TEMAS
CRÍTICOS EN LA AGENDA AMBIENTALISTA PARA LA PAZ
Ese "reto ambientalista de los
colombianos" a que se hizo referencia en el capítulo anterior, tiene
validez frente a todos los sectores de la actividad nacional y en todas
las regiones del país. Por eso desde un principio se ha insistido
en este documento en el carácter trans-sectorial, transversal y
multidimensional del medio ambiente y de la gestión ambiental.
Existen, sin embargo, una
serie de temas que tanto por el impacto ambiental de las actividades relacionadas
con ellos, como por su sensibilidad en cuanto a la construcción
de la paz, merecen un capítulo especial.
Cultivos
ilícitos | Reforma
Agraria | Energía
| Gobernabilidad ambiental | Parques
Naturales | Medio urbano
Recuperación de ecosistemas
y comunidades afectadas por "cultivos ilícitos":
Muy seguramente en este documento
no va a existir ninguna propuesta novedosa para el tratamiento de los llamadas
"cultivos ilícitos", en la medida en que a lo largo de los últimos
años casi todo cuanto se puede plantear a nivel teórico sobre
las causas internas y externas del narcotráfico y, en particular,
sobre este primer eslabón de la cadena (los campesinos y colonos
cultivadores), ya ha sido planteado.
Sin embargo lo obvio y lo
elemental en cuanto al tratamiento de este problema, es decir, la necesidad
de responder al mismo con soluciones integrales y que apunten a las raíces
y no sólo a la supresión de los síntomas y los efectos,
no ha pasado del campo teórico y se siguen intentando soluciones
que en la práctica resultan meramente represivas y puntuales y,
sobre todo, totalmente contraproducentes: el boletín de la Embajada
de los Estados Unidos que transcribimos algunos capítulos atrás
habla de la fumigación exitosa de más de 70 mil hectáreas
de "cultivos ilícitos" entre 1997 y Enero de 1998 ("más
de 41.000 hectáreas de coca y cerca de 7.000 hectáreas de
amapola... Estas cifras cubren el período de octubre 96-97, y no
incluyen cerca de 25.000 hectáreas fumigadas entre octubre de 1997
y enero de 1998). Sin embargo, según cifras oficiales, a principios
de 1992 la extensión cultivada en amapola en Colombia apenas superaba
las 3.000 hectáreas, lo cual permite deducir que las medidas empleadas
para reducir los "cultivos ilícitos", realmente han producido el
efecto de multiplicarlos.
En un artículo publicado
en el diario El Espectador el 5 de Julio de 1998, el autor afirma que "la
estrategia utilizada por el Estado colombiano en la lucha antidrogas, nos
está llevando a más violencia, más derrotas, más
pobreza, más descomposición social, más guerra y ejércitos
regulares e irregulares cada vez más financiados y mejor armados
(...) Delincuente no es quien cultiva la papa, sino quien ilegalmente la
convierte en vodka y lo comercializa (...) A cambio de perseguir sin éxito
y como a delincuentes a miles de campesinos, que en su calidad de campesinos
son gente sana y buena, pero que como perseguidos son un peligro para la
estabilidad del Estado, se debe centrar la fuerza gubernamental en la persecución
a decenas o quizá cientos de transformadores de los productos naturales
en droga y de ésta en mercancía para el creciente grupo de
consumidores nacionales y extranjeros."
* * *
En donde existe todavía
un enorme vacío teórico en cuanto al tema de las drogas,
es en lo que podríamos llamar el "valor de uso" de esas sustancias
que Albert Hofmann y otros investigadores prefieren llamar "enteógenas",
en contraposición a los adjetivos de "alucinógenas", "enervantes",
"estupefacientes", etc., con que suelen calificarse.
La mayor parte de las preocupaciones
están centradas en el "valor de cambio" de las drogas, pero sin
apuntar ni a las razones que incitan o inducen a su consumo, ni a la enorme
incapacidad de la cultura predominante para ofrecer satisfactores alternativos,
que permitan llenar los vacíos que conducen a su consumo, pero sin
poner en peligro ni la salud individual, ni la salud social, ni la salud
cultural, ni la salud económica de la comunidad.
Uno de los retos que tiene
por delante la biotecnología es el desarrollo de sustancias enteógenas
inocuas desde el punto de vista de la salud humana. Los científicos
saben que en los ecosistemas colombianos existen cerca de 1.200 especies
con propiedades enteógenas, pero este aspecto de nuestra
biodiversidad solamente trasciende al resto de la sociedad cuando el narcotráfico
se apodera de alguna de ellas con fines exclusivamente económicos
y con los resultados socialmente nefastos que todos conocemos.
La existencia de estos satisfactores
alternativos colocaría en un terreno completamente diferente
–y además legítimo-- al tema de la legalización de
la droga.
Los ambientalistas hacemos
un llamado a la comunidad científica colombiana (COLCIENCIAS, Instituto
von Humboldt y otros institutos de investigación, universidades,
organizaciones no gubernamentales, etc.), al gobierno (especialmente a
los ministerios del Medio Ambiente, de Educación y de Salud) y a
las comunidades étnicas y campesinas que habitan los ecosistemas
tropicales, para que exploremos y desarrollemos ese filón de nuestra
biodiversidad y para que traduzcamos los resultados de esa investigación
en satisfactores alternativos, cultural, social, económica
y legalmente viables. Para que no esperemos o a que esas sustancias de
uso potencialmente benéfico caigan en las garras nefastas del narcotráfico,
o a que esos satisfactores alternativos, basados en la biodiversidad
de nuestros ecosistemas, nos lleguen patentados desde el exterior y tengamos
que comprárselos a los laboratorios multinacionales.
Este sería apenas
uno de los aspectos a través de los cuales la tarea de construir
una nueva cultura (y como parte de esa tarea, una redefinición profunda
del concepto de desarrollo) podría contribuir a solucionar los problemas
de la drogadicción y el narcotráfico.
Pero regresemos al tema central
que nos ocupa, el de los llamados "cultivos ilícitos":
Existen varias piezas que
deben interactuar dinámicamente para poder armar ese rompecabezas
de múltiples dimensiones hacia una solución integral al problema:
-
Un plan concertado de ordenamiento
territorial, surgido tanto del conocimiento científico sobre
los ecosistemas colombianos y su uso potencial, como del conocimiento de
los conflictos de toda índole (incluidos los conflictos de "uso
del suelo") que tienen a dichos ecosistemas como escenario. Dicho plan
de ordenamiento territorial deberá surgir de la identificación
de aquellos ecosistemas y actores sociales con los cuales resulta prioritario
construir propuestas integrales de gestión ambiental, que incluyan
entre otras estrategias la sustitución de "cultivos ilícitos",
la reubicación de comunidades, la elaboración de planes concertados
de recuperación y manejo de cuencas, etc.
-
Un programa nacional de reforma
agraria en función de la sostenibilidad, en los términos
expuestos en los numerales 5) y 6) del capítulo anterior, que tenga
por objeto optimizar ecológica, económica y culturalmente
el aprovechamiento de las tierras con vocación productiva que existen
en Colombia, en lugar de ampliar arbitrariamente "la frontera agrícola"
sobre ecosistemas con vocación exclusiva de prestación de
servicios ambientales. La eventual reubicación de parte de las familias
campesinas dedicadas actualmente a la siembra de "cultivos ilícitos",
estaría estrechamente vinculada a la capacidad de la sociedad para
ofrecerles alternativas reales y sostenibles, que incluyan el acceso
a tierras de vocación productiva.
-
Fortalecimiento de la estrategia
de las reservas campesinas, como respuesta a las necesidades
de apropiación y de gestión del territorio por parte de las
comunidades campesinas.
-
Fortalecimiento de la estrategia
de las reservas naturales de la sociedad civil como respuesta
a los retos de vincular a la comunidad a la gestión ambiental mediante
alternativas que permitan que la propiedad cumpla tanto su función
ecológica como su función social.
-
Programas de asistencia técnica
basados en tecnologías sostenibles para la gestión de ecosistemas,
el manejo de agro-ecosistemas, la práctica de la ganadería
en suelos frágiles, el aprovechamiento sostenible de los recursos
del bosque, acuicultura, etc. En el país existen múltiples
experiencias de producción sostenible en ecosistemas andinos, costeros,
amazónicos, de la orinoquia y del Chocó Biogeográfico,
desarrolladas por organizaciones no gubernamentales en asocio con comunidades
locales y algunas veces con instituciones y programas estatales, en las
cuales existe la semilla para dicha asistencia, pero que simplemente no
han sido validadas, avaladas, ni mucho menos difundidas por las instituciones
poseedoras del "saber oficial" en materia de producción rural. El
desarrollo y la aplicación de tecnologías sostenibles para
el aprovechamiento de nuestros ecosistemas, debería convertirse
en un propósito nacional, del cual debe formar parte el compromiso
de las universidades y demás instituciones de formación profesional
y técnica, de revisar sus programas de formación y el perfil
de sus egresados en función de ese propósito. Como parte
del desarrollo de alternativas económicas, deberán considerarse
actividades como el ecoturismo, entendido éste como la comercialización
sostenible de servicios ambientales tangibles (aire puro, paisaje)
e intangibles (inspiración, aventura, sentido o significado), al
igual que el aprovechamiento económico sostenible del bosque mediante
actividades no tradicionales (zoocriaderos de mariposas, producción
de plantas ornamentales, etc.)
-
Programas de financiación
y crédito y de mercadeo y comercialización, basados,
entre otros factores, en:
-
Negociación de acuerdos
nacionales e internacionales para la protección y la comercialización
de la producción rural nacional (el compromiso internacional para
participar en la lucha contra el narcotráfico deberá concretarse
en este tipo de acuerdos y no solamente en el suministro de armas convencionales
o químicas para la erradicación de cultivos).
-
Evaluación del programa
PLANTE y de otros programas de sustitución de "cultivos ilícitos"
basados en la formulación de planes alternativos de desarrollo rural,
con el objeto de aprovechar y multiplicar sus aciertos, identificar sus
obstáculos y limitaciones y determinar acciones prioritarias tendientes
a solucionar los motivos por los cuales no han cumplido los objetivos esperados
a cabalidad.
-
El análisis de los mecanismos
y procesos utilizados por el narcotráfico para la financiación
de los campesinos dedicados a los "cultivos ilícitos" y para la
comercialización de cosechas, con el objeto de determinar en qué
medida resultan aplicables a los "cultivos lícitos" y en condiciones
de legalidad.
-
Adopción de los conceptos
de seguridad alimentaria y de seguridad ambiental como prioridades,
y análisis de sus implicaciones en términos de la responsabilidad
del Estado y de la comunidad nacional e internacional con los productores
de alimentos y de bienes y servicios ambientales.
-
Concertación a nivel
nacional, de un programa de difusión masiva (con participación
intensa de los medios de comunicación, del sector educativo, del
gobierno, de las organizaciones de la sociedad civil, del comercio y en
general del sector privado) de una política de producción,
mercadeo y consumo de bienes y servicios obtenidos mediante sistemas sostenibles
tanto desde el punto de vista ambiental, como desde el punto de vista social
y cultural, que les abra a los campesinos nuevas oportunidades de mercado
y nuevos nichos para la participación en la construcción
colectiva de la paz. Existen en el mundo múltiples experiencias
de comercialización privilegiada de productos orgánicos y
de productos provenientes de "reservas extractivistas" como las
creadas en el Brasil para el aprovechamiento sostenible de la selva amazónica.
-
Acuerdos con las autoridades
tradicionales de las comunidades étnicas, con el fin de adelantar
la erradicación de los "cultivos ilícitos" como parte del
desarrollo de sus respectivos "planes de vida" (o equivalentes), tendientes
a fortalecer su identidad cultural, su autonomía política
y su dominio territorial, dentro de un marco de gestión para la
sostenibilidad.
-
Comprometer al "frente internacional"
de la lucha contra el narcotráfico con los planes integrales de
gestión social y ambiental que se desarrollen al interior del país,
y con la definición, ejecución y evaluación de estrategias
eficaces a nivel internacional para frenar la demanda, principal acicate
para la producción nacional de drogas.
-
Las organizaciones ambientalistas
internacionales podrían cumplir un papel que no están cumpliendo
en sus países sedes, en cuanto a dar a conocer las implicaciones
sobre los ecosistemas tropicales del consumo de drogas en el mundo industrial
y de la manera como se está combatiendo el problema de los "cultivos
ilícitos"; en promover el apoyo a estrategias social, económica,
cultural, política y ecológicamente sostenibles de gestión
ambiental en el llamado Tercer Mundo; en promover el mercadeo internacional
de productos tropicales "ambientalmente sanos" y en presionar a sus congresos
y gobiernos para que asuman compromisos coherentes con los propósitos
de sostenibilidad a nivel de los llamados "países subdesarrollados",
y a nivel regional y mundial.
En resumen, articular todos
los puntos mencionados en función de diseñar y ejecutar planes
de recuperación y sanación tanto de los ecosistemas
afectados por "cultivos ilícitos", como de las comunidades que los
habitan o que ocupan su vecindad.
Cultivos
ilícitos | Reforma
Agraria | Energía
| Gobernabilidad ambiental | Parques
Naturales | Medio urbano
Reforma
Agraria integral
Ya se ha mencionado en dos
oportunidades dentro de este documento, la necesidad de una reforma agraria
integral como parte de una gestión ambiental y social para el desarrollo
sostenible. La primera vez al definir "el reto ambientalista" que debemos
enfrentar los colombianos como parte de los esfuerzos hacia la construcción
de la paz y, la segunda, ligada a la anterior, como una de las piezas claves
de una estrategia de recuperación de los ecosistemas y de las comunidades
afectadas por "cultivos ilícitos".
En este punto vamos a complementar
(y en algunos casos a reasumir) lo anterior, resaltando otros aspectos
y escenarios en los cuales la reforma agraria resulta una prioridad:
-
Las necesidad de redistribuir
entre campesinos carentes de tierra, la propiedad agraria subutilizada
sobre tierras con vocación agrícola, de manera tal que se
elimine el atesoramiento especulativo de tierras y se articulen pequeños,
medianos y grandes productores, con el objeto de obtener un mayor valor
agregado y de aumentar el capital social en términos de producción
de bienes y servicios, de seguridad económica y social, de seguridad
alimentaria y de gobernabilidad.
-
La necesidad de recuperar y
garantizar a nivel local, los elementos de "biodiversidad" esenciales para
la seguridad alimentaria de las comunidades en regiones dominadas
por monocultivos con destino a los mercados nacionales e internacionales
(caña de azúcar, cereales, palma africana, reforestaciones
comerciales, algodón, etc.).
-
La necesidad de restablecer
la propiedad y la "territorialidad" de los campesinos desplazados por la
violencia, de extinguir el dominio de quienes se han apoderado de las tierras
por medio de la fuerza, y de restituirla a sus originales propietarios
dentro de un esquema de sostenibilidad como el que se ha expuesto a lo
largo de todo este documento.
-
En general, extinguir el dominio
sobre tierras adquiridas en virtud de negocios ilícitos, narcotráfico,
violencia o corrupción.
-
Congelar y en lo posible revertir
la colonización sobre ecosistemas con vocación ambiental.
-
Consolidar y llevar a la práctica
un sistema de "cuentas ambientales" que permita compensar a las regiones
oferentes de "servicios ambientales" por lo que dejan de producir en términos
agropecuarios o extractivos, y avanzar en la definición y aplicación
de incentivos (como los forestales ya existentes) que hagan económicamente
atractiva la conservación.
-
Reconstruir, utilizando las
herramientas propuestas, las economías campesinas afectadas por
el narcotráfico ("cultivos ilícitos", acaparamiento de tierras
por los narcotraficantes), por la violencia rural generalizada, por el
impacto de grandes obras de infraestructura, por el agotamiento de la capacidad
de carga de los ecosistemas y por los efectos de las medidas de apertura
económica y globalización.
-
Proteger la territorialidad
de las comunidades étnicas, indígenas y negras, garantizar
el ejercicio de sus derechos tradicionales, y facilitar las condiciones
para que sus territorios cumplan su función social, ecológica
y cultural en interés tanto de esas mismas comunidades como de la
sostenibilidad nacional, basada en el reconocimiento y el respeto a la
diversidad.
-
Integrar la reforma agraria
a un engranaje de políticas intersectoriales tendientes a modificar
las condiciones que constituyen el caldo de cultivo de la guerra en Colombia.
"Por el campo pasa la guerra y en él se debe adelantar la reforma
agraria; mas no es allí donde se disuelven las condiciones estructurales
que hoy argumentan la guerra (...) Los esfuerzos para mejorar los indicadores
nacionales de distribución de la riqueza y la superación
de la pobreza no pueden descansar primordialmente en la reforma agraria.
Esta, es más un asunto de geopolítica, que una solución
macro-económica. La guerra nacional tiene profundas raíces
económicas, políticas y sociales que superan la ruralidad
y los problemas del campo colombiano."
Cultivos
ilícitos | Reforma
Agraria | Energía
| Gobernabilidad ambiental | Parques
Naturales | Medio urbano
Política energética
y equidad en el acceso a la energía en sus distintas formas
La revisión de la
política energética, y particularmente de la política
petrolera del país, constituye uno de los ejes centrales de las
agendas de negociación formuladas por los grupos alzados en armas
al Estado colombiano y a la comunidad en general.
Coincidimos los ambientalistas
con los planteamientos sobre el tema energético contenidos en dichas
agendas, en cuanto hace referencia a los siguientes temas:
-
La importancia de que las negociaciones
entre el estado colombiano y las empresas transnacionales se realicen de
manera transparente y teniendo en cuenta como una prioridad condicionante
el interés nacional.
-
La necesidad de que los beneficios
económicos provenientes de la explotación de los recursos
naturales se reinviertan prioritariamente en el desarrollo de las regiones
que los proveen, entendiendo el desarrollo en los términos propuestos
en este documento, con miras siempre a incrementar la calidad de vida de
los seres humanos dentro de un marco de sanidad y seguridad ambiental.
-
La importancia de que el país
asegure su autonomía energética en el corto, mediano y largo
plazo.
-
La necesidad de que las empresas
dedicadas a la explotación de recursos naturales adopten medidas
eficaces de mitigación del impacto ambiental, social y cultural
de su actividad, y asuman los costos que implique la reparación
de los daños causados.
No coincidimos los ambientalistas
en los métodos, como las voladuras de oleoductos, a través
de los cuales las organizaciones guerrilleras pretenden apoyar sus denuncias
y fortalecer sus argumentos de discusión (540 casos reportados por
el Ministerio del Medio Ambiente hasta la primera semana de Julio de 1998,
con afectación sobre 6.000 hectáreas y 2.500 kilómetros
de ríos). Pensamos que dichos métodos no solamente resultan
totalmente contraproducentes e inconsecuentes frente a los objetivos buscados,
sino que afectan de manera grave la sostenibilidad de los ecosistemas,
factor decisivo en la construcción de una sociedad sostenible en
la cual sea posible la paz.
Existen, además de
los anteriores, otra serie de puntos relacionados con el tema energético,
que consideramos necesario tener en cuenta tanto dentro de las agendas
inmediatas de paz, como en la redefinición de un nuevo modelo de
desarrollo para la sociedad colombiana. Comenzamos con recomendaciones
puntuales para terminar en aspectos de política global:
-
El apoyo a la aplicación
de medidas tecnológicas encaminadas a reducir el impacto ambiental
de la utilización de combustibles derivados del petróleo
(como la llamada "gasolina verde") y la necesidad de ampliar y fortalecer
dichas medidas en las cuales Colombia ha sido pionera dentro del panorama
internacional.
-
La exploración de alternativas
energéticas --como el alcohol-- para los vehículos de combustión
interna.
-
La adopción del fortalecimiento
del transporte público, en términos de cantidad, cubrimiento
y calidad, como una prioridad nacional.
-
La necesidad de generar estímulos
para el desarrollo, la difusión y la adopción masiva de alternativas
energéticas de bajo impacto ambiental, como la energía eólica
y la energía solar.
-
La necesidad de impulsar masivamente
la plantación de "bosques energéticos", como una alternativa
a la deforestación de los ecosistemas estratégicos y como
una medida tendiente a reducir la carga adicional que pesa sobre las mujeres
y los niños encargados de recolectar la leña en el medio
rural.
-
La incorporación de una
red de microcentrales hidroeléctricas al sistema eléctrico
nacional (en combinación con el sistema de interconexión),
al igual que de sistemas que permitan convertir en energía activa
las pérdidas en las líneas de transmisión, con el
objeto de ampliar y democratizar el acceso de las comunidades locales al
servicio de energía eléctrica y de reducir la dependencia
de la leña en las comunidades rurales.
-
Adelantar programas permanentes
de educación de la comunidad (no campañas fugaces en momentos
de crisis) en todos sus niveles y sectores, empezando por las autoridades
y demás niveles de decisión, tendientes a fomentar la utilización
responsable de la energía (al igual que de otros recursos y bienes
como el agua y el papel) y a concientizar sobre la importancia de tal conducta
en términos de sostenibilidad y equidad interregional e intergeneracional.
-
Adelantar un programa nacional
para ampliar y democratizar el acceso de las comunidades al servicio de
gas, lo cual deberá ir acompañado de actividades que les
permitan a las comunidades que dependen de la leña, asimilar este
cambio tecnológico en términos de sus propios imaginarios
y en función de su identidad cultural.
-
Como una medida de equidad
ambiental, la adopción de políticas que les garanticen
a las regiones proveedoras de agua para las centrales hidroeléctricas,
el acceso favorable a la electricidad.
-
La adopción de políticas
y estrategias tendientes a hacer económica, social y ambientalmente
rentable la conservación ambiental para las regiones productoras
de agua con destino a las centrales hidroeléctricas. (La conservación
no solamente se traduce en mayor cantidad de agua, sino también
en una menor sedimentación, lo cual incrementa la vida útil
de los embalses de agua).
-
Como una medida para combatir
la plusvalía ecológica y las consecuentes pobreza
y violencia ambientales, la incorporación eficaz de criterios
y medidas de gestión ambiental en las obras de infraestructura ligadas
a la generación eléctrica (hidroeléctricas y termoeléctricas)
o en la explotación de combustibles fósiles (petróleo
y carbón), de manera tal que se repare de manera efectiva el impacto
de las mismas sobre los ecosistemas y las comunidades que lo habitan.
-
Adelantar el debate sobre los
criterios dentro de los cuales puede ser posible que la extracción
y comercialización de recursos naturales no renovables constituya
un aporte al propósito de alcanzar la sostenibilidad global
de la nación colombiana.
-
Comenzar a prepararse anticipadamente,
para asumir el impacto que sobre la economía nacional va a tener
(posiblemente en la próxima generación) la reducción
a nivel mundial del uso de combustibles fósiles como el petróleo
y el carbón, como consecuencia de la necesidad de alternativas tecnológicas
que permitan reducir la contaminación atmosférica y el calentamiento
global.
-
El Estado deberá comprometerse
con la sociedad a no tomar ninguna medida tendiente a propiciar la adopción
de la fisión nuclear como fuente de energía, sin que medie
un debate amplio, serio y exhaustivo, en el cual los distintos actores
y sectores sociales puedan evaluar el impacto ambiental, social, político,
económico, técnico y cultural que conllevaría una
decisión en tal sentido para el país.
Cultivos
ilícitos | Reforma
Agraria | Energía
| Gobernabilidad ambiental | Parques
Naturales | Medio urbano
El tema de la gobernabilidad
ambiental
¿Son capaces la institucionalidad
y la sociedad colombianas de ejercer un control eficaz y constructivo sobre
el medio ambiente, o su dinámica queda en manos de fuerzas meramente
naturales o de acciones humanas producto de la desesperación, de
la improvisación, del afán de lucro inmediato o del azar?
Los ambientalistas pensamos
que existen dos ejes que es necesario articular para garantizar una gobernabilidad
concertada (entre la naturaleza y los actores sociales, incluido el Estado)
en materia ambiental:
Un eje es la naturaleza misma.
Necesitamos reconocerle su papel de ACTOR ACTIVO en la gestión ambiental,
con participación, con personería y con personalidad. Necesitamos
desarrollar nuestra capacidad para establecer diálogos de saberes
y diálogos de ignorancias entre los seres humanos de distintos grupos
y sectores (étnicos, sociales, regionales, etc.) y entre trabajadores
de distintas disciplinas y campos del saber y del hacer, pero también
diálogos entre los seres humanos y la naturaleza.
Recuperar, despertar y agudizar
nuestra capacidad para reconocer e interpretar los mensajes que nos envían
a diario los ecosistemas y para tenerlos en cuenta en las decisiones que
los afectan de manera directa o indirecta.
Lo anterior se concreta,
en un extremo de la gama de posibilidades, en programas concretos y pragmáticos
de monitoreo ambiental y de gestión de riesgos, y en otro extremo
en actitudes y posturas filosóficas y bioéticas (y
en conductas consecuentes) que reconozcan que tanto la biosfera, como los
demás seres vivos que la conformamos, poseemos derechos --especialmente
el derecho a la vida y a la dignidad--, por nuestra mera condición
de expresiones del fenómeno vital.
El otro eje es el "institucional".
La ley 99 de 1993 creó el SINA o Sistema Nacional Ambiental, que
en teoría debe constituir el escenario desde el cual se ejerce la
gobernabilidad en materia ambiental.
Un requisito sin el cual
es imposible dicha gobernabilidad, es que el SINA, del cual forman parte
tanto el Estado como la sociedad civil, funcione verdaderamente como un
sistema capaz de resonar dinámicamente con los ecosistemas naturales
cuya administración y gestión pretende ejercer.
Otro requisito es una verdadera
y eficaz participación de la ciudadanía en la gestión
ambiental (entendida la ciudadanía en sentido amplio, como sinónimo
de la sociedad civil y sus organizaciones, el sector privado, los gremios
económicos, las organizaciones profesionales y de trabajadores,
el sector educativo, las comunidades organizadas, los movimientos sociales,
las ONGs, etc., etc., etc.).
Como se mencionó en
el punto 7-10), el Consejo de Gabinete del Ministerio del Medio Ambiente
acaba de aprobar los "lineamientos para una política de participación
ciudadana en la gestión ambiental", a partir de los cuales el Estado
y la sociedad civil deben avanzar conjuntamente en la construcción
de una verdadera gestión participativa (enmarcada dentro de la construcción
de una cultura de la participación) como parte de la consolidación
de la democracia y de la construcción de la paz.
Cultivos
ilícitos | Reforma
Agraria | Energía
| Gobernabilidad ambiental | Parques
Naturales | Medio urbano
Parques
Nacionales Naturales y otras Áreas Protegidas
Las porciones del territorio
nacional cobijadas bajo la categoría de Parques Nacionales Naturales
y áreas protegidas debido a sus particulares características
en términos estratégicos, de paisaje o de biodiversidad,
constituyen uno de los más valiosos patrimonios del país.
Debe hacerse énfasis
en el carácter estratégico de los mismos, en un mundo y en
una época en la cual la información en general –y la información
genética en particular—constituyen no solamente una riqueza en términos
de competitividad internacional, sino un requisito de supervivencia para
la especie humana, sobre la cual se cierne como una de sus mas graves amenazas,
la que se ha denominado "crisis de homogeneidad", consistente en el agotamiento
de la biodiversidad necesaria para permitir la adaptación de la
vida a los cambios cada vez más graves y frecuentes del medio ambiente
natural y cultural.
Hoy está claro que
no debería existir contradicción entre los intereses que
propenden por la conservación de dichos territorios, y los intereses
de las comunidades vecinas a los mismos, especialmente cuando las áreas
protegidas coinciden total o parcialmente con territorios pertenecientes
a comunidades étnicas, indígenas o afrocolombianas. Más
aún, existe consenso en el sentido de que la mejor garantía
para la conservación de dichas áreas es la activa participación
de las comunidades en su gestión.
La identidad étnica
y cultural de las comunidades indígenas y afrocolombianas está
íntimamente vinculada a las características ecológicas
de los territorios que habitan (y que en gran medida esas mismas comunidades
han contribuido a conformar), y en consecuencia la protección de
la integridad y de la biodiversidad de los ecosistemas, constituye un requisito
para la protección de esa identidad.
En la práctica, sin
embargo, no siempre resulta fácil compatibilizar las necesidades
económicas inmediatas de las comunidades étnicas y campesinas,
y especialmente de los colonos, con las prioridades de la conservación.
De allí que la protección (y de ser posible la ampliación)
en el largo plazo de los Parques Nacionales Naturales y de las demás
áreas protegidas del país, depende de la adopción
de un plan adecuado de ordenamiento territorial a nivel nacional.
"Estamos hablando de (alcanzar)
arreglos productivos sostenibles en áreas de importancia para la
conservación de la biodiversidad, y que participando activamente
de la porción del territorio que produce bienes y servicios para
el mercado, aporta a la conservación de la biodiversidad. En este
contexto es que se hace necesario impulsar la creación efectiva
de un sistema descentralizado y participativo definido como el Sistema
Nacional de Areas Protegidas (SINAP), del cual formarían parte no
sólo los Parques Nacionales Naturales, sino áreas bajo uso
agropecuario, pero con arreglos tecnológicos sostenibles que aporten
a la conservación de nuestra biodiversidad."
Ese plan de ordenamiento
territorial, como se anotó en un capítulo anterior, deberá
determinar las zonas del país con vocación exclusivamente
ambiental (dentro de las cuales están los Parques Nacionales Naturales,
las reservas naturales de la sociedad civil y otras áreas sometidas
o que deberán someterse a protección especial), al igual
que las zonas de vocación productiva o extractiva, actividades que
deberán, de todas maneras, adelantarse con criterios de sostenibilidad.
Como también se anotó algunas páginas atrás,
un programa integral de reforma agraria, adoptado como propósito
nacional, permitirá dotar a las comunidades rurales de tierras aptas
para la producción y reducir la presión que existe sobre
los ecosistemas de vocación exclusivamente ambiental y cuya explotación,
como bien se sabe, no conduce sino a un mayor empobrecimiento económico,
cultural y ecológico tanto de las familias que pretenden derivar
de ellas su sustento, como del país en general.
Se afirma que el incremento
de la población necesariamente provocará la destrucción
o al menos la reducción de las áreas protegidas del territorio
nacional, y que esa realidad no solamente impedirá mantenerlas en
su extensión actual, sino más aún, duplicarlas o triplicarlas,
como sería lo ideal.
Ya vimos, sin embargo, cómo
hacia mediados del próximo siglo la población colombiana
habrá alcanzado los 60 millones de habitantes, cifra aparentemente
enorme con relación a la población actual, pero apenas igual
al número de personas que habitan en la Gran Bretaña de hoy.
Y recordemos también que el territorio de la Gran Bretaña
apenas representa un poco más de la quinta parte del territorio
colombiano, sin contar las zonas marítimas que pertenecen al país.
O sea que un adecuado ordenamiento territorial permitiría no solamente
albergar al doble de la población actual, sino además ampliar
las áreas dedicadas exclusivamente a la prestación de los
servicios ambientales que las próximas generaciones van a requerir
para poder llevar una vida con calidad y dignidad.
Cultivos
ilícitos | Reforma
Agraria | Energía
| Gobernabilidad ambiental | Parques
Naturales | Medio urbano
Gestión ambiental
para la calidad de vida en el medio urbano
En un país en acelerado
proceso de urbanización, en el cual la población de las ciudades
ha crecido 10 veces más que la rural en los últimos cuarenta
años y cuya capital, Santafé de Bogotá, posee más
habitantes (6´500.452) que los cuatro mayores centros metropolitanos
regionales, que le siguen en tamaño, juntos (Cali, Medellín,
Barranquilla y Bucaramanga con 5´622.663 en total), y en donde un
porcentaje significativo de los atentados contra la vida humana --y contra
la calidad y la dignidad de la vida-- tienen como escenario a la ciudad,
necesariamente la gestión ambiental debe poseer un importante componente
urbano, al igual que la dimensión ambiental de las propuestas de
paz (y la reorientación necesaria del modelo de desarrollo) debe
considerar no solamente aspectos rurales del ambiente, sino también
la situación de los habitantes de las grandes, medianas y pequeñas
ciudades, así como de las cerca de 900 cabeceras municipales eminentemente
rurales del país.
En los acuerdos de paz a
que logremos llegar los colombianos en un futuro ojalá próximo
(acuerdos de paz entre nosotros mismos y con el medio ambiente que habitamos
y del cual formamos parte), deberán tenerse en cuenta aspectos de
la gestión ambiental urbana, entre los cuales cabe destacar:
-
Ordenamiento territorial a nivel
urbano.
-
Protección del espacio
público.
-
Protección del patrimonio
cultural urbano en sus distintas expresiones.
-
Protección de zonas verdes
y de espacios para el esparcimiento y la recreación.
-
Planeación y desarrollo
de las ciudades con perspectiva de género y teniendo en cuenta las
necesidades de los grupos más vulnerables de la población
(niñez, juventud, tercera edad, discapacitados, minorías
étnicas y religiosas, etc.).
-
Normalización de la gestión
de riesgos dentro de las actividades de planeación y en la ejecución
del desarrollo.
-
Protección de las fuentes
de agua que abastecen a los centros urbanos.
-
Racionalización y manejo
de residuos sólidos (ligado a una cultura de racionalización
del consumo).
-
Racionalización en el
uso de energía y otros recursos.
-
Fortalecimiento del transporte
público en cantidad, cubrimiento y calidad.
-
Facilidades para el desarrollo
de medios alternativos de comunicación (transporte eléctrico,
bicicleta, peatonalización).
-
Control de ruido.
-
Control de la contaminación
atmosférica y de los cuerpos de agua.
-
Protección del paisaje
urbano y del paisaje rural que rodea a los centros urbanos (incluyendo
el reconocimiento y el control de formas de contaminación visual
y lumínica que afectan el paisaje diurno y nocturno).
-
Reconocimiento y respeto a la
diversidad étnica, cultural y regional y a las demás expresiones
de la biodiversidad existentes en los centros urbanos.
-
Fortalecimiento de las expresiones
organizativas de la sociedad civil a nivel urbano.
-
Desarrollo de mecanismos y espacios
para la participación ciudadana en la gestión ambiental.
-
Apertura de espacios para el
encuentro y la comunicación entre distintas generaciones y entre
diferentes sectores y actores de la sociedad.
-
Democratización en el
acceso a los medios de comunicación (emisoras y estaciones comunitarias
de radio y televisión, etc.).
-
Desarrollo del concepto de seguridad
ambiental a nivel urbano.
Desconcentración
de oportunidades laborales, educativas, culturales y de todo tipo que hoy
se acumulan en Santafé de Bogotá, a favor del desarrollo
sostenible (entendido como se ha hecho a lo largo de este documento)
de ciudades intermedias y pequeñas.
Cultivos
ilícitos | Reforma
Agraria | Energía
| Gobernabilidad ambiental | Parques
Naturales | Medio urbano
|