Alfonso Villa
Artículos Personales
COMO QUERIENDO DECIR LO QUE SIENTO.
¿RESIGNACION? ¿CONCIENCIA? ¿INADAPTACION?
LA CONCIENCIA Y SU RELACION CON EL ESPACIO Y EL TIEMPO.
COMO QUERIENDO DECIR LO QUE SIENTO.
Ayer esccuché unas palabras que me trajeron viejos recuerdos de años, creía yo, soñaba yo, ya pasados: "Eres un imbécil". Estas son muy elegantes pero equivalen a "pendejo", "bueno pa´nada". Y me di cuenta que, por lo menos para mí, suenan a lo mismo porque activaron en mi alma aquellos viejos momentos de dolor cuando la muerte era mi mayor anhelo siendo todavía niño. Salí corriendo. Quería huir de aquellas palabras. Corrí lejos de mí bajo la tormenta de mis recuerdos que en finos hilos inició por cubrir mi cuerpo desde la cabeza a los pies. Caminé de noche, corría, huía de mí. Vi a muchos imbéciles cubrirse por la lluvia. No sufrían. Sus rostros eran de amplias sonrisas. Vi papás felices ccon hijos cercanos. Vi mamás mojarse los pies al cruzar la calle. No vi sufrimiento. Vi inbéciles que no sufren. Ni siquiera se percatan de ellos. Menos de mí. Yo arrastro la noche conmigo. Frente y detrás mío veo lluvia y rostros felices. Dentro de mi solo tormentas y oscuridad. Solo yo sé que pasó. Los automovilistas tampoco. Una camioneta por nada y me pisa. Me libré. Los frenos se mojaron. Los de la bicicleta. Por poco le parto su madre al chofre. Del susto. Mucha lluvia. A su ritmo empapa mi cuerpo. Las gotas frías inician su bajada por mi cuerpo y mi carne tibia siente cada paso, cada rodada de la gota de agua que recorre su camino y yo el mío. Corro, huyo; huimos. Ella hacia abajo; creo que yo también. Hace frío. Cala hondo en mis huesos, ¿en mi alma? En mí. Mi pecho es una caja donde las moléculas de los sentimientos chocan, me confunden; escucho el ruido de sus fricciones, siento la presión de su corto espacio que los transporta sin remedio. ¿A dónde huir, lejos de mí, donde no me encuentre ya más? Detuve mi lenta y frenética carrera. Mi agitada respiración y adolorido cuerpo dicen que ya no más. Mi yo interior solo dice, para refrescarme la conciencia, que sigue conmigo. Que cuando corrí, corrió conmigo. Por lo menos él no me abandona. ¡Ojalá pudiera hacerlo! Le estaría eternamente agradecido.
Vi a los pobres de estemundo. A los de a pie. Pero ellos no lo saben. . Se ahorran la angustia y el dinero que voy a pagarle al terapeuta. Vi imbéciles haciendo largas filas bajo la lluvia con la sola intención de conseguir una hamburguesa calientita que con el hambre quita también el frío y esa sensación de soledad espentosa y oscura que produce el cuerpo el cuerpo cuando el estómago está lleno de solo necesidad de amor y comida. Largas filas. Seguro muchas hamburguesas. No se percataron de un imbécil que corría, con el estómago vacío, bajo el chipi chipi de la lluvia y el olor a carne cocinándose y a punto de llevar satisfacción a los hartos de locura, sin otra necesiadad que esperar el momento seguro del retiro de la lluvia y del regreso con ellos mismos a la casa de su propio yo. Su lluvia cede, cedió. Mi tormenta no para. Han caído fuerte rayos. Intento guarecerme al calor de la relación. Una centella me deslumbró y caí de espaldas bajo el torrencial aguacero. La relación se me negó. El calor también. No me resigné. Me levanté listo a emprender un nuevo intento de ponerme en contacto. Con el trueno como música escuché la letra de una canción para mí que decía: "¡Eres un imbécil! Todos lo sabemos. Acá también llueve. También yo y él nos estamos mojando. ¡Imbécil!". Pensé que lo mejor era descansar. Cejar un poquitín en los intentos. Después de todo aún me parecía que no se trataba del diluvio universal. Las nocehes por fortuna no son eternas. Esa noche pasó. Pero la tormenta no. No quise ver más truenos y oír más destellos, así que me protegí y busqué otro ángulo de la relación. Ahí sí encontré calor, mucho calor. Descansé. Pude frotarme los ojos. Disfrutat la luz del sol que calentó mi corazón. Tanta luz no llegó hasta donde guardo l recuerdo el recuerdo frío de la tormenta de la noche de ayer. Fue entonces que volví sobre mis pasos para investigar si aquella voz que calificó mis intentos de imbecilidad podía ser más indulgente para conmigo y compartirme un poco de relación que nos calentara todos. Ahora, por ser de día, vi pero no escuché nada. Ya no estaba la música ni la letra de la noche que parece cercan o lejana. No sé. Pero vi cuadros de colocres grises, de rostrosa estirados, con líneas gruesas, pronunciadas, duras, grises, negras, simples, abstractas, muy expresivas. Son las líneas que produjeron aquellos destellos y aquella música que sigue, en líneas, califancando de imbecilidad a la otra realidad, la "tuidad" (de tú) que se diluye en lo que no comprendes, en las diferencias que no percibes, por el egoísmo que te embarga, que encierra tus ojos, lámpara de tu alma, si llegaras tan lejos. ¿Los imbéciles tendrán alma? En caso de que la tengan, debe ser una imbécil. Soy lejanía, pampa. Sahara, oceáno, tempestead, tensa tranquilidad, intranquilo y pesado silencio, pecho doloroso, estrecho, anguloso. Soy bruma, aire fresco, libertad, búsqueda, madeja, enrrejado, palabras, algunos hechos, muchos pensamientos, boca marga, labios secos, semblante triste, figura encorvada, jorobada, erguida, horizontal y vertical, vertical,vertical. El campo me describe, no sé por qué. No sé cómo. Soy pino, río fresco, agua tranquila, y cristalina, fresca, helada, no tibia, no a medias. Soy ganas de hablar, de ser escuchado. Soy necesidad de ser feliz, de sentirme satisfecho... La tormenta no se fue, la dejé fuera por un momento. En la acera de enfrente está el término de mi relación primordial: yo, ella, él. Entre ellos y yo está la tormenta y el río caudaloso y embrabecido. Grité y escuché respuesta, estuve a punto de ser arrojado al cauce del río revuelto por el coletazo de una rama que me alcanzó. Estoy asido por una mano de un punto muy débil. Aquí me quedo. La niebla de diluye. Voy a intentar escuchar lo que me gritan desde el otro lado. Voy a gritar. Espero que nos pongamos de acuerdo para enfrentat juntos la tormenta y el río. El río se ha hecho ancho y profundo con los días. Recuerdo su juventud. Era un hilillo límpido y transparente que alimentábamos y controlábamos porque no le conocíamos río arriba ni tampoco su nacimiento. Nos aventuramos a contracorriente. Su cauce lo permitía: íbamos de la mano. Nos soltamos cuando el cauce ensanchó en lugar de atarnos más a la barca que nos une para luchar en su cauce. Nos soltamos. Ahora parece que es imposible unirnos si de por medio está el cauce peligrosos. ¿Esperar a que baje la corriente para intentarlo? ¿Y si no baja? ¿Desistir? ¿Luchar? ¿Culpar? No. ¿Asumir? Sí. Algo hay que hacer. ¿Pero qué? Ese es el problema. Como que el tiempo es lento, camina despacio. El no tiene prisa. El estómago se impacienta; hace sus movimientos. A mi me aturde este ritmo, me encabrona, me impacienta, me pesa un poco; más bien mucho. Ganas de que todo pase. Menos el tiempo; que él vaya despacio. Que pase el dolor y la tristeza con la angustia. Que se vayan. Que desaparezcan en el horizonte del infinito sin retorno. Para que el tiempo se quede. Es mi tiempo. Son mis dolores. No quiero unos; quiero el otro: Iluso. No hay uno sin los otros. Es solo ilusión; ilusión de ser lo que no puede ser. Solo eso. Aspiración. La historia es la historia. Yo solo soy yo. Es lo que creo.
¡Eso de leer la hustoria! ¡De encontrarle su sentido! ¿Significado? Tarea árdua y difícil y más para un espíritu que vive sin saberlo o sabe sin vivirlo. Vivir. Trabajar. Amar. Odiar. Sufrir. Caminar. Buscar. Reprimir. Perseguir tristezas y sombras. Seguridades huidizas, amores odiosos y dolorosos. Lejanías cercans. Cercanías solo en lejanías. Encuentros sin sentido, sin encuentros. Solo choques. Discusiones, guerras, paces falsas, débiles.. esa es la historia. Es la mía. Nada. Algo quizá. Pero pasado mañana, nada. Ni recuerdo. Solo olvido. Entierro. ¿Para qué tanto afán? ¿Para qué tanta lucha? ¿Para qué tanto amor y odio? Para el olvido. Para engrosar las filas de un subconsciente que me condiciona y no me pertenece. Nada. Sin sentido. Esa es la historia. No amor. No familia. No padre. No madre. Sí hermanos. No esposa. No yo. Solo olvido y pasado próximo que ya es remoto porque no nos pertenece. Desgastarse. Acabar con el tanque que gratuitamente alguien nos llenó sin preguntarnos. Solo gastarlo. Dejarse gastar. Ser gastado y desgastado. ¡La historia! ¡Mi propia historia! Solo el tiempo es señor de los límites; también de los míos. El tiempo al que le rendimos culto. La historia es suya. El le pone sus límites. El es su propio límite. Dineros, risas, saludos, cariños, atomóviles y pantalones. Prefiero unos de todos modos. Pensé que me daban igual. Creo que no. Valoro más unos que otros. ¿Sin sentido la historia? Solo aveces. Como dijo Neruda: "!Es solo que aveces me cuesta ser hombre¡".
13 de Agosto de 1996.
J. Alfonso Villa S.
EL CALOR DISTANTE.
A veces siento el calor de tu presencia de todas maneras distante, de todas maneras presencia. Me espanta que el alma se me aliviana, que encuentre llevadera la vida sólo por un día, solo por un momento. Gozar hace sufrir en su esfumanción mañanera. Mejor no gozar si a sufrir hay que volver. Así no tengo comparaciones que lamentar y recuerdos que soportar para entererrar. De pronto la paz hizo su arribo al terreno árido de mi ser. No me sentí. A la mala vida me había ido acostumbrando, al acero pesado del corazón. Pero era cierto. Sentía paz. Nadie me lo dijo; yo solo me lo escuché. Dudé. Disfruté. Dudé. No sé si realmente disfruté. Si lo fue, solo un momento me pareció. Me sentí mi propio dueño. Por un instante lo fui. ¡Hasta daría la vida por otro momento igual! Pero los salarios nos vuelven a la vida de todos los días, la que vive anclada en las necesidades que nos hacen palpar la humanidad que padecemos; ni siquiera la somos. La libertad de ser nos está negada. ¿Por quién? Me dijeron que por mí. Sentí que sí. Viví que no. Me tensionaron las respuestas. Si hay otra vida, después de morir, espero que sea diferente y mejor. O por lo menos que me condenen a vivir con una computadora. No me exige. Solo me recibe. Me escucha. No me cobra. Puede sacarme hasta la última gota de energía y dolor encefálico si mi disposoción la da.
La relación más cercana es la lejanía cuyos intentos de aproximanción solo me confirman que somos distintos y que el espacio no distingue. Tú eres tú. Yo soy yo. Tú estás allá. Creo que estoy acá. Somos dos soledades solitarias condenadas a la distancia y a la separación. No sé si tu existencia es real. La distancia sí. Más allá de ella escucho murmullos que parecen vitales, como los míos. Quizá sea como otro yo. Como otra conciencia que padece también los tiempos inundados de distancias solitarias. La nada no existe. Existe la conciencia de la nada, de la mota de polvo flotando en un espacio desproporcionadamentet distinto y distante. Tiempos, espacios, distancias, conciencias, soledades, fríos, murmullos, interferencias.
Y de todas maneras me emociona la otredad de tu conciencia, la alteridad que tampoco tú sabes si te pertenece. ¡A mí ni me lo preguntes! Yo también busco y me retraigo. Me revuelco y me revuelvo en esta parte del universo que se llama mi propia conciencia. Soy mi propia búsqueda. No hallazgo, no descubrimiento. Una y otra pregunta. Sin una y sin otra respuesta. A cada pregunta otra respuesta y otra pregunta. A cada conciencia su propia soledad. Las ondas sonoras de mi búsqueda rebotan en algo o en alguien que me dan tranquilidad para no abortame; ¡hay algo más allá de mi popio círculo de vida! ¡Aunque no sé qué es, está ahí! ¡Qué alivio! El otro busca también. Creía que era el único ciego, porque no veía.
15 de Agosto de 1997.
J.Alfonso Villa Sánchez.
EL ARTE DE VIVIR.
Aprender a vivir feliz es una arte. E l mayor arte, el mejor. Yo no sé mucho de artes, pero cada experiencia de satisfacción me hace pensar que solo la experiencia nos da verdaderas enseñanzas. No quiero dudar ni negar todos lo pensamientos que las letras han traído a mi cerebro y a mi vida en muchas ocasiones. Pero es quizá la vida de todos los días, con los libros de todos los años, que me ha enseñado quien realmente soy. Un día me siento pleno, satisfecho, y feliz y a mis ojos las lágrimas pueden asomar con su nota de alegría que mis ojos lloran para expresar el milagro de la vida y del amor. Pero al otro día -a veces no tanto-, al otro momento, las mismas lágrimas expulsan un alma apachurrada por la carencia de pan y de ser. Y el que derrama todas las lágrimas es el mismo, soy yo. Soy el dueño de mi llanto y de mi gozo. Los dos los he aprendido. Los dos los puedo desaprender. Vivir es un arte y todavía es posible que en realidad no sepa lo que digo, el contenido de tales palabras no me es dado, ni reconocido. Pero de alguna forma quiero expresar lo que siento. Vivir es un arte y una aventura que fuimos forzados a correr. Nunca apareció Alguien para hacernos la pregunta sobre la apetencia de la vida. Quizá tal aparición y tal pregunta carecen de sentido por la razón de que no podía afirmarme o negarme a algo que me era ajeno en la experiencia. Me pregunto si me siento condenado a vivir. Me respondo que sí. No tengo ni escapatoria ni opción. Mi opción consiste en esperar que el tiempo me mate, que cumpla su obra consumidora sobre esta conciencia pasiva que me representa o que mi sujeto se haga tal y vuelva sobre el tiempo como su única posesión, como su única posibilidad de tenerse y poseerse. No sé si ya me decidí. No estoy consciente de lo que acontece en y alrrededor de esta conciencia que soy yo. No sé si soy pasivo o activo. En honestidad me siento pasivo. El activismo me trae cogido por la cociencia. Hago tantas cosas que no sé lo que hago, ni por qué ni para qué; pero no puedo no hacerlas pues sería el inicio de mi muerte que, esa sí, activamente, parece que no me entusiasma. Me soy ajeno. Mi capacidad analítica me ha organizado un mundo donde no peligro, donde las cosas, las personas, las relaciones y demás fijaciones existenciales ocupan su lugar. Todo está en su lugar. Donde debe. Donde le toca. Donde le corresponde. Menos yo. Soy el observador, el organizador; pero estoy fuera. Soy un desorganizador desorganizado; o mejor, soy un ubicador desubicado.
MIS AMANTES.
Muchos días que fueron años madrugué para correr tras la frivolidad de las ocho columnas de espirales jornadas vacías y universales particulares y parciales. Se trataba de devorar kilómetros en letras que pretendían ideas que es arrogancia en la retrospectiva que el juicio falla.
Al final de la mañana y del día quedaba la sensación cruda de vacío, de hastío de tanto chisme, de tanta notocia pescada al vuelo por el "profesional" de la información. Ganas de decir, de escribir sin saber exactamente qué. Desde el "chupacabras" hasta la selección mexicana de futbol pasando por la política del país y sus repercusiones en la bolsa (de unos cuantos, desde luego. Algunos -la mayoría- solo tenemos las de los pantalones, las más de las veces inutilizadas y en algunas otras clausuradas o con agujeros; da lo mismo), solo particularidades tendenciosas, amarillistas y acríticas, empeñadas en conservar sistemas políticos y económicos que a todos nos redimen, menos a nosotros.
Los medios electrónicos abruman, apendejan a más de uno o dos millones de mexicanos que no alcanzamos para los viajes a esos puertos y playas paradisiacos que las pantallas meten a nuestras casas y a nuestras conciencias pero que en vías de desarrollo y todo no visitaremos.
Sin embargo, la gente buena nunca falta. Los empresarios de los medios masivos de comunicación y de los destinos turísticos, en un acto de caridad, que seguramente esperaan les sea recompensado por Dios, hacen que las playas, su aire, sus comidas, choquen y lleguen hasta la casa vía aparato receptor. Así, si no puedo ir, ellos vienen. Y yo termino por convencerme que debo ir, y lo peor, que puedo, que no importa ahorrar, endrogarme económicamente pues me merezco ese trato que me ofrecen. Trabajo duro, ahorro; ellos reconocen mi esfuerzo, me dan vacaciones y después yo pago. Al fin lo paseado, leído y asoleado ni Dios lo quita. Tampoco lo baboso.
Esa parte de la conciencia que trabaja a pesar mío, un día convocó a una rara reunión urgente: asistieron los principales diarios (sobre todo, de circulación nacional; los otros mejor ni vinieron); la televisión (un aparato viejo y empolvado, (¡o la ves o la limpias!) con sus principales patrocinadores y anunciantes (son a los que les compro; soy el que pago) y algunas revistas (las que tenían remordimiento en columnas de ocho llenas de vació).
Escucharon un decreto de expulsión forzada a causa de que el tiempo y los dineros se escaseaban. El único que medio escuchó fue ese que más o menos lucha por conservarse en el marasmo de los ires y venires que las opiniones baten. Los agredidos se quedaron (yo pensaría que fueron insultados. Ellos no se enteraron; siguen iguales o peores... ya no me interesa).
Di media vuelta y con las manos sudando y temblando por la emoción, la pasión a flor de piel, la excitación del corazón y el cerebro abierto, corrí al encuentro de mis amantes que siempre estuvieron ahí mientras me prostituía en lecturas baratas.
Mis ojos lloraron al sentirse acariciados por las curvas que las letras, en sensuales y místicas palabras e ideas ofrecieron al regreso de su amor. Mis manos, cada uno de sus dedos, por cada poro, se dispusieron a disfrutar la tersa piel de las hojas siempre parlanchinas de los libros que con cariño y cuidado desempolvé.
Mis dedos ciñeron por el talle con placer el cuerpo de una pluma que rauda y complaciente me sedujo a penetrar en los surcos del deseo que los renglones me dejan hacer.
Como mi amigo me dijo, cada raya, cada contacto entre mi alma y la del autor vía libro, ideas, letras, palabras y pluma es una caricia a la vida, al placer de disfrutar cada paso, cada movimiento, cada hierba, cada flor, cada letra, cada fibra íntima tensada entre punto y aparte.
Fue como regresar al primer orgasmo que la inteligencia nos regala en el encuentro quizá adolescente, amoroso y romántico que la vida nos ofreció cuando la necesidad nos obligó a estirar el cuello para jalar aire desde el libro aquel de la superficie brillante, vital y reluciente que fue la vida y la experiencia de ese escritor, sus ideas y sus personajes.
Sentí pena por mí. No por correr en carril de ocho columnas. Sino por durar tanto. Más que pensar en esos tiempos que pudieran ser juzgados como pérdidas, disfruto el placer del encuentro amorosos conmigo en las fuentes que los libros a cubetas llenas, plenas de cuentos y palabras me regalan.
El disfrute es despacio; es mejor caminar; en ocasiones trotar; correr a veces; pero regresar a caminar otra vez para volver sobre el tallo de la flor cortada que sigue con su savia abierta...
Muchas veces volveré sobre los ocho carriles, pero nunca dejaré a mis amantes: los libros.
19 de Septiembre de 1996. J. Alfonso Villa Sánchez.
SENTIDO
"Algunas veces, solo algunas,
Me asalta el presemtimiento
De que la vida tiene sentido".
18 de Octubre de 1996.
J. Alfonso Villa Sánchez.
RECUERDOS.
Hay días en que los recuerdos y yo
coincidimos: unos danzan al son de la
tormenta bajo el manto de la gris neblina
que enfría el corazón y lo arruina.
Otros cantan, corren y bailan al son
de los rayos siempre alcanzantes del sol
y se pierden en el horizonte claro
de la vida divina entonces con razón.
19 de Septiembre de 1996.
J. Alfonso Villa Sánchez.
EL TIEMPO DE MI CONCIENCIA
Llegó despacio, con la lentitud de quien anuncia su llegada y avisa de su presencia. Apareció sobre mi conciencia; mis cabellos se empaparon y sus raíces quedaron humedas. Cayó precipitadamente, en grandes, largos, gruesos y pronunciados hilos que se hicieron manto de movimeinto al son de las irregularidades de los caminos que los pies recorren. Cayeron aún más abajo. LLegaron hasta donde se podía llegar y rebotaron. Volvieron a aparecer y ya no pudieron subir. Les vi correr, llenarse de tierra, de arena y convertirse en lodo que luchó hasta gastarse en su empresa y hacerse dueño del agua que cayendo, evaporando y cayendo cumple su ciclo vital. Vi a mis sentimientos correr al ritmo de mis palabras que alcanzan aguas siempre bienvenidas. Me aturdieron, se cruzaron ideas y sentimientos, abstracciones y emoción, pensamiento y tacto. No pude pensar. Un corto intelectual y emocional me dieron la rigidez que solo a los metales se les admira como cualidad de la pertenencia a una esencia.
La intraquilidad acudió por el arrebato de mi propia quietad. La luz roja de la conciencia parpadeó de nuevo. Y las mismas preguntas de años ha escribiéronse sobre los lienzos que penden de este cuerpo mío tan frígido, solo y lúgubre como el de cantera de muchas lunas y muchos soles. Mi pensamientos volaron en dos direcciones y yo quedé suspendido sobre el torrente de mis propias lágrimas. Unos se precipitaron descompuestos sobre los bordes del pozo sin fondo que llevo dentro. Vi humedad, oscuridad, malos olores y feos ruidos.; aún caen y sufren con el día y las consecuencias de tocar fondo. Otros se fueron. Salieron. Se perdieron en un horizonte que me ciega, que me ofende con su luz y su altura. Es la dimensión nunca alcanzada. Ambos son mi paraíso perdido. Mi nunca posesión ni pertenencia. Mi nunca yo. Me siento condenado a serme ajeno., a serme desconocido. Mi opción es verme lejos, siempre más allá de...
Todas mis presiones alcanzan grados por abajo de cero. Más la de mi alma. Soy el abismo que corre siempre en el sentido equivocado. Que busca solo por buscar; que en realidad no le interesa ya nada. Cada encuentro es desilusión. Soy un quimera. Tú no existes. Eres un abismo oscuro frente a otro espacio de agujero negro que carece de toda conciencia, que está sin saberlo y sin importarle. Entiendo que el remolino implosivo alguna utilidad tiene. Mi yo es angustia con soledad siempre incomunicable. Mi mejor palabra y mi mejor discurso es solo necedad de una autoafirmación absurda completamente. ¿Por qué tanta resisitencia para aceptar que el sentido de esta cosmovisión siempre intentada es el absurdo? Solo él permite vivir. ¿Para que organizar? ¿Si cada organismo es otro sinsentidoo, otro caos mayor y siempre distinto? Voy a darle paso al azar y que sea él quien me tienda la mano medicinal que me diga que todo sinsentido es el sentido y que también eso es absurdo.
Los sentimientos no tienen lógica. No los pienso. No son tangibles, medibles, y ni siquiera (¿por qué debían serlo?) son comunicables. Entre mis sentimientos y yo hay una relación de opresión, sádica, masoquista, hiriente, lacerante, implacable. Unos tienen que morir para que viva yo. ¿Pero para qué vivir? ¿Para qué morir? El dato absoluto y más incosciente es el timpo, el lugar y yo que nos fundimos, nos maldecimos y nos hacemos inseparables. Soy su condicioón de posibilidad. Existen en mi medida. Ni siquiera me pertenecen. Soy su conciencia y su posesión. Son casi como Dios (si es que existe), están en todas partes, son la circunvalación del ser siempre amplio, aún más que el tiempo y el espacio que también le pertenecen.
No hay cuadro, no hay arriba ni abajo, tampoco derecha o izquierda. Solo hay relatividad absoluta sin sentido, sin punto de gravedad. Vivo a la deriva y en una realidad cuya esencia es la deriva, el camino simpre peregrino. Vivo de paso en un mundo que todo él es paso, escalón, pasado, negación movimiento, vanidad y vacuidad. Hasta quitarse la vida es absurdo. A pesar de todos los esfuerzos, llegarán días que que serán angustiosa espera por el tiempo que me trasciende, que se sigue mientras me quedo, que agurda su propia nulidad. Con odio y con rencor grito por los aires que el tiempo venga en raciones dobles sobre esto que soy yo y que si de todas formas llegará, por qué no lo hace de una buena vez. Pero pueden más mis intestinos que mis sentimeintos ubicados en esa parte fétida de mi ser que es presencia permanente de lo que para siempre seré y ya vivo.
Me gusta despertarme y encontrarme con el tiemo. Algunas veces me siento vencedor, dueño de mi propia historia. Pero siempre me veo luchando contra un enemigo que de todas formas me pondrá de hinojos y me aniquilará. De todas formas disfruto esta fantasí nostálgica y romántica que es vivir. Camino y me levanto como en un gesto de autoafirmación frente al universo como para decirle que el movimiento es mío y que el fenómeno que es la vida en todas sus dimensiones me pertenece en una ínfima parte del círculo que comparto.
¿RESIGNACION? ¿CONCIENCIA? ¿INADAPTACION?
Cómo cantar que vivo
si siento que muero en cada segundo;
cómo cantarle a los mares,
si su profunda grandeza me parece sin sentido;
cómo cantarle al amor
si el dolor me tiene consentido;
cómo ccantarle al triunfo y al candor,
si el fracaso y el sudor
del trabajo por ser yo
me quitan el sentido.
Cómo rezar, pedirle a Dios,
si nunca puedo ser dos
con otro ser en el camino
de esta vida de dolor.
Cómo tomar la vida en serio
si todo lo que quiero
es ganar tiempo en el sufrir
en este espacio que es mísero misterio.
Cómo no añorar el sol y su calor
si la puerta que me abrió la vida
lo hizo, creo, espero, por amor.
Cómo no sentir nostalgia del ayer
si el presente que tiene mi yo
sueña siempre con volver
al calor que mi pasado piensa y nunca albergó.
Cómo no decir palabras y expresar ideas
que abarquen y describan lo que no soy
si cuando me hablo vacío
el tormento que me contrae por dentro;
vuelvo a vivir y aunque mi vómito abecedario
me produce asco y verguenza siento
la venganza de reprocharle a la vida lo que
no debía, pero necesitaba.
Cómo no asquearme de estos días y meses que son mi vida
si antes que naciera me cubrió la sombra de la desdicha
y mis años confirmaron viejas sospechas de las
conciencias años ha algunas idas
de razones desgraciadas a su vez por la desgracia
no merecida..
Cómo no reprochar y maldecir
si aún me ciega la ira de los recuerdos,
de las palabras y las oraciones que quiero decir
para sanar aluna vez estos pensamientos
para algunos poco cuerdos.
Cómo no gritar en acordes de desentonación
que mi reproche a quien sea
no es una alegre canción
sino la fuerza bruta y la sal de la marea.
Cómo no reconocer mi conciencia
si en su seno anida el huevo de la angustia
que por todo pregunta y cuestiona
sin importarle la vida feliz
que trunca a quien en tales cosas se emociona.
Cómo no gritar preguntas,
si vivo bajo su sombra: mi conciencia.
Pero a ningún ser le cubre mi sombra. Solo a mí. Mi autoafirmación es solo para mi y para mi mecesidad. De todas formas soy mis circunstancias, me poseo en esa parte que es circunstancial. Mi yo profundo y absoluto es mi circunstancia siempre accidentada.
23 de Septiembre de 1996.
J. Alfonso Villa Sánchez.
LUCHANDO POR MI
Me consume una insaciable sed de poder y de consumir. Compro en cada producto una pincelada de falaz personalidad. En cada producto que no puedo comprar siento a veces una ligera y profunda negación de mi dignidad humana siempre amenazada y a veces perdida.
Vivo angustiado porque el dinero no me alcanza para comprar toda la personalidad que el mercado me oferta. me siento consumidor compulsivo, posesivo. Con cada producto que no puedo comprar la autoestima se me baja, me siento cada vez más cerca del suelo, como una basura.
Me siento indefenso, perdido en medio de unos productos de cuya posesión depende mi valía. Vivo al ritmo de las ofertas; cuando bajan los precios (?) me siento más cerca de mí mismo; pero solo un poco. Siento que cuando compro un producto que está rebajado y que en su precio normal (?) me es inaccesible, me acerco a los triunfadores que sacan la cartera repleta de billetes y pagan sin angustias en el rostro dos o tres carrillos de supermercado a reventar de personalidad en productos que van desde artículos de primera necesidad (?) hasta lujos que solo unos cuantos se pueden dar (y a veces podemos).
Me da vergüenza ir al supermercado con limitaciones en los bolsillos, calculadora y pluma en mano para comprar solo lo que necesito y salir con la sensación de que soy esclavo y no rey del supermercado. Los reyes llenan varios carritos y se ufanan pagando con mucha seguridad. Los fracasados llegamos ausentes, con la cabeza en alto y mirando al infinito de ninguna parte, escondiéndonos detrás del carrito semivacío como para que nadie se entere que es nuestro. Nos escondemos detrás de una revista que tachamos de consumista y superflua mientras soportamos eternos momentos en espera de nuestro turno.
El colmo de la desgracia es que hicimos las cuentas mal, excedimos en productos nuestra capacidad monetaria y hay que dejar algo de lo que seguiremos privándonos y que disminuye nuestra dignidad.
Encima hay que soportar la vergüenza de que la cajera llame al encargado de abrir las máquinas registradoras para que en nuestro tícket sea cancelado lo que no podemos pagar. Y mientras ella tacha el producto, yo siento que la pluma recorre mi corazón, y que mis pies flotan diez centímetros arriba. La sangre se me agolpa en el rostro y me siento un fracasado.
Pago y salgo derrotado dejando detrás de mí mi propia seguridad. La ropa, los zapatos, los televisores, la bicicleta, la botellas de vino esperarán por mi en los aparadores hasta que yo me haga de más dinero para comprar en ellos algunas otras pinceladas de personalidad.
Dejo el centro comercial como un perro apaleado y corrido de un lugar que de todas maneras no es suyo u donde tampoco es él.
En el mar donde estoy sumergido hago grandes esfuerzos por no ahogarme y salir a flote. Entre todos los estímulos que recibo yo tengo libertad de elegir las respuestas. ¡Es un gran alivio!
19 de Octubre de 1996.
J. Alfonso Villa
LA CONCIENCIA Y SU RELACION CON EL ESPACIO Y EL TIEMPO.
La historia es la flexión de la inteligencia sobre el tiempo y el espacio para darle unificación a la infinidad de experiencias y fenómenos particulares que se suceden irremediablemente al amparo de la conciencia que se pregunta si realidades tan complejas y distintas unas de otras en el sentido podrían ser englobadas bajo un ángulo o criterio explicativo en definitiva.
La realidad simplemente sucede, está presente, acontece por un dinamismo interior que el hombre, por lo menos, no le ha dado. Si el hombre la piensa o no, ella sigue su curso impasible. La existencia de la exterioridad ajena a la conciencia no depende del pensamiento sujetivo. La realidad simplemente se impone.
La conciencia ocupa un lugar privilegiado en el devenir: está inmersa en el movimiento y a la vez se puede sustraer a él y observarlo desde fuera, analizarlo, conceptualizarlo y descubrir las leyes que rigen el devenir del tiempo y del espacio, agrupandolos en el concepto historia. Cuando la realidad cae dentro de la conciencia por actividad refleja y es vaciada en el concepto "historia", el espacio y el tiempo con toda la fenomenología que encierran adquieren una explicación unitaria , universal sobre su origen, su proceso y su finalidad. Toda cosmovisión o historia o filosofía de la historia nos saca del caos de las experiencias particulares para darnos la tranquilidad de que nuestra particularidad obedece a unas leyes universales superiores a nosotros que rigen esta gran maquinaria de la realidad global.
La sucesión de fenómenos continúa al mismo ritmo pero el tiempo y el lugar de la conciencia personal e individual adquiere una dimensión cósmica, infinita, rayando en la eternidad que, si bien no nos evita vivir, nos da un lugar lejos del absurdo.
Desde la palestra del presente la conciencia organiza el pasado, le da costantes, le pone leyes que argumenta probar con la experiencia del presente para asegurarse un futuro semejante al pasado y distinto solo por las circunstancias. Ejemplos sobran: el cristianismo; el materialismo dialéctico de Hegel con su tesis, antítesis y síntesis; el materialismo histórico de Marx; la teoría de la reencarnación de las religiones de la India; la resurrección de Cristo en el cristianismo.
Me pregunto si tenemos necesidad de organizar en universales las experiencias particulares. Me pregunto si efectivamente la realidad espacio-temporal queda circunscrita , agotada, abordada en su justa dimensión por alguna u otra reflexión histórica. El cristianismo y su resurrección pretende hegemonía; también Hegel y Platón, Marx y Nietszche. Pero, ¿de quién es la hegemonía? Entiendo que de la realidad. ¿Qué sentido tiene entonces seguir tratando de aprisionarla si es inasequible?
¿Hay tesis, antítesis y síntesis; afirmación, negación, síntesis; sólo materia; creación, redención, resurrección? ¿El hombre está condenado a pensar, a dar vueltas a la piedra de un molino que de todas formas no muele?
La pretensión de sustraerse de la realidad para globalizarla, para pensarla, abarcarla y ponerla en el archivo del cerebro que le pertenece es una empresa demasiado ardua para un solo espíritu que lucha entre identificarse con su contexto experiencial y observarlo desde fuera.
Son muchas preguntas.
23 de Octubre de 1996.
J. Alfonso Villa Sánchez.
CANTO A ESPERANZA.
Ella llegó y tocó mi puerta. Al apenas tocar la perilla y dar vuelta inició la lucha. ¡Era Esperanza! Algunas veces entró un poco; hasta llegó a inundar mi casa. La hizo vivir. Otras casi salió total. Le gané la batalla en la puerta. Exhausto quedé más allá de la soledad cerrada y oscura. Del otro lado aún se escuchaban sus movimientos.
Muchas horas la deseé con pasión, pero las piernas no me respondieron y las fuerzas no me aparecieon ni en los labios para pedir presencia. Tirado al pie mi cuerpo mismo estorbó su entrada.
Hay momentos en que el rayo de la juventud cercana propia y ajena en la otredad del ser aparece e ilumina los días grises y las puertas entreabiertas dejan penetrar hilos de vivir. El sol amanece y las noches largas con sus horas huyen despavoridas tras su presencia. Yo respiro y mi cuerpo se levanta cruzando el pesado umbral de las tinieblas para correr tras Esperanza en luz.
Ella siempre me espera. Abre sus brazos y nos fundimos en un solo cuerpo al calor del deseo de la mañana. Al oído le susurro que me gusta su presencia, ceñir el talle de su cuerpo, sentirla escurriendo por mi pecho, cubriendo cada poro seco ahora húmedo de ilusiones y momentos lindos. Abrazados nos cogió la noche y su calor me templó. No vi sombras, no sentí miedos; disfruté el tintinear cercano de las estrellas, su luz brillante me dejó ver la noche.
Por primera vez en años la puerta se abrió de par en par y entramos ambos en la intimidad del otro y en la propia, en la mía. La noche me pareció noche. No había tinieblas; hasta escuché el trinar pacífico y encantador de los grillos; el viento que dirige cantos de coros con las ramas de los pinos acarició mi alma.
Me sentí excelso, sublime, elevado sobre la pesadumbre y de pie pude gritarme hacia el abismo de mi propio ser que las estrellas, el grillo, el pino, el viento y esta tierra que huele a mi porque somos uno, bien valen unos años de espera y de interna lucha , hasta que los ojos dejen de mirar y decidan observar y escudriñar, los oídos de oír y quieran escuchar, los sentidos de sufrir y quieran disfrutar. Estos días siempre llegan.
Esperanza y yo dejamos de luchar porque su fuerza venció el peso de mi cuerpo, abrió la puerta a mi ritmo, me llenó, me levantó y, por lo menos hoy, caminamos fuertemente asidos de las manos. Es como si nunca nos hubiéramos separado. Es como si el amor por primera vez nos hubiera unido. Ya no hay nostalgia. Nos besamos como ayer. Nuestras miradas nos recorren, desnudos, como antaño; las ropas nos estorban. Nuestras almas se funden en el camino que avanza hacia el sol del horizonte donde ya no hay yo y/o tú; solo hay nosotros y tú y yo.
La pasión nos gana, los besos nos unen. Nuestras huellas y nuestros pasos han recorrido el mismo camino. Avanzamos con paso firme por el camino polvoso junto al río que solo con su música acompaña nuestro amor. El ya viene de regreso y las piedras nos hacen llegar su fértil canto desde el fondo donde las plantas y los pinos se nutren de su vida. Sedientos de paz y amor, de calma potencial, unidos caminamos buscando su fuente. Estamos seguros de encontrarla y nuestra unión es presagio del origen.
Hoy que camino espero que cuando el cansancio, su abruptez, me agobie, tenga la suficiente fuerza para seguir intentándolo aunque parezca que voy solo. Esta sensación será mía. El camino seguirá existiendo, el río seguirá cantando y la fuente estará esperándome. A pesar mío. La noche será noche y las estrellas serán bellas y Esperanza otra vez podrá ser mía.
1 de Noviembre de 1996.
J. Alfonso Villa Sánchez
El Siglo del Progreso.
El siglo XX será el siglo del movimiento, del cambio social, de los avances políticos a las democracias, antecedidos por los totalitarismos de todos los grados; será, sobre todo, el siglo de la entronización de la diosa ciencia con el propósito firme de la excomunión de Dios en nombre de la técnica; será el siglo de las grandes migraciones y de las insoportables urbes: será el siglo de la televisión por toda la casa, desde el comedor y la sala, hasta la recámara y el baño, para evitar la terrible angustia de estar sólo; será el siglo de la buena vida, del cuerno de la abundancia, de los viajes, de los cuerpos masculinos refinadamente femeninos y de las mujeres glamorosas, místicamente endiosadas por sus caderas, pechos y demás componentes más o menos sintéticos; será el siglo de los contrastes: de eminentes personajes podridos en posdoctorados y maestrías en las universidades de más renombre y de piltrafas humanas, que no pueden terminar ni la educación primaria; de fortunas millonarias en dólares, producto de grandes trabajos en el petróleo, en la política o en los negocios acumuladas por una porción mínima de la población mundial frente a otra, la mayor, muriéndose de hambre, desnutrida, mal vestida y mal educada, cuyo destino será la muerte de todas maneras, más tarde o más temprano, lenta o violentamente; será el siglo de las grandes barbaries, de la carrera armamentista para proteger los intereses de los países económicamente poderosos, y de los grandes hombres y mujeres de Dios, que traspasaron los límites asfixiantes de sus propias religiones para hacer del amor la religión del único Dios verdadero que en el juicio final no falla sobre la filiación religiosa, sino sobre la práctica del amor. Será el siglo de los medios masivos de información; será el siglo, sobre todo al final, en el que podrán los seres humanos presumir con arrogancia que acceden a toda la información sobre el planeta y sus alrededores que deseen y quieran darles quienes manejan ese mundo y son dueños de sus conciencias. Será el siglo donde la información nos ocultó el conocimiento objetivo de la realidad.
Será el siglo de los deportes, del beisbol de las grandes ligas, del mejor basquetbol del planeta en la NBA, de las selecciones de futbol y sus mundiales con Brasil, Alemania, Italia, Argentina (y México) como protagonistas y una cantidad idiotizada de aficionados aplastados en el estadios, consumiendo ese u otro circo que los gobiernos ofrecen para desviar la atención de lo realmente importante.
Será el siglo del liberalismo individual, del relativismo religioso, moral y hasta teológico; será el siglo del consumo. Será el siglo de la defensa de los derechos humanos, de los derechos de la mujer, del niño, de los animales, de los pueblos, de la libre expresión; de la ecología, de la protección al medio ambiente por el superhombre que quiso construir una supersociedad comunista o liberal y fracasó y ahora aspira a erigirse como dios y señor de la creación, de la flora y la fauna, para proteger este planeta mientras se empiezan a construir casas de interés social en la Luna o en Marte, o mientras alguna potencia, guiada por un gran líder, se anima a eliminar, con el menor daño posible, a una cantidad suficiente de gente y hacer más habitable este planeta.
Será el siglo de la medicina, de la microcirugía, de los transplantes de órganos, del refinamiento de las vacunas y de los medicamentos, de la ingeniería genética, de la pediatría y la geriatría en aras de extender la vida; del aborto y la eutanasia; de las cámaras de gas; del ébola y del sida; será el siglo de la venta indiscrimidada, en cantidades industriales, de fármacos tan sofisticados como criminales, en la aldea global.
Será el siglo de la muerte, de las guerras mundiales con armas tan primitivas y tan sofisticadas como las elaboradas con la energía nuclear. Será el siglo de las grandes religiones históricas, filosóficas y científicas, escondidas desde sus lugares de culto y retraídas sobre sus propias apologías; de las sectas satánicas y de los suicidios masivos por dogmatismos neuróticos e idiotas. ¡El siglo XX será, pues, recordado como el siglo del Progreso!
Muchas familias, que vivíamos en sociedades rurales, no fuimos capaces de resistir la predicación bien elaborada de los Profetas del Progreso, y corrimos a las grandes ciudades del siglo XX para encontrar mejores condiciones de vida. Además, con el tiempo concluimos que la religión del Progreso y la sociedad rural, en muchas latitudes, son dos entidades difíciles de conjuntar. Huyendo de las duras condiciones de vida que prevalecen en el campo, llegamos a la ciudad prestos para alistarnos en los roles que nos hacen ser personas que pertenecen a lo que tarde o temprano será el primer mundo. Pero para llegar allá hay que trabajar mucho. Muchos de mis hermanos tomaron por asalto cuanto trabajo encontraron en el país o en el extranjero: la albañilería, la herrería, la carpintería, el aseo público, el pequeño comercio o de plano terminaron subempleándose. Otros, muy pocos, se ilusionaron con la escuela, con el estudio. No llegaron muy lejos. Lo suyo era trabajar. Y ahí están todavía trabajando como burros y viviendo como tales. La situación fue más crítica con los que se fueron al extranjero. A muchos me los he encontrado ocasionalmente por ahí y llevan en su ser, en su cuerpo y en su rostro el cansancio y el aburrimiento del trabajador urbano que se mata trabajando en algo que ni quiere, ni es de él. Veo en sus ojos el reclamo a los profetas del progreso por su situación, que en muchos aspectos es peor que la que tenían en sus años mozos en sus rancherías. Sus hijos tienen infancias muy diferentes a las de ellos. Tienen un poquito más que comer y que vestir, pero deben pagar un precio muy alto. No tienen mucho del paisaje rural que sus padres llevan dibujado en el alma y que sus manos y el sombrero que algunos todavía usan les recuerdan. Ya no saben de vacas, de monte, de río, de resorteras y de armadillos. No podrán disfrutar una tormenta que les cubra la vida mientras cuidan o trabajan su propia parcela; ya no cosecharán sus parcelas ni acarrearán su rastrojo para darle de comer al ganado en tiempo de secas; no correrán entre los girasoles de noviembre por las llanuras exhuberantes de color y de vida, de aromas y libertad. Tampoco les tocará trabajar el pino, oler su resina, escuchar el canto del viento sobre las copas de los árboles perdidos en la espesura del bosque. No podrán tener un caballo o un burro, o una gallina y unos guajolotes para hacer mole como el de la abuela. Las canciones norteñas no suenan igual en la ciudad que en el rancho. A ellos les tocó vivir el Progreso por el que sus padres apostaron: una mejor educación para sus hijos en medio de la selva de asfalto y todas sus implicaciones.
El año 2000 a muchos nos sorprenderá fuera de nuestra casa, de la tierra que nos vio nacer y que muy probablemente no nos verá morir. La migración nos arrancó nuestra tierra y nuestras costumbres tuvieron que cambiar; algunos hasta llegamos a avergonzarnos de ellas y empezamos a escuchar canciones en inglés para sentirnos hijos de aquí; nuestra manera de vestir cambió y también lo que fumamos. Sentimos que los jeans eran para nosotros y que los Marlboro nos acercaban a lo que hace años fue una realidad y hoy es un sueño: la libertad del campo.
Encima se nos viene el tercer milenio y estamos muchos fuera de casa, a la interperie y con la inseguridad que da estar en un lugar donde las raíces no son tan hondas y el progreso no nos ha hecho más felices ni necesariamente más humanos. Quien sabe si menos religiosos.
¿Cómo nos será el siglo XXI? En tan sólo cien años lo sabremos. Con todo, me atrevo a asegurar que los habitantes de los albores del siglo XXII recordarán con nostalgia el siglo XX como el siglo de la paz, de la concordia, del amor, cuando todavía existía la familia como la célula de una sociedad casi tribal, donde los hijos aprendíamos a ser felices, a disfrutar de la aventura de vivir en un planeta viento en popa de la mano de Dios poderoso que nunca abandona a su pueblo. Sentirán nostalgia de aquellas grandes escuelas y aquellos dignos profesores que buscaban dar a sus alumnos, no un cúmulo de información pandemoniaca, sino gotas de conocimiento y sabiduría para la vida, con la autoridad ganada a pulso en el trajín de la vida. Sentirá nostalgia del respeto entre los seres humanos y de su primitivo avance científico y tecnológico que aún no lograba poner en peligros reales su propia subsistencia. Sentirán nostalgia de la intimidad de la pareja, de la familia, de los hijos y de los papás, de los abuelos, de los tíos y los parientes, del campo y de los animales. Realizarán estudios, hipótesis, investigaciones, analizarán el material audiovisual que sobrevió del siglo XX y no entenderán bien qué es una fiesta parroquial, religiosa, una peregrinación; se burlarán de nuestra forma tan primitiva de vestir; de casarnos, de hacer el amor, de tener hijos propios, de morirnos con naturalidad para ir a la vida eterna. Disfrutarán el siglo XX con la envidia de haber tenido que padecer un tiempo y un espacio más difícil, más saturado, más violento y más duro de vivir. Sus ojos volverán sobre la sabiduría y la experiencia del que será su pasado más próximo para encontrar las raíces de muchos problemas que en su presente les aquejan y adaptarán nuestra forma de ver el mundo, rodeada de dioses, de santos, de magia y de misterio sobre la vida misma y sobre la muerte en la episteme de su propia realidad cuantificada, medida y calculada hasta el más mínimo moviemiento y desequilibrio. Añorarán toda esa área de la realidad que porque no conocemos no nos duele ni nos problematiza; desearán el azar como gobierno, tanto en la casa como en la calle y sobre todo en el alma. Apareceremos como las salvajes más avanzados que los del Mundo Feliz de A. Huxley y seremos el prototipo de sociedad a que aspirarán los pueblos del siguiente siglo: avanzados y estancados; sabios e ignorantes, viviendo bajo el mismo techo y navegando en el mismo barco con planes bien trazados, más o menos bien elaborados y tremendamente dejados a la ineficacia de la tecnología y a los caprichos de Poseidón y del mar.
El siglo XX será el espejo sobre el que volverán sus rostros una y otra vez las generaciones futuras para entenderse y caminar seguras sobre su propia humanidad, en aras de superar nuevos vicios siempre viejos bajo las capas del progreso, de la historia, de las sociedades, de la Humanidad. El hombre seguirá siendo tal y su búsqueda seguirá siendo el sentido sobre las eternas preguntas del origen, del fin, del porqué, del cómo, etc...
El vértigo por el progreso antitético frente al progreso sustentable nos llevará, más temprano de lo que los mejores analistas y futuristas lo previeron, a un callejón sin salida que tiene varias caras. Una de ellas es el agotamiento de recurso no renovables en el planeta que nos pone en predicamentos definitivos. Otra es que la emulsión de tantos contaminantes a la atmósfera terminarán por hacer de la única casa que hasta ahora poseemos, un lugar inhabitable y cada vez más letal.
Es sorprendente la premisa mayor que se enarbola para hacer del Progreso el objetivo y la meta a perseguir: a mayor progreso, mayor educación, y a mayor educación, mayor felicidad y realización para el ser humano cuantitativa y cualitativamente considerado. La conclusión que la experiencia nos ha permitido constatar, una y otra vez, ha superado con mucho cualquier desquisiada mente que se atreviera a hacer predicciones sobre el futuro: no sólo no lo ha hecho más feliz, sino que el ser humano ha llegado a ser refinadamente más inhumano, más egoísta, más egocéntrico, más infeliz. Gracias al Progreso.
Alfonso Villa.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA
Bajo los abrazadores y quemantes rayos del sol se extiende la noche de mi existencia entre truenos y tormentas , mediatizada por el vuelco vertiginoso de la conciencia que vira hacia dentro y hacia fuera para encontrar el doloroso sinsentido de los rayos , las sombras y la misma conciencia. La sombra del que carga mi pensamiento se alarga cansada, huidiza y pesada sobre las paredes del tiempo asible de sentimientos, de esperanzas y fantasías. Avanza despacio sobre sí. Se niega al eterno alargamiento que adelgaza las formas, contrae los grises y rompe los sueños. El sol ha cobijado mis témpanos con sus luces negras y frías. Mi cuerpo tiembla al ritmo de la conciencia, del dolor y del placer que en composición contrapunteada arman una partitura retorcida, larga y estridentemente ensordecedora: mi propio yo.
Las circunstancias de mi apariencia, mi vestido y mi peinado han hecho su mejor esfuerzo en el trabajo de esconderme bajo sus encantos. Lo han logrado. Parece que a mi me han convencido. A los que viven de sol, que conocen la luz y el color, el sudor y el calor de la playa les parezco luminoso, triunfador y erguido como dueño. Me admiran y quizá me envidien. Desean mi talento y mi temperamento, mi facilidad en el discurso, en la relación y en el pensamiento. Y yo grito desde la noche, bajo la tormenta: "¡Lo logré! ¡engañé! ¡oculté lo que quería!". Pero cuando los inconscientes, los engaños se diluyen. Aparece lo que somos. Ni más ni menos. Resulta entonces que no lo logré. Que me engañé a mi mismo. Fui el único engañado, creído y fracasado. Las risas detrás de las puertas escurriendo de lluvia bajo mi tormenta eran llantos, lágrimas de tanto querer reír, ser feliz y no poder, no querer.
En la pretensión ce volar sobre las aguas que se precipitan, alcanzar las nubes y tocar el sol, nuevamente el agua me ganó el intento. Y aquí estoy de nuevo, tratando de recoger mi sombra de su alargamiento. ¡Si no existiera el sol sería feliz! Si no supiera que la noche con tormenta es fea frente al sol, sería eternamente feliz sufriendo mi empapado cuerpo. Si no distinguiera entre frío y calor, entre noche y día, entre felicidad e infelicidad, entre mi alargada sombra y mi yo profundo. ¡Si la noche no me lastimara, si el sol no me calentara!. Sería feliz. No distinguiría. No tendría capacidad de comparar, de preguntar por qué tengo frío, por qué tengo calor y no vida agradable. ¡Si me pudiera ser dado no preguntar! ¡Si pudiera alcanzar la inconciencia de la felicidad, la gracia de la inconciencia! Los potenciales no existen y yo sólo soy el extranjero de mi en esta noche que sólo se pertenece ella, que me circunda y que tampoco es mía. Ella tampoco se pertenece. Es, como el sol, ese otro instante cronológico de intermitencia eterna en el que este yo con su conciencia navega. Aparece y desaparece. Es el eterno devenir. Sólo por llamarle de alguna forma, por darle un nombre a este caos cuyo sentido es absurdo. Espero en el corazón que Dios exista. A fuerza de tanto recurrir a él lo he despersonalizado. Es todo y nada. Es la razón de ser y no se identifica con nada. Es él. Soy yo. Somos dos soledades lejanas y distantes. Tan distantes que la comunicación no fluye. Nos somos ajenos y desconocidos.
Me impactó la flor, la palabra concreta, el sentimiento de angustia, de preocupación. Me impactó más que Dios. Me emocionó la poesía, la vida de la esperanza en alguien tan humano y atormentado como yo que cree y se le nota. Es posible que mis pensamientos tengan atrapado a mi corazón en un marasmo de ideas, de conceptos y de inteligencias grandes. Vivo atrapado en medio. Bajo los raciocinios y los impulsos, los sentimientos y los pensamientos. Hacen conmigo lo que quieren. Me tumban, pierdo; me siento derrotado; me levanto, siento como que triunfo, como que soy yo. Yo soy el campo de batalla donde todas las guerras de la historia de libran. Estoy condenado a ser campo de batalla, escenario de mis propios días:
¡Cómo cantar que vivo si siento que muero en cada segundo; cómo cantarle a los mares, si su profunda grandeza me parece sinsentido; cómo cantarle al amor si el dolor me tiene consentido; cómo cantarle al triunfo y al candor, si el fracaso y el sudor del trabajo por ser yo me quitan el sentido!
¡Cómo rezar, pedirle a Dios, si nunca puedo ser dos con otro ser en el camino de esta vida de dolor! ¡Cómo tomar la vida en serio si todo lo que quiero es ganar tiempo en el sufrir en este espacio que es mísero misterio! ¡Cómo no añorar el sol y su calor si la puerta que me abrió la vida lo hizo, creo, espero, por amor!
¡Cómo no sentir nostalgia del ayer si el presente que tiene mi yo sueña siempre con volver al calor que mi pasado piensa y nunca albergó! ¡Cómo no decir palabras y expresar ideas que abarquen y describan lo que no soy si cuando me hablo vacío el tormento que me contrae por dentro; vuelvo a vivir y aunque mi vómito abecedario me produce asco y vergüenza siento la venganza de reprocharle a la vida lo que no debía, pero necesitaba!
¡Cómo no asquearme de estos días y meses que son mi vida si antes que naciera me cubrió la sombra de la desdicha y mis años confirmaron viejas sospechas de las conciencias años ha algunas idas de razones desgraciadas a su vez por la desgracia no merecida!
¡Cómo no reprochar y maldecir si aún me ciega la ira de los recuerdos, de las palabras y las oraciones que quiero decir para sanar alguna vez estos pensamientos para algunos poco cuerdos! ¡Cómo no gritar en acordes de desentonación que mi reproche a quien sea no es una alegre canción sino la fuerza bruta y la sal de la marea!
¡Cómo no reconocer mi conciencia si en su seno anida el huevo de la angustia que por todo pregunta y cuestiona sin importarle la vida feliz que trunca a quien en tales cosas se emociona! ¡Cómo no gritar preguntas si vivo bajo su sombra: mi conciencia.
Septiembre de 1996
J. Alfonso Villa Sánchez.
LA TAREA DE HUMANIZARME.
El hombre es un ser que nace y se hace hombre en la relación personal e íntima consigo mismo y con los demás, en esa interacción que con el tiempo lo van convenciendo de su interdependencia biológica, psicológica, social, cultural y de fe que lo humanizan. Humanizar al hombre es una tarea personal y comunitaria que nos involucra desde el inicio de nuestra vida hasta el término de la misma. Humanizar al hombre es un proceso siempre tenso entre el "ya" de lo alcanzado y el "todavía no" de lo que siempre nos falta. Hacerse hombre, llegar a poseer la humanidad como totalmente propia es un proceso que no siempre es lineal en el tiempo y en la conciencia.
Unas veces nos descubrimos viento en popa sobre la barca de nuestra vida, navegando desafiantes por las crestas de nuestra propia historia y alzándonos victoriosos por sobre los peligros que el mar de la vida nos depara. Pero hay otros días que más bien parecen noches y vamos dando tumbos por las paredes frías y duras de un maremagnum que nos desorienta y en el que nuestra humanidad no sólo parece naufragar sino también perder el rumbo, ver ocultarse el faro salvador detrás de un mar embravecido que nos hace tragar agua y morder el polvo para hundirnos en la impotencia de alcanzar la orilla. Pero ni los días ni las noches son eternas.
Para este trabajo de hacernos hombres y llamarnos hermanos, Dios nos ha regalado la libertad. Las elecciones libres nos humanizan; las elecciones arbitrarias y libertinas nos esclavizan. El hombre puede tomar el camino que le construye y alcanzar obras sorprendentes por su altura, belleza y estructura sobre su propia humanidad hasta alcanzar a Dios en la sublimidad de su experiencia.
Pero puede también tomar sus pasos, volverlos y encaminarlos sobre su propio ego para ahogarse como Narciso, endiosado por su imagen, encapsulado en la cárcel de su conciencia e intereses o perdido y deslumbrado por la arrogancia de querer ser como Dios.
Esta condición humana que en el hacerse se pierde y se encuentra una y otra vez no es ninguna novedad para la herencia de fe de la cual somos agraciados depositarios. La Carta a los Gálatas de San Pablo es la más biográfica del Apóstol de las Gentes. En ella Pablo abre su corazón para mostrar al hombre que trae dentro. Ya casi al final de esta carta, Pablo nos describe cuáles son las consecuencias del egoísmo, de esa actitud que arrastra al ser humano a desdecir de su propio origen y vocación que terminan por perderlo. El que sólo se guía por sus impulsos, por sus sentidos, por sus intereses se odia tanto a sí mismo que aborrece a los demás, miente, divide, subestima, rechaza, abusa de la confianza y el cariño que los que le rodean le prodigan a manos llenas. El egoísta se niega a crecer, se niega a abrirse, a madurar, a humanizarse. Es el estudiante que estudia para obtener un diez de calificación a costa de todo, incluso de él mismo. Araña una décima de punto para que su imagen de grandeza quede intacta. Pide los apuntes, les saca fotocopias, compra los resúmenes, se junta con los que saben sólo en tiempos de exámenes para obtener los beneficios consabidos; se las ingenia pero pasa, aunque sea con un seis y alardea de ello. Le gusta el protagonismo.
Es el maestro que quiere que se diga que su clase, su opinión es la mejor. Soy el maestro más exigente. Eso me encumbra, me da prestigio: "En mi clase más de la mitad del grupo reprueba y se va a exámenes extraordinarios...". Es la persona que cumple las normas al pie de la letra, pero no da más, no va más allá de lo que la ley le pide. O viola las normas deliberadamente: llega tarde, no estudia, no se prepara, no cumple ni con lo que le toca. Hierra por exceso o por defecto. Su imagen está por los suelos.
San Pablo llama a todas estas actitudes pecado, es decir, apetitos desordenados y que desordenan. Yo las llamo deshumanizadoras. Para el caso es lo mismo. El hombre se golpea a sí mismo y acusa a los demás de sus desgracias. Hasta le reprocha a Dios con atrevimiento y arrogancia porque le manda tantos males. ¡Cómo si Dios fuera un Padre golpeador! Pero Dios nos concede hasta esta noble gracia y espera, espera, espera... con los brazos y el amor siempre abiertos.
El mismo Pablo nos dice cuáles son los frutos del Espíritu, del amor de Dios hacia nosotros y del amor entre los auténticos hermanos: paz, fidelidad, armonía, mansedumbre, disponibilidad, apertura de pensamiento y de corazón, donación, entrega... El que sigue los impulsos del Espíritu abre su corazón para escuchar también los sonidos que llegan del silencio del otro que me ayuda como espejo, en el que me reconozco como tarea gloriosa, alegre y feliz; ve lo que es evidente y lo que no lo es tanto, para compartirlo; se sabe y se siente a veces frágil y a veces fuerte; está cuando se le necesita y sabe deslizarse cálidamente cuando la circunstancia se lo indica; sabe a quien mirar y hablar para alentar, a quien tenderle la palma del corazón para acompañar en la humanización que nos dinamiza. No se siente redentor del mundo; se siente feliz y confiadamente hijo de Dios y sabe que el que hace al hombre ser humano e hijo de Dios es la Trinidad que no descansa y que nos asalta en el rincón de cada momento y cada corazón para seducirnos al amor. No piensa el amor; simplemente lo vive.
12 de Junio de 1998.
J. Alfonso Villa Sánchez.
Cuando el hombre siente necesidad de reivindicar sus derechos recurre a una serie de manifestaciones para mostrar su descontento frente a la situación que está padeciendo. La huelga de hambre es uno de estos métodos utilizados para tal propósito. Pero no se trata de un medio más sino de uno que reviste una complejidad especial pues se trata de poner en peligro la propia vida.
1. Actualidad del Problema.
En nuestro siglo se ha puesto de moda recurrir a la huelga de hambre como medio de protesta pacífica frente a las situaciones de injusticia.
No podemos pasar por alto los grandes ejemplos que encontramos en la historia.
En 1920 el alcalde de la ciudad irlandesa de Cork, Terence Mac Swiny fue detenido y encarcelado por participar en la rebelión independentista de Irlanda contra Gran Bretaña. Se negó a comer y después de sesenta días murió en prisión. Swiney es considerado héroe nacional.
Gandhi fue detenido por ser el jefe político del movimiento de independencia de la India contra la colonización de la Gran Bretaña. En 1941 estuvo 21 días sin ingerir alimentos, tomando solo zumos de frutas. De 1918 a 1948 Gandhi realizó 17 huelgas de hambre. La India obtuvo su independencia en 1947. La reputación del Mahatma por su vida ascética, su principio doctrinal de acción no violenta y su trágica muerte martirial, es intachable. Gandhi es el gran héroe nacional.
El 31 de Marzo de 1974 Michael Gaughan (miembro de la IRA) comienza una huelga de hambre en la prisión de la Parkhurts (isla Wight) pidiendo el trato de prisionero político y su traslado a una cárcel de Ulster. Murió el 3 de Junio. Su ejemplo fue seguido por otros encarcelados y en 1981 muere de la misma manera Bobby Sands. Gaughan había participado en el atraco de un banco para obtener fondos para IRA.
También ha habido unas huelgas colectivas como las realizadas en la Paz, Bolivia, entre Diciembre de 1977 y Enero de 1978 o las de Santiago de Chile entre Mayo y Junio de 1978.
En México tenemos muchos ejemplos de huelgas de hambre aunque ninguno ha llegado a la muerte gracias a las soluciones dadas a las demandas de los hulguistas. El 25 de Octubre de 1991 trece indígenas veracruzanos de la CNPI realizaban una huelga de hambre en el zócalo de la Ciudad de México. Por esta misma fecha la panista de Sonora, Cecilia Torres, continuaba su huelga de hambre frente a la sede de su partido.
Bástenos estos ejemplos para mostrar la actualidad de este recurso pacífico como instrumento de reivindicación.
No es fácil una reflexión sobre la huelga de hambre por la carga ético-emotiva que conlleva. Después de la muerte de Swiney los moralistas irlandeses defendieron la licitud objetiva de la huelga de hambre de su compatriota diciendo que se trataba de un suicidio indirecto, moralmente lícito por el grave motivo que lo impulsaba: la lucha por la independencia de Irlanda y elevar los ánimos de los combatientes contra los enemigos de la patria y la religión. Los moralistas ingleses concluían con la ilicitud y la inmoralidad objetiva de la conducta del huelguista, pues se trataba de un suicidio directo y sin posible justificación.
Estos ejemplos nos muestran ya de entrada la complejidad en la valoración moral de la huelga de hambre. Hay que decir que la atención que se le ha dado a este problema ha sido circunstancial, en el sentido de que ha sido motivada precisamente para dar respuesta a estos acontecimientos. La bibliografía sobre el tema es escasa.
2. Naturaleza de la Huelga de Hambre.
1) Hambre y Etica.
El hambre ha estado presente siempre en la humanidad. Cuando es impuesta individual o comunitariamente, la sensibilidad ética reacciona: se empeña en erradicarla y protesta frente a las injusticias que la toleran o apoyan.
El hambre, o el dejar de comer, ha sido objeto de libre decisión humana. El hambre deja de ser padecida como necesidad o carencia para ser asumida con libertad:
a) Como mecanismo de autoafirmación (rabietas infantiles, p.e.).
b) Como signo de necrofilia.
c) Como procedimiento táctico para regular las posibilidades en situaciones de escasez alimenticia.
d) Como deber religioso (Ayuno).
e) Como terapia o ayuno higiénico
f) Como acción solidaria con los que padecen el hambre-necesidad.
En ninguno de estos casos se trata de huelga de hambre. Hay que hablar más bien de ayuno (religioso-no religioso, patólogico-normal, egoísta-altruista).
La valoración del acto depende de la finalidad objetiva del mismo; en este caso se trata de la finalidad de la privación de alimento.
El hambre surge aveces en el horizonte del comportamiento humano con el significado preciso de huelga de hambre... Es la forma de ir entregando la propia vida, hasta la consecuencia última, como arma para reivindicar derechos humanos que se juzgan fundamentales y no alcanzables de otro modo menos costoso... El hambre es una necesidad sentida por el sujeto y es cauce de una comunicación metabiológica. Pero se separa de ellas en cuanto que el hambre es utilizada como medio, llamativo, para perder la vida a fin de obtener otro valor que se juzga tan importante que para conseguirlo, puede ser entregada la propia vida.
2) Definición del Concepto.
a) En la noción formal de Huelga de Hambre el término huelga es empleado con dos significados heterogéneos que le dan precisamente la fuerza significativa que arrastra: 1)Significado etimológico de holgar o privarse de alimento; 2) Significado traslaticio de la huelga laboral, es decir, procedimiento extremo y conflictivo para reivindicar pretendidos derechos conculcados.
b) El uso gramatical del término hambre en la construcción huelga de hambre es inadecuado o al menos ambiguo. La huelga es de alimento con el fin de utilizar el hambre como instrumento de reivindicación (o de huelga).
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define así la huelga de hambre: "Abstinencia total de alimentos que se impone a sí misma una persona , mostrando de este modo su decisión de morirse si no consigue lo que pretende".
3) Los Componentes de la Huelga de Hambre.
Los elementos que configuran la noción específica de la huelga de hambre son los siguientes:
a) Decisión voluntaria sobre un hecho biológico: privarse del alimento hasta las últimas consecuencias, hasta la muerte.
b) Su finalidad es conseguir el reconocimiento efectivo de un derecho que se juzga injustamente conculcado o no admitido.
c) El procedimiento es presionar causando daño a la persona o institución causante de la injusticia. El daño se le causa acusándola, desprestigiándola, declarándola inhumana, etc...
d) La táctica consiste en dar la mayor publicidad posible y del modo más adecuado a la acción huelguista, eligiendo el lugar, el ritual, los cauces de comunicación social, etc...
La huelga da hambre tiene una seire de connotaciones que la hacen particularmente llamativa:
a) Se recurre a un medio primario del ser humano: su alimentación.
b) En el ritual de la huelga de hambre juega un papel decisivo la lentificación. El tiempo lentificado opera como factor multiplicador de la significación del comportamiento huelguista.
c) Conlleva una nota sacrificial: el comportamiento huelguista parece traspasar los límites del significado directo para situarse en el horizonte significativo del símbolo religioso.
d) Recalca de una manera impresionante el valor de lo reivindicado porque se está dispuesto a entregar la propia vida.
e) En la huelga de hambre se remansa la fuerza de la debilidad. Es el arma del débil. Es la constatación de la debilidad humana en la lucha contra la injusticia. Es la paradoja de la debilidad convertida en fuerza.
f) Señala el carácter deshumano y cruel de la fuente de injusticia que ha empujado al denunciante a esta acción. La orquestada proclamación de inhumanidad es el peor daño que puede recibir el ser humano y las instituciones humanas.
3. Distintas Perspectivas Eticas.
La actualidad del tema de la huelga de hambre no está reflejada en la literatura moral contemporánea. Frente a la extensión del comportamiento huelguista hay que constatar la penuria de la reflexión moral. Son pocos en número los estudios dedicados al tema. Es también precaria la reflexión. Más aun, la huelga de hambre no ha encontrado todavía un cauce propio para su tratamiento. Se sitúa dentro de los cauces formales abiertos para otros temas de la moral.
El estado actual de la cuestión puede ser descrito en los siguientes términos. Se acepta la distinción clásica y convencional entre moralidad subjetiva y objetiva.
Respecto a la moral subjetiva se adopta una postura de comprensión y hasta de admiración destacando el alto grado de altruismo que supone. Esta actitud comprensivo-admirativa se refiere a las huelgas de hambre con clara finalidad reivindicativa de derechos humanos conculcados.
En el plano de la moral objetiva destacan varios problemas: los que se refieren a la actuación de la autoridad: ¿ha de ceder?, ¿tiene que ser humana?, ¿le obliga resolver la situación de injusticia?; los que se refieren al personal sanitario encargado de la asistencia carcelaria: ¿debe respetar la libertad huelguista?, ¿hasta dejarlo morir?; los que se refieren a la decisión del que inicia la huelga de hambre hasta las últimas consecuencias.
Los moralistas católicos plantean el tema y lo solucionan desde cuatro posturas diferentes.
1) Postura Tradicional. Sitúa la huelga de hambre en los cuadros morales del suicidio. Para quienes es suicidio directo es también inmoral. Otros dudan si es suicidio indirecto y no afirman tan abiertamente su inmoralidad.
2) Otra postura considera la huelga de hambre como una acción de presión. El comportamiento es considerado desde el factor prevalente de huelga, es decir, de presión ante una autoridad que se juzga causante de una situación injusta. El análisis se realiza según el método aplicado para el discernimiento ético de la huelga laboral: a) ¿Existe una causa justa?; b) ¿Se han agotado todos los procedimientos menos costosos?; c) ¿Existe fundada esperanza de éxito?; d) ¿Existe proporción entre los bienes que se reivindican y los males o costos que exige la huelga?. Una huelga que resista a esta preguntas puede ser lícita.
Esta aproximación a la huelga de hambre es más real y más eficaz que la anterior. Sin embargo, exagera la importancia del factor presión.
3) La tercera postura es la de aquellos moralistas que, insatisfechos con los planteamientos tradicionales, buscan nuevos cauces para el análisis moral del tema.
Aportan intuiciones válidas al insinuar que la huelga de hambre ha de ser pensada:
a) Dentro de las coordenadas de una ética personalista: en la decisión de huelga de hambre es necesaria la referencia al apoyo de los criterios objetivos pero sabiendo que la última parte del camino tendrá que caminarla sólo el sujeto.
b) Dentro de una consideración exacta del dominio del hombre sobre su propia vida: desde esta consideración no se ve que la huelga de hambre haya de ser condenada absolutamente.
A este punto se objeta que si se le concede al hombre el dominio pleno sobre su persona, se llega a la afirmación contradictoria de un sujeto que puede dejar de existir haciendo uso de su condición de sujeto.
Por otro lado, el tener que tomar la opción en solitario supone inventar la moralidad y, por lo tanto, negar la referencia moral en cuanto tal.
4) Existe otra postura de personas que han estado implicadas activamente en huelgas de hambre. Consideran la huelga de hambre como medio válido, aunque extremo, para reivindicar derechos fundamentales de la persona que de otro modo no serían restituidos.
La huelga de hambre adquiere tonalidades de experiencia mística: sentir la experiencia del hambre necesidad y comulgar así con los hermanos que la padecen injustamente; vivir la experiencia de la fraternidad humana y cristiana del grupo entre los huelguistas; experimentar la vida propia y la de los restantes huelguistas como entrega y servicio al prójimo; compadecer al máximo el dolor de la injusticia, cuya abolición es el origen y meta de la huelga; sentir la miseria del vivir que no es vivr desde el ofrecimiento de la propia vida para que aquel vivir que no es vivir de los otros se convierta en vida digna de la persona; etc...
4. El Discernimiento Etico.
La huelga de hambre como recurso normal para reivindicar derechos no es éticamente aceptada. Pero ¿puede haber alguna circunstancia justificadora? La respuesta a esta interrogante divide a los moralistas católicos en dos posturas.
1) Para unos la huelga de hambre es objetivamente inaceptable. Esta es la opinión de Marciano Vidal. La reflexión que él propone es la siguiente:
Hay que evitar dos tendencias metodológicas al tratar la cuestión ética de la huelga de hambre: la primera es la pretensión de hacer una exposición de corte abstracto, esencialista y casuístico; es decir, servirse de una definición genérica y abstracta de huelga de hambre (privación de alimentos hasta las últimas consecuencias), tipificar la la esencia de la realidad (dividiéndola en huelga con previsión de muerte y huelga sin previsión de muerte), aplicar los principios casuísticos (del voluntario directo-indirecto y del fin-medios) y deducir las respuestas morales.
La segunda tentación consiste en concentrar excesivamente la reflexión en la concatenación de efectos biológicos entre la privación de alimentos y la muerte. Caer en esta tentación dificulta entender y abarcar el significado total de la huelga de hambre.
Para evitar esas tentaciones el significado real y total de la huelga de hambre ha de ser valorado en referencia a los siguientes puntos:
a) Al grado de humanización que ha de ser conseguido en el momento histórico de la cuestión.
b) Al nivel de implicación de responsabilidades en una situación de injusticia que deba ser solucionada mediante un proceso colectivo de reivindicación. Quedan integradas así las dos polaridades de la realidad moral: el aspecto objetivo (referencia al valor de la humanización) y el aspecto subjetivo (referencia a la implicación de responsabilidades).
La aplicación de esta metodología lleva a hacer algunas valoraciones: El significado humanizador o deshumanizador de la huelga de hambre viene dado, primero, por el contexto significativo de ese comportamiento.
Hay unos contextos humanos que desacreditan la huelga de hambre:
a) El contexto terrorista. La huelga de hambre realizada por terroristas carece de credibilidad (es el caso de Michael Gaughan de la IRA).
b) El contexto de la manipulación humana. No pueden tener credibilidad quienes realizan huelgas de hambre manipulados en su sentido crítico.
c) El contexto de la banalidad. La huelga de hambre es tan seria que no puede ser tomada como un rtecurso más, sino como el último de los recursos.
d) El contexto sacrificial seudoreligioso. Acudir a la huelga de hambre desde comprensiones sacrificiales de la vida humana supone desvirtuar el comportamiento huelguista.
e) El contexto necrófilo. En este síndrome de necrofilia no es difícil señalar instrumentalizaciones del pueblo en función de líderes visionarios, intransigencias contrarias al dinamismo de la historia y posturas de egoísmo colectivo (Numancia, Masada, etc...).
Aplicados estos criterios, las huelgas de hambre practicadas en el mundo de desarrollo político y económico carecen de autenticidad moral.
La huelga de hambre sólo puede tener credibilidad ética en situaciones del tercer mundo. Este acto no es un ideal ético con futuro; a los sumo, puede ser un lamentable y anticuado procedimiento humano que sirve todavía en situaciones de notable injusticia.
Otro criterio para discernir la autenticidad ética de la huelga de hambre radica en la referencia al altruismo. Una huelga de hambre que tenga como finalidad el provecho individual del huelguista es imposible declararla valiosa. Necesita sobrepasar los niveles del egoísmo.
Hay algunas razones que justifican el postulado ético del altruismo en el discernimiento moral de la huelga de hambre:
a) Para que la huelga de hambre deje de tener la categoría ética de suicidió precisa la referencia a la alteridad.
b) La huelga de hambre se libra de las tentaciones de la morbosidad sicopatológica si se abre al servicio del otro, índice y causa de la normalidad síquica.
c) La protesta es inherente a la huelga de hambre; ahora bien, la protesta es eficaz e imparcial en la medida de su altruismo.
Estos son solo algunos criterios de discernimiento. Existen otros. Como los que se refieren a la ponderación de la vida humana.
A la luz de esta ponderación hunana, es difícil justificar objetivamente la huelga de hambre. Unicamente tendría coherencia moral en situaciones extremas en las que la pérdida de credibilidad, impuesta injustamente por determinadas instituciones de poder, exigiese entregar la propia vida como respuesta de coherencia personal a fin de que siga existiendo la vida para todos. Este es el caso de Jesucristo.
Por todo lo dicho, la postura moral que proponemos abiertamente, aunque con respeto y amor con los que disienten teórica y activamente, es la descalificar éticamente la huelga de hambre, ya que es un signo claro de la ética necrófila y es una realidad contraria a la sensibilidad de la ética biófila.
2) Hay otros autores que no son tan radiales en su juicio.
a) J. Aldunate. Admite la licitud ética de la huelga de hambre como último recurso. "La huelga de hambre es ciertamente y ha de ser una medida extrema. No debe asumirse ligeramente sino como un recurso último".
b) F. J. Elizar opina en términos semejantes. Parte de una interpretación cristiana del concepto de vida. "Desde otros modos de concebir el dominio del hombre sobre su propia vida, no se ve que la huelga de hambre sea condenable absolutamente, es decir, en cualquier condición y bajo cualquier supuesto".
c) Leandro Rossi. Avala de la posibilidad de una vocación especial a este respecto: la inspiración del Espíritu Santo. "Desde luego, no habrá que pecar de ligereza a la hora de admitir mandatos o permisiones divinas a este propósito (es tal nuestro apego a la vida que no es fácil el peligro de que se multipliquen estas extrañas inspiraciones del Espíritu Santo); pero tampoco se podrá rechazar la posibilidad (al menos teórica) de este llamado o permisión divina".
Las opiniones están divididas. Sin embargo, el verdadero desafío ético lo expresa muy bien Leandro Rossi al referirse a la opción de algunas personas: "más que condenarlo o absolverlo y más que juzgarlo, en última instancia lo que hemos de hacer es renovar nuestra voluntad de vivir, para luchar por los mismo ideales por los que aquel pobre hermano afrontó libremente la muerte".
Conclusión
Asumir el hambre deliberadamente como medio de protesta frente a situaciones que se consideran deshumanizadoras, es un acontecimiento que puede caer dentro del ámbito de las diatribas éticas de las diferentes escuelas que aportan sus propias reflexiones en afán de la mejor comprensión de dicho recurso.
El hambre como recurso huelguístico es un tema que amerita ser analizado con la profundidad ética y metodológica propia del nivel científico. Sin embargo, el problema más grave es la realidad de millones de seres humanos que han tenido que asumir a fortiori, como imposición extrínseca a su propia condición, el hambre, y ni siquiera como huelga, sino como modus vivendi.
El hambre y la pobreza, cuando son asumidos libre y deliberadamente como estados de vida, pueden convertirse en los resortes humanizadores y liberadores de las personas y los pueblos, como lo podemos constatar a través de la historia. La Madre Teresa de Calcuta es un ejemplo cercano de esta realidad. Pero cuando el hambre y la pobreza son impuestos como condición de vida por los amos del desarrollo, del progreso, de la democracia, de los derechos humanos, por los gobiernos, por los organismos internacionales en aras del crecimiento y la globalización económica, entonces se convierte en la fiera adormecida que el pueblo siente crecer por dentro hasta explotar en manifestaciones más o menos multitudinarias que los gobiernos, en muchas ocasiones, aplacan con la sugestión de la fuerza represiva. Hambrientos por condición, terminan de todas maneras muertos. No de hambre. Sí a causa de lo mismo.
Pero en la sociedad hemos perdido la capacidad de asombro e indignación y hemos ganado en distanciamiento y arrogancia. El hambre que algunos asuman deliberadamente como huelga debe estar unida al hambre que como condición han recibido como imposición muchos miles de millones de personas en esta sociedad de desarrollo y progreso.
Alfonso Villa.