|
El misterio del Mary Celeste
El Mary
Celeste era un bergantín de 282 toneladas, que el 7 de noviembre de 1872
zarpó de Nueva York con destino a Génova. A bordo
iban el capitán Benjamín Briggs, otros siete miembros
de la tripulación, y la mujer y la hija del capitán, y el cargamento eran
barriles de alcohol para uso industrial. El 4 de diciembre, el Mary Celeste fue encontrado a la deriva en medio del
Atlántico, sin que hubiera ningún rastro de la tripulación ni de los
pasajeros. El barco estaba en buen estado, con algunos desperfectos menores
que se podían explicar por el hecho de que llevara varios días a la deriva.
Había suficientes provisiones y agua. La carga estaba intacta, así como los
efectos personales de los miembros de la tripulación y de los pasajeros.
Únicamente faltaban los instrumentos de navegación (el sextante y el
cronómetro) y los documentos del barco, con la excepción del diario de a
bordo. La última entrada en éste era del 24 de noviembre, y no registraba
ningún incidente de particular. No está claro si faltaba o no el bote
salvavidas, porque los testimonios disponibles, en esto son contradictorios.
Tras su rescate, el barco fue llevado a puerto, y la carga entregada, pero de
las personas que había a bordo nunca se volvió a saber nada. Se han dado toda clase de
teorías para explicar la misteriosa desaparición. Algunas fantásticas, como
la abducción por extraterrestres o el ataque de un pulpo gigante. No resulta
fácil comprender porqué los extraterrestres o el pulpo querrían llevarse los
documentos y los instrumentos de navegación. Se ha puesto en relación con el
llamado “triángulo de las Bermudas”, a pesar de que el hecho sucedió muy
lejos de esa región. También se ha pensado que el barco fue atacado por
piratas, o que algunos tripulantes se amotinaron, mataron a los demás y
después huyeron en el bote. En contra de esto, no se encontró ninguna señal
de violencia, y además no resulta lógico que los piratas o los amotinados
abandonaran la carga del barco, y ni siquiera se llevaran el dinero o los
objetos de valor. Otra teoría es que hubo una intoxicación por alimentos en
malas condiciones, que hizo enloquecer a los tripulantes y estos se mataron
entre sí o se arrojaron al mar. Pero los que encontraron y rescataron el
barco comieron de las provisiones del Mary Celeste
sin sufrir ningún trastorno. Aunque nunca se sabrá con
seguridad, la hipótesis más verosímil es que abandonaran el barco
atemorizados por algún peligro, que luego no se materializó. La carga de
alcohol era muy inflamable, así que es posible que creyeran por algún motivo
que estaba a punto de estallar, y bajaran al bote precipitadamente. A
continuación, la carga no estalló, pero se levantó viento que alejó al barco,
sin que pudieran alcanzarlo. En enero de 1873 el mar arrojó
a las costas españolas un bote con cinco cadáveres. Aunque nunca se investigó
su procedencia, se ha especulado que podría tratarse de parte de los
tripulantes perdidos del Mary Celeste. |
|
|
Bacterias en las profundidades de la Tierra
Las bacterias abundan en todas partes en la superficie de la Tierra. Se sabía desde hace tiempo que hay bacterias viviendo en el suelo, las cuales desempeñan un papel muy importante en los ciclos de los nutrientes de la biosfera. Sin embargo, se suponía que esta población bacteriana no se extendía más que a algunas decenas de metros desde la superficie, y que las rocas más profundas eran estériles. En 1987, aprovechando unas perforaciones que se estaban realizando en Carolina del Sur, se obtuvieron muestras aplicando técnicas especiales para evitar la contaminación por las bacterias de la superficie. Encontraron que se podían cultivar bacterias de muestras obtenidas a más de 500 m de profundidad. Posteriormente se han encontrado bacterias en muchos otros lugares, a profundidades de hasta 2.8 km. Es muy probable que haya bacterias aún más profundas, se supone que el límite debe estar a 4 ó 5 km, que es donde la temperatura se hace demasiado elevada para permitir la existencia de agua líquida. Estas bacterias viven en el agua que rellena los intersticios que dejan las rocas. En las rocas sedimentarias, se alimentan de los restos orgánicos que quedan de cuando se depositó la roca (por ejemplo, en los depósitos petrolíferos hay bacterias que metabolizan los hidrocarburos del petróleo). Incluso en las rocas de origen volcánico, como el basalto o el granito, que no tienen ninguna materia orgánica, algunas bacterias sobreviven utilizando energía química, metabolizando el hidrógeno que desprenden las rocas. Estas bacterias tendrían un metabolismo extremadamente lento, dividiéndose una vez cada cien años, pero siguen vivas. La cantidad de bacterias en las rocas profundas es de entre 100 y 10 millones de bacterias por gramo de material, en comparación, en el suelo superficial puede haber miles de millones de bacterias por gramo. Sin embargo, el volumen implicado es tan grande (4-5 km por toda la superficie de la Tierra, incluyendo debajo de los océanos) que es posible que la masa total de las bacterias profundas sea igual o mayor que la de todos los seres vivos en la superficie de la Tierra. Este descubrimiento tiene implicaciones muy importantes. Por ejemplo, si alguna catástrofe, como el choque de un meteorito, destruyera toda la vida en la superficie de la Tierra, probablemente las bacterias en las profundidades podrían sobrevivir. También tiene interés en relación con la vida en otros planetas. En Marte no puede habar bacterias en la superficie del planeta, por las condiciones de extrema sequedad, bajas temperaturas y radiación ultravioleta que reinan allí. Pero se sabe que en el suelo hay agua empapando las rocas. Cerca de la superficie el agua está congelada, pero es posible que a más profundidad se mantenga líquida por el calor que proviene del núcleo del planeta. No hay nada que impida que en esa agua profunda haya bacterias, igual que en la Tierra. Recientemente se han encontrado pequeñas cantidades de metano en la atmósfera de Marte. No se conoce de dónde proviene este metano, pero una posibilidad sería que se origine del metabolismo de bacterias debajo de la superficie del planeta. |
|
|
El último teorema de Fermat
El llamado último teorema de Fermat consiste en que la ecuación: xn+yn=zn Donde x, y, z y n son números enteros positivos, no tiene soluciones cuando n es mayor de 2. Por ejemplo, si n=2 sí tiene solución, porque 32+42=52. Pero si n=3 no se pueden encontrar tres números que cumplan la ecuación. El teorema afirma que es imposible encontrar números que cumplan la ecuación cuando n tiene cualquier valor mayor de 2. Este teorema fue planteado por el matemático aficionado Pierre de Fermat (1601-1665), que lo escribió en el margen de un
libro que estaba leyendo, y además afirmó que tenía “una prueba
maravillosa, pero que el margen del libro era demasiado estrecho para
contenerla”. Esto no es tan raro como podría parecer. Fermat
tenía la costumbre de plantear problemas sin dar la solución, como un
acertijo o desafío para otros matemáticos. Después de su muerte, otros
matemáticos fueron resolviendo todos los problemas que había dejado Fermat, excepto este, que resistió todos los esfuerzos
para solucionarlo, y que por eso se le denominó el último teorema de Fermat. El teorema ha sido estudiado por algunos de los más grandes matemáticos, pero solo consiguieron solucionarlo en parte. Leonhard Euler (1707-1783) demostró que no existían soluciones cuando n=3. El mismo Fermat lo había demostrado para n=4. Johann Peter Gustav Lejeune Dirichlet (1805 - 1859) y Adrien-Marie Legendre (1752 – 1833) dieron la demostración para n=5, y Gabriel Lamé (1795 - 1870) para n=7. Sin embargo, nadie pudo encontrar la solución general para cualquier valor de n. Uno de los que intentaron atacar el teorema fue el industrial y matemático aficionado Paul Wolfskeh. Durante una depresión a causa de un desengaño amoroso decidió quitarse la vida, pero como era muy organizado se fijó un día y una hora para llevar a cabo su propósito. Cuando faltaban unas horas para que se cumpliera el plazo decidió pasar esos últimos momentos leyendo un artículo, que resultó tratar del teorema de Fermat, y se absorbió tanto con la lectura que se le pasó la hora marcada. Al día siguiente había cambiado de idea, porque había descubierto otra vez un interés en la vida. Aunque nunca consiguió resolver el problema, cuando murió, años después en 1908, dejó parte de su fortuna para establecer un premio de 100.000 marcos para aquél que demostrara el teorema. A pesar del premio ofrecido, durante el siglo XX el problema había sido abandonado por los matemáticos profesionales, que lo consideraban una pérdida de tiempo y una ocupación poco seria, algo así como el equivalente matemático de buscar el monstruo de Lago Ness. Sin embargo el matemático Andrew Wiles, de la Universidad de Princeton, estaba desde niño obsesionado con el teorema. Durante siete años trabajó en el problema de forma prácticamente secreta, con la única ayuda del estudiante Richard Taylor. Se sabía que el teorema de Fermat estaba conectado con otro teorema, la llamada conjetura de Taniyama-Shimura, que había sido planteada por dos matemáticos japoneses años atrás, de modo que si se demostraba la conjetura de Taniyama Shimura el teorema de Fermat quedaría automáticamente demostrado, y viceversa, así que Wiles se aplicó a tratar de demostrar la conjetura. Finalmente, en 1993 Wiles presentó su prueba en unas conferencias en la Universidad de Cambridge. Aunque el anuncio provocó una conmoción entre los matemáticos, un análisis más detallado mostró que la prueba tenía un fallo, aparentemente insignificante, pero que la invalidaba completamente. Wiles no se desanimó por eso, sino que volvió al trabajo, y en 1995 presentó una versión modificada que evitaba los fallos de la anterior y fue aceptada por los matemáticos, por lo que el teorema se ha dado por demostrado, y el premio ha sido concedido a Wiles (aunque algo disminuido por la inflación, todavía una suma muy considerable). Aunque el teorema ha sido finalmente demostrado, la prueba de Wiles no es, con casi total seguridad, la “maravillosa
prueba” que afirmaba poseer Fermat, porque la
prueba de Wiles utiliza técnicas matemáticas que no
existían en el siglo XVII. La mayoría de los historiadores suponen que Fermat estaba equivocado. Lo más probable es que cuando
escribió la nota en el margen tenía solo una idea general de cómo elaborar
una demostración, cuando más tarde intentó desarrollarla, vio que no era
válida y olvidó corregir la nota. Sin embargo, existe una pequeña posibilidad
de que realmente exista una demostración, más sencilla que la de Wiles, y que haya sido pasada por alto por generaciones
de matemáticos a través de los siglos, por lo que el último teorema de Fermat seguirá fascinando a los aficionados a las
matemáticas. |
|
|
El lago Vostok
|
|
|
El dinosaurio más grande
Si hay algo que llama la atención de los dinosaurios es su enorme tamaño. Sin embargo, no todos los dinosaurios eran enormes. Algunos dinosaurios no eran más grandes que un perro. Los dinosaurios más grandes eran los que pertenecían al grupo de los saurópodos, que son los dinosaurios herbívoros de cuello y cola muy largos, como el Brontosaurio o el Diplodocus. Hasta hace poco se consideraba que el dinosaurio más grande era el Braquiosaurio, con un peso de 50-70 toneladas. Sin embargo, en 1993 se descubrieron los restos del Argentinosaurio, llamado así por el lugar de su descubrimiento (la formación de Río Limay, en la provincia de Neuquen, Argentina). Aunque solo se ha descubierto parte del esqueleto (algunas vértebras, fragmentos de las costillas, la tibia y el sacro), puesto que todos los saurópodos tenían parecidas proporciones, es posible calcular que el Argentinosaurio debía pesar unas 80 ó 100 toneladas. Eso le convertiría en el animal terrestre más grande. Sin embargo, es posible que el animal más grande que haya existido nunca en el planeta no sea un dinosaurio, ni esté extinto (al menos de momento), sino que sea un mamífero: la ballena azul. Lógicamente, un animal marino no necesita soportar su peso, sino que este es soportado por la flotación en el agua, y por eso un animal marino puede alcanzar tamaños mayores que uno terrestre. La ballena azul más grande que se haya pesado nunca científicamente pesaba 177 toneladas, pero se estima que algunos individuos podrían superar las 200 toneladas. Quizás, sin embargo, no es el
final de la historia. Algunos paleontólogos han descrito unos restos
encontrados en el distrito de Tamil Nadu, en el sur
de la India, que han clasificado como pertenecientes a un saurópodo,
y al que han bautizado como Bruhathkayosaurio (en el idioma Hindi, “lagarto de cuerpo enorme”).
Los restos son muy fragmentarios, y su interpretación es discutida, pero si
sus descubridores están en lo cierto podrían pertenecer a un saurópodo que pesaría entre 175 y 220 toneladas, casi el
doble que el Argentinosaurio, y del mismo orden que
la ballena azul. Si en vez del peso nos fijamos en la longitud, el dinosaurio más
largo podría ser el Seismosaurio, que medía 45
metros desde la cabeza hasta la punta de la cola. Aunque era más largo que el
Argentinosaurio (35 metros) también era más esbelto
y pesaba menos. Es un misterio como estos animales podían sobrevivir sobre tierra
firme. Por ejemplo, no se comprende como podían aparearse, como podía el
macho montar a la hembra sin aplastarla con su peso. En los elefantes, el
apareamiento ya resulta dificultoso, y un Argentinosaurio
pesaba lo que 10 elefantes africanos. |
|
|
El manuscrito de Voynich
El llamado manuscrito de Voynich es un libro escrito en un alfabeto desconocido. El nombre procede de Wilfrid M. Voynich, un coleccionista que lo compró en 1912, pero se estima que el libro procede del siglo XV ó XVI. En la actualidad se encuentra en la biblioteca de la Universidad de Yale. Consiste en 240 páginas de pergamino, cubiertas de escritura. La escritura contiene unos 20 ó 30 símbolos distintos, que probablemente son letras de un alfabeto, pero no existe ningún otro ejemplo de una escritura parecida, ni tampoco tiene ninguna relación con ningún alfabeto conocido, antiguo o moderno. En muchas páginas hay dibujos, en una sección son dibujos de plantas y flores, pero tienen un aspecto fantástico y no es posible identificarlas con ninguna especie. En otra sección los dibujos representan estanques conectados por canales, y en los que se bañan figuras femeninas desnudas. En otra, los dibujos representan símbolos astronómicos o astrológicos, como la luna, el sol o signos zodiacales. Una posibilidad es que se trate de un texto cifrado, es decir, en el que se ha sustituido cada letra por un símbolo de manera que solo pueda ser leído por el que conozca la clave. Sin embargo, los textos cifrados son relativamente fáciles de descifrar utilizando las técnicas adecuadas. El manuscrito de Voynich ha sido estudiado por expertos en criptografía, incluyendo al equipo que descifró las claves secretas del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, sin éxito. Es posible que no se trate de una mera cifra, sino de un lenguaje. Un lenguaje es más difícil de interpretar que una cifra, porque no solo hay que conocer el significado de cada letra sino la gramática del lenguaje. Podría tratarse de un idioma exótico, quizás oriental como el chino o el japonés, escrito en un alfabeto inventado. Por ejemplo, podría ser que un misionero occidental hubiera aprendido algo de uno de estos lenguajes, pero encontrara demasiado difícil la escritura ideográfica propia de estos idiomas, y hubiera inventado un alfabeto para poder escribirlo. Por otro lado, los dibujos no muestran ninguna relación con la cultura o la ciencia china o japonesa, o de cualquier otro país oriental, y los intentos de traducir el manuscrito basándose en alguno de estos idiomas no han tenido mucho éxito Otra posibilidad, y quizás sea la más verosímil, es que se trate de un fraude, de una colección de símbolos al azar con el fin de simular un lenguaje desconocido. Esto explicaría el fracaso de todos los intentos de interpretarlo, puesto que no habría ningún significado que interpretar. En la época en que se supone que se escribió, estaba de moda coleccionar escritos ocultistas, y una falsificación semejante se habría podido vender por un buen precio. Esto justificaría el trabajo de elaborarlo. Pero los lenguajes reales siguen ciertas leyes en cuanto a la distribución estadística de las palabras y las letras, que no coinciden con la de una serie elegida al azar. Los símbolos del manuscrito siguen los patrones de un lenguaje real, y no de una colección aleatoria de símbolos, como cabría esperar de una falsificación. |
|
|
Los Pilares de la Creación
Esta asombrosa foto fue tomada en 1995 por el telescopio espacial Hubble, y ha sido apropiadamente llamada “los Pilares de la Creación”. Muestra una región de la Nebulosa del Águila, situada a 7000 años luz de la Tierra, y nos permite ver el proceso de nacimiento de las estrellas. Cada uno de los pilares oscuros está formado por gas relativamente denso y polvo, y en su interior el gas se esta condensando por su propia gravedad para formar estrellas. En la parte superior, fuera de la foto, hay estrellas formadas anteriormente, que ya han barrido con su poderosa radiación el gas y el polvo que las rodeaba. En la parte superior de cada pilar, la radiación de las estrellas está erosionando los pilares, dispersando el gas y el polvo que los forman. Como puede verse en el detalle, en la cima del pilar hay unos filamentos o “dedos”. En la punta de cada filamento hay una estrella en formación o recién formada, que acaba de quedar descubierta al desaparecer el polvo que la rodeaba. |
|
|
Calamares gigantes
Desde la antigüedad han existido leyendas de monstruos marinos. Muchas de estas historias serían fantasías, posiblemente inventadas para atemorizar a posibles competidores en las rutas comerciales, pero algunas podrían estar basadas en avistamientos de animales reales de gran tamaño. El obispo Pontoppidan, en su libro "Historia Natural de Noruega" (1752), describe al Kraken como un monstruo "grande como una isla, con el dorso cubierto de esponjas crecidas a lo largo de los siglos, y con múltiples brazos que apresaban a los barcos y los arrastraban a las profundidades". Herman Melville da una famosa descripción del calamar gigante en "Moby Dick" (1851): "Una vasta masa pulposa, midiendo decenas de
metros de largo y ancho, de un color cremoso, yacía flotando en el agua, con
innumerables brazos radiando de su centro, doblándose y retorciéndose como un
nido de anacondas, como si quisieran aferrar ciegamente cualquier objeto a su
alcance. No tenía rostro o parte delantera discernible, ni señal alguna de
sensación o de instinto, solo se ondulaba sobre las olas, una aparición viva,
informe y sobrenatural". El primer testimonio fiable de la existencia de calamares gigantes proviene del barco Alecton, que en 1861 persiguió a uno de estos animales y consiguió arponearlo, aunque finalmente éste escapó. Este acontecimiento inspiró a Julio Verne el episodio del pulpo gigante en su novela "20.000 leguas de viaje submarino": "Era un calamar de colosales dimensiones.
Alcanzaría unos ocho metros de longitud, y marchaba reculando con
extraordinaria velocidad, en dirección al Nautilus,
clavando en él sus ojazos de tintes verdosos. Sus ocho brazos, o mejor dicho
sus ocho pies, implantados en la cabeza, que han valido a esos animales el
calificativo de cefalópodos, tenían un desarrollo doble del de su cuerpo y se
retorcían como la cabellera de las furias. Veíanse
distintamente las doscientas cincuenta ventosas distribuidas en la cara
interna de los tentáculos, en forma de cápsulas hemisféricas.... La boca del
monstruo era un especie de apéndice córneo semejante
al pico de un loro, se abría y se cerraba verticalmente. Su lengua, córnea
también y armada de varias hileras de agudos dientes ,
salía vibrando de aquel verdadero alicate." Se han encontrado restos de calamares gigantes
encallados en distintos puntos de las costas del Atlántico norte. Los
ejemplares más grandes medían 17 metros de largo hasta la punta de los
tentáculos, y pesaban alrededor de una tonelada, lo que le convierte en el invertebrado
más grande existente en la actualidad. Sin embargo, no se sabe exactamente el
tamaño máximo que puede alcanzar. Su forma es parecida a la del calamar
común, pero muchas veces más grande. Nunca se ha encontrado un ejemplar que
no estuviera muerto o moribundo, por lo que no se sabe prácticamente nada de
su comportamiento o su forma de vida. |
|