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SYMBOLOS
Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis
 

MEDIDAS DE FUEGO *

ANANDA K. COOMARASWAMY
 

«El Fuego es el principio de toda vida»
Jacob Boehme, Signatura rerum XIV.29

   En una tesis reciente1, el Dr. William C. Kirk ha cumplido su propósito inmediato, que era descubrir, hasta donde fuera posible, lo que Heráclito dijo efectivamente sobre el Fuego. No nos proponemos reseñar este folleto, que está plenamente documentado y bien construido. Lo que queremos criticar es más bien el propósito restringido de la erudición histórica misma. Ciertamente, debemos saber lo que se dijo: ¿pero de qué utilidad será para nosotros tal conocimiento, si no consideramos el significado de lo que se dijo y podemos aplicar este significado a nuestra propia experiencia? Aquí el Dr. Kirk tiene que decir poco más que lo que contienen estas significativas palabras, «Heráclito es uno de los filósofos griegos que buscaban explicar todo el universo en los términos de alguna entidad básica Después de su tiempo, ciertamente, el fuego decreció en importancia y los hombres dejaron de buscar un único principio2 que explicara todos los fenómenos». Esto es una confesión de que los hombres han caído al nivel de ese empirismo hacia el que Platón se mostraba tan despectivo, y al de aquellos griegos a quienes Plutarco ridiculizaba porque ya no podían distinguir entre Apolo y Helios, entre la realidad () y el fenómeno, «hasta tal punto su percepción sensorial () ha pervertido su poder de discriminación ()»3. Sin embargo, es solo parcialmente verdadero que «la importancia del fuego ha decrecido», y solo algunos hombres han abandonado la búsqueda de «un único principio».

   El Dr. Kirk ve que Heráclito debe haber tenido precursores, pero apenas se da cuenta de que no puede haber sido un filósofo en el sentido moderno, sino más bien un filósofo en el sentido antiguo más elevado, según el cual el verdadero maestro es el que comprende y transmite una doctrina de antigüedad inmemorial y de origen divino y anónimo.4 Dice que Heráclito habla como el que propone una verdad evidente y generalmente aceptada, no como el que argumenta con una opinión personal. Lo que queda de Heráclito es, en efecto, incuestionablemente «ortodoxo», es decir, de acuerdo con la Philosophia Perennis (et Universalis), cuyas enseñanzas son siempre y por todas partes las mismas.

   La concepción de un Fuego transcendente y universal, del que nuestros fuegos son solo pálidos reflejos, sobrevive en las palabras «empíreo» y «éter»; esta última palabra deriva de , «encender» (sánscrito indh) e, incidentalmente, no carece de interés que «el tigre incandescente» de Blake recuerda el de los griegos, que se referían así al caballo, al león y al águila; el ôg Veda (II.34.5) habla de «vacas flamígeras (indhanvan = )». Para Esquilo, (Fr. 65A; cf. Virgilio, Georgicas II.325); en el Antiguo Testamento (Deuteronomio 4:24) y para San Pablo (Hebreos 12:29), Noster Deus ignis () consumens est; y la epifanía del Espíritu es como «lenguas de fuego» (Hechos 2:3, 4)5. Agni (ignis, Fuego) es uno de los principales y quizás el primero de los nombres de Dios en el ôg Veda. Indra es «metafísicamente Indha» (), un «Encendedor», pues «enciende» (inddha) los Soplos o Spiraciones (prŒöŒú, êatapatha BrŒhmaöa VI.1.1.2). 6. (tejas-endham, Maitri Upani·ad VI.35), y de él se habla como «flamígero» (lelŒyati, B¨hadŒraöyaka Upani·ad IV.3.7), igual que las lenguas de Agni (lalŒyamŒnŒú en Muö¶aka Upani·ad I.2.4). El Buddha, que puede considerarse como un tipo humanizado de Agni o IndrŒgn´7, es «un maestro consumado del elemento de fuego» (tejo-dhŒtum-kusalo,Vinaya-PiÊaka I.25) que puede asumir a voluntad, y es representado iconográficamente no solo como un Árbol sino también como un Pilar de Fuego8. El Maestro Eckhart puede hablar también del «cielo inmutable, llamado fuego o el empíreo» y decir que el néctar (die zŸezekeit = ambrosía, am¨ta, «miel», «agua de la vida») está negado a todos aquellos que no alcanzan «esa ígnea inteligencia celestial»9.

   Consideremos ahora la doctrina india de las «Medidas del Fuego». Uso mayúsculas aquí y en los muchos contextos donde es al Dios, y no al fenómeno natural en el cual Él se manifiesta, a quien se hace referencia10. Debemos explicar primero que, si bien el sánscrito agni es literalmente ignis, «fuego», la palabra tejas, que tendremos que citar repetidamente, es, hablando estrictamente, no tanto el fuego mismo como una cualidad esencial, o la cualidad más esencial del «fuego», ya sea como deidad o ya sea como fenómeno natural. Tejas (Ö tij, ser agudo, cf. , di-stinguo, in-stig-o, hender, clavar, coser), está, tan cerca como es posible, de lo que Jacob Boehme llama la «agudeza de la llamarada del fuego» (Three Principles XIV.69). En ôg Veda Sa×hitŒ VI.3.5, se dice de Agni que afila su tejas como una punta de hierro. El adjetivo correspondiente tigma comúnmente califica a §ocis, «llama», y Agni mismo es tigma-§ocis, «de llama aguda». Sin embargo, la palabra tejas se traduce usual y acertadamente por «fuego»11 o «energía ígnea», donde la cualidad esencial corresponde a la esencia y el acto característico al agente; de la misma manera que la Ráfaga (vŒyu) del Espíritu (Œtman) no es nada sino el Espíritu mismo en los términos de su actividad característica. Al mismo tiempo debe comprenderse que ni agni ni tejas implican un calor que haya de distinguirse de una luz; tejas, por ejemplo, no es meramente una «agudeza» sino también una «brillantez» como de relámpago, de aquí la correlación «Fuego y lo que puede ser iluminado» (teja§ ca vidyotayitavyaµ ca, Pra§na Upani·ad IV.812). En el Fr. 77 Heráclito mismo substituye por el del Fr. 20, permaneciendo los verbos sin cambiar. Puesto que hemos hecho de él nuestro punto de partida, y puesto que sería engorroso repetir la «agudeza de la llamarada del fuego» de Boehme, nos adheriremos a la traducción acostumbrada de tejas por «fuego» o «Fuego».

   Ahora, «Del Fuego (tejas) que está oculto dentro del Cielo13, es solo una pequeña medida (aµ¤a-mÎtram) lo que (luce) en medio del Sol, en el ojo y en el fuego. Ese (Fuego) es Brahma, Inmortal14. ÉEs solo una pequeña medida (aµ§a-mŒtram) de ese Fuego lo que es la ambrosía (am¨tam) en medio del Sol, cuyos brotes pujantes (ŒpayaökurŒú) son Soma y los Soplos» (prŒöŒú, Maitri Upani·ad VI..3515). Y así, ciertamente, «como las chispas se dispersan en todas las direcciones desde un fuego resplandeciente, así desde este Espíritu Presciente (praj–Œtman, el Sí mismo solar y último) los Soplos y otras substancias se dispersan a sus estaciones» (B¨hadŒraöyaka Upani·ad II.1.3, Kau·itak´ Upani·ad III.3, IV.20, Muö¶aka Upani·ad II.1.1, Maitri Upani·ad VI.26, 31, con pequeñas variantes), y es desde este punto de vista como Brahma se compara a una «rueda ígnea centelleante» (Maitri Upani·ad VI.24). «Estos poderes funcionales (indriyŒöi = prŒöŒú) son del Espíritu (ŒtmakŒni ), es el Espíritu (Œtman) el que procede (en ellos) y el que los controla» (Maitri Upani·ad VI.3116); ellos son los rayos o riendas17 (ra§mayaú) solares por los que el Único Veedor y Pensador ve, oye, piensa y come dentro de nosotros (Maitri Upani·ad II.6, VI.31, B¨hadŒraöyaka Upani·ad III.7.23, Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa I.29, 30, etc.), siendo él, por consiguiente, el «Único Transmigrante» (SaµsŒrin) (Brahma Sètra BhŒ·ya I.1.5). Así estos poderes activos del habla, visión, pensamiento, etc. «son solamente los nombres de Sus actos», los nombres de las fuerzas que Él extiende y después absorbe (B¨hadŒraöyaka Upani·ad I.4.7, I.5.21, I.6.3, etc.). En su operación en nosotros mismos todos estos Soplos o Vidas actúan juntos, de modo que nosotros somos capaces de concebir, ver, oír y pensar uno y el mismo objeto simultáneamente (Kau·itak´ Upani·ad III.2; cf. I Corintios 12:14 sigs.).

   Él mismo, el Espíritu (Œtman), Brahma, PrajŒpati, el Inmortal, que en nosotros asume las apariencias (rèpŒöi ) del habla, la visión, la mente, etc. (puesto que estos, como lo hemos visto, son los nombres de Sus actos, no de los «nuestros»), es «de la substancia del fuego» (tejo-mayam, B¨hadŒraöyaka Upani·ad II.5.1-15); él «se divide a sí mismo» (ŒtmŒnaµ vibhajya) para vivificar a sus hijos (Maitri Upani·ad II.6), permaneciendo él mismo «indiviso en las divisiones» (Bhagavad G´tŒ XVIII.2018). El acto de "creación", o más bien de "expresión" (s¨·Êiú), se concibe típicamente como una «determinación» o «medición» (nirmŒöam)19, en la que el Medidor, que es él mismo la medida de todas las cosas, permanece "inmedido entre lo medido" (Atharva Veda Sa×hitŒ X.7.39). De esto se sigue que Sus divisiones, las antedichas facultades (o «inteligencias», j–ŒnŒni, KaÊha Upani·ad VI.10, Maitri Upani·ad VI.30; praj–Œ-mŒtrŒú, Kau·itak´ Upani·ad III.8; buddh´ndriyŒöi, Maitri Upani·ad II.6)20 deben ser "Medidas (mŒtrŒú)21 del Fuego". De hecho, estas hipóstasis activas del Espíritu aparecen mencionadas efectivamente como «Fuegos» (agnayaú, êatapatha BrŒhmaöa X.3.3.1 sigs.), como los «Fuegos de los Soplos» (prŒnŒgnayaú, Pra§na Upani·ad IV.3) y como «Medidas del Fuego» (tejo-mŒtrŒú, B¨hadŒraöyaka Upani·ad IV.4.1, Pra§na Upani·ad IV. 8).

   Hemos mostrado que los elementales de la vida activa son "Medidas del Fuego", y que, aunque en sí mismos son mortales, proceden primero y retornan después al Soplo ígneo inmortal de la Presencia Total dentro de nosotros. Es exactamente esta doctrina india y universal la que enuncia Heráclito (Fr. 20):

   "Ese Cosmos, la identidad de todas las cosas, nadie de los dioses o los hombres lo ha hecho nunca, sino que siempre fue, y es y siempre será el Fuego siempre vivo, que se enciende en medidas y se apaga en medidas"22.

   Muchos otros de los dichos de Heráclito son igualmente enunciaciones de doctrinas que son a la vez indias y universales23. Que "El Rayo ( = vajra) gobierna todas las cosas" (Fr. 28), por ejemplo, expresa la doctrina del Axis Mundi24. Al trazar paralelos, ha estado muy lejos de mi intención sugerir que las filosofías de Heráclito o de Platón se deriven de fuentes indias o de otras fuentes orientales25. Ninguna cultura, pueblo o edad puede reclamar una propiedad privada en la Philosophia Perennis. Todo lo que he intentado mostrar es que los axiomas de esta filosofía, por quienquiera que sean enunciados, a menudo pueden ser explicados y aclarados o resaltados por una correlación con los textos paralelos de otras tradiciones. Y, finalmente, de Heráclito sólo puedo decir, junto con Sócrates, que «Lo que comprendo de él es excelente, y lo que [todavía] no comprendo es excelente también».

Traducción: Pedro Rodea

 

NOTAS
* Este ensayo se publicó por primera vez en O Instituto, C (1942), Coimbra, Portugal.
1 Fire in the Cosmological Speculations of Heracleitus (Minneapolis, 1940).
2

«Un único principio»… «ese Uno por el cual, cuando se conoce, se conocen todas las cosas» (B¨hadŒraöyaka Upani·ad II.4.5).

3 Plutarco, Moralia 393D, 400CD. Cf. Platón, Leyes 898D, «El cuerpo de Helios lo ven todos, su alma nadie», y Atharva Veda Sa×hitŒ X.8.14, «a Él (el Sol) todos los hombres Le ven, [pero] no todos Le conocen con la mente». «Apolo» es de Filón [Nota de Víctor Magnien, Les Mysteres dÕEleusis (París, 1929), p. 143].
4

El Buddha, por ejemplo, proclama que «ha seguido la vía antigua» (Sa×yutta NikŒya II.106), y dice que «Quienquiera que pretende que yo predico una doctrina hecha por mi propio razonamiento y argumentación será arrojado fuera» (Majjhima NikŒya I.77); [«la Fuente de un centenar de ríos (bhètŒnŒµ garbham)», ôg Veda Sa×hitŒ III.26.9].

5 La conexión de las lenguas de fuego y el hablar en lenguas no es fortuita, sino dependiente de la doctrina de que el Fuego (Agni) es el principio del Habla (VŒc), al que ella se reduce cuando se libera de su mortalidad natural (B¨hadŒraöyaka Upani·ad I.3.8, etc.; para la mortalidad de todos los poderes funcionales, cf. Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa IV.19); Agni, lo mismo elde Platón, «no cuida de nada excepto la Verdad», pues es satyavŒcaú (ôg Veda Sa×hitŒ III.26.9, VII.2.3). Cf. êatapatha BrŒhmaöa X.3.3.1, «¿Qué es de uno que conoce ese Fuego? Deviene elocuente, el habla no le falta». Ver René Guénon, «El Don de Lenguas». [Los ô·is (Sabios) se describen como sacrificadores y cantores «nacidos aquí nuevamente para la guarda de los Vedas» (Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa I.45.2).]
6

[Para Indra-Agni en tanto que gemelos ver ôg Veda Sa×hitŒ VI.59.2, X.8.7. Para un examen más completo de los ô·is como «Soplos» y los maruts como «Tempestades», ver êatapatha BrŒhmaöa VI.1.1.6 y Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa I.45.1-6, IV.12.6].

7

IndrŒgn´, lo mismo que MithŒvaruöau, es la mixta persona del Sacerdotium (Agni es el brahma) y el Regnum (Indra es el k·atra) in divinis. Así «Indra es Agni en tanto que Señor Supremo», SŒyaöa sobre ôg Veda Sa×hitŒ V.3.2, cf. V.3.1; también Aitareya BrŒhmaöa III.4, IV.22, y B¨hŒd DevatŒ I.68. Los nombres se dan según el aspecto bajo el cual se considera a Dios (ôg Veda Sa×hitŒ V.44.6); [brahma sat k·atrŒm ucyate, «como él parece así es llamado», Atharva Veda Sa×hitŒ X.2.23].

8

Cf. Coomaraswamy, Elementos de Iconograf’a Budista, Lám. II; también Éxodo 13:21.

9 Maestro Eckhart, ed. Pfeiffer, pp. 214 sigs.
10 La designación habitual de las filosofías antiguas griega e india como «naturalistas» es una traición de la verdad [la «física» en griego no tenía este significado]. Un «desarrollo» filosófico desde el naturalismo a la abstracción, coincidente con un desarrollo estético desde la abstracción al naturalismo, habría sido verdaderamente extraño. Somos nosotros, para quienes «un conocimiento que no sea empírico carece de significado», quienes no sabemos distinguir entre el símbolo natural adecuado y su referencia, nosotros quienes vemos el dedo que señala en vez de la luna misma.
11 Cf. J. Ph. Vogel, «Het Sanskrit Woord Tejas (= Gloed, Vuur) in de Beteekenis van Magische kracht», Med. d.k.ak.v. Wetenschappen, afd. Letterkunde,
12

«Es en tanto que el Soplo (prŒöŒ ) como Agni brilla» (d´pyate, Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa IV.12.6); «Yo soy la incandescencia en lo que es luminoso (tejasvibhŒva vasau)…el esplendor de lo esplendoroso» (tejas tejasv´nŒm, Bhagavad G´tŒ VII.9, 10). [Agni es el tejas con el que ellos mataron a V¨tra (êatapatha BrŒhmaöa II.5.4.3, 8), Agni es el tejas del Sacrificio (êatapatha BrŒhmaöa V.3.5.7-8) y el inmortal en lo mortal (Atharva Veda Sa×hitŒ XII.2.33).]

13 Es decir, es (cf. Platón, Fedro 247C); más allá del cielo (uttaraµ divaú, Atharva Veda Sa×hitŒ X.7.3; pareöa divam, Aitareya Upani·ad I.2; pare-ardhe, ôg Veda Sa×hitŒ I.164.10); en el paraíso Empíreo en tanto que distinguido del paraíso celestial u Olímpico.
14

El Brahma ígneo (tejomayam), el inmortal, el Espíritu (Œtman) de B¨hadŒraöyaka Upani·ad II.5.1 sigs.; [cf. Coomaraswamy, «El Beso del Sol», esp. nota 15.]

15

Los poderes funcionales se llaman Espiraciones, Vidas o Soplos debido a la Espiración, Vida o Soplo central del que ellos son participaciones y del cual dependen (B¨hadŒraöyaka Upani·ad I.5.21, ChŒndogya Upani·ad V.1.15); y «energías de Indra» (indriyŒöi ) con referencia a Indra, identificado con el Soplo central; y por otros nombres, por ejemplo, «Seres Elementales» (bhètŒni ) con referencia al «Gran Ser» (mahŒbhètaú) del que brota su ser. Por consiguiente, el Ego pasible o «Sí mismo Elemental» (bhètŒtman, Maitri Upani·ad III.2) es una «hueste de seres» (bhètagaöa, Maitri Upani·ad III.3) y, de hecho, es la «hueste de los Maruts» (marudgaöa), pues los «Maruts son los Soplos» (Aitareya BrŒhmaöa III.16), como también son «Fuegos» (agnayaú, ôg Veda Sa×hitŒ III.26.4). La verdadera relación de estos Soplos o Tempestades (nuestras «tempestuosas pasiones») con su Cabeza es la de súbditos con su rey, leales hasta la muerte; pero si se les permite correr sin freno en persecución de sus objetos naturales, para servirse a sí mismos y no a su rey, entonces «nosotros» somos distraídos por este cuerpo de Ángeles caídos dentro de nosotros. La integración de sí mismo es una cuestión de orientación. Es decir, brevemente, «psicología india».

La asimilación de los Soplos a los brotes (del Soma), implícita en nuestro texto, es de gran significación para la exégesis del Sacrificio de Soma, pero necesita más espacio que el que puede serle dedicado aquí.

Los Comentadores leen apyayaökurŒú y enmiendan apyaökurŒú, es decir, api aökurŒú. A fin de evitar toda enmienda hemos asumido leer ŒpyayaökurŒú, es decir, Œpyai-aökurŒú, lo cual no es imposible y da un significado apropiado; cf. êatapatha BrŒhmaöa VII.3.1.45 [y Aitareya îraöyaka I.4.1].

16

[«En mi tomo primero a Agni» (Taittir´ya Sa×hitŒ V.7.9); «que los fuegos de los hogares sagrados (ŒtmŒ ) oficien de nuevo solo aquí en sus respectivas estaciones (yathŒsthŒma)» (Atharva Veda Sa×hitŒ VII.67). IndriyŒgnayaú son los sentidos sacrificados en el fuego de la contención, es decir, te·u parok·aµ juhoti, el Agnihotra Interno del individuo (Bhagavad G´tŒ IV.26, 27); «cuando el Comprehensor controla la mente y el Soplo ha puesto los objetos de los sentidos en su sitio» (Maitri Upani·ad VI.19); también, «consumidos los fuegos (tejas) de los sentidos… sólo Tú eres el carro, la danza y el canto» (KaÊha Upani·ad I.26).]

17

Aquí está implícita la metáfora del carro, común a Platón y a nuestras fuentes indias. En Maitri Upani·ad II.6, PrajŒpati es el conductor del vehículo corporal y controla los caballos (los poderes sensitivos) con los «rayos» o «riendas» (ra§mayaú) que extiende desde su estación en el corazón hasta los objetos de la percepción sensible; cf. Platón, Leyes 898c, , y Hermes, Lib. X.22,   , y XVI.7, ".

18 Cf. Plotino IV.1.1.
19

Cf. Coomaraswamy, NirmŒna-kŒya, 1938, citando ôg Veda Sa×hitŒ III.29.11, etc., donde Agni es «medido».

20

Los Soplos, en tanto que «Inteligencias», son los «dioses dentro de vosotros» de Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa I.14.1, 2, y los «ángeles» de la teología cristiana; su Duque (net¨ ), rex angelorum, devŒnŒµ rŒjŒ, es Indra (VŒyu).

21 MŒtrŒ (como ) es etimológicamente «materia», no en el sentido de «eso que es sólido» sino en el sentido propio de «eso que es cuantitativo» y tiene una posición en el mundo (loka-locus). Todo lo que está así en el mundo puede ser nombrado y percibido (nŒma-rèpa) y es accesible a una ciencia física y estadística; siendo lo inmensurable el dominio propio de la metafísica.
22 Siendo "ese Cosmos", evidentemente, el = , el «increado Mundo de Brahma» de ChŒndogya Upani·ad VIII.13.1, la «pintura del mundo» («pintada por el Espíritu sobre el lienzo del Espíritu», êaökarŒcŒrya, îtmanirèpaöam 95); el modelo del mundo sensible. «Ello se conoce sólo a sí mismo, que “Yo soy Brahma”; por eso Ello deviene el Todo» (B¨hadŒraöyaka Upani·ad I.4.10). «Sicut erat in principio, est nunc et semper erit», a causa de que para Brahma no hay pasado ni futuro sino solo el ahora eterno.
23 De modo que, como Heráclito también dice (Fr. 77), ,, "El hombre, como una luz en la noche, se enciende y se extingue". () es ser despirado; del viento, morir; del fuego, apagarse; de la pasión, aquietarse. Estos son precisamente los sentidos del sánscrito nirvŒ, pŒli nibbŒyati (también estar acabado, ser perfecto). El samŒdhi de los Soplos es su nirvŒöa y su .
24

Sánscrito skambha, sthèöa, yèpa, etc., el stauros cristiano, el qutb islámico, etc.

25

Por ejemplo, no parece que sea necesario derivar la «teología negativa» de Plotino de fuentes indias, como Emile Bréhier quiere hacerlo (La Philosophie de Plotin, París, 1928, pp. 107-133). Es enteramente cierto que una teología negativa está completamente desarrollada en las fuentes indias y que en Maitri Upani·ad VI.30 ambas viae, affirmativa y negativa, son recomendadas y han de ser seguidas en su secuencia lógica. Pero sería mucho más simple pensar en Plotino como dependiente de fuentes platónicas tales como Fedro 247C, «La región más allá del cielo jamás fue debidamente cantada por ningún poeta terrenal, ni nunca lo será… Pues lo sin color, sin forma e intangible…», y Ep’stola VII, 341D, donde Platón dice que el tema de su estudio más serio (es decir, la naturaleza última de la deidad) «no admite en absoluto la expresión verbal como otros estudios».

A. K. Coomaraswamy
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