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Rosacruces La Fede Santa Queremos también aquí señalar que "el Cuore Gentile" de los Fieles de Amor, contrariamente a las cuestiones o interpretaciones de tipo sentimental que muchos han creído ver en este símbolo del corazón, se refiere "al corazón purificado, es decir, vacío de todo lo que concierne a los objetos exteriores y por ello mismo apto para recibir la iluminación interior".42 Del mismo modo el sentido simbólico de Beatriz es el que se refiere al aspecto femenino de la deidad presente con diferentes nombres, en las distintas doctrinas esotéricas. Es la propia Sabiduría divina, "el 'Intelecto activo' representado por la Madonna, el rayo celeste que constituye el vínculo entre Dios y el hombre y que lo conduce hacia Dios".43 También Guénon relaciona un cierto aspecto del simbolismo del fuego con este Amor y dice: "… en diversas formas tradicionales, se vincula bastante estrechamente con la idea del 'Amor', traspuesta con un sentido superior tal como lo hace Dante; y para ello, éste se inspira una vez más en San Juan, el que fue el principal inspirador de las concepciones doctrinales de las Ordenes de Caballería".44 Este sentido profundo del Amor es lo que también simbolizan las palabras de San Juan cuando proclaman "'Dios es Amor' o el grito de guerra de los Templarios 'Viva Dios Santo Amor' y también el último verso de La Divina Comedia 'El Amor que mueve el sol y las estrellas'",45 frase esta última de la que Guénon dice que designa el término del "viaje celeste", "el centro divino que es, más allá de todas las esferas y según la expresión de Aristóteles, el 'motor inmóvil' de todas las cosas."46 Las Artes Liberales Se dice en el Asclepios: "Ser instruido en la música, no consiste sino en saber cómo se ordena todo el conjunto del universo y el plan divino que ha distribuido todas las cosas; pues este orden, en el que todas las cosas particulares han sido reunidas en un mismo todo por una inteligencia artista, producirá, con una música divina, un concierto infinitamente suave y verdadero".50 El poema de Dante posee una estructura numérica. La importancia que desempeñó el número en su obra se manifiesta en varios aspectos simbólicos que se reflejan en este comentario de Guénon: "Cuando se conoce el verdadero ritmo que utilizaba Dante, puede pensarse que no fue un hecho arbitrario la elección del verso de once sílabas, no menos que la estrofa de tres versos que nos recuerda el ternario. Todas las estrofas cuentan 33 sílabas, así como los conjuntos de 11 y 22 estrofas que mencionamos contienen respectivamente 33 y 66 versos; y los diversos múltiplos de 11 que allí encontramos tienen todos un valor simbólico particular (…) Lo cierto es que el número 11 desempeñó un papel considerable en el simbolismo de algunas organizaciones iniciáticas; y, en cuanto a sus múltiplos, recordaremos sólo esto: 22 es el número de las letras del alfabeto hebreo y se sabe cuál es su importancia en la Cábala; 33 es el número de los años de la vida terrestre de Cristo, que vuelve a hallarse en la edad simbólica del Rosa-Cruz masónico, y también en el número de grados de la masonería escocesa; 66 es, en árabe, el valor numérico del nombre de Alá. Sin duda es posible hallar aún otras semejanzas y relaciones. Además de diversos significados que pueden vincularse con el número 11 y sus múltiplos, el empleo que hace Dante constituye un verdadero 'signo de reconocimiento', en el sentido estricto de esta expresión. Allí reside, según nuestra opinión, la razón de las modificaciones que el Infierno experimentó después de su primera redacción".51 Volviendo al Trivium, corresponde a la Luna la Gramática, a Mercurio la Lógica y a Venus la Retórica. El segundo grupo lo conforman el Sol, al que corresponde la Aritmética, a Marte la Música, a Júpiter la Geometría y a Saturno la Astronomía. Guénon, refiriéndose a la primera Canzone de Dante, reconoce la herencia pitagórica y se pregunta: "¿Y no es esta misma tradición, precisamente, la que permite comprender el papel 'solar' atribuido a la aritmética, a la cual convierte en el centro común de todas las demás ciencias, y también en las relaciones que unen a éstas entre sí, especialmente a la música con la geometría, por el conocimiento de las proporciones de las formas (que halla una aplicación directa en la arquitectura), y con la astronomía, por el conocimiento de la armonía de las esferas celestes?".52 Esta relación de todas las artes liberales entre sí se expresa simbólicamente por el patronazgo común de Hermes. De éste dice lo siguiente Federico González: "Igualmente Hermes está vinculado con la música y el arte en general, pues es el inventor de la lira que entrega a Apolo y está estrechamente emparentado con las Musas, ya que sus tres primeras hermanas, en Delfos, personificaban las cuerdas de ese instrumento. En efecto la música, cuyo origen es divino, está relacionada con el plano intermedio, y es capaz de establecer vínculos entre la audición y el Verbo, es decir entre lo que se oye y el soplo de lo inaudible".53 Todas estas artes estaban representadas en una escala, símbolo del Eje, y a cada una de ellas se la ubicaba en un peldaño. Guénon explica que el símbolo de la escala parece ser de origen caldeo y que llegó a Occidente junto con los Misterios de Mitra (esta escala tenía 7 peldaños, formado cada uno por un metal diferente que se hacía corresponder con los siete planetas). Esta misma escala aparece con un significado idéntico en el simbolismo bíblico, en la escala de Jacob, la que une la tierra con los cielos. Los Fieles de Amor la llamaban "Escala de Kadosh". Las siete artes o ciencias estaban figuradas en los siete peldaños del banzo de izquierda de la propia escala, en orden ascendente, y en el banzo de derecha estaban figuradas las siete virtudes que descendían y se correspondían con las siete ciencias; la Fe (Emunah) la ubicaban en el peldaño más alto, la que simbolizaba a la misteriosa Fede Santa. El travesaño que corresponde a las ciencias puede considerarse como ascendente, y el de las virtudes como descendente, como los frutos que descienden cada vez que uno alcanza dicho grado de conocimiento; estos dos travesaños simbolizan las dos corrientes cósmicas, una que asciende y otra que desciende, las cuales están unidas por el eje verdadero, que es el propiamente axial, que "no por ser invisible deja de constituir el elemento principal del símbolo, aquel al cual todas las partes de éste deben ser referidas si se quiere comprender cabalmente el significado de ellas".54 El Eje que atraviesa
los tres mundos El Eje vertical es el "rayo divino", lo que está simbolizado también por el caduceo de Hermes, cuya vara atraviesa los tres mundos, resolviendo las oposiciones mediante la unión de los contrarios, idea de verticalidad donde todo es presente y simultáneo, es decir, permanente y no transitorio. A propósito de este símbolo Guénon expone: "Para explicar la formación del caduceo, se dice que Mercurio vio dos serpientes que peleaban (figura del caos), y que las separó (distinción de los contrarios) con una vara (determinación de un eje, según el cual se ordenará el caos para convertirse en Cosmos), alrededor de la cual se enroscaron (equilibrio de las dos fuerzas contrarias, que actúan simétricamente con respecto al 'eje del Mundo'). Hay que señalar también que el Caduceo (Kerukeion, insignia de heraldos), es considerado como atributo característico de dos funciones complementarias de Mercurio o Hermes; por una parte la de intérprete o mensajero de los dioses, y por otra, la de 'psicopompo', que conduce los seres a través de sus cambios de estados, o en los pasos de un ciclo de existencia a otro; estas dos funciones, en efecto, corresponden respectivamente a los dos sentidos, descendente y ascendente, de las corrientes representadas por las dos serpientes".56 Según Guénon estas dos fases son también lo que simbolizan respectivamente la acción de las dos tendencias adversas y complementarias llamadas en la tradición hindú sattwa, "tendencia ascendente, se refiere a los estados superiores y luminosos, es decir a los Cielos" y tamas, "tendencia descendente, [se refiere] a los estados inferiores y tenebrosos es decir, a los Infiernos".57 Estas tendencias o gunas en realidad son tres, y son análogas a los tres mundos en que se divide toda iniciación real, aunque no todas coincidan exactamente en sus denominaciones, que para Dante, como ya hemos visto, son los Infiernos, el Purgatorio y los Cielos. El tercer guna, llamado rajas, corresponde al mundo intermediario, el Purgatorio en La Divina Comedia, llamado el "mundo del hombre" ya que sirve de punto de partida, que como dice Guénon, podría ser representado por una extensión horizontal "puesto que nuestro grado de existencia es considerado como término de comparación y debe ser comprendido como un conglomerado de la Tierra y el Purgatorio, es decir, del mundo corporal y del mundo psíquico". Es necesario descender primero a los Infiernos, situados en el centro de la tierra, es decir en su interior y que simbolizan las regiones más tenebrosas de nuestra psiquis, para poder ascender a los Cielos, atravesando primero el mundo intermediario o Purgatorio, que representa las pruebas iniciáticas, hasta arribar a su cima donde Dante ubica el Paraíso terrestre y que corresponde al centro del estado humano, simbolizado también por el corazón; es la recuperación del 'estado edénico', lo que debe entenderse como el desarrollo completo del estado humano. Es a partir de este punto que el hombre podrá elevarse por los estados superiores y suprahumanos del ser. Dice Guénon: "En ese centro reside el equilibrio perfecto, imagen de la inmutabilidad principial en el mundo manifestado. Allí se proyecta el eje que vincula entre ellos a todos los estados, el 'rayo divino' que, en su sentido ascendente, conduce directamente a esos estados superiores que se pretende alcanzar".58 "Siempre y por todas partes, volvemos a encontrar pareja expresión simbólica de dos fases complementarias que, en la iniciación verdadera o en la "Gran Obra" hermética (lo que en el fondo no es sino una misma cosa), traducen esas mismas leyes cíclicas, universalmente aplicables y en las cuales descansa según nuestro criterio toda la construcción del poema de Dante".59 La "Gran Obra" "Asciende de
la Tierra al Cielo, desciende de nuevo La Divina Comedia, como ya hemos visto reproduce el proceso mismo de la iniciación, llamado en el Arte Alquímico "Gran Obra"; es el arte y la ciencia de Hermes, alquimia espiritual, cuyos misterios han sido practicados y transmitidos por sabios y filósofos desde el antiguo Egipto, fijándose históricamente en la Edad Media y en el Renacimiento. Dicho testimonio refleja la importancia de este arte como vehículo de realización espiritual ya que "su fin último y eterno, apunta a superar la primera determinación, la del Fiat Lux, equiparable a la generación por el Verbo, y por lo tanto a lo que está más allá de ella: el Silencio Primordial o la Oscuridad Original".61 Es la parte operativa de la ciencia hermética, el "Arte supremo de conocerse a sí mismo" siendo uno mismo el sujeto y el objeto de esta ciencia, a través de un viaje de conocimiento en el que se opera una verdadera transformación interior, y cuyo secreto está en "materializar el espíritu y espiritualizar la materia", "solve et coagula", lo que está representado en la tradición hindú por las dos fases de la respiración, en virtud de las leyes de la analogía, separando lo espeso de lo sutil gracias al fuego de la pasión y del Amor. Amor a la Verdad, posibilidad de vivir lo milagroso, de abrir el corazón a nuevas posibilidades de ver, de ser, cada vez más profundas y reales; por ello, este viaje implica un recorrido jerárquico que va de lo manifestado a lo inmanifestado, de la multiplicidad a la Unidad, a lo Unico. Esto está expresado por la transmutación de los metales, los que se corresponden con los siete planetas, transmutación que se opera en el interior del alma humana, proceso simbolizado por un athanor, u horno alquímico, recipiente donde se cuecen, subliman, coagulan y fijan las energías, gracias al fuego sutil de la pasión contenida, la que va purificando y perfeccionando, pudiendo así renacer a las potencias y virtudes que el ser porta en sí mismo y que van despertándose gradualmente, con paciencia y perseverancia; análogo en la tradición hindú al despertar de los chakras. Todo este proceso supone una verdadera concentración, "Ora et labora", muriendo a los aspectos inferiores para renacer a los estados superiores del Ser. Se dice que es necesario que este fuego del Amor se mantenga equilibrado para que no se apague, ni queme. El adepto debe experimentar una 'conversión', es decir, una inversión con respecto al estado del hombre ordinario que tiende hacia lo literal, lo múltiple y material. Por tanto, es necesaria la previa intuición de que existen otras realidades que están aquí y ahora y que son distintas de lo que nuestros sentidos, tan adormecidos, son capaces de percibir. Todo este viaje no está exento de sacrificios y pruebas que el iniciado tendrá que enfrentar y superar reconociendo primero que no sabe, ya que la Verdad no ha sido inventada por el hombre sino que ella es revelada y trasmitida de generación en generación por las distintas doctrinas tradicionales; son sus legados los que nos religan con nuestro verdadero origen. Por ello, lo primero que debe experimentarse es la muerte; muerte al mundo profano, lo que simultáneamente supone un segundo nacimiento; morir a las viejas concepciones para renacer a un mundo nuevo. Esta muerte es análoga al viaje que realiza el alma al país de los difuntos, y que refleja la máxima hermética V.I.T.R.I.O.L. (visita el interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta); la Piedra Filosofal considerada como el "elixir de larga vida" y la "medicina universal", piedra que corresponde en el simbolismo constructivo a la piedra angular.62 "¿No se ha dicho una y otra vez que debemos morir para renacer de nuevo, que el cielo está al otro lado del Valle de las Tinieblas, valle del cual la muerte física es simplemente un símbolo, y en el que el desamparado cadáver, atado de pies y manos en su apretada mortaja, es simplemente una figura de la muerte en que vivimos mientras sigamos confundiéndola con la vida?"63 También el Tarot, vehículo hermético que hoy en día está muy mal interpretado y se utiliza solamente para fines puramente adivinatorios, encierra en sus arcanos este conocimiento iniciático, el que promueve el despertar de la conciencia a aquellos que meditan en el significado de sus símbolos. "Como se sabe, el código simbólico del Tarot tiene orígenes medioevales (alquímicos, numerológicos, cabalísticos, astrológicos), aunque no es sino la forma actualizada en su espacio y en su tiempo que toma la tradición primordial para expresarse (…) En él se ordena una cosmología completa, y constituye un modelo del universo, análogo al mismo, construido con su misma estructura, de ahí el poder mágico e iniciático que se le atribuye tradicionalmente."64 Así, Federico González nos habla de la carta XIII, llamada la muerte, en estos términos: "En el proceso iniciático es necesario experimentar en varios niveles la paradoja de vivir la muerte, muriendo a los aspectos inferiores y renaciendo 'de arriba' a los estados superiores del ser. El adepto piensa constantemente en ella, tomando conciencia de lo ilusorio de esta vida transitoria, y sabiendo que en los misterios de la muerte están ocultos los de la inmortalidad. Ella es una aliada que nos enseña a meditar en lo metafísico y en lo trascendente; es regeneradora, y junto con la vida es nuestra verdadera iniciadora. La idea de la muerte está ligada a la de resurrección, pues siempre ocurre en un plano, terminando un ciclo y dando lugar a uno nuevo en otro nivel."65 En alquimia la obra está regida por tres principios: Azufre, Mercurio y Sal. El Azufre representa el principio activo, masculino y solar (ígneo), el Mercurio el principio pasivo, femenino y lunar y la Sal es el principio neutro, el que los une. "Se necesita el fuego, llamado en Alquimia azufre, para que el mercurio sea fecundado dando lugar al niño alquímico. Pero sin la presencia del mercurio ¿a quién fecundaría el azufre? El ángel Gabriel anuncia a María y ella responde: 'Hágase en mí según tu palabra'. Sin esta aceptación tampoco el rito se produciría."66 Quisiéramos concluir retomando las palabras de Guénon cuando señala que la cadena tradicional que va de Pitágoras a Virgilio y de éste a Dante nunca se quebró,67 a lo que nosotros podemos añadir que de Dante a Guénon, la cadena de la tradición jamás se rompió en Occidente. De ello nosotros también estamos convencidos. |
NOTAS | |
36 | René Guénon, Apreciaciones sobre la iniciación, cap. XXVII: "El Don de Lenguas", pág. 367. |
37 | ibid. pág. 362. |
38 | ibid. pág. 364. |
39 | René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. IV: "Dante y el Rosacrucismo", pág. 55. |
40 | "Es interesante considerar la sucesión de los siguientes datos: en 1307, Felipe el Hermoso de acuerdo con Clemente V, toma prisionero y encarcela al Gran Maestro y los principales dignatarios de la Orden del Temple (una cantidad de 72 personas, se afirma, y éste no deja de ser un número simbólico). En 1308, Enrique de Luxemburgo es elegido Emperador; en 1312, la Orden del Temple, es oficialmente abolida y, en 1313, el Emperador Enrique VII muere misteriosamente, sin duda envenenado. En 1314, se produce el suplicio de los Templarios cuyo proceso se había iniciado siete años atrás. El mismo año el rey Felipe el Hermoso y el Papa Clemente V mueren a su vez." Ibid. cap. VII: "Los números simbólicos", pág. 87 (n. 58). |
41 | René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. VII: "El lenguaje de los pájaros", pág. 48. |
42 | René Guénon, Esoterismo Cristiano, cap. IV: "El lenguaje secreto de Dante y 'Los Fieles de Amor'", pág. 50. |
43 | ibid. pág. 55 (nota 9). |
44 | René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. VIII: "Los ciclos cósmicos", pág. 110 (nota 84). |
45 | René Guénon, Esoterismo Cristiano, cap. IV ya citado, pág. 58. |
46 | René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. VI: "Los tres mundos", pág. 75 (nota 54). |
47 | René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. II: "La Fede Santa", pág. 20. |
48 | ibid., pág. 21. |
49 | Fernando
Trejos, ![]() |
50 | Corpus Hermeticum. Asclepio, 13: "Discurso Iniciático". |
51 | René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. VII: "Los números simbólicos", pág. 85-86. |
52 | ibid., cap. II: "La Fede Santa", pág. 23. |
53 | Federico González, Hermetismo y Masonería, Introducción, pág. 11. |
54 | René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. LIV: "El simbolismo de la Escala", pág. 296. |
55 | René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. VIII: "Los ciclos cósmicos", pág. 104. |
56 | René Guénon, La Gran Tríada, cap. V, pág. 50 (nota 9). |
57 | René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. VI ya citado, pág. 77. |
58 | René Guénon, ibid., cap. VIII ya citado, pág. 104. |
59 | Dante manifiesta un conocimiento de todas estas leyes cíclicas y de las aplicaciones a que da lugar, Guénon demuestra cómo el poeta refleja este conocimiento en toda su obra, señalando "su perfecto acuerdo con todas las doctrinas de Oriente" (ibid. pág. 100). Lo mismo que señala cuando dice: "Es indudable y cierto que en Dante hallamos un acuerdo perfecto con las teorías hindúes de los mundos y de los ciclos cósmicos aunque sin estar revestidas de la forma característica de la formulación hindú" (ibid., cap. V: "Viajes extra-terrestres...", pág. 69). |
60 | Fragmento de La Tabla Esmeralda. |
61 | Federico
González, Simbolismo y Arte,
cap. V: ![]() |
62 | Ver acerca de la piedra el artículo de Fernando Trejos del mismo título: "La Piedra", Revista SYMBOLOS Nº 5. |
63 | Alan Watts, Conviértete en lo que eres, cap. V: "Tao y wu-wei", pág. 67. Ed. Oniro, Barcelona 1998. |
64 | Federico
González, La Rueda, una imagen simbólica del cosmos,
![]() |
65 | El Tarot de los Cabalistas, cap. V: "Los 78 Arcanos del Tarot. Los 22 Arcanos mayores", pág. 100. Kier, Buenos Aires 1993. |
66 | id., Simbolismo
y Arte,
![]() |
67 | René Guénon, El Esoterismo de Dante, cap. II: "La Fede Santa", pág. 23. |
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