Sabino Arana. Articulos.
Madrid, 9 de marzo de 1997
En 1947 Arthur Mourant establece la distinción de los vascos basada en los grupos sanguíneos. Según su teoría, aquéllos se separarían del resto de los españoles por su alta frecuencia de Rh negativo y la escasa presencia del grupo B. El nacionalismo vasco se hizo eco de tales afirmaciones para demostrar su diferencia. Afirmaciones que desmonta un exhaustivo estudio científico realizado por los inmunólogos Antonio Arnáiz Villena y Jorge Martínez Laso. Ambos han estudiado las frecuencias de los genes HLA en vascos, españoles de Madrid y argelinos y han comprobado que los primeros guardan un parentesco más estrecho con éstos que con el resto de los europeos.
Los doctores Antonio Arnáiz Villena y Jorge Martínez Laso, del departamento de Inmunología del Hospital 12 de Octubre de Madrid y profesores de Medicina de la Universidad Complutense, han elaborado un estudio sobre el parentesco entre vascos, españoles de Madrid -denominación científica escogida que incluye al resto de los españoles- y argelinos de Argel. Para ello se empleó el sistema HLA (los genes HLA o de histocompatibilidad se hallan en el cromosoma 6 del hombre y son los que permiten o rechazan los trasplantes de órganos). Las conclusiones de este estudio han sido publicadas en revistas especializadas como «Inmunología» e «Investigación y ciencia».
Selección y metodología
Los investigadores analizaron genéticamente a 176 españoles de Madrid, 82 vascos de San Sebastián y 106 argelinos de Argel. El estudio comenzó eligiendo, entre los donantes de sangre del Hospital Central del Ejército, una muestra poblacional de argelinos de Argel sin mezcla europea en las tres generaciones anteriores. Asimismo, se obtuvieron muestras de ADN y linfocitos de vascos, procedentes de voluntarios del Hospital Virgen de Aránzazu de San Sebastián. Se seleccionaron individuos que tenían hasta ocho apellidos vascos. Para el tercer análisis se escogió a españoles residentes en Madrid, ya que la capital española, centro de inmigración de todas las regiones, puede considerarse una población representativa del resto de España.
El estudio se basa en haplotipos y alelos HLA. ¿En qué consisten? Este último término incluye las distintas formas bajo las que aparecen los genes, mientras que los primeros son combinaciones de alelos, que permiten una mayor especificación de las poblaciones, dependiendo de su geografía. Una vez recogidos los datos genéticos de argelinos, vascos y españoles de Madrid, se calcularon las frecuencias y distancias genéticas entre estas poblaciones. Además se compararon con datos similares de negros, orientales, italianos, sardos y franceses, aportados por otros investigadores. A partir de los resultados obtenidos se establecieron árboles de parentesco.
Arthur Mourant estableció en 1947 una singular teoría, según la cual existiría una diferencia entre los vascos y las poblaciones vecinas aludiendo a los grupos sanguíneos. Concretamente, a la frecuencia de Rh negativo y la escasez del grupo B de los vascos. El presidente del PNV, Javier Arzallus, sorprendió a todos en Tolosa en 1993 con unas polémicas declaraciones al respecto. Entre otras cosas, puso de manifiesto la especificidad sanguínea de los vascos, que poseían un Rh negativo como aval de la nacionalidad del País Vasco, al tiempo que negaba que un gallego y un andaluz, por ejemplo, tuvieran la misma estructura genética.
Teoría desmontada
Los especialistas no se ponen de acuerdo respecto al origen del vascuence. Lingüistas de reconocido prestigio como Humboldt y Michelena mantuvieron que los vascohablantes constituían un residuo que se separó del grupo ibero inicial. Filólogos como Solano Peña consideran que el vascuence es una lengua hamítica. Hay quienes hablan de que tiene un origen caucásico. Pero esta última teoría queda desmontada definitivamente, ya que entre las conclusiones a las que se llega en este estudio se apunta que ciertas poblaciones de europeos occidentales tienen frecuencias génicas similares de Rh negativo: vascos (0,44), portugueses (0,54), habitantes de la Isla de Man (0,43), irlandeses (0,42), franceses (0,41) e ingleses (0,39). Lo mismo ocurriría con las bajas frecuencias del grupo sanguíneo B, que no difieren mucho entre las que presentan los vascos y los europeos occidentales: vascos (0,03), portugueses (0,05), irlandeses (0,07), españoles, franceses e ingleses (0,06)
Por tanto, Arnáiz Villena y Martínez Laso concluyen que la historia genética de vascos y el resto de los españoles es similar. En toda su investigación, tan sólo hallaron un haplotipo (A11-B27-DR1) que se encuentra únicamente en los vascos y que podría ser una huella característica de la población ibero preneolitíca, de la que descendería la población vasca actual. Pero los tres haplotipos HILA más frecuentes (A29-B44, A30-B18 y A1-B8) son los mismos en vascos y españoles de Madrid. El primero de ellos es característico de las poblaciones europeas del oeste, siendo muy alto en el Sur de Inglaterra. El segundo haplotipo se da con una alta frecuencia en sardos, vascos y españoles de Madrid, mientras que el tercero tendría un origen centroeuropeo.
Además, estos datos reflejan que hay ancestros comunes de, al menos, tres tipos: europeos occidentales muy antiguos (preneolíticos), paleo-norteafricanos (preneolíticos) y europeos centrales (postneolíticos). Destacados investigadores extranjeros establecieron ya algunos datos en este sentido. Así, Anne Cambon Thomsen, de Toulouse, encontró claras similitudes entre vascos y norteafricanos; Santachiara-Benerecetti, de Pavia, las halló entre vascos y sardos, utilizando para ello marcadores del cromosoma Y. Por su parte, los doctores Pandya y Tyler-Smíth, de la Universidad de Oxford, también han subrayado el emparentamiento entre vascos y norteafricanos.
Los resultados del estudio recientemente publicado han permitido a sus autores argumentar la tesis de que la Península Ibérica estuvo en gran parte poblada en tiempos preneolíticos por habitantes de la zona sahariana. Según Antonio Arnáiz Villena y Jorge Martínez Laso, el descubrimiento de las similitudes existentes entre las lenguas ibérico-tartésica y la vasca y el agrupamiento de éstas con otras lenguas como el egipcio, el sumerio y el bereber demuestra que tanto ibéricos como vascos son descendientes de los antiguos habitantes del Sahara o paleo-norteafricanos Se corroboran, pues, las conclusiones obtenidas en el Taller de Histocompatibilidad celebrado en 1991, en el que ya se apuntaba que los grupos vasco y español se alejaban de los blancos europeos y se acercaban, en cambio, al grupo africano.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores tuvieron que estudiar las poblaciones blancas del norte de África. Gracias al estudio de los genes HLA se han podido obtener unos mapas arbóreos que muestran la distribución geográfica actual de las poblaciones y razas. Así, los amerindios estarían más cerca de los mexicanos que de los asiáticos y, curiosamente, sardos, vascos e ibéricos ocuparían ramas más cercanas a los africanos.
Sí observamos la evolución de las poblaciones de Africa entre el año 7000 y el 3000 antes de nuestra era, la población estaba constituida por cinco grupos principales. hamitas, negros, pigmeos, nilo-saharianos y bosquimanos. Ya en el año 400 después de Cristo, los negros del Golfo de Guinea habían desplazado a otros grupos. Por ejemplo, los pigmeos habían quedado reducidos a pequeños enclaves aislados. Entre los siglos VII y VIII, poblaciones procedentes de la Península Arábiga invadieron gran parte de África y de la Península Ibérica, cuya población -y, por consiguiente, genética- se vio alterada (aunque muy poco) por fenicios, griegos, romanos y, posteriormente, por los invasores islámicos.
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