Joaquín Chamorro Aguilar


          ESPAÑOL AMARGO


          Poemas de un insiliado




ESPAÑOL AMARGO


¿Dónde está el hontanar, la fuente oscura,
que en mis vísceras fluye y acidece?
¿Dónde el fiel manantial de esta amargura
que ni el tiempo ya excluye y más crece?

¿Qué ancha llaga esencial -vena segura-
el sustento de un mal de ansias me ofrece?
¿Dónde aciaga nació la hierba impura
que me amaga interior y áspera escuece?

Me revuelvo al pasado; y fecha ciega
de incrustada pasión, tallo en la entraña
de la patria viviente, hallo culpable.

Retrocedo al atroz drama que niega
nuestro hermano alentar: garfio en España;
y un desgarro fatal, largo durable.





A UN POETA EXILIADO


Desterrado también yo a ostráceo foso
en nuestras patrias lindes imitado,
condenado a un crispado, arduo reposo,
decir puedo que soy triste insiliado.

No lejos, como tú, del suelo amado
y en tirantes nostalgias doloroso.
Mas hombre aparte en él, aquí obligado
a oprimido callar largo y penoso.

Y así tu azar envidio: hermano activo,
del gozado ritmar y el fluido canto,
expresándote libre como el viento.

Cercada mi opinión, mi hablar cautivo,
aún hombre, sigo aquí, sin voz, y aguanto
mi apretado decir con mi hondo aliento.





LOS MENSAJES PERDIDOS


En la sombra temblores ciegos siento.
Son latencias, mensajes no nacidos,
de otros hombres, cercados, perseguidos...
Brotes que alguien negó en su ofrecimiento.

Se perdió el impar gesto, inadvertido
tristemente quedó el vital portento
de otra nueva expresion, intransmitido
algún nuevo y audaz descubrimiento.

Vuestra cárcel me duele, vuestro absorto,
contenido alentar de embrión latente,
tras un rastro de sangre quieto aborto.

¡Ah, mensajes de rostro inexistente!
¡Fuérais sólo durmientes y no ignoto,
ciego polvo en los valles de lo ausente!





A LA AUTÉNTICA ESPAÑA


¿Dónde estás, dónde estás, tú, viva España,
mi honda España silente y conmovida,
veraz en tu pasión, llagada, hendida,
y aún calientes las fibras de tu entraña?

¿Dónde estás, tras de qué densa montaña
de artificiales capas, escondida
canta y crece tu savia estremecida,
la sangre que falaz venda restaña?

Te siento remover: no aguantas yerta.
Y te has de levantar, entera y fuerte,
aunque manen tus cárdenos tajazos.

Torna a entrar en tu ser: mi España cierta
en carne y corazón de hembra sin suerte.
Vuelve y ábrenos ya, madre, tus brazos.





A LA LIBERTAD AMADA

«La libertad es el oxígeno del espíritu»


De mi ensayo inédito


Tragedia y farsa en el hombre




Aire intacto y vital, límpido y leve
para el fiel respirar del hombre entero.
Atmósfera esencial; claro y ligero
alimento del alma que te bebe.

Gracia alada, rebelde... Fluida y breve
ave en largo, infinito... fugaz vuelo.
Preciosa libertad: sobre este suelo,
la dama que a hondo amar perenne mueve.

Siempre, nobles amigos, audazmente
han de aquí defender tu alta belleza
de azul-día vivaz y transparente.

Caballeros todavía, honestamente,
te brindamos la vida, que es tristeza
y quebranto mortal si estás ausente.





QUOUSQUE TANDEM...?


Consumirse la vida, largamente
la palabra cercada y sin aliento
libre el alma entregada al noble intento
del decir que la obliga verazmente.

Reprimir energías tensamente
soportando en estoico estrechamiento
el dictar de la fuerza, cual fiel viento
que en el muro tropieza tenazmente.

Resistir el calcáneo, en ser y entraña,
de asfixiante opresión que tráqueas cierra
y ni al ciego cantar resuello deja.

Aguantar y aguantar contigo, España,
desgajada en pasión de sangre y tierra,
o entregar, sin remedio, la pelleja.





RESENTIMIENTO


Veneno discordial; viscoso, hundido
manantial de versión acre y mordiente.
Cantárida interior, rasposo nido
en íntimo zarzal, cardo latiente.

Tósigo inmoral, pantano hervido,
de infectado vapor y odios caliente.
Estéril rotador, tensado fluido
sin grácil expansión, fuerza infidente.

¿Serás también en mí, bilial esencia?
¿Te entrarás por mis venas afligidas
en el transido ansiar de un libre aliento?

Maldigo a quien pudiera, en su inclemencia,
contaminarme el alma en las crecidas
sentinas donde nace tu fermento.





A UN HOMBRE QUE MURIÓ VALIENTEMENTE POR DEFENDER LA LIBERTAD


Ante la muerte -cerco de fusiles-
sólo tú, hombre, desnudo el pecho exento.
Sólo tú, hombre de cruz, duro al tormento
de mirarla sin ciegos ojos viles.

Todavía tú, erecto, sin serviles,
obligadas espaldas, firme atento
al fulgor, ya inminente, que el sustento
de tu cuerpo hará fe de proyectiles.

La libertad, tu ausente amada pura,
desde aural resplandor contempla hermosa
tu gesto de audaz ser jamás curvado.

Tú solo ante atroz muerte, ya segura,
que impacta sobre ti ley alevosa.
Tú, el fuerte hombre cabal; tú, fusilado.





A LOS AMIGOS QUE HUNDIÓ Y DISPERSÓ LA GUERRA


¿Dónde estan mis amigos, dónde aquellos
hombres nuevos entonces, de ala inquieta,
que a la par de mí activos, fueron ellos
abriendo en tenso afán su propia veta?

¿Dónde estáis, dónde aquí, ciega y sujeta,
se halla vuestra esperanza de altos, bellos,
proyectados caminos? ¿Quién secreta
hizo luz tan vivaz, ya sin destellos?

Vuestra voz he perdido; y cuánto siento
no poder conversar más en la tarde
con vosotros del gran problema humano.

Un turbión de ira y sangre, un largo y cruento,
cegador huracán, de odios alarde;
nos hundió y distanció. ¡Dadme la mano!





¡QUÉ TRISTEZA UNA VIDA LARGA, LARGA...!


¡Qué tristeza una vida larga, larga...
discurriendo en trayecto encajonado,
duro y ciego, cual hondo tajo entrado
en la tierra; canal de linfa amarga!

Que tristeza una vida que algo embarga
y la estrecha y obliga indelicado;
e ignorando su noble torso alzado
el ultraje le impone de asnal carga!

El vejamen que asfixia brutalmente
su espontánea expresión, la voz surgente
en el ser que la enciende y humaniza.

Rómpase ya tal vida, indignamente
con temor encogida, si audazmente
no es rebelde al poder que la esclaviza!





MALA SUERTE, ESPAÑOL


Mala suerte tuvimos, compañero.
Arrojados aquí, nueva la vida,
todavía creciente al hombre entero,
y aquel viento llegó, racha homicida.

Mala suerte, español. Un plan guerrero
nuestro andar pertrechó; y ansia escondida
fue infeliz nuestra voz -claro venero-
sin la entera expresión, libre nacida.

Largo y duro el vivir nuestro cercado
tenazmente después, ya el furor cruento
de la muerte clamor ronco y lejano.

Un saludo con fiel palabra intento
tras del tiempo mandarte hoy, desolado.
Mala suerte, español; de hombros hermano.





ANTE LOS TOROS DE GUISANDO


El tótem de la Iberia. La fiereza
del primitivo toro, acometida
en vosotros fiel piedra inconmovida,
latiente aquí aún se agita y fuerte aceza.

Fuerte aceza en España; y es riqueza
en apretadas iras, recorrida
por enfogada sangre de honda vida
que presiona y desgarra su entereza.

Petrificados toros de Guisando,
que habéis visto a los siglos desplegando
la pasión de la gente castellana.

Vosotros seguiréis y, el tiempo andando,
ante vuestro estupor ira cursando
la infeliz disensión que nos hermana.





HOMBRE Y TIERRA


Tierra, tierra en Castilla. Tierra larga
de ocre arcilla reseca en fiel meseta.
Tierra el hombre también -honda y secreta,
a su entraña oprimida y ciega embarga-.

Tierra, tierra en Castilla. Tierra amarga
de sangre que en sus campos dio atroz grieta.
Densa tierra en el alma que, aún sujeta
a congoja, sostiene áspera carga.

Tierra en el hombre : Un rojo siena impuro
que, ascendiéndole dentro, trama oscuro
a su vida y dolida en pie sustenta.

Levanta castellano el rostro duro
y mira al cielo a ver si un sol seguro
de esperanza todavía te calienta.





EN EL DOLER DE ESPAÑA

A Unamuno, desde nuestra Salamanca,


en un costado de España.




Me duele a mí también, me oprime y pesa
España, como a ti, vascón hermano.
También dentro de mí caliente mano
me aprieta el corazón cuando ella es presa.

Cuando ella hendida está, cuando el humano
contenido que a su alma recia entesa
dividido se pierde y mana espesa
sangre vil de rencor y aliento enano.

Me duele a mí también, maestro valiente,
si el calor de sus hijos no es más vida
en su entraña total de madre ajada.

Nos duele y dolerá, siempre reciente
erosión enconada y desvivida,
la pasión de esta patria desdichada.





DOLOR DE INEXPRESIÓN


Tener el corazón pleno, cegado
de abundancia crecida e inderramada.
(Su enfogada efusión vivaz llegada
a los labios tras verbo inexpresado).

Llevar el ánima tensa de un callado,
embargado decir, una inlograda
expresión infeliz: ave cercada
en pasión tras del libre vuelo ansiado.

Contenerse, embridar forzadamente
los corceles piafantes y enritmados
donde van las palabras tras la estrella.

Apretarse la entraña duramente
y sufrir, anhelantes y asfixiados,
el dolor de ocultar la verdad bella.





RETORNO DE LA ANGUSTIA DE LA GUERRA


Nuevamente me atacas, terca daga,
a mis fibras tirantes de ansia y vida.
Nuevamente tu corvo filo herida
fiel me causa en la misma vieja llaga.

Creí ya estabas fundida, intacta, vaga...
como niebla flotante y desprendida.
Creí ya fuese aire, nada, la encendida
hoja tuya distante que me estraga.

Que me estraga y lacera penetrando
otra vez en mi carne-alma empujada
por tormentos contumaces de otra era.

Nuevamente me atacas; mas cantando,
mientras ávida me abres despiadada,
yo te ahuyento, cruel ave carnicera.





HOMBRES DEL 36


El destino nos trajo a un tiempo, hermano,
en discordias crecido, un desgarrado,
atroz campo de sangre donde ahogado
fue un logrado existir, de árbol humano.

Brazo en gladio incivil -drástica mano-
nos lanzó a este vivir, duro y cercado,
des españoles sin voz, este llagado
solar denso en temor, grato al villano.

Tantos años aquí, hermano, sufriendo
del derecho la ausencia, desprendidos
de la entera opinión que hombres nos hace.

¡Ah, tormento agonal! Nobles nacidos,
y una vida en pasión larga sintiendo
que algo nuestro esencial porte deshace.





ASFIXIA O LIBERTAD


Fuego en ansias candente y ascendido
y una voz en fervor de ser crecida.
Un torrente cegado, una encendida,
tensa fuente, de arrojo incontenido.

Un arranque impaciente, un desprendido
galopar de pasión tras la perdida,
amada libertad escarnecida.
El rechazo rebelde de un vencido.

El ataque a la fuerza, a la cerrada,
pertinaz opresión, cadena entrada
en el tórax audaz y generoso.

¡Libertad, libertad! Salte brotada,
como sangre en arteria desgarrada,
el alma en tu vivaz espacio hermoso.





A MARÍA CASARES, RECOBRADA


En un tiempo escuché tu voz diciendo
las palabras con alma de Machado.
¡Cómo en ellas crecía y, trasvasado,
su corazón en calma iba fluyendo!

Manaba el corazón suyo creciendo
con el nuestro, a la par en ti expresado.
(Los hombres de Castilla y el cantado
sentir del esencial poeta latiendo.)

Hace tiempo fue aquello; y hoy, María,
viviente aquí tu hablar tendré al hallarte
con nosotros mujer-actriz lograda.

Oiremos, ah, tu voz de humana ría
volcada en tu expresión de mar; y parte
de España en ti será también hallada.





LA ENCENDIDA LATENCIA QUE ME LLENA...


La encendida latencia que me llena
hondamente y asciende, ala perdida,
largamente pretende hallar la fluida
palabra que vivaz la entregue plena.

La crecida sustancia que me envena
-alta y ciega querencia desvivida-
aún intenta encontrar la estremecida
voz que ofrezca la fuerza que almacena.

Y, canal yo, de vida, hombre pendiente,
alargado en el ansia de mostrarme,
permanezco apretado y tenso erguido.

¡Rásguese ya mi entraña y mane urgente
el vocablo en fervor que me abra y darme
pueda exacta expresión en fiel sonido!





¿HASTA CUÁNDO...?


¿Hasta cuándo sufrir debo, en cercado
tenazmente opresivo, este paciente
soportar contenido de un trabado,
pertinaz torcedor, eje latiente?

¿Hasta cuándo seguir debo apretado,
resistiendo sin voz -tórax pendiente
de un lejano aire fiel, largo aquí ansiado-
privación de hombre ser, libre moviente?

Estoicos del pasado, amigos nobles,
que a la verdad servisteis contra todo
alegato de ley u orden capcioso.

Aquí veros quisiera, erguidos robles,
aguantando también, limpios del lodo,
nuestro insomne ostracismo silencioso.





LA CANAL DE MIS VÍSCERAS APRIETA...


La canal de mis vísceras aprieta
densa mano, creciente cual mi anhelo.
Mi entrañar, aún latiente, hondo sujeta
tensa garra y me tiende a ras de suelo.

Bestia ciega y tenaz -fiera secreta-
nuevamente me ataca en brutal duelo.
¡Ni siquiera mi fuego ella respeta!
¡Qué tremenda batalla cara al cielo!

¡Qué forzado combate, hondo escondido
en mi pecho de humano desvivido
por hallar fiel respiro en aire hermoso!

¡Cuánto aliento en mis noches consumido,
empeñado en vencer lo incomprendido,
sin poder liberarme de su acoso!





BASURERO, LLÉVATE MI BASURA


Basurero, llévate mi basura.
Pesa poco: es del alma; pero apesta
hace tiempo aquí dentro; y mancha impura
al igual que los restos de tu cesta.

Te lo ruego: retira también ésta
de mi estancia interior, reserva oscura
residual de colmada vida en fiesta
rara vez, tras del riesgo y la aventura.

Haz más hueco en tu carga: basurero.
Falta mucha basura que no has visto
cuando signan estrellas tu trabajo.

Está oculta; es de todos; y no quiero
transcribirla al papel con desparpajo.
Haría, quizá, volver el rostro a Cristo.





HOMBRE


Soy un haz oprimido, un prieto fajo
-fiel torzal me atiranta y ciñe tenso-
de audaz vida cercada y un suspenso
alentar que aún aguanta hondo trabajo.

Soy cual mazo tenaz que hago, a destajo,
día tras día, en cerrado bloque inmenso
cierta brizna de luz, halo en un denso
espesar de hosca noche -largo tajo-.

Tajo donde, hombre yo, ciego atrevido,
he de hallarle valor, noble sentido,
a este cárcavo extraño, en arduo intento.

Soy cegado indagar y, peón rendido,
sólo ahogado cantar puedo vencido,
ante el bárbaro arcano con mi aliento.





SILENCIO TENSO AQUÍ...

            «El que tenga espíritu, se calle aquí».
       Inscripción rúnica de una piedra del siglo V
       hallada en Suecia.


Silencio tenso aquí. La noche calle
perfectamente fiel. Sólo el sentido
de este enorme universo inconocido
que, noche es en la noche, su voz halle.

Silencio en magno estar, de inmenso valle
sin cauce a mar lejano, ni escondido
rumor de fontanar, ni trueno ardido
de largo resonar que lo avasalle.

Silencio intacto ya. Que el verso pueda,
crecido manantial de alta roqueda,
brotar libre y fluyente derramado.

Callada voz total. Quizá tú llegues
vibrante y en cesión vivaz entregues
el cántico esencial: aquel ansiado.





¿HASTA DÓNDE HAS LLEGADO, ALMA EN CRECIDA...?


¿Hasta dónde has llegado, alma en crecida,
que no puedes decirte, que no extiendes
tu brotada versión de habla transida
por la fuerza y calor en que te enciendes?

¿Hasta dónde has viajado que no entiendes
la manera de hacer voz desprendida
tu latencia interior, de dar fiel vida
al verbal surtidor que alto pretendes?

Tu ascendido pleamar me alza y embebe
el ser tenso en querencias, cual flotada
nave incierta y audaz, baza al destino.

En un filo te encuentras exaltada
donde tiemblas, aún ansia; mas no debe
la palabra empezar: no halla camino.





PASARÉ, VIDA EN HOMBRE...


Pasaré, vida en hombre; iré volcado
al informe aluvión, el ocre lecho.
Pasaré y dejaré -bloque deshecho-
mi alto vaso en alfar noble logrado.

Se hundirá mi fulgor, odre sellado
será el tenso alentar sito en mi pecho.
Cesará mi canción; y un cinto estrecho
ahogará mi honda voz de hombre cercado

Pasaré, tronco humano, aquí prendido
tras de infiel conocer, ávido atento
a este cosmos total, ciego derroche.

Pasaré como tú, hermano perdido,
sin poder atisbar claro, un momento,
su secreto esencial: noche, ¡ah!, en fiel noche.





HOMBRE - CREACIÓN


Soy un cosmos de ciega y plural vida.
De hondos fondos me llegan, cruzan, braman,
animales sin nombre que hoy me entraman
y acrecientan con fuerza incontenida.

Soy un cosmos, un hombre. Llevo henchida
interior invasión: seres que claman,
que rugientes asaltan, hieren, aman...
Que son sangre en fervor, ala imbatida.

¡Carga de hombre!: Creación viva volcada
en mi cuenca esencial, plena y creciente
tras de un largo latir sobre la hondura.

Lleva tanto mi nave, atrás botada,
que estallar ya pudiera inconsistente
en el mar del vivir su ensambladura.





POR LA NOCHE LLEVADO CIEGAMENTE...


Por la noche llevado ciegamente,
hondas zanjas cruzando estremecido,
sigo aquí, torpe humano, desvivido,
con la noche y el ansia largamente.

Desvivido intentando hallar luciente
un camino de azar, un sorprendido
puente vivo que acierte, allá crecido,
a dar claro sentido a esto latiente.

Por la noche llevado ciego sigo
sin atisbos, al menos, del buscado
logro extremo que en sombras me exaspera.

Seguir ciego en la noche es, ciego amigo,
nuestro sino más cierto en este aislado
cosmos ciego en la cósmica escombrera.





HERENCIA DE HOMBRE


Es tremenda mi herencia: llevo vidas
de remotos latidos, genesiales
seres hondos y ciegos, primordiales
formas de un fluido mar-madre nacidas.

Vibran en mí latencias removidas
por lejanas tendencias, verticales
fuerzas y ansias crecientes, abismales
exigencias urgentes y encendidas.

Hoy me pueblan y activan tensamente
fieras, aves... las selvas de un pasado
en geológicos tiempos recorrido.

Soy un hombre; y sostengo, ¡ah!, largamente,
la cesión permanente de un legado
en los cósmicos predios recogido.





NO ME BASTAS, PALABRA


No me bastas, palabra: inepta llave
para el alma entrabir y alzar el canto
desprendido y veraz que dentro aguanto
escondido en tenaz, secreta clave.

No es bastante tu voz: Habla y no sabe
totalmente mostrar este hondo encanto
invasor de mi ser, crecido tanto
que ascenderme, ¡ah!, parece en vivaz nave.

¿Qué ha de ser lo que entregue, cuál sonido
de aire, vida y calor atravesado,
ha de darle a mi esencia pleno acento?

No me bastas, palabra. Estoy perdido
sin la entera eclosión. Tal vez callado
lograr pueda expresión esto que siento.





HA DE HABER...


Ha de haber un carril, cierta vereda
recogida que, entero y vivaz, lleve
mi latido hacia ti, fiel puente debe existir
entre tú y yo que usar pueda.

Ha de haber interior, cálida rueda
que en perdido girar, íntimo y leve,
me deslice a tu ser y, ah, en plazo breve,
logre que este mi ansiar, ahíto, ya ceda.

¡Es preciso! Una fuerza, un motor vivo,
tiene ya que llevarme desprendido
hasta el ámbito hermoso donde hallarte.

¡Crézcame el corazón y hondo su activo
estallar de pasión rompa el crecido
murallón que aún me impide contemplarte!





EN EL INFINITO DESEAR


Oro en alas de luz, halo radiado,
allá extática esencia suspendida.
Limpia estancia de azul, aura flotado,
gracia intacta ya tú -oh anclada vida-

Fluida flor, leve mar, aéreo e imposado,
tras del cielo, alto allí, calma embebida.
Puro añil... leve estar... Claro e inlogrado
ser total -oh, ya urente, ansia prendida-

Ya entesado aspirar, aún no rendido
a esta infiel realidad, grave y airada,
movimiento de espada que acomete.

Fluida flor... quieto mar, claro y crecido.
(Y alma de hombre yo aquí, llama extasiada,
para un viento brutal frágil juguete.)





LA INQUIETANTE SEÑAL


¿Qué aletazo fugaz, torvo y oscuro,
me ha rozado interior, áspero hiriente?
¿Qué corneja fatal, cuál grajo impuro
me ha dejado al pasar fiel rastro urente?

Sé que un tronco vital, gajo inseguro,
soy yo en este plantel, vario y latiente.
Sé cuán fácil podrá quebrarse el muro
que sostiene a mi ser de hombre pendiente.

Y un aviso, tal vez, hoy me ha llegado,
soprendente señal, honda y punzante,
de que en térreo lugar soy frágil planta.

Árbol de alto vivir, brote pujante
de un caliente latir, mas condenado
a perderse en el suelo que lo aguanta.





¿QUIÉN...?


¿Quién así me acuñó, qué buril duro
hondamente grabó, firme y sapiente,
este largo dolor, ángulo hiriente,
en mi estrato interior tenso y oscuro?

¿Quién así me lanzó -brazo seguro-
a este inquieto ambular, esta imprudente
y tenaz pretensión de hombre ascendente
hasta inerte rodar de ansias maduro?

Puede ser que en la varia obra extendida
por el cosmos de un gran plástico arcano
sea yo, trazo de humano, algo incompleto.

Puede ser que, sufriente y desprendida,
sea mi forma vital, barro en su mano,
solamente un fugaz, frágil boceto.


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