Leopoldo Díaz Bruzual, Presidente del BCV (Fuente: Fotoarchivo El Nacional)A comienzos de febrero de 1988, exactamente el 11 de ese mes, en una reunión rutinaria a la que asistieron el Editor de El Nacional, el Jefe de Redacción, y los Jefes y Sub-jefes de Información de todas las áreas del periódico, se solicitó a la de Economía que prepara una página especial con motivo de cumplirse el jueves 18 de febrero cinco años del Viernes Negro.

De inmediato se hizo un esquema de trabajo, se ordenó el archivo de la redacción y asumimos la parte histórica, mientras que Amado Fuguet V., Jefe de Economía, se encargó de recopilar todo lo ocurrido en los cinco años siguientes al 18 de febrero de 1983, es decir durante el gobierno de Jaime Lusinchi, en materia de política, medidas económicas y análisis de la situación que en ese ámbito heredaría a fines del mismo año quien resultara electo Presidente de la República.

El 18 de febrero de 1988 se publicaron dos escritos extensos: el de Fuguet, denominado << La crisis está viva>> , y el nuestro, titulado << Fuga de 20.236 millones de dólares precedió al Viernes Negro>> .

Nos tocó, cinco años después, volver a conversar con el carismático ex-presidente del Banco Central de Venezuela, Leopoldo Díaz Bruzual, y con el no menos explosivo ex-ministro de Hacienda de Luis Herrera Campíns, Arturo Sosa. Los tres, sin duda, fueron los más importantes protagonistas de las medidas y hechos económicos ocurridos entre el 18 de febrero y el 15 de septiembre de 1983.

Para el 18 de febrero, último día hábil de libre convertibilidad del bolívar frente al dólar norteamericano, los egresos directos de divisas al exterior alcanzaron la astronómica suma de 22.695 millones de dólares -según las cifras suministradas por Sosa-, a propósito de la actualización del tema que se nos encomendó acometer.

De esta cifra, 2.459 millones de dólares se correspondieron con obligaciones del Banco Central de Venezuela, mientras que los otros 20.236 millones de dólares se << fugaron>> producto de operaciones realizadas por particulares, en los tres meses precedentes.

Solamente en diciembre de 1982, los pagos de divisas del Instituto Emisor marcaron 1.025 millones de dólares; pero las ventas a particulares, por intermedio de la banca, sumaron 8.198 millones de dólares, para un total, ese mes, de 9.213 millones de dólares.

Ya en enero de 1983, el BCV disminuyó sus egresos directos a 731 millones de dólares, en tanto que desde la banca comercial se registraron operaciones de venta de divisas al exterior por 6.733 millones de dólares. La salida totalizó 7.464 millones de dólares ese mes.

En febrero, el mes crítico, las transferencias directas del Banco Central volvieron a disminuir a 703 millones de dólares, mientras que las colocaciones de particulares se redujeron a un nivel no menos preocupante de 5.315 millones de dólares, para un total este otro mes de 6.018 millones de dólares.

La salida de divisas adquirió un promedio de venta diaria de unos 200 millones de dólares y, específicamente, el Viernes Negro, 18 de febrero, de 160 millones de dólares.

Ya el daño estaba hecho. El anterior cuadro de cifras se cruzó con otros elementos importantes del contexto internacional que evidenciaron de una manera brutal los llamados desequilibrios estructurales << encubiertos>> de la economía venezolana.

El liderazgo de nuestro país en el seno de la OPEP se vino a menos en las reuniones celebradas en enero anterior en Viena y Ginebra, donde no se pudo concertar una estrategia de defensa de los niveles de precio y producción, frente a la acción de acumular inventarios en los países industrializados.

Por otra parte, el caso México, nación que había iniciado el camino de las devaluaciones sucesivas hasta llegar al punto de declararse insolvente ante la banca acreedora internacional, fue el detonante que puso sobre el tapete la magnitud del endeudamiento externo del Tercer Mundo, especialmente de Latinoamérica.

La misma banca acreedora, en los meses previos, había solicitado al gobierno de Luis Herrera Campíns, el pago inmediato de unos 13.000 millones de dólares en créditos con vencimiento en el corto plazo, para lo cual las autoridades monetarias y financieras del momento negociaban la obtención de un crédito << superjumbo>> de 2.500 millones de dólares, para empezar a enfrentar el problema. Pero la situación era demasiado dramática.

Corría el último año de gobierno de Herrera Campíns. Las elecciones nacionales que luego ganó Jaime Lusinchi estaban encima. Leopoldo Díaz Bruzual y Arturo Sosa protagonizaban, como presidente del BCV y por segunda vez Ministro de Hacienda, respectivamente, uno de los enfrentamientos más notorios de la historia monetaria, financiera y económica del país, sobre la manera de enfrentar la crisis.

Cinco años después del Viernes Negro, Arturo Sosa accedió a conversar con El Nacional, respecto a lo planteado.

- Cuando regresé al Ministerio de Hacienda - recordó en esos días- había tres problemas clave: 1) una reducción sustancial en los precios del petróleo de 38 dólares el barril a 28 dólares el barril, con tendencia a seguir bajando; 2) recién se fracasaba en la obtención de un crédito << superjumbo>> por 2.500 millones de dólares solicitado a un supersindicato con el que se pretendía pagar parte de la deuda externa a corto plazo (comenzando a gestionar por Luis Ugueto); 3) en diciembre de 1982 ya la fuga de capitales marcaba un nivel de 9.213 millones de dólares mensuales.

Explicó Sosa en esta oportunidad que ya a fines de enero de 1983, le había sugerido al Presidente Herrera Campíns, implantar alguna fórmula de control cambiario. << Fue en La Casona - recordó -, con la gente de Cordiplan y del Banco Central>> .

- Luis Herrera de inmediato mostró su absoluto rechazo a la idea, el Búfalo mostró reservas y, en aquel momento, no insistí más sobre el asunto. Díaz Bruzual y yo viajamos juntos a Estados Unidos y yo luego a Europa, a decirle a la banca que íbamos a reestructurar la deuda externa, por la baja de los ingresos y las reservas en divisas. El 16 de febrero de 1983 me llamó el Presidente y regresé. La salida de dólares continuaba. El sábado 19 de febrero me reuní todo el día con Díaz Bruzual y por la noche fuimos a La Casona con dos tipos de soluciones: la mía y la de él>> .

Sosa dijo que era partidario de un sistema de control de cambios diferenciales que << repitiera la experiencia de los años sesenta, cuando se autorizaron dólares preferenciales para la deuda externa pública y privada, importaciones esenciales, y servicios de los poderes en el exterior; y otro esquema paralelo libre, para lo suntuario y particulares>> .

- La otra fórmula fue la planteada por el Presidente del Banco Central de Venezuela. Consistía en una devaluación lineal que yo consideré insuficiente, porque no detenía la salida hemorrágica de los dólares y buscaba restablecer la paridad cambiaria entre 6,50 y 8 bolívares por dólar en el país. Mientras tanto se suspendieron las operaciones de compra y venta de divisas en dos oportunidades y por espacio de una semana, para buscar un acuerdo final.

Igualmente El Nacional entrevistó al ex-presidente del Banco Central de Venezuela, Leopoldo Díaz Bruzual, para reactualizar, cinco años después, su análisis.

- Fueron tres las causas sumadas que provocaron esa situación en febrero de 1983: la sobrevaluación del bolívar frente al dólar norteamericano en el orden de 35 por ciento; el cobro abusivo de 13.000 millones de dólares de deuda ilegal externa por parte de la banca acreedora; y la caída de los precios de nuestro petróleo de 32 dólares el barril a 25 dólares el barril. Esto, como usted comprenderá, hacía imposible mantener un tipo de cambio a 4,30 bolívares por dólar y la libertad cambiaria en Venezuela.

Reiteró Díaz Bruzual que en febrero de 1983 le planteó al presidente Herrera Campíns una devaluación lineal, un tipo de cambio único de 6,50 bolívares por dólar, más un régimen de control de cambios flexible, que asegurara el abastecimiento al consumo e industria del país.

- Sin embargo, debido a múltiples presiones hechas sobre el gobierno de Herrera, provenientes del propio partido de gobierno (Copei), de las más diversas fuerzas económicas interesadas en sostener un dólar privilegiado a 4,30 bolívares, del partido Acción Democrática en la oposición; el lunes 28 de febrero, luego del cierre del mercado cambiario, se adoptó un sistema -aclara que no fue un control-, al cual me opuse rotundamente, porque incorporaba mayores distorsiones a la economía nacional.

Al ministro de Hacienda, Arturo Sosa, lo acompañaron en su enfoque, Hermann Luis Soriano (FIV), Maritza Izaguirre (Cordiplan), Nidia Villegas (Agricultura y Cría), Humberto Calderón Berti (Energía) y, al final, Enrique Porras Omaña (Fomento). Mientras que a Díaz Bruzual lo apoyaron, primero Porras Omaña, y en las últimas de cambio sólo contaba con los técnicos del Instituto Emisor, Oswaldo Padrón Amaré y Francisco Faraco.

Mientras a la luz pública todo el mundo supuso que el enfrentamiento era protagonizado fundamentalmente por Arturo Sosa y Leopoldo Díaz Bruzual, lo cierto fue que el peso técnico de las propuestas recayó sobre Hermann Luis Soriano, Ministro de Estado Presidente del Fondo de Inversiones de Venezuela, escogido por Sosa por ser muy cercano al Presidente Herrera (había sido Viceministro y Ministro encargado de la Secretaría de la Presidencia); y Omar Bello, uno de los hombres más capacitados del Banco Central de Venezuela, a quien El Búfalo le entregó la responsabilidad de armar la contrapropuesta.

- El lunes 28 de febrero -refresca su memora Arturo Sosa- el presidente Luis Herrera Campíns escuchó de nuevo las dos tesis, y finalmente, en Miraflores, sobre la madrugada, se decide la solución que yo sostuve y sobre ella se legisló. La validez del enfoque hoy queda demostrada en que, a pesar de un cambio de gobierno (de Lusinchi) y de un cambio en el partido de gobierno (Acción Democrática), en el fondo se sigue haciendo lo mismo. Se han cambiado las paridades por devaluación, ciertamente, pero en el fondo se trata del mismo enfoque cambiario. Sigue funcionando.

El ex-ministro de Hacienda señaló que todos los esfuerzos anteriores de restringir las importaciones excesivas y los aranceles fracasaron, << porque no se podía competir con ese pequeño monstruo llamado 4,30>> .

- Cinco años después -comentó el actual presidente de Finalven- se ha creado una producción interna importante en varias ramas como la industria, la agrícola y los servicios. Ya no existe la euforia saudita de los dólares petroleros baratos y ya no existe la actitud colectiva de estar importando chucherías. El ajuste fue difícil. Por eso pienso que lo de Viernes Negro, especialmente lo de negro, pronto cambiará por otra denominación.

Un comentario final de Arturo Sosa, cinco años después, fue que el reconocimiento al pago de las acreencias de los deudores privados con dólares a 4,30 bolívares fue un acto de justicia. << Lo contrario hubiera significado una mera confiscación de activos>> .

Por su parte, Leopoldo Díaz Bruzual, también cinco años después, dijo que << ese Viernes Negro para mi no existe, porque más bien el lunes 28 de febrero, lejos de ser negro, fue un lunes esclarecedor: se pusieron de manifiesto todas las fallas estructurales de la economía venezolana>> .

- De más está decir que el tiempo me ha dado la razón -agregó en tono envolvente-. A partir de febrero de 1984, con el nuevo gobierno de Lusinchi, los entuertos de la economía se han agravado todavía más. De Allí el dicho enteramente popular que corre por todas las ciudades de Venezuela << El Búfalo tenía razón>> .

Díaz Bruzual todavía piensa que fue un exabrupto reconocer el registro y posterior intención de pago con dólares preferenciales a la deuda externa privada. << El decreto del 15 de septiembre de 1988 autorizaba el registro de estas acreencias y estableció una posibilidad de pago. Durante el gobierno de Luis Herrera no pagué un solo dólar a 4,30 para la deuda privada externa. Eso sí es verdad que lo hizo el gobierno de Jaime Lusinchi. Desde allí sí se pagaron dólares a 4,30>> .

Portada del libro escrito por Leopoldo Díaz Bruzual- Desafortunadamente- escribió más tarde El Búfalo en su texto Crisis y Recuperación - mi tesis no fue la que triunfó, sino la del Ministerio de Hacienda, el que, más preocupado por las repercusiones de la devaluación sobre el nivel del endeudamiento externo privado, que por el reequilibrio de las cuentas externas de la Nación y la estabilidad futura del bolívar, propuso e hizo aprobar un régimen (cambiario) con cuatro tipos de cambio: 4,30 para la mayor parte de las importaciones de bienes y servicios, la deuda externa pública y los intereses de la deuda privada, así como las remesas para estudiantes en el exterior; otro de 6,00 bolívares por dólar, para los bienes y servicios considerados como no esenciales (de lista muy reducida por cierto); uno más -de hecho, pues no estaba contemplado en las disposiciones legales- de 9 bolívares por dólar, para las ventas efectuadas por el BCV - !Oh absurdo¡- por debajo del precio del mercado libre, y el tipo del mercado libre.

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