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Hacia una agenda ambiental urbana en torno al asunto de la paz |
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HÉCTOR LUGO Corporación Penca de Sábila Asistimos, en los últimos tiempos de este siglo y en las puertas del siglo XXI, a la transformación del proyecto de ciudad, a la fundación de la metrópolis y al cambio desordenado de los diferentes poblamientos del país. Proceso desarrollado en Colombia a partir de los acontecimientos históricos de la época de la colonización y de aquel momento, que aún no termina, de la transferencia de paisajes de otras tierras, de otras culturas y de otras continuidades. Proyectos aquellos fundadores de identidades y territorialidades, que aunque ajenos a nuestras tradiciones, fueron y son asimilados hoy en el proceso de construcción de ciudades, poblaciones, veredas y metrópolis. Mientras en el Mundo el 62% de la población está en las ciudades y más de 50 millones de habitantes por año llegan a éstas, en Colombia el 70% de su población se ha ubicado en la ciudad. Crecimiento que, en nuestro país, se mantiene en un 4% anual y continuará así al menos mientras persistan los problemas de violencia y los factores de crisis social en el medio rural. Asistimos a procesos de urbanización acelerados, incontrolados y sin planificación, sobre una tendencia al poblamiento de las áreas periféricas que obedecen a factores socio-políticos diferentes a los que regulan los procesos de urbanización del llamado "primer mundo". En las grandes y pequeñas ciudades de Colombia, la periferia es habitada cada ves más por la gran masa de campesinos y de habitantes de otras poblaciones, que no han pasado nunca por algún contacto con la cultura urbana y que sorprenden a la ciudad sin disponibilidad de equipamiento, de infraestructura de servicios públicos, de vivienda, salud, transporte etc. La periferia de la ciudad colombiana rompe la relación existente (semántica, cultural, urbanística ) con la ciudad a la que topográficamente pertenece. Es el desarrollo de una ciudad insostenible, destinada a incrementar la construcción de pobreza material y cultural, productora además de efectos como el excesivo tráfico automotor, la contaminación a todos los niveles, la baja calidad de vida, la escasez de vivienda, el empobrecimiento habitacional, la fragmentación de los tejidos sociales, el incremento de la criminalidad, la violencia y la provisión insuficiente de los servicios públicos. La ciudad en Colombia se desarrolla como lo define Alberto Magnaghi de manera independiente de las reglas constitutivas de la identidad de un lugar, imponiendo reglas abstractas de asentamiento, artificiales, sin dominancia de la relación ser humano - ambiente - naturaleza. Reglas indiferentes a una relación con el territorio sobre el que la ciudad se ha modelado siempre: uniformización de los sistemas y materiales de construcción, que producidos industrialmente, ya no guardan relación con el tipo de terreno y las cualidades ambientales. Se prescinde totalmente de la historia del lugar, de la cultura material local, del carácter y de la estructura del paisaje urbano y rural. Nuestras ciudades abandonan cada ves más la identidad a cambio de la artificialización del territorio, reduciendo éste a la categoría de soporte técnico y negando las singularidades, las diferencias y las identidades. Se abstrae de los lugares y destruye la territorialización construida en los procesos sinérgicos entre las comunidades y el ambiente. Desconocen pues, nuestras ciudades, la relación interactiva entre comunidad y territorio, por medio de la cual se forman el carácter, la identidad y la singularidad de los lugares y de las poblaciones. En últimas, pobreza de calidad ambiental y pobreza de identificación. Se ignoran los ciclos reproductivos biológicos y energéticos, se destruyen los recursos limitados: aire, agua, suelo, vegetación, subsuelo ; se exportan efectos ambientales negativos hacia las poblaciones periféricas y las zona rurales, se destruye la representación urbana y territorial y se vuelve superficial la necesidad de belleza, de comunicación artística y de paisaje para los individuos. La ciudad no guarda memoria de la historia del lugar y de su identidad. Afrontar el problema de los nuevos límites de la ciudad asume una connotación positiva dentro de la constatación de que el crecimiento urbano ilimitado constituye, por el modelo de presión y de desertificación ambiental que produce, por su producción de pobreza ambiental y por la creciente disminución de la calidad de vida de las poblaciones, uno de los factores relevantes de insostenibilidad a nivel local y planetario. Y sobre ésta realidad se impone la necesidad de la respuesta positiva de la sociedad y de sus estructuras políticas, jurídicas y administrativas, hacia la reconstrucción de la ciudad. La ciudad sostenible, que debe responder a los principales retos ambientales y ecológicos de la cultura de fin de siglo, propone la idea general de refundar la ciudad de tal manera que se ordene el proceso de metropolización con criterios de sostenibilidad, en donde se disminuyan la exportación de efectos ambientales negativos y se reconozcan los límites de su crecimiento. Es una ciudad fundada sobre la relación horizontal entre el centro y la periferia, gobernándose sobre el concepto de región, en el reconocimiento de las reglas constitutivas de la identidad de sus lugares y espacios. Ciudad que para su proyecto de sostenibilidad asume la relación ser humano - ambiente - naturaleza, la reconstrucción de paisajes en donde la estética y la singularidad se integran en la reconstrucción de imaginarios colectivos, que aportan a la conservación de la representación urbana territorial. Según el Art 14 de la Agenda de la reunión HABITAT II, realizada en Estambul en junio de 1996, "los asentamientos humanos equitativos son aquellos en que todas las personas sin discriminación de ningún tipo..., tienen las mismas oportunidades de acceso a la vivienda, la infraestructura, los servicios de salud, alimentos y agua en cantidad suficiente, educación y espacios abiertos... Además brindan... las mismas oportunidades para el desarrollo personal, espiritual, cultural y social ; para la participación en el proceso público de adopción de decisiones ; igualdad de derechos y obligaciones respecto de la conservación y utilización de recursos naturales y culturales" La ciudad sostenible rediseña el territorio entero, incluido el espacio urbano como un sistema ambiental complejo ; compuesto de cuencas hidrográficas, ecosistemas forestales, fajas de pertenencia fluvial, ecosistemas agrícolas, retos ecológicos y corredores bióticos. La ciudad sostenible restituye el equilibrio territorial aprovechando las opciones potenciales de la tecnología a través de la redistribución equilibrada de las actividades sobre las redes regionales de la ciudad y la puesta en marcha, para cada una de estas ciudades, de equilibrios ecosistémicos, energéticos, y productivos en el propio territorio. Para ello es necesario tratar de corregir, mejorar, exaltar las formas de organización y de crecimiento del individuo metropolitano y de sus libertades. Refundar la ciudad, que es sobre todo un problema ritual, simbólico y cultural, a partir de la producción de nueva territorialidad y de nueva ciudadanía. Reconstrucción de lugares en las periferias de la ciudades dotados de centralidad e identidad, que reconstituyan las trama de relaciones entre la comunidad y de estas con sus territorios. La gobernabilidad ambiental y la planeación de las ciudades sostenibles se referencian sobre el reconocimiento de los límites del crecimiento y de los estándares para la evaluación y el control de sus proyectos. Estos límites integran, como referentes reguladores, la definición de balances e indicadores sostenibles: balances energéticos locales, balances ecológicos territoriales (déficit y huella ecológica), balances ecológicos de empresa, indicadores bióticos y ecosistémicos en la determinación de los estándares en los planes reguladores; proyectos cíclicos de equilibrio ecológico entre ciudad y territorio, entre paisaje urbano y rural; ciclos de las aguas, ciclos de los residuos, de mercancías, de alimentación y de información. La batalla de la sostenibilidad y de la paz en nuestro país se ganará o se perderá también en las ciudades. En estos espacios donde se recrean los referentes simbólicos de convivencia, identidad, justicia y equidad. Son espacios comunicados por excelencia, en donde la totalidad se vuelve cotidianidad y en donde se resignifican de forma acelerada, por la existencia en ellos de los mejores dispositivos tecnológicos, los valores éticos y estéticos de la sociedad, empobrecidas permanentemente por la lógica impuesta del consumo en la apertura económica y la política neoliberal. En Colombia el asunto de la paz es un problema también urbano. Las ciudades y sus dinámicas sociales son generadoras de violencia social, con tal grado de significación, que sería imposible decidir en cuál contexto, el urbano o el rural, se pierden más vidas. En la ciudad la situación de inseguridad, de violencia juvenil, de delincuencia común, de deterioro de la calidad de vida, de indigencia y de violencia del narcotráfico ha llegado a límites indescriptibles e inaceptables para la comunidad internacional. Esta situación implica que obligatoriamente en el contexto de negociación del conflicto armado y de la convocatoria nacional hacia un proceso de paz, se integren aquellos aspectos que a nivel urbano son imprescindibles de atender y de considerar en el proceso de reconstrucción nacional. |
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Última actualización 01/02/2000 Por Germán Bustos Correo electrónico: atarraya@planetaecologico.com |
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