Socialismo
y democracia
Frei Betto
Leandro Konder,
filósofo y novelista, pronunció una interesante conferencia sobre
"Socialismo e Individuo".
Como sistema capaz de
promover los derechos básicos del ciudadano, el capitalismo fracasó en la
mayoría de los países del mundo. Basta recordar que el 80% de la producción
industrial del planeta es absorbido por el 20% de la población mundial; y que
sólo 3 empresarios norteamericanos poseen una fortuna personal superior al PIB
de 48 naciones con 600 millones de personas (ONU/99).
Sugerí que no nos
quedemos enganchados de la camisa de fuerza del Iluminismo. Debemos apoyarnos
en nuevos paradigmas. Más que el de individuo prefiero el concepto de persona,
según el punto de vista holístico: cada ser humano es un nudo de relaciones:
con los demás, con la naturaleza, con Dios.
Konder, además,
recalcó la propuesta de un "socialismo personalizante", en que el
vínculo entre el individuo y el universal sea mediatizado por lo comunitario,
haciéndose eco del pensamiento de Enmanuel Mounier y del filósofo brasileño
Manfredo de Oliveira.
Repensar el socialismo
supone no identificarlo con el régimen caído tras el muro de Berlín, igual que
la historia de la Iglesia no se resume en la Inquisición. Si somos cristianos
es porque el evangelio de Jesús encierra determinados valores, como la
naturaleza sagrada de toda persona, que sirven incluso de juicio condenatorio a
lo que representó la Inquisición.
Del mismo modo, la
historia de las sociedades solidarias, fundadas en el compartir los bienes,
hunde sus raíces en los orígenes de la humanidad. Konder recordó la polis
griega, las tribus hebreas y el cristianismo primitivo. Yo añadí los pueblos
indígenas, las redes de economía solidaria -como las cooperativas, los trabajos
en común, los CEBs...
Una propuesta
alternativa de sociedad debe partir de prácticas concretas, en las cuales
economía y política se ayuden. Una de las razones de la actual crisis brasileña
es la esquizofrenia neoliberal que divorcia la economía de la política. El
gobierno de Cardoso habla de democracia (política) y adopta una economía
centralizada, autoritaria.
Resulta lo contrario
del período dictatorial, cuando teníamos una economía volcada a los intereses
nacionales, hasta el punto de dar lugar al "milagro brasileño", con
enorme crecimiento anual (a costa de marginar a amplios sectores de población y
de endeudamiento externo) y una política regida por actos institucionales a
base de tortura y de fusil.
Lo peor que le puede
acontecer a la nación, a corto plazo, es que el gobierno intente resolver la
contradicción, no por el cambio de modelo económico, sino por el estímulo del
juego político, estrechando la vía democrática mediante la exclusión de los
movimientos sociales, usando la censura y la Ley de Seguridad Nacional y por la
represión descarada a quienes claman por derechos elementales, como la tierra,
vivienda, trabajo, salud y educación.
Fortalecer los
movimientos sociales y multiplicar las iniciativas comunitarias de economía
solidaria, en la que todos tengan voz y voto, son las vías para impedir que el
Brasil retroceda hacia el autoritarismo. La consolidación de la democracia
depende ahora de la capacidad de enfrentarse a la cuestión prioritaria:
erradicar las desigualdades sociales.