Ejercicio de traducción sobre un poema de deAnne

Enveloped

Wind brings the scorpions in,
But no one's told me why,
Assuming I'd understand.
For now, I shake out my shoes
And pull my sheets to nun-like tightness.

At night, the geckos chirp
Like baby birds gargling marbles,
Flicking behind the picture frames,
Fast as liars' tongues,
Small and utterly uncatchable.

Here, my demons are painted,
Dancing, playing improbable drums
With skeletons whose smiles are
Liplessly wide, and I might,
If they stay drunk and distracted

Long enough, slip out of
Spitting-distance unstalked.
These are the dailies,
Never remembered in letters,
Which I keep meaning to tell you.

Instead, I seal and stamp
Pages and pages of words and words,
Trying to gather together
Something like an apology,
A belated gift wrapped and bowed.

My mind licked clean by
Failings, soft-footed and feline,
I write, and simple things escape me:
How the mangoes are obscenely
Ripe; I feel guilty eating them.

And did you know it rains nightly,
Clouds draped over the mountains
Like wet laundry over clotheslines?
Even trash lodged in the cobblestones-
Bottle caps, candy wrappers, bits of cardboard-

Washes away with the rainwater,
Winding downhill like a river.
I'm often caught under deep gray skies,
Rain dripping off my skin like words
I don't understand, mumbled and foreign.

Dentro de un sobre

El viento trae alacranes
pero nadie me ha explicado por qué,
confiando en que entederé.
Por ahora, me zafo los zapatos
y me envuelvo en mis sábanas
con apretura monacal.

De noche, las lagartijas pían
como pajaritos gargareando con canicas,
deslizándose tras los marcos de los cuadros
veloces como lengua mentirosa,
pequeñas y del todo incapturables.

He aquí dibujados mis demonios
bailando, tocando tambores improbables
con esqueletos de anchas
descarnadas sonrisas, y yo podría
si ellos se quedaran distraídos y borrachos
suficiente tiempo, escapar ilesa
fuera del alcance
de sus gargajos.

Estos son
los pequeños hechos
que siempre
olvido en las cartas
pero que constantemente
quisiera contarte.

Y en vez de eso
pongo en sobres y porteo
página tras página
de palabras y más palabras;
trato de conjuntar
como una disculpa, como un regalo
tardío y empacado.

Mi mente es
puesta en blanco
por fracasos felinos de pies blandos.
Escribo
y las cosas más simples
se me escapan:
la madurez obscena de los mangos,
cuánto me culpo de probarlos.

¿Sabías tú que nocturnamente llueve,
las nubes envolviendo las montañas
como ropa mojada
colgada al tendedero?
Hasta la basura
atorada en los empedrados
(corcholatas,
envolturas de dulces,
pedacitos de cartón)
se va con el agua de la lluvia,
serpenteando calle abajo
como un río.

A menudo
me encuentro presa bajo cielos grises
la lluvia por mi piel como palabras
incomprensibles, confusas, extrañas.



30 de junio de 2003
Hormiga
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