Notas y datos preliminares sobre el consumo juvenil de drogas en la población economicamente activa del Uruguay
.
Publicado en Revista de Prevención Salud y Sociedad. AñoVII.VolVII.1995
A la hora de considerar los problemas vinculados al abuso de alcohol y al uso de drogas en el trabajo estos son referidos, con frecuencia, a los estados terminales de la adicción. En muchos casos casi como un sinónimo de desocupación. De esta forma, la simplificación de sus alcances tiene la propiedad de encubrir diversos modos de consumo que escapan a los programas de prevención y tratamiento.
La imagen del iceberg, invisible en su mayor volumen, ilustra de manera bastante aproximada la relación entre adictos y consumidores .
Los problemas del abuso de drogas en el trabajo usualmente se instauran en forma lenta, progresiva y silenciosa. En este campo, dado que los recursos funcionales en la persona son relativamente altos, las manifestaciones susceptibles de detección por los métodos corrientes actúan sólo en las etapas avanzadas. Los sistemas de alarma sociales son guiados más por estereotipos y prejuicios que por un marco educativo. Son alarmas tardías que se accionan frente a un alcohólico crónico y muy difícilmente frente al bebedor excesivo, frente al adicto a las drogas y raramente ante el usuario ocasional.
Por ejemplo, los grupos sociales tienden a ver como problema al tabaco cuando se produce el pasaje del fumar ocasional al fumar obligado por la imposibilidad de interrumpir su uso. Sin embargo, también es cierto que esta incapacidad es visualizada como una consecuencia natural, esperable e inherente al hábito de fumar, de manera tal que la presentación de la dependencia nicotínica confirma al fumador en su papel. Lo contrario, un fumar sin dependencia, cae dentro del ámbito de lo excepcional o cuando menos de lo curioso.
En estos temas, el estudio que se llevó a cabo en la República Oriental del Uruguay, abarcó una muestra nacional de 2.000 jóvenes ubicados entre los 15 y los 29 años de edad, residentes en ciudades con más de 10.000 habitantes. La muestra fue aleatoria y se realizó por viviendas.
Los resultados indicaron que un 20% de los jóvenes que trabajan en el ámbito de la construcción, aceptaba que debía seguir fumando aunque en realidad ya no quería hacerlo. El caso del tabaco es parte del conjunto que incluye a las drogas que la sociedad ha legalizado para su consumo y con la cual la población convive de distintas formas. El abuso de medicación psicotrópica es parte de este tema. Gran parte de los jóvenes que se manifestaron de acuerdo con la necesidad de que estos medicamentos fueran utilizados bajo prescripción médica modificaron esta opinión sin embargo a la hora de avalar la aplicación rigurosa de la venta sólo con receta.
Una gran diversidad de psicofármacos caracterizó el consumo no prescripto de trabajadores del Comercio y de la Administración Pública. Su abuso especialmente en el ámbito de los trabajadores de la enseñanza es probable que se encuentre asociado por un lado con la fuerte carga psíquica y mental de la tarea docente pero, por otro lado, también lo hace con la falta de censura social hacia el aplacamiento farmacológico de los síntomas del estrés, cuando se trata de población femenina.
Las estimaciones del estudio sobre uso abusivo de alcohol son consideradas conservadoras. Así y todo, se calcula que un 10% de la población economicamente activa, entre los 15 y los 29, ha tenido en el último año un comportamiento de alto riesgo. El sector de la construcción presenta a más de un tercio de sus miembros afectados por el abuso de cerveza. Bebida, por otra parte, no atendida habitualmente como una bebida de riesgo. Esta situación emerge de una cuerpo de creencias que, de alguna manera, da soporte a estos hábitos. La mitad de la población en estudio aceptó que una ingestión equivalente a medio litro de vino por comida, como mínimo, no implicaba mayores consecuencias en las personas.
Es un hecho que una serie de hábitos tóxicos han sido definidos como comportamientos sociales y, por tanto, difícilmente son visualizados como problema. El hombre convivió con drogas como el alcohol y el tabaco desde hace mucho tiempo atrás, y éstas fueron integrando el entretejido ceremonial e informal de los vínculos humanos. Sin embargo, debe repararse en que nunca como ahora los hombres se han visto expuestos a una tecnología de producción y venta como la actual. Cuánto de esta problemática comienza a ser hoy territorio compartido con las sustancias ilícitas es uno de los temas que merece atención.
El estudio señala que la oferta de marihuana ha llegado a más del 20% de los encuestados, la cocaína a cerca de un 7%. En algunas ramas como las de Transporte y Comunicaciones los porcentajes suben rápidamente.
El cuadro siguiente indica las tasas de consumo halladas para marihuana y cocaína en las diferentes ramas de actividad.
Tasas de consumo de marihuana y cocaína alguna vez en la vida, según rama de actividad. Población Económicamente Activa. Rep. Oriental del Uruguay. 1993 |
|||||||
Industria manufactur. |
Elec. Gas y Agua. |
Construcción |
Comercio |
Transport. Comunic. |
Banca. Serv. Emp. |
S.Gub y Pers. |
|
Marihuana |
6,8 |
12,4 |
4,6 |
6,8 |
22,0 |
... |
8,5 |
Cocaína |
2,4 |
6,2 |
0,2 |
2,0 |
3,0 |
2,8 |
1,8 |
El tema del abuso de sustancias psicoactivas tiene por el momento, en el campo de los trabajadores, una orientación definida hacia las sustancias legales. Sin embargo se observa que en poco tiempo se ha instalado una red de oferta de sustancias ilícitas y aparecen jóvenes involucrados en este consumo.
Este consumo no tiene la expresión de los grandes episodios de intoxicación o de cuadros de abstinencia, tampoco asume las características identificatorias para el conjunto social que hacen del adicto un individuo "distinto" del mismo. Es una parte de ese conjunto, que trabaja, estudia y hasta puede exhibir alguna medida de éxito social. Los trastornos son sutiles por el momento, las diferencias en un tiempo de reacción, las dificultades en una ejecución motriz de precisión, el menoscabo a la hora de evaluar una situación y decidir en consecuencia. Todos ellos son efectos que no son registrados a la hora de determinar las causas de un accidente laboral, de tránsito, o de cualquier otra decisión que determina daño para el individuo o para terceros. Todos ellos son resultado de un consumo no identificado, que está detrás de muchos problemas de salud, de la seguridad laboral y de la producción económica.
El sistema de creencias que promueve el uso del alcohol como paliativo de las dificultades, no queda contenido en el cerco de un grupo de sustancias sino que se extiende a todo el conjunto, porque lo que define finalmente es la aceptación por parte del individuo de que siempre hay una vía química para la resolución de los conflictos. La droga, legal o ilegal, se presenta entonces como una estrategia idónea destinada a ignorar las condiciones adversas que se presentan para la realización de la tarea: el exceso de frío o de calor, el aislamiento, la rotación de turnos, el estrés de la competencia, etc. Se configura entonces una "ideología del oficio" que explica la necesidad del ajuste farmacológico del individuo antes que la modificación del medio que lo trastorna, instalándose finalmente una subcultura de la droga en el trabajo.
Este sistema mimetizado con los vínculos habituales y aceptados por los grupos, no participa de los estereotipos de la adicción y de los adictos. No crea alarma porque los niveles donde actúa son entendidos como al margen de estos problemas, como es el caso de los grupos que producen. Los datos de las investigaciones más recientes señalan sin embargo que el uso de drogas está presente en el medio laboral y que su mayor problema reside en ser percibido, todavía, como el problema de los otros.