destinación

Verfallen / El Decaer

Los fanáticos

Convocatoria al Decir inicial

La caída

Angustia

La salteadora

La nada que me angustia

Soledad en el hallarse

Urgencia que acosa

El ultraje

Putarraquería del habla

Más allá del uso

Los valores engañosos El ultraje de lo bello o la hermana otredad

Nosotros, los impuros

El suplantador de tu bien y tu cura El zorro, filósofo de la sospecha

Zorrillos del ancestro

Comprender mis zorreras es mi necesidad

Tu lugar verdadero

Tén cuidado / Fürsorgen

Descobijado en la otredad pese al jolgorio

Un-zunhause / No-en-su-casa

Muérete, rival / Geschreibe

La selva oscura

No seas un pez en el fondo del pantano

Te hundíste en el Empíreo inmóvil

La danza de ser con otros

El impulso salvaje que traemos

Soy el zorro viejo y malo

Posesión de las zorra

Las vulpejas

Materialidad / Sachheit

Zu-sein / Habérselas

Vive el presente

Uno es un zorro viejo

Poemas zorrunos

¿Qué puede ese zorro?

El invocador

El invocador es tan sólo un adeudado

El alma abandonada

Láctame

No es el tiempo de sustratos neuronales

Pertinencia

El zorro y la hiena

El Inestante, el Alguacil

La existencia es libertad

La palabra mágica y poética

Las palabras

La palabra malvestida

Bailarín del ritmo

El gorgojo vibrátil

A los hijos de Amitai

Don Nadie no quiere morir

Homicidas y cómplices

El padrote

El culto al terror

Estoicismo verdadero

La libertad doliente

Ya no sé qué es amor

Los sofistas

Los peces y la novelería

Este amor fue higuera

Mi ser-ahí casa tiene

La pubertad de la palabra

La palabra malvestida

¿Qué es el ser?

Meditación del ser

Das Momentum

Como si el espacio se llenara de mentiras

Dichas predefinidas

Descobijado en la otredad pese al jolgorio

De algo a algo

Prólogo / El Ladrón

Obra poética

Tantralia (1)

Tantralia (2)

Tantralia (3)

Corinna Harney

San Sebastián del Pepino: Convocatoria al estudio de su historia

Monografía 1

La Ruina de los Prat

San Sebastián del Pepino

San Sebastián del Pepino / 2

San Sebastián del Pepino / 6

San Sebastián del Pepino / 7

San Sebastián del Pepino / 8

San Sebastián del Pepino / 9

San Sebastián del Pepino / 11

San Sebastián del Pepino / 12

San Sebastián del Pepino / Ilustres 1

San Sebastián del Pepino / Ilustres 2

Literatos y poetas de San Sebastián

El poeta vendido

El hombre extendido / Comentario

El verso

El aliado infiel

Herido de Luna

Tus piernas

Ella y yo silencio

A Gabrielle

Hebe sin mandil

Frags. 5 al 9

Frags. 10 al 14

La palabra amorosa

Fisiología de la excitación

Bíos

El amor existe

Incertidumbre

Vejez

Un cazador silencioso

Solicitud

Los violentos de la Tierra

# 85 / de (EHE)

Terrorismo (1)

# 2 / El ser es asesino (EHE)

# 5 / El asesino reventó su antojo (EHE)

Que en nuestro nombre no vengan

# 3 / Dílo de una vez (EHE)

# 12 / Llegaste al vilo (EHE)

El cazador que cruza

Entre ellos y yo

Se excluyeron del abrazo

Terrorismo (2)

Los poetas

Blinda

Tertulia de Mizar

Convocatoria

My Simple System

ADAMAR

Estival

Caracolito: Cuentos, Poesias y algo más...
Caracolito: EDITO Autores

Unionismo y Anexionismo

Escríbeme a:

Carlos López Dzur

Att. Carlos López Dzur

Antología

Homenaje a Martin Heidegger

... Lo expresado es precisamente el ser-afuera:
Martin Heidegger

El habla es el destino mal descrito
y el poema su premio más desnudo,
la crisis, el soluto...
Siempre está el hostil vecino
que grita a las raíces y no quiere
que revienten los retoños en clamores.

2.

Cuando paladeas delicias y sangras el espacio
con tu dulzura sólida, el modulador acecha
para obstruir las ondas de tu imaginación
y lucrar con tus vibrantes maravillas.
Sediento de tósigo, confunde
sus prudencias de isocracia
con el Ser y sus letargos.

3.

Por el quién del Dasein,
por alcanzar la ninfa que huye
como voz interior de la consciencia,
vuelto-a-sí, puesto en su lugar,
el poeta paga el precio y deja el rostro
transido a bofetadas y el que ajusta las cuentas
Zurückholen
le atropella en sueños conocidos
donde el Uno se conjuga.

4.

Para ser-sí-mismo, el Quién del hombre
oye a quien se ha desoído
y se desoye en el ir a oír
Hindhoren
al Uno.

5.

La habladuría es la comprensión
que ha perdido su raíz: M. Heidegger

Al Pastor se inventa sin habladurías,
se le esconde con gritos cada vez
que se invocan las ovejas.
De modo que los rebaños son símiles oscuras.
huellas ya borradas de borregos.
ínfulas del poder-ser que no-ha-sido
porque el hombre no ha terminado
de inventarse todavía.

6.

... Antes bien, el lenguaje es la casa del ser habitando en la cual el hombre ex-siste: Martin Heidegger

Sujeto nuestro que habitas el edil
y pastas el lenguaje,
dános la lana cotidiana,
ovejuna ternura, becerritos de adecuada símiles
y vallados de estrofas perfectas
sobre la modesta gracia de los montes.
Separado sea el sujeto de áridos predicados.
Santificado sea el olor de las maravillas.
Singularizado sea el pudor del reino al pervivir
y con el rostro vírgen de las corderas
tengamos contentamiento.

Venga tu reino de hierba fresca.
Derrámese sobre el pasto la humedad y el rocío
bajo inéditas lunas que sean adjetivas a la vida.
Dános panes y estrellas sin menguante.
Líbranos del abismo durante las tentaciones;

pero no nos quites el soluto ni la ironía ni el silencio
y, funda ocasión para que el verso armado ofenda
a los don Nadie y los separe de nuestros hatos.
Quítanos los dones del Uno
y lárgalos al carajo
con sus caras largas y sabidurías.
Acompáñanos en la luz de la metáfora
y la tiniebla de la escribiduría
para enunciar como hijos del verbo protónico
aquello que nos salva del derrumbamiento
y llévanos al redil, por la casa de las palabras,
porque es la Morada donde reside el Ser.

7.

Ningún arrabal se compara con éste,
la pocilga del lenguaje diario,
el peor calvario del poema.

8.

... la objetivación como carácter uniforme
del acceso de todos a todo, con menosprecio
de todo límite:
M. Heidegger

La orfandad del habla,
rasera y seducida por los oscuros
marasmos de las declaraciones,
se evidencia en el barrio,
donde se mata un verbo a cada hora,
donde en la esquina de una calle
se vende el alma por la boca
y se sueña con polvo
para drogar las enunciaciones.
Y el peor calvario del vírgen adjetivo
es salir de noche y ser violado
en la esquina donde manda la pandilla
que, en su pensar como presentación,
decae en la representación de su caída.
¿Qué dirá la indefensa metáfora
ante la intimidad desesperada de las vírgenes símiles
cuando la destroza, sin piedad, la habladuría?

9.

Como niñita de su casa, adolescente
de lenguaje, inquieta de comunicación,
perduró su fantasía, por algún tiempo.
Sería la primera vez que alguien la tocara
frotándola contra sí, boca de aliento.
Ella se hizo escapadiza por alguna adolescencia
inexperta del verso y andó de manita sudada.
¡Quería voz ideal, su primer beso!
¡Era tan fresca, tan extramundana,
que no conoció el apremio
hasta que él llegó
como objeto manifiesto y la sedujo
entre clamores noveleros
del ser-en-el-mundo!
¡La interpretó con palabras cotidianas
y comportamientos diseñados de desfloración!
¡Ahora vive en las calles de Un-Zuhause!

10.

A veces uno sacude el coxis demasiado.
Camina, baila, despasea, vaga y recula
con pura cáscara,
con mecanismos a la mano
y fastidios ordenados
y niega el placer a la sombra,
quieta y muerta, al parecer,
del fondo de los mares.

Pero, para la sagrada misión
de lo exceptuado, para la escapatoria
(hacia la roja víscera de la hada durmiente)
está la mano prostituta del poema,
la sabrosa salvaje que hace a los sesos
su delicia y conforta con tranquila inducción
de oxitocina la corva navaja,
la afila de tal modo
que se monda sola y se babea
como morronga chipocluda
y escupe lo que el molino tiene que decir
para la harina, el bollo blando de pan de canelón
(que es duro, por más levadura, que lo amase).

¡Qué terapia después del urbano paisaje
tu calle de manotas, qué terapia
a los ojos llenos de polvo e imágenes comunes
que estés ahí, sedienta de polla,
sin otro apetito visual
que tu agarrada de bolas,
tus ónticas deudas traducidas a pivote,
palanca para voltear el mundo!

11.

Suerte que eres ilícita.
¡Y qué rico es estar a solas con tus uñas
tendidas —a yemas— sobre mi ombligo
como táctiles estrofas
y tu lengua que gana mirtos al alba
cuando chupa, tus labios que son dos estrellas
bajo el estómago que secan la vía láctea!
¡Vale la pena dar par de limosnas
a tu eterna cochambre de musa
y dejar que metas musarañas con el ápice
de tus colmillos afilados de víbora
en lo profundo del sol que vas babeando
para que la punta del capullo pierda el nombre
y de la rabadilla final, callejón sin salida,
salga un poema, texto seminal, desconocido!

12.

¡Ahora sé por qué bucean los sapos
y los cocodrilos y por qué duerme
en la rana —el útero divino!
Chotéame, de punta a punta,
hasta donde el sol no quema:
la gramática diaria del ajoro,
el sudor y la fatiga.
Entra por detrás y por debajo
hacia el túnel del cráneo
bajo el piojo y la grasa de lo externo.
Y aplica manos santas, dedos tenues.

13.

Suerte que ella es ilícita
y gusta de la fantasía de la frontera:
hallarse en aras de beneficencia
en el downtown inframundo.
Darse un cartel falso de loca y menesterosa
para sincerarse con rufianes y mendigos,
con hambrientos de ella, con ladrones,
con exilados sin comunicación.
Y aplicar sus manos ligeritas de ratera,
sin hablar lengua de culpa
ni masticar más rumor que gorgoritos
por su lanzada boca mamadora...
¡Qué señora la palma de sus manos
cuando nos mira sin trusa de homo habilis
y nos grita: —Respira, desténsate, goza,
mono bruto, jorobado, sin pañales
y seamos crudos, verdes, medio-chiles,
felices, naturales, ricos en potasio
como pulpa de plátano!

14.

¡Ay, qué piruja más coñosa,
qué perrada de soluto se aprendió de memoria
para soltar mi trapo y el suyo
en un masaje de Eros tan sabroso!
Ahora me gusta el mar profundo
con el peso de las olas hecho dedos, labios,
víboras que se agitan
sobre arrugas mal cicatrizadas
y superficies de derrumbamiento en mi ser!
Ahora sé que hay olas imprevistas,
con olor a yodo, pero saladas de vida.

15.

A las ganikas...

Yo, el sediento de realidad, pregunto
por el sabor de tu entrepierna
admirada socialmente, inocultable,
manifiesta, ganika, por ganicas de tí.

16.

En esta geografía, se escribe con deseo
y se purga la condena de no verla
cuando la ganika no va.
¡Qué pura realidad, prostituyente,
sin salvación, sedienta de más gozo
en la corteza y vesanía!
Sanar la corte de la culpa
al mirar hacia el mons pubis
antes que a sus ojos
que son grises, grandes, caprichosos,
objetos de religare y superticio,
porque somos prebenderos de oficio.
Yo, que escribo del topos uranus
para halagarla y ser cortesano de su deseo,
ella, por ser la silueta cavernaria de la meleé,
estamos en apuros.

17.

La corte sana a todo el mundo,
excepto a tí, ganika.
Nadie te quitará la lengua suelta,
la pierna en asta,
la almohada debajo de la espina,
el magisterio de godear a gordiflones,
a los calvos y promiscuos,
sin normas selectivas.
Tienes por tribuna los exordios de la romería,
la perecta salud de los orgasmos
y cada año, cada hora, por los siglos,
se te busca para quemar el malhumor
en las carnestolendas.

18.

Los mequetrefes se olvidan tan pronto
que los hincaste ante tus pantas
letales ¡por placer a escondidas!
aunque ahora parezcan, arrepentidos,
castigados por culpa
bajo siglos de moralidad
y prestigio cultural.

19.

A las jineteras de La Habana
¡Qué ganicas, guajira de brillarse
la hebilla y bien vivirse sobre ágiles
guachinangos de la costa!
Da grumos verse el asta revolucionaria
ya que terminas de bordar en las macetas
las franjas de los muros, con tus vellos musgos
y verdes escamas.

¡Qué malecón para aguantar
sin gritar viva la zafra, la molienda
de la boca chupadora, qué ganicas,
guajira, de venderse y de comprarse
porque la calle está dura,
la patria jodida, la moña pelúa,
y cuesta tener pantaleta sin remiendo
y reloj y comer carne y llamar a Miami!

Te dan Jesús del Monte
sobre ágiles tiburones y caimanes,
se te quema la brava cadera, la ola,
y cómo remas, balsero,
y tu novia, tu hemana, tu madre,
cómo se jinetean para bloquear el embargo
con las nalgas y democratizar el placer
que parecía privatizado en el tabú
y la superstición burguesa,
porque ya no hay que ser chusma
para buscar la esquina del turista:
¡se revuelcan las guerrillas del ovario
desde ambiciones de maestras,
sociólogas, médicas, ingenieras y burócratas, y amor y sobrevivencia se vinculan!
Del avantrén a la prolonga, se oye el grito
cuando se brota la clavija
y se empelma al fondo de las piernas
y un color de yagrumo se agita en el malpaso
de bullentes espumas y playas en girones.
Ahí va a caballo, la siboney alfalacuda
y el gachupín, de gran harina, que promiscua
dólares en polvo, por la sideral vía
de escroto-láctea-land...

20.

Así es que nos matamos:
caídos en el todo-lo-entendemos
cuando apenas los ojos se nos abren.
Percibimos noveleramente, Neugier,
la hazaña vulgar del pistolero.
Así nos partimos la torre
decayendo:
instrumentales
como mecanismos parásitos
de usura epistemológica.

7-6-1995

Milonga por Semele

¿Cuál es el lío con la luna
que tanto loco se la da por victimaria?
¿Quién se traga la píldora?
¿Tanto molesta que una panza del alma
esté preñada con voces siderales y cefeidas?

¿Por qué tanto temor
—por quítame ya estas pajas—
si la luna es piedra de los navegantes,
pailita del ensueño, tertulia
con las luces que fluyen en los versos?

2.

Te llamarás Cefe, poeta,
piedra pulsante, distante roca,
Pedro-Cristo, biología y neuma.
Cefiso, padre de Narciso,
monstruo marino,
pescador en los espejos fluyentes del agua.

3.

Saltó de la sartén a la candela.
Nadie lo hizo morder el polvo
—avergonzándolo—
violándose ante ojos ciegos
sin cuenca por testigos.
Y así sueña, se intima, sin combate,
gesticula, se poruña,
se viste de manso alarde,
ethos y maravilla.

Y más acá, sin embargo,
hay posada y aplausos de las ranas
porque en la entrada tiene plaza
e imperio y una estera
para que se queme a solas.
Se pinta de pavordia y honor,
sin agonía, pero bajo esa luna
en la frente de los dioses,
es mudo pichote con chancletas,
cucutúes del Decaer
que trepidan por discurso,
sordos por la otorragia.

En la piltra polisémica de la mar
es un imbécil, chalao
con la calambre y el rocío
y navega en seco y jamás halla playas
y ninfas de descanso.
¿Qué sabrá un huérfano de luna
sin la bestia de la oxitocina,
donde corresponde arderse hasta la fiebre?
Si Júpiter no siente la payada del estrum,
¿de qué vale la sartén llena de versos
y la hipófisis, intacta, a la semilla?
En vano, bajó.
¿Qué sabrá del clítoris el que no duerme
en la hornilla y sondea como hormiga
en los túneles de la enana copa de la vulva,
qué sabe de Luna el que salta de la sartén
a las llamas del fuego fatuo?

4.

Se(me)le botó la canica.
Se le metió el obenque
por la cofa misteriosa.
Donde misterio se define
como clamor de nadie,
anticipación de opiniones ajenas
para no decir nada,
sino echar la biga al behique
-al poeta por trovero de la eutaxia,
por grillo en la cañada del godeo.

5.

Somos del mismo rebaño,
hijos de la mar:
Nereo y Forcis,
padres de las Nereidas,
adivinos y sopladores del afros,
espuma y olas, ¿y qué tal,
Mar Egeo, cuando Semele flota
como nenúfar de queso de bola?
... y el Mar Caribe se vuelve tan cachondo
por causa de la Luna,
¡qué negra en hopalandas de plata!
que se viene en olas, se chorrea
y desgarba la cola en ritmos de conga.

6.

Se me leyó un discurso
sobre las cortinas de humo
y no hice caso, porque el loco y la luna
¡nada que ver!
y la luna y el poeta colaboran
no en construir castillos en la arena,
como en soplar la espuma
y calentar el menstruo
en la sartén de la cofa.

7.

Pero el que saltó de la sartén
por culpa de Epopeo,
quien confundió el corazón
con una gran papaya
y la chupó como a mangó,
dulce y maduro, dijo
que los poetas son
su dulce rebaño,
exótico universo pre-industrial,
fáciles de esclavizar en la dulzura
(¡y ni quien nos llore!)
Que nos dén mangó y papaya
y se acaba la lujuria por la viejas
y los lobos aullantes en las noches.
Dejamos la Luna en paz
y los mares tranquilos.

8.

Cualquier poeta, han dicho
los que opinan fuera de la sartén,
puede explotarse empresarialmente
en forma de vampiro,
en semblanza de triste,
en loco selenita.
Para cosechar sus despojos
(o quitar su botín), quitemos
las ropas de Nictímene,
desvirguemos sus mitos sagrados.

9.

Quedo yo y mi mujer
y la hija que te dí,
que se hizo lágrima.
La luna se sepultó
en la mar, porque tú
sí has caído, hermano mío,
con tu boca de lechuza
y obenque de palo clavado
en tu jolla primitiva.
En la cantina, bebes aceite
de lámparas y te envejeces
a mirringas, poco a poco,
con discursos de luces fatuas.

¡Eres el hazmereír y el crédulo
entre epopeos de rapiña
y chingarama, enemigos
del agua y la sal y la luz
de luna y los óvulos de mujer
y las olas del verso masculino!

Fíjate y verás:
te secan, te ofrecen sus cofas
de engaño, su humo,
su aceite rancio de ajenjo?
¿Cuándo hemos bebido
aceite y lumbre de urolitos?
—¡Nunca, hermano de la mar!
¡Nunca, mientras seamos payadores
de los ríos y navegantes en aras de ninfas
con nalgas túrgidas, lúbricas por el melao de olas,
tibias por sus pechos verdes, azulosos,
y una piel suave de palomas que te afelpa!

10.

¿Y qué tal cuando Semele flota,
sin hundirse en las aguas del Caribe
como nenúfar de caderas anchas
y deliciosos pechos de palmera?

A tí, loco homicida, te huyen
porque eres el mercenario huracán
y te cuelgas del viento
como un ave castigada del hombre
y te acuestas con harpías de cualquier
embeleco estereotípico y frase almibarada
de mentira y te brillan los ojos
como dos farolas ahumadas por hollín.
Te lanzan piedras las niñas
que -alguna vez- te lanzaron besos.
Ahora te hundíste en la tristeza
con rápida saeta de agonía.
En la guitarra lloras
la milonga candombe...

11.

Hermano mío, ahora estoy herido
de luna por tu causa.
Se me le cayó un gran trozo
a esta divino anuncio de alegría:
¡ya no somos iguales
en la abundancia profunda
como el pan del pobre
hecho palabra de esperanza y delicia!
Tú socializas en las noches
tus migas de terror y hodofobia
y dijíste loca y simple a nuestra luna,
óvulo volante de los cielos.


Te vistieron de folclore y exorcismo
los burdos epopeos y ya juegas
a la nictofobia en carnavales,
diseñados para el chingarama
de los curatores del misterio.

Por el contrario, yo
a la cofa misteriosa no la quiero;
¡quiero mi luna, mi brillante luna,
que es mujer y ovario y templo,
en mis noches de mar y bohemia!

12.

¡Quédate con la lunita de los pálidos,
exhibidor de parvenu y domesticados grillos!
Métetela en el orco, rey de Lesbos.
Echasela a tus perros, jilipolla.
Quedamos mi ninfa y yo
para hacer lunas y loarla por los siglos
y cuando no exista palamenta que nos reme
al más submundo estrato de los mares.
ovularemos, luna tras luna,
canciones de plata, hechas de semen y menstruo.
Contemplaremos, como Novalis, las flores azules
de los piratas que sueñan despiertos:
algas, líquenes, nenúfares cavernarias
que jamás han trepado al corazón de varones
que no aman las energías astrales
de sus deliquios y comezones
y la luna que en la mujer recicla sus anhelos
más cósmicos y creadores.

Lunáticos exuberantes, descoloridos
en el nácar del turismo y el habla encubridora,
románticos de la industria y la pose del loco poeta
y el sufridor de oficio, paisajistas del Lichtung,
da una pena oscura, milonguera, oírles con sus cuentos.

Y mucho más
que embriaguen con aceite la boca
que bebió de manantiales y ninfalias en los prados
y que los ojos visionarios
hoy se aceiten con la mecha de linternas
y se agiten como vampiros incoloros.
Ya no son lunares, venusinos,
marinos del agua embravecida,
hermanos de sol, esposos de luna,
¡son lechuzas, fieros pajarracos!
Me asquea el barroco de tal lunaridad
hecha comercio y estigma,
y el que pasa gato por liebre
y vende playas y lunas
y baja estrellas como mercancías
del escaparate vulgar de los cielos
y se inventa descocados y apendejados,
solitarios, soñadores de cartel,
en tedium vitae,
por el lío de la Luna victimaria,
y los embrujos falsos
de la Naturaleza atormentadora.

4-9-90

Fragmentos 4 al 11

4.

¿De cuántas palabras se construye un hombre?
¿Qué cifra de verbos la mujer necesita?
¿Qué edad tiene la voz que articulamos?
¿Qué espacio dar al vocablo encendido,
dónde colocar sus grandes verbos?
¿Envejece el adjetivo?
¿Será niño el viejo que renueva sus años?
¿Es, en verdad, odiosa la palabra rencor?
¿Hay divinas palabras para llamar
al cielo, los amores o al infierno?
¿Habrá un adjetivo inocuo para avisar
las penas y la aniquilación?

5.

Lo que no existe aún,
por falta de palabras,
¿quién lo nombra ante el ansia
profunda de los ojos?

6.

¡Cómo fluyes, río cerrado y absoluto,
cómo te haces querer sin condiciones!
Y no tienes apóstrofes ni comas
ni sangre ni hueso
ni argumento ni tramas ni letras,
sólo tambores y flautas y aguas
que son todo sucediendo en suspiro
melódicamente sostenido
desde el fondo de la mar
y el silencio.

7.

Bailarín del ritmo de las sílabas,
ocupa tu espacio, pista cósmica
de la página azul de mi sangre.
Panadero de la harina del lenguaje,
amasa mi ser con cosas nuevas
y llueve tus rojos misterios
para los mugres pantanos de mi hemoglobina.
Timbalero de las cuerdas vocales,
retumba con tus manos en mi piel
para que existan regocijos en mi geografía.

8.

A veces, la palabra es verazmente inconmovible
como el amor que no cuaja,
como el deseo que queda insatisfecho
y la caprichosa fiera, jactanciosa, que se burla.
Oíd que la palabra no baila con cualquiera.
Este es su día de rabieta femenina,
su Luna, su pantano de escorpiones,
su cumbre de cabrita cabrona.
Consigo baila.
Ella misma se besa,
se corrompe a solas con su narcismo,
y se desplaza con trámite de nóumeno
como perversa coqueta del lirismo.

9.

Una palabra,
para ser lo que es,
se espía desnuda sus tropos,
lexémicos romances de su ombligo,
sus curvas y caderas
de sibarita fonológica
ante el gran espejo de la mundanidad.

10.

Putarraca es la palabra coñosa y carajuda,
ladina y pueril cuando se orina
y se porta como necia criatura
por el gusto del tropos vitalista
y da sordina al miedo sucio,
al confuso y suicida manejo del tormento
o del triunfalismo con aplausos y confort.
A veces, fluye en burdeles como sirena
y se acuesta, loca de pelos, sucia de orgasmos,
sobre lápidas frías que huelen a marisco.
Putarraca es la poesía que se llena de tristeza
y gramática parda y alcohol y nostalgia.

11.

El arte es maldición y elipsis
porque no todos gravitan en el ansia
ni condensan el uranio.
Hay quien teme perder su masa
al agitar un verso.
Hay quien se acobarda antes de cantar
en favor de su onda
y alternar con las voces de la luz.

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