A una moneda...

 

Fría y tormentosa la noche que zarpé de Montevideo.

Al doblar el cerro,

tiré desde la cubierta mas alta

una moneda que brilló y se anegó en las aguas barrosas,

una cosa de luz que arrebataron el tiempo y la tiniebla.

Tuve la sensación de haber cometido un acto irrevocable,

de agregar a la historia del planeta

dos series incesantes, paralelas, quizá infinitas:

mi destino, echo de zozobra, de amor y de vanas vicisitudes,

y el de aquel disco de metal

que las aguas darian al blando abismo

o a los remotos mares que aún roen

despojos del sajón y del fenicio.

A cada instante de mi sueño o de mi vigilia

corresponde otro de la ciega moneda.

A veces he sentido remordimiento

y otras envidia,

de ti que estas, como nosotros, en el tiempo y su laberinto

y que no lo sabes...

 

Jorge Luis Borges

 

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