RELATOS DE LA VIDA DE ‘ABDU’L-BAHA

CONOCIMIENTO Y SABIDURIA, Pág. 117

 

Cuando ‘Abdu’l-Bahá estaba en Stutgart, Alemania, en 1913, relató un incidente de su primera infancia: “Es bueno ser un difusor de las enseñanzas de Dios en la infancia. Yo era un maestro de esta Causa a la edad de este niño (ocho o nueve años). Esto me recuerda una historia. Había un hombre muy educado, pero no era bahá’í. Yo, nada más que un niño, iba a hacer de él un creyente. El hermano de este hombre me lo trajo. Me quedé con él para enseñarle. El  dijo: ‘No estoy convencido, no estoy satisfecho’. Yo respondí: ‘Si le ofrecieran agua a un sediento, bebería y estaría satisfecho. Cogería el vaso. Pero tú no estás sediento. Si estuvieras sediento, entonces también tú serías satisfecho. Un hombre con ojos que ven, ve. Puedo hablar del sol a todo el que vea, y decir que es un signo del día; pero una persona ciega no es hombre con un buen oído que escuche la música hermosa,  escuchará entonces y será feliz de ese modo. Pero si tocas la música más hermosa en presencia de un sordo, no oirá nada. Ahora vete y recibe ojos que vean y oídos que oigan; entonces hablaré contigo más sobre este tema’. Se fue, pero más tarde regresó, Entonces comprendió y se convirtió en un buen bahá’í. Esto ocurrió siendo yo muy joven.”

 

 

 

 

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