LA BÚSQUEDA DEL AMOR
o
La historia de otros brazos y otros besos.

por
Susana Guzmán Velazco



Ella se aproximó a la ventana, queriendo descubrir la lluvia, a través de esa agua infinita, recordaba... otra clase de lluvia, otra clase de agua... y la misma... la que enguaja el dolor.
¿Será que los pensamientos se los lleva el viento? ¿será que en tu mirada me alcance el suspiro de tus besos? ¿será que no puedo dormir... sólo pensando en ellos?

- Maciel, apúrate - se escuchaba desde lejos el grito de Mauri.
- Ya voy amor, voy por los libros y bajo rápido - contestó calmadamente ella, sin prisa.
Después de tantos años Maciel estaba acostumbrada a verse en los ojos de él, de Mauri, como así lo llamaba ella. Mauricio siempre reservado, siempre incierto, pero sabiéndose amado.
- Amor, dime que has pensado de lo que te dije - preguntaba Maciel, un tanto inquieta. - No sé chiquita, no sé - murmuró. - Pero amor, te lo había pedido desde hace tiempo, te dije que necesitaba una respuesta, no me puedes decir que "no lo sabes", siempre me contestas lo mismo - y subió de tonó Maciel, ya desesperada. - No tengo una respuesta adecuada - musitó. - Ya amor, déjalo así, ya no quiero hablar de eso.
Y el silencio apareció para siempre. Ya no hubo un después. El tiempo se consumió en un esperar la respuesta. Él jamás la conestó.

No puedo dejar de pensar en él, ese juego de lo quiero y no lo quiero, me ha dañado, será acaso que nunca podré aclarar esta situación. Y Maciel se acomodó en el sillón, a refunfuñar sus pensamientos.
"Puedo describir tu cara con mil versos".
"Puedo acariciarte toda, cada mañana con mis besos y jugar con tus cabellos enredados en mis dedos".
"Puedo bailar toda la mañana descalzos en la playa, al ritmo de tus besos y dejando a la luna que envidie nuestros cuerpos, enredados con el viento".
Maciel recordaba las palabras de Mauricio con tanto dolor, que huía de ellas, desesperadamente.

¿Cuando apareció el silencio?
¿Por qué se terminó el encantamiento?
Sólo faltó una palabra, y huyeron los besos.

¿Qué fue lo que les faltó a estos amantes de sueños de amor?
Palabras... palabras... pero a éstas se las lleva el viento, dicen. Pero hay palabras que duelen tanto y ni el silencio, ni el tiempo las borran. Esas palabras se anidan en el pecho, hieren el alma, y acaba con los sentimientos. Palabras duras, palabras crueles, palabras irónicas. Éstas dulen mas que lo que sucedió después, ya Maciel no tuvo elementos para correr a sus brazos, ya no tuvo tiempo para decirle lo mucho que lo amaba. Ya no tuvo tiempo de decirle que nada importaba, más que él.
Mauricio se fue un mañana.
Maciel se encontró sola en el silencio de la casa. Cada rincón olía a él. Cada objeto le recordaban sus manos. Su cama se convirtió en una condena de desamor. Extrañaba su desorganización, sus pisadas en la escalera de madera, su risa cuando veía que ella no podía luchar con él, siempre se reía, bromeaba. Recorría con calma todas las fotos que tenía en su escritorio, y siempre él.
¿Cómo puede aceptar Maciel que haya desaparecido su amor?
Pero claro, todos sabemos que siempre habrán historias de amor. Una historia de la rutina amorosa. Una historia más de engaños inciertos. Una historia más de reclamos. Una historia que nació atormentada de pasado, con un presente de pleito que se fundió en el deseo. Una historia que ya no tiene hoy.
¿Maciel que vas a hacer con tu amor?
¿Maciel ya no puedes correr a sus brazos y acurrucarte en su amor?
Maciel sabe que ahora siente frío... que no encuentra calor.

- Amor - se escucha muy quedo - Amor... y unos labios (otros) buscan la cara de Mauricio. Éste adormilado se vuelve para abrazarla, para sentirla. - Dime chiquita, dime - susurrándole al oído, se acerca a ella. La recorre con sus besos, la redescubre con sus dedos.

En esa noche Maciel ya no existe para Mauricio. La historia que él vive ya no tiene un recuerdo, más que esos labios que se le ofrecen de nuevo.

Mauricio ya no se acuerda de Maciel. ¿Será tan fácil ser olvidada? Se pregunta Maciel.
Sólo el tiempo sabe de los hechizos del viento.
Suena el tiembre de la puerta, y de mala gana se levanta Maciel, baja las escaleras despacio, se da cuenta que le traen un paquete. Lo recibe con indiferencia. Firma la hoja, la devuelve. El mensajero se aleja. Ella se da cuenta que en la calle juegan los niños, el sol está radiante, el ruido la sacude de su silencio, se estremece al darse cuenta como pierde el tiempo, Sube rápido a su estudio, arranca el papel que envuelve esa caja pequeña, ni chica, ni grande. Se detiene, no ha visto quien la envía. Recoge los trozos de papel y busca el remitente. Le duele el estómago de repente, una tristeza se le agolpa en el cuerpo, ve su nombre, está ahí... Mauricio. Una lágrima se le escapa. Despacio abre la caja. Unos papeles. Más papeles. Piensa ella. Empieza a leerlos sin darse cuenta. Son sus cartas. Las cartas que le escribió a él. Y busca entre aquellos papeles, una nota, una carta que le explique esa situación. Nada. La caja sólo le trae sus cartas. Le devuelve su amor.
¿Sabes lector que pasó?
Maciel le había pedido a Mauricio que hicieran un pacto. Un pacto obsesivo y egoísta, quería que dejará sus modos y costumbres, que se modificará hasta en su caminar, puros detalles que hicieron que Mauricio se fuera alejando poco a poco de ella, tanta demanda... que se le olvidó a Maciel que lo amaba intensamente, y de pronto... ella descubrió que Mauricio la dejaba volar.
En la reunión mensual de sus amigos, le presentaron a Manuel. Maciel quedó encantada, se iba descubriendo ante él, sin forzaduras, se daba cuenta que lo que le demandaba a Mauricio perdía significado junta a él (otro él).

Así cada uno recorre una historia propia. Otra historia diferente. La suya quedo atrás.
Lo único que lastima es que guardan una equivocación. Todo habría podido ser diferente si ambos hubieran pensado que en el amor, se lucha paso a paso, se quiere a cada suspiro y nunca se pierden las miradas, Las demandas, los silencios... ganaron otra batalla. Y estos enamorados se fueron a buscar otros besos y a calmarse en otros cuerpos, los deseos. ¿Quizá ahora descubran lo que perdieron?
¿Quién lo sabe? ¿Acaso tú lector?
¿Por qué sabes, tú que lees esto, como duele, ese vacío de querer, la ausencia de ese calor? Y sólo cuando llega el otro enamoramiento te olvidas de tanto llanto y de tanto recuerdo.
Maciel y Mauricio la historia que prometía su tiempo y su deseo, la cortaron antes de tiempo.
Ahora Mauricio en otros brazos y Maciel en otros besos.














A partir del 22-09-2003

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