La Cuerda Floja


Colgué de mi brazo cuando caí. Observé la sangre huir de mis acalambrados ligamentos en busca de la asambles que se llevaba a cabo en mis pies. Pero sentía a cada momento cómo todo había sido arreglado para que yo estuviera allí, cómo ir en busca de algo incierto es capaz de crearle una meta a nuestra también acalambrada alma. Ya no importaba realmente la situación. El hecho de que mi brazo se estaba vegetalizando y que la corteza se iba endureciendo progresivamente, era sólo una molestia pasajera que inundaba mi mente. Mi espíritu vagaba en otros lugares. Mi espíritu ya estaba en el fondo del abismo saboreando la tibieza que fluía de mi boca. Mi espíritu ya había ido y vuelto y descansaba junto al mar.



Philippe Andrade

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