|
|

Señor, Dios mio. Tú eres todos mis bienes.
¿ Quién soy yo para que te ose hablar ?
Yo soy un pobrísimo siervo tuyo,
un gusanillo desechado, muy más pobre
y más digno de ser despreciado que sé ni oso decir.
Mas acuérdate, Señor, que soy nada, nada tengo y nada valgo.
Tú solo eres bueno, justo y santo.
Tú lo puedes todo. Tú lo das todo. Tú lo cumples todo:
solo a pecador dejas vacío.
Acuérdate, Señor, de tus misericordias, e hinche mi corazón de tu
gracia,
pues no quieres que estén tus obras vacías.
¿ Cómo me podré sufrir en esta mísera vida si no me esfuerza tu gracia ?
No me vuelvas el rostro. No dilates tu visitación.
No desvies tu consolación, porque no sea mi alma como la tierra sin agua.
Señor, enséñame a hacer tu voluntad.
Enséñame a conversar ante Ti digna y humildemente,
que Tú eres mi sabiduría, que en verdad me conoces
y conociste antes que el mundo se hiciese
y yo en el mundo naciese.
Kempis "Imitación de Cristo"

|