Las ocho de la mañana al compás de la banda de música, y el coro de nuevos alumnos entre sus cantos, sus cuadernos, sus miradas misteriosas ingresan a la plaza mayor, como si le dieran la bienvenida a aquello que identifica nuestro país. Este hermoso país, cuyo nombre pronunciamos día a día, tarde a tarde, en cada amanecer cuando nuestros corazones repliquen que somos del mar y que correremos tras él si el destino nos los pide.
Ya estaba en la cima moviendo de un lado a otro sabiéndose libre y bajo el coro de los nuevos se retiraba a estudiar, a aquellas aulas de paredes que sólo recuerdos guardan cada año, es como si el tiempo retrocediera y te encontraras en ese lugar, en esos cánticos, en esas emociones, en recuerdos grandes de siempre, de sueños. Las carpetas empezaron a llenarse pronto empezaría el examen y desde ese momento nos olvidaríamos de los amigos , es el ascenso a un lugar próximo en nuestro trabajo, después de ello volveríamos a ser patas de la escuela o promoción de graduación.
De pronto el silencio incomodó a mas de uno, o tal vez el que faltara aquel chiquillo que confundió los cursos y hoy no estaba con nosotros, creo que no. Era el pata que se fue en el segundo año, o en primero, no lo creo siempre lo encontrábamos y esta avanzando, a su modo pero lo hace, y lo poco que aprendió aquí lo aplica y sabes se ve bien. Era aquel chico de corta estatura, de costumbres provincianas, de saludo cortés, de aquel que recibió bien los cursos, del que aprovecho todo lo poco de lo que puedes aprender.
Lo llamábamos schumager, porque?, era blanco se apellidaba Alegría y le decíamos "tristón" en clases, pero en partiditos de fútbol era 'schumager', pues era buen arquero y había que serlo, pues se dice que era fútbol lo que se jugaba, pero no le apostaba a ser arquero. Había que tener sangre para serlo y, sabes, no la tengo.