IRENE

 Sentado en la poltrona, Santiago siente el viento pasar. A su lado el perro da tres vueltas antes de echarse, apoya la quijada en el suelo, y cierra los ojos. Un foco sucio de un polvo grasiento, rompe apenas con su penumbra la oscuridad de la noche. Se escuchan grillos lejanos, y Santiago mira a las estrellas, se siente menos solo.

Era la casa de los abuelos -cerca de la ciudad-, donde hace años ya nadie habitaba. El cuidante había muerto de peritonitis, y su esposa vivía de tumbo en tumbo a causa del alcohol. Recordó los tiempos felices en que toda la familia se reunía en derredor de Mamagrande, con muchos automóviles, alboroto, comida y nietos. El era el nieto menor, ahora ya tenia treinta anos, y Mamagrande yacía muerta hace veinticinco. Recordó a Irene, su espléndida cabellera castaña, sus caderas sin igual y sus coquetos mohines.

-Que futuro me espera contigo?, no estudias ni trabajas! Creo que mejor terminamos. Yo quiero tener una vida normal, con carro, casa, viajes, como mis papas. Pero tu no se que quieres? Que piensas del futuro?, No tienes planes?.

 Tuvo un ataque de arrepentimiento. Se movió en la poltrona, y el perro lanzo un resoplido sin abrir los ojos. De repente hubiera sido feliz?, y si hubiera estudiado?, y si ahora tendría trabajo?. Ella ya estaba casada, embarazada y todo. Al día siguiente fue al banco en que ella trabajaba. Al llegar su turno le tocaba otra persona en la ventanilla, cedió su lugar y espero. Una señora gorda y sudando, lo miro con fastidio, hizo un desplante y se abanico con unos formularios.

-Hola Irene
-Hola , respondió con una voz profesional, demasiado amable.
-Solo pasé para saludarte -balbuceó sin mucha convicción- Hubo un silencio incomodo, que Irene rompió. Porque no almorzamos juntos?, tengo algo que decirte.

La propuesta hizo trastabillar a Santiago, que no atinó a respuesta alguna. Finalmente se escucho decir: es que no tengo dinero.

-Yo te invito, para variar, -acotó Irene-, Santiago se sonrojo, se sintió disminuido, e Irene, una vez mas, lo salvó del abismo con su hermosa sonrisa.
-A donde vamos? -pregunto Santiago con el apetito despertado-
-Ahí al frente hay una pollería, -dijo Irene- esta bien?

"Está bien". Santiago dio media vuelta y se marcho, la señora gorda murmuro algo que el no quiso escuchar por que se iba pletórico de alegría.

 "Mira vamos al grano- dijo Irene- Sabes que estoy embarazada?, no es cierto?". Santiago asintió. "Pero el padre no es mi esposo, no es Luis". La perplejidad en el rostro de Santiago, incomodó a Irene, pero siguió adelante." Le voy a decir que tu eres el padre, por que si le digo la verdad nunca me perdonaría". Santiago trastoco su perplejidad en estupor, miro a Irene, parpadeo, y lanzo una risita nerviosa.
-Que mierda estas hablando? -dijo tratando de recuperar aplomo.
Mira, dijo Irene, a ti tampoco te puedo decir quien es el padre, me vas ayudar?.
No , no puedo -dijo un Santiago tartamudo-.
Irene remato, "te acuerdas de la computadora que te querías comprar?.. una con otra pues".

 


Elmer Valencia Miranda elmercito@hotmail.com (Canada-Peru)

 


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