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No a la ley Diego-Bartlett-Ortega.


Ellos sí que en menos 15 minutos armaron la aprobación por la vía corta del engendro de reforma constitucional sobre derechos y cultura indígena, aquél que ellos mismos habían fraguado para suplantar la propuesta de Cocopa. Apenas llegó a 16 el número de dictámenes favorables en los congresos locales y, con dispensa de trámites correspondiente (incluida la lectura de los dictámenes y sus recomendaciones, ignorando el más elemental decoro parlamentario), la super-dupla -menospreciando en este caso a su fiel escudero- forzaron una contrareforma que, viene a complementar la realizada en el sexenio salinista al artículo 27, comprometiendo aún más la viabilidad del país.

Y no es exageración. Si Fox promulga la susodicha Ley, los legisladores procederán a la modificación de las leyes secundarias y los reglamentos relativos para dejar la mesa puesta a la implantación de los planes globalizadores, que como el llamado "puebla-panamá", representan la expropiación y el saqueo de los recursos naturales que aún quedan bajo custodia de los pueblos indígenas, en favor de las grandes transnacionales. No hay que olvidar que es en el sureste precisamente donde vive el 50% de los indígenas mexicanos.

Ya antes, la reforma salinista del Art. 27 constitucional propició el desastre que vive hoy el campo y la enorme dependencia alimentaria que padecemos. Se suponía que al permitir a la inversión privada "convivir" con la propiedad comunal, el campo mexicano se modernizaría, según las leyes del mercado, no para alcanzar la "obsoleta autosuficiencia alimentaria", sino la eficiencia empresarial y con ella nuestra presencia en los mercados globales ¿Ya se dieron cuenta de la cantidad de alimentos "importados" -directa o indirectamente- que se consumen en nuestro país (quienes aún pueden comprar en un "super")? Entonces no se trata de un "problema de indios" sino de mexicanos y aún más, de alcance mundial, dado que estas políticas se están aplicando en otras partes, con resultados similares ¿En manos de quienes está quedando la producción de alimentos? ¿Será que en adelante solo los países con alta tecnología podrán producir -fabricar- alimentos?

Qué lejos está la esperanza de aquel 11 de marzo, cuando arribó al corazón del país la marcha del color de la tierra apoyada por miles, millones en México y el mundo. Y luego, el 28 de marzo y como resultado de la presión popular, el EZ y el Congreso Nacional Indígena habrían de dirigirse al órgano legislativo de la nación pidiendo simplemente ser escuchados y respetados a partir de su compromiso a acatar una ley que siendo incompleta, incluía parte del espíritu de los acuerdos de San Andrés. La respuesta del legislativo a este esfuerzo es indigna y vergonzante, propia de una clase política que no entiende que ya no se puede posponer la integración de México y que ello solo puede ocurrir bajo una ley como la propuesta de Cocopa.

La lucha para los zapatistas se reanuda y para nosotros vuelve a lo básico: la búsqueda de la Paz. Las comunidades indígenas de Chiapas siguen estando (nunca dejaron de estarlo) sitiadas por el ejército, que de nuevo se extiende mediante campamentos y solapando bandas armadas y grupos paramilitares. Éste es el peligro inmediato.

Sin embargo las cosas ya no son como antes. Cada vez son más las organizaciones y pueblos indígenas que se organizan en defensa de sus derechos colectivos fundamentales. Y en eso consiste nuestra tarea, en ampliar las bases de apoyo para echar abajo la contrarreforma y sentar de una vez por todas las bases de un futuro de paz, con justicia y dignidad.

No a la Ley Fernández-Bartlett.

No a la contrarreforma agraria.

Por los derechos de los pueblos indios.


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