EL SIMBOLO Y CATALUÑA Viajes por la Geografía y la Historia (y 3) |
FRANCISCO ARIZA |
III Redescubrir Cataluña a la luz del Símbolo * Así pues, y centrándonos en el contenido de dichos viajes, diremos que ha sido gracias a su situación geográfica que el territorio catalán, y en general el peninsular, ha tenido el privilegio de recibir a lo largo de los siglos a numerosas civilizaciones, todas ellas con una característica común: su pertenencia al área cultural de Occidente. Hablamos de Egipto, Creta, Fenicia, Cartago, Etruria, Grecia, Roma, el Judaísmo y el Cristianismo, así como de todas aquellas que aunque menos conocidas por su escasa proyección histórica sí formaron parte integrante de la cultura occidental, donde la presencia del dios Hermes y su Tradición, la Hermética, ha jugado un papel fundamental en la transmisión de la Cosmogonía Perenne. Esto último, es decir la influencia ejercida por la Tradición Hermética en Occidente y concretamente en la historia de Cataluña, lo vamos a comprobar en más de una ocasión a lo largo de estas Rutas Simbólicas.
Recordemos nuevamente que nuestros antepasados, es decir los habitantes de aquellas civilizaciones, tenían la conciencia clara de vivir en un cosmos sacralizado, donde la Tierra era considerada una deidad (la Gran Madre) en íntima relación con las deidades y númenes del cielo, personificados en las estrellas y planetas, y de las que ella recibía, y recibe, sus influjos vivificadores. Los “centros sagrados”, como espacios cualitativos de la geografía, o sea de una “tierra transfigurada”, canalizan esas influencias y permiten una constante comunicación cielo-tierra, y precisamente de esa comunicación nacieron los grandes mitos de los dioses y héroes civilizadores (como Heracles-Hércules), artífices de la verdadera cultura que se ha prolongando en el tiempo fecundando el alma de un pueblo (en este caso el catalán), que la ha incorporado en su quehacer cotidiano, dejando parte de su huella en el folclore, que es más importante de lo que pudiera parecernos a simple vista.61 |
NOTAS | |
55 | Como todos los pueblos y naciones -que no dejan de ser igualmente símbolos de otras realidades que se encarnan en ellos-, Cataluña es el fruto de una idea, que, como tal, y con toda la contribución de su fondo mitológico e histórico, pre-cristiano y cristiano, va tomando forma en los albores mismos de la Edad Media bajo los auspicios de Carlomagno (del imperio Carolingio), quien la bendice como la Marca Hispánica y le da la estructura cultural que, junto a otras diversas contribuciones, se desarrollará ampliamente en la época feudal bajo la égida de los condados (época donde se consolida el catalán como lengua escrita y hablada, y donde nace también el nombre mismo de Cataluña, que procede seguramente de castlan, “hombres del castillo”), eclosionando posteriormente cuando se une a la Corona de Aragón con el gran Jaume I, rey también de Valencia y Mallorca, conde de Barcelona y señor de la ciudad francesa de Montpellier (donde por cierto nace), lo que le permite a partir de entonces participar con más intensidad del resto de la historia hispana. Sin olvidarnos desde luego de la gran aventura mediterránea que se inicia con este rey y se prolonga hasta el Renacimiento. Para conocer el medio cultural en que nace Cataluña recomendamos la lectura de Cataluña en la Epoca Carolingia. Arte y cultura antes del románico (siglos IX-X). Varios autores. Diputación de Barcelona, 1999. |
56 | En este sentido, mencionábamos anteriormente la analogía entre la “lengua de los símbolos” y la “lengua de oc”, o sea la “lengua de los pájaros” que simbolizan los estados superiores, y queremos decir que el viaje hacia el Conocimiento puede ser visto también como el aprendizaje de un nuevo lenguaje, o mejor aún que el lenguaje mismo se va transformando y adquiriendo para nosotros toda su dimensión de símbolo, que es al fin y al cabo todo aquello que tiene la capacidad de expresar lo que en sí mismo es inexpresable. Es de alguna manera penetrar un arcano que está presente desde siempre en la génesis de cualquier lengua (que siempre tiene un origen sagrado), que siendo la encarnación del Verbo divino, espermático y luminoso, tiene el poder de devolvernos la vida espiritual y rescatarnos de las “tinieblas exteriores”, o sea de ese mundo que ha perdido la esperanza de recrearse a sí mismo. Por eso podemos decir con Filón de Alejandría: “El camino real que decimos que es la filosofía verdadera y auténtica, la Ley la denomina palabra y lenguaje de Dios”. (Sobre la posteridad de Caín y su exilio). |
57 | Además de la Ruta a la Tárraco romana y las que aquí nombramos, viajaremos por los cuatro puntos cardinales de la geografía catalana: por la grecorromana Ampurias (Empúries), las íberas Ullastret y la impresionante Fortaleza de Els Villars (la Arbeca), la íbero-romana Olérdola; adentrándonos en el románico medieval del pirenaico Valle de Boí, en las catedrales de Girona, Sant Cugat, Ripoll (cuyo monasterio fue la “cuna” –bressol- de Cataluña) y sus claustros reveladores de una cosmogonía e historia sagrada oculta en sus capiteles; la ruta por los monasterios cistercienses de Santes Creus, Poblet, y Vallbona de les Monges; la ruta por los castillos (Cardona, Miravet...), los que junto con el arte románico y gótico, forjaron Cataluña, etc., etc. No nos olvidaremos tampoco de penetrar en el Renacimiento y épocas más recientes (prácticamente hasta el siglo XX), pues la de Cataluña es una historia viva donde siempre ha existido un cordón umbical (en nuestros días ciertamente muy delgado) con la idea que la conformó en sus orígenes. |
58 | La palabra Montjuïc proviene de “Mont Jovis”, el Monte de Júpiter. El origen de esta procedencia es solidario con aquel otro que la hace proceder de “Mont Juich”, el Monte de los Judíos. En cualquier caso, Montjuïc ha sido desde tiempos milenarios una montaña sacra, un eje del mundo, para los habitantes de Barcelona, que se convierte desde sus mismos orígenes en: “Una tierra, un espíritu, donde la Tradición fija un pueblo en el mismo monte durante un tiempo, y más tarde en la planicie, que el antaño procuró, y donde sus casas, templos y murallas se edifican con la piedra igualmente extraída de él (...) desde una visión sagrada de la existencia y siguiendo las huellas que la historia y la geografía nos han ido dejando acerca de este cerro, descubrimos que Montjuïc es un espacio significativo, un pequeño-todo, una montaña-isla sagrada.” Federico González: Defensa de Montjuïc por las Donas de Barcelona (texto inédito). Igualmente ver el artículo de Mireia Valls “La Isla” (SYMBOLOS Nº 31-32), donde igualmente se habla de Montjuïc como una geografía mítica y receptáculo de una historia asimismo significativa. |
59 | No podemos olvidarnos de la presencia en Cataluña de la cultura hispano-visigoda, considerada como la gran heredera de la civilización romana, no sólo en la península ibérica sino también en Europa. Recordemos que Barcelona, y antes de que se instalara definitivamente en Toledo, fue durante unos meses la capital del reino visigodo en la península, pues allí residió a principios del siglo V Ataúlfo y su esposa, la romana Gala Placidia. No olvidemos tampoco que tras la invasión islámica, muchos hispano-visigodos se refugiaron en la Marca Hispánica (y otros directamente en Francia), contribuyendo al renacimiento carolingio del siglo IX. Digamos, en fin, que la Hispania visigoda fue sede de una civilización muy culta, que ha dejado verdaderas obras de arte en la arquitectura, la orfebrería y la literatura, como es el caso de Isidoro de Sevilla, cuya obra Etimologías contribuyó a conservar la herencia de la Antigüedad Clásica, y que influiría posteriormente durante la Edad Media. Bajo el reinado visigodo, y tomando como modelo la obra emprendida por Roma, se unifica por primera vez toda Hispania, es decir se toma conciencia de una unidad territorial que es también una unidad cultural con todo el legado clásico que corría por las venas de sus mejores hombres. Esa unidad se quiebra tras la invasión árabe y bereber del 711. |
60 | No desconocemos desde luego el legado de la lengua árabe, menos presente no obstante en el catalán que en el castellano. En cuanto a la influencia del islam en Cataluña ésta también fue menor que en el resto de España, aunque el territorio peninsular bajo dominio musulmán tuvo frontera al menos durante tres siglos con la Marca Hispánica, lo que propiciaría contactos no sólo guerreros sino igualmente comerciales y culturales, como es el caso de las buenas relaciones que mantuvieron durante un tiempo los condes de Barcelona con el califato de Córdoba, que entre otras cosas propiciaría que de la misma Córdoba, Sevilla, Toledo, Zaragoza, etc., salieran hacia Europa (pasando necesariamente por Ripoll, que era en ese momento el gran centro de la cultura catalana) importantes manuscritos sobre ciencia y filosofía. Tengamos en cuenta que la Marca Hispánica (conocida como la “Catalunya Vella”, o “Cataluña Vieja”) ocupaba más o menos la mitad del actual territorio catalán. Bien es cierto que esa frontera se modificó varias veces con el paso del tiempo, pero recordemos que Lleida y Tarragona y gran parte de sus respectivas provincias (en mucha menor medida la provincia de Barcelona, cuya capital pasó en el 801 a manos del imperio carolingio) estuvieron bajo dominio islámico hasta el siglo XII, de ahí que esa parte del territorio se conociese como la “Catalunya Nova” tras su reconquista. |
61 | Nuestro reconocimiento aquí al gran folclorista catalán Joan Amades y su inmensa obra el Costumari Catalá, donde se recoge efectivamente la memoria de toda una cultura a través de la pervivencia en el folclore de sus ritos, símbolos y mitos. Junto a Jacinto Verdaguer, Joan Amades ha contribuido a rescatar y mantener viva dicha memoria, la que en este momento, como tantas otras cosas realmente importantes para el conocimiento del ser humano, corre el peligro de desaparecer bajo el peso de una mentalidad tan profundamente nihilista, pueril y vacía como la que caracteriza este fin de ciclo. |
62 | “Hay una armonía divina que salva a las almas y las establece entre los dioses. Es la obra de las Musas, que instruyen las facultades de nuestro intelecto y las hacen perfectas y semejantes a las potencias divinas”. Proclo, Sobre la República. |
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